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Colombia debe producir más pescado

El consumo de pescado en el país ha venido en aumento, pero la balanza del sector es deficitaria. Este es el panorama del negocio piscícola.

4 de abril de 2019
El consumo de pescado por persona al año en Colombia promedia los 7 kilogramos. | Foto: Cortesía Aunap

Se acerca Semana Santa y es una buena ocasión para medirle al pulso a lo que sucede con el sector pesquero, un negocio en el que Colombia tiene mucho camino por recorrer.

Aunque se estima que vende $1,5 billones, si se compara con mercados como Ecuador, el país se encuentra en una posición de gran desventaja; pues mientras el vecino exporta US$6.000 millones entre mariscos y pescados, las ventas externas nacionales de estos productos apenas alcanzan US$500 millones.

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Solo este dato pone sobre la mesa la necesidad de fortalecer una industria de la cual dependen al menos 350.000 personas, incluidos los pescadores artesanales, quienes se han visto afectados en los últimos años por diferentes razones, entre ellas la sobreexplotación, las pesca ilegal y los proyectos hidroeléctricos.

Al igual que sucede en gran parte del mundo, en Colombia la acuacultura (cultivos de diferentes especies en agua dulce) crece de manera vertiginosa, mientras la pesca tradicional en barcos y manual se ha estancado.

Esta actividad se ha convertido en una de las principales fuentes de exportación a Europa y China. La tilapia, que se produce particularmente en el Embalse de Betania, en el Huila, es uno de los productos que más se lleva al exterior.

Allí se generan más de 10.000 empleos y alcanza en promedio US$50 millones en exportaciones al año, dato que se suma la producción de otros departamentos. En total en tilapia, el país vende al exterior unos US$100 millones. Sin embargo, es el atún lo que más se exporta con un estimado de US$300 millones.

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En tanto, las importaciones alcanzan al año los US$600 millones y están representadas principalmente en atún, sardinas y camarones, filete de basa y tilapia.

Ante este panorama, Nicolás Del Castillo, director de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), manifiesta que esta entidad junto con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, cartera de la cual depende, trabajan en un marco normativo para potenciar la actividad pesquera y acuícola del país como un sector generador de empleo y crecimiento económico.

Consumo al alza

La pesca tradicional se ha estancado; mientras la acuicultura viene creciendo.

Colombia ha venido duplicando su consumo per cápita. Mientras hace 10 años cada persona consumía en promedio 3,5 kilos al año, hoy se acerca a los 7 kilos. Sin embargo, Del Castillo dice que hay regiones como Boyacá en donde el consumo alcanza los 14 kilos, debido al alto cultivo de trucha. En la Amazonía este puede superar los 50 kilos y en el Magdalena Medio los 32 kilogramos.

El pez basa es uno de los más consumidos; al igual que la tilapia y el atún. El país importa alrededor de 80.000 toneladas de basa al año, pues hoy no se produce de forma legal; aunque ya hay cultivos informales. Del Castillo aclara que estudian la posibilidad de importarlo como especie exótica para empezar a producirlo en Colombia.

Afectación en ríos

Una de las problemáticas que ha enfrentado el país en los últimos años es la reducción en la oferta generada en los ríos, fuente de la cual dependen un alto número de familias en diferentes regiones.

Se estima que existen entre 250.000 y 300.000 pescadores artesanales, de los cuales hay 65.000 formalizados, labor en la que viene trabajando la Aunap.

Diana Giraldo, integrante del equipo de Coordinación del Movimiento Nacional Ríos Vivos, manifiesta que los ríos están siendo estrangulados por unas 130 centrales hidroeléctricas y represas que afectan los ecosistemas acuáticos, impactando la producción nacional, así como la forma de subsistencia de muchas comunidades.

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La razón es que se les cambian las condiciones de los diferentes lugares tanto en color como en temperatura y hasta la misma velocidad de las aguas, impactando el normal desarrollo de los ecosistemas.

Indica que las especies más afectadas por estas problemáticas en el Cauca son bocachico, comelón, bagre, plantillo, dorada, coroncoro, barbudo, picuda, cucha, capaz, sábalo y sardinata

Luz Fernanda Jiménez, presidente de la Asociación Colombiana de Ictiólogos, considera la situación de los ríos es la que ha motivado el crecimiento de la acuacultura, por lo que se deben establecer estrategias tendientes a restablecer los recursos naturales, pues son muchas las personas que dependen de la pesca artesanal.

“Es un tema que debe ser mirado con cautela porque está en riesgo la seguridad alimentaria de la población menos favorecida. El Estado debe garantizar que la oferta se mantenga en el tiempo”, dice.

En los ríos hoy se capturan unas 30.000 toneladas de pescados al año, mientras que hace cuatro décadas la cifra alcanzaba 200.000 toneladas.

A pesar de estas dificultades, el objetivo del Gobierno es llevar el sector a alcanzar ventas de $3,5 billones en cuatro años, de la mano de un programa de investigación pesquera.

Por ahora, la oferta de producto está garantizada para Semana Santa y el resto del año, pero el sector no se puede quedar como el camarón, porque se lo va a llevar la corriente.

Decisiones de vedas

Nicolás Del castillo, director de la Aunap precisa que en el país hay 37 vedas que se han generado por diferentes razones, entre ellas, el riesgo de desaparición de algunas especies. La entidad, adscrita al Ministerio de Agricultura, establece ordenamientos mediante los cuales determina cuántas personas pueden pescar, con qué lo pueden hacer, cuántas toneladas pueden sacar, de qué tamaño y en qué épocas, con lo cual se busca llegar a una sostenibilidad del recurso. Otra forma de veda es, por ejemplo, la del pez mota, que se produce en el Amazonas, del cual está prohibida su venta y consumo debido a que tiene una alta cantidad de mercurio. Igualmente, está vedado por dos meses el caracol pala, restricción que empieza en mayo en toda la cuenca del Orinoco y del bagre rayado en el Magdalena Medio durante su época de reproducción en mayo y junio, entre otras.