ENERGÍA
¿Hay riesgo de apagón en el país?
La caída en los niveles de los embalses y las bajas lluvias de abril y mayo encendieron las alarmas en el sistema de energía y abrieron la posibilidad de un racionamiento. ¿Qué hay detrás de la situación?
Mientras el país está tratando de reactivar sus operaciones y empezar a funcionar en un "nuevo normal" en medio del coronavirus, otra alarma se encendió: la disminución en las lluvias y el bajo nivel de los embalses revivieron los fantasmas de un apagón.
La Comisión Asesora de Coordinación y Seguimiento a la Situación Energética del País (CACSSE) advirtió, al cierre de esta edición, que los embalses tienen un nivel del volumen útil de 33,22% y que durante lo corrido de mayo los aportes hídricos han estado al 56,37% con respecto a la media histórica. Se trata del nivel más bajo de las últimas dos décadas.
El Ministerio de Minas y Energía ha advertido que con la situación actual en los embalses, y con el respaldo de generación de plantas térmicas, Colombia no enfrenta hoy un riesgo inminente de apagón o racionamiento de energía eléctrica. Pero, para muchos, la preocupación está vigente.
Ante la situación, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) publicó para comentarios una resolución –la 80– que busca intervenir el mercado de energía. El Gobierno ha explicado que está evaluando medidas para mitigar cualquier tipo de riesgo. Básicamente está enfocado en la necesidad de que los generadores hidráulicos realicen el embalsamiento requerido para alcanzar niveles que permitan asegurar la confiabilidad en el suministro de energía en el periodo de diciembre de 2020 y marzo de 2021. Eso significa un papel más protagónico de las térmicas: en el último mes, la generación térmica ha sustituido en hasta 8% la participación diaria de la generación hidroeléctrica.
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En medio de esta coyuntura, los actores de la ecuación empiezan a jugar. Por una parte, están los generadores hidráulicos. Para ellos, las más recientes proyecciones del operador del mercado, XM, reflejan una situación de "vigilancia" mas no de riesgo. “Es importante destacar que en los últimos días se ha evidenciado una tendencia de aumento en el nivel de los embalses”, señala Natalia Gutiérrez, presidente de Acolgen, el gremio de las generadoras hidráulicas.
Por otra, los generadores térmicos están en un buen momento. “Las térmicas tienen disponibilidad de gas, así como de carbón y combustibles líquidos, si es el caso, lo que implica que están disponibles para generar la energía en el momento que se requiera y se necesite para poder llenar los embalses nuevamente”, dice Alejandro Castañeda, presidente de Andeg, el gremio de las generadoras térmicas.
Y aparecen los productores de gas en Colombia, cuya de demanda cayó por el aislamiento: no hay vehículos en las calles y los requerimientos industriales disminuyeron. Las térmicas se convierten en destino para el gas que está sobrando y muchos consideran que el Gobierno estaría impulsándolo hacia allá y advierten ese interés por la participación que tiene en Ecopetrol.
Independiente de la participación en Ecopetrol, dicen desde el Ministerio, el Gobierno considera el gas natural como uno de los energéticos estratégicos del país. Aunque hay potencial, hoy el país solo cuenta con 8 años de reservas, que vienen cayendo. Por esto, en el corto y mediano plazo es importante tener el gas de respaldo, así sea importado. Esto incluye la planta de regasificación en Cartagena, que hoy respalda el grupo de generación térmica, y los planes de la regasificadora del Pacífico, que respaldarían la generación térmica y, de necesitarse, también la demanda residencial.
En la actualidad, para las térmicas de la costa Caribe, que cuentan con la regasificadora, hoy por hoy, es más eficiente importar el gas, pues tiene mejor precio que el nacional.
“Ya sea con gas nacional o importado, la industria está preparada para respaldar al sistema. Ya 25% del total de la generación eléctrica está siendo aportado por el gas natural, debido a los excedentes de producción que se venden al sector térmico, y a la coyuntura de precios a nivel internacional que permiten un gas importado muy competitivo”, dice Orlando Cabrales, presidente de Naturgas.
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De hecho, en las últimas semanas hubo un espacio regulatorio para que las partes y los agentes pudieran renegociar los contratos en esta coyuntura por la caída de la demanda y la presión de la tasa de cambio. Pero no hubo acuerdos en todos: mientras las térmicas de la costa no los alcanzaron, las del interior sí lograron ajustes con los productores.
La tarifa
Una variable crítica empezó a meter más presión: el aumento en los recibos de energía y gas de miles de familias en el país.
Varios hechos coincidieron: uno, el aumento del consumo de los hogares, por cuenta del aislamiento; dos, que muchas de las lecturas en las primeras semanas de la cuarentena no se hicieron y se promediaron los consumos, y el tercero, un incremento en los precios de generación, debido a que las plantas hidráulicas han incrementado los valores de precios de oferta de su energía por tener menos disponibilidad de agua y, a su vez, la entrada de las térmicas cuyos insumos de generación son más costosos.
“Los incrementos de la tarifa de energía en algunas zonas del país en los primeros meses del año se explican por la alta exposición en bolsa de algunos agentes comercializadores, por la actualización de la metodología de remuneración de la actividad de distribución que se realiza cada cinco años y por algunos precios de la tarifa que están en dólares y se vieron afectados por la dramática variación de la TRM”, explica Gutiérrez, de Acolgen.
Para María Fernanda Suárez, ministra de Minas y Energía, “esta situación reafirma la importancia de la apuesta del Gobierno por diversificar la matriz eléctrica y hacerla más resiliente a la variabilidad climática con fuentes no convencionales de energías renovables como la solar y la eólica. El país pasará de menos de 50 megavatios de capacidad instalada a más de 2.500 megavatios con fuentes no convencionales de energías, a 2022”.
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Por ahora, el sector sigue en un escenario de alta tensión a la espera de que se defina la resolución de intervención del mercado energético, y atento a que las lluvias lleguen y alejen las presiones al sistema. Con el coronavirus ya es suficiente.