OPINIÓN

Juan Mario Laserna Jaramillo

Hoy, hace un año, el 24 de julio de 2016, falleció de manera absurda y dolorosa, uno de los colombianos más brillantes e ilustres de los últimos 25 años.

Juan Carlos Pinzón Bueno
24 de julio de 2017
Juan Mario Laserna Jaramillo (QEPD) | Foto: Juan Mario Laserna Jaramillo

Para muchos, su brillantez lo hacía irreverente, atrevido, arriesgado y, en ocasiones, desatinado; hasta rayaba en la locura. Para otros era tal su conocimiento de la historia, de los temas financieros, de las políticas públicas, de la economía, de la política, de la estrategia militar, del arte, de datos curiosos de la cultura general universal, del boxeo y de la lucha grecorromana, entre otras áreas, que sin duda era una de las mentes más iluminadas de Colombia.

La temprana partida de Juan Mario fue una pérdida para su familia, para sus amigos cercanos, para todos los que trabajaron a su lado, para su partido Conservador, para el Tolima que tanto amo y para los colombianos. Fue un patriota, siempre actuó en los escenarios internacionales con la convicción de la relevancia que Colombia tiene en el mundo, sin complejos. Fue un convencido de que era necesario tener gente educada en las mejores universidades del mundo, para tener políticas públicas con estándares globales y estables. Al tiempo, fue un convencido de la necesidad de ser creativos, de innovar, de afrontar los problemas buscando soluciones propias, locales y efectivas. Creía en la equidad social a través de la educación, valoraba a personas de todos los niveles y estratos por su contenido, experiencia y calidad personal, antes que por sus riquezas o cargos.

Tuvo una formación y una carrera pública de excelencia. Estudió en las Universidades de Yale, Stanford y Johns Hopkins. En los 90 fue fundador en el Departamento Nacional de Planeación Nacional de la Unidad de Defensa y Justicia, que sería muy importante para el proceso de modernización que vivieron las Fuerzas Armadas en la década siguiente. Fue Consejero Económico de la Presidencia de la República, destacándose por su creatividad e ideas de avanzada en el desarrollo de la economía de mercado y la posibilidad de resolver problemas sociales con una visión de equidad.

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También fue Viceministro de Hacienda y posteriormente Director de Crédito Público, cargo en el que prestó un servicio determinante para la estabilidad y futuro del país. A finales de los años 90 y comienzos de este siglo el país vivía el momento de mayor auge de la violencia y la peor crisis económica en un siglo: la economía decreció en 4,2% en 1999; el deterioro fiscal implicó un incremento de la deuda pública en más de 80% del PIB para el final de 2000, y la crisis asiática del momento desencadenó un deterioro económico en Brasil y Rusia, afectando de manera grave el acceso al crédito para los mercados emergentes. Argentina sería víctima de esta situación, y a pesar de los esfuerzos de ajuste terminaría en una cesación de pagos que aún hoy, década y media después, se mantiene una situación de difícil pronóstico hacia el futuro en materia económica y social. Poca gente lo sabe, o lo recuerda, el siguiente candidato a caer en cesación de pagos en ese momento era Colombia. 

Sin duda la tecnocracia efectiva de Hacienda, Planeación Nacional y el Banco de la República permitió diseñar políticas de ajuste fiscal, monetario, financiero y cambiario, así como programas de estímulo al crecimiento, que al final de la administración Pastrana y comienzos de la administración Uribe permitieron sentar las bases para el crecimiento económico de la última década. Pero nada de esto hubiese sido posible sin la inteligencia y visión de Juan Mario en medio de la crisis. 

Él diseñó una estrategia innovadora y novedosa que permitió al país tener los fondos requeridos para mantener el pago de las obligaciones de deuda y, de paso, impedir la cesación de pagos en el momento más crítico, con lo cual se ganó tiempo para hacer los ajustes y llevar al congreso las leyes de reforma necesarias para su aprobación. El avanzado conocimiento de Juan Mario de los mercados financieros internacionales y de los instrumentos más sofisticados de la ingeniería financiera del momento permitieron hacer un Plan de Prefinanciamiento que garantizó recursos de caja disponibles. En ese marco se utilizaron varios instrumentos financieros, algunos por primera vez en los mercados de deuda pública: Bono garantizado por el Banco Mundial, Intercambios de plazos de deuda interna (Swaps), Emisión de deuda externa denominada en pesos colombianos y Expansión del Mercado de TES, entre otros. Me atrevo a afirmar que si el plan de Juan Mario no se hubiese ejecutado, lo más seguro es que Colombia no sería la que conocemos hoy. 

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Después de esta experiencia sintió la frustración de la incomprensión tanto de entes de control como la de algunos técnicos que pusieron en duda sus esfuerzos. Se refugió algún tiempo en el equipo técnico del Banco Interamericano en Washington, en donde se ganaba la admiración y respeto, por su experiencia y destellos de brillantez.

Regreso al país como codirector del Banco de la República. Allí estableció vínculos cercanos con los técnicos del Banco y participó en varios debates de interés de la política económica. Una de sus obsesiones fue lograr un mercado de capitales más competitivo, con más jugadores y con menos restricciones a los inversionistas institucionales para permitir la financiación de proyectos de gran escala que contribuyeran al crecimiento económico y la generación de empleo. Si bien es cierto que creía en la importancia de una política económica estable y ortodoxa, siempre estaba listo a ofrecer ideas revolucionarias que buscaban respuestas locales y novedosas a los retos del país. En esos años fue nombrado por el Foro Económico Mundial como Joven Líder Global, con lo cual se conectó a las grandes discusiones de desarrollo internacional en las reuniones de Davos, en Suiza. 

Fue elegido Senador de la República para el período 2010-2014. Allí se convirtió en la gran estrella de las comisiones económicas del Congreso; es difícil imaginar volver a ver una persona de su conocimiento en materia fiscal y financiera en esas funciones. En los temas de las Fuerzas Militares y de Policía siempre estuvo de primero, sin duda ni cuestionamientos para apoyar cualquier iniciativa para su fortalecimiento. Mucho antes de que la opinión pública comenzará a interesarse en el tema, Juan Mario identificó al “chavismo y al socialismo del siglo 21” como amenazas vitales para Colombia y el hemisferio. Como gran conocedor de los asuntos estratégicos globales, estuvo muy comprometido en apoyar a la oposición venezolana.  Frente al proceso de paz estuvo preocupado al considerar que se le estaba asignando poder y control territorial a las Farc, más allá del que tenían como organización armada, con lo cual, en su opinión, el desarrollo del país podría verse comprometido.

Perdió la elección de 2014. Quienes lo conocen saben que fue un gran dolor para él, sintió frustración. Pero muy rápido comenzó a diseñar un nuevo plan de vida. Esta vez como un reconocido analista en prestigiosos medios de comunicación, tanto en La FM como en la revista Dinero. Sin duda, en cada conversación de los últimos meses analizaba cómo desde su Partido Conservador, aunque sin sectarismo, podría contribuir y servir a Colombia.

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Como alguien que apreció su amistad, debo decir que fue inmejorable amigo. Sincero, considerado, buen consejero. Puedo afirmar que siempre, en momentos difíciles y en espacios privados, dio recomendaciones para bien del Estado colombiano y para bien de sus amigos. No hay duda: no era fácil estar de acuerdo con él en todos los casos, él lo sabía y por ello entendía cuando existían diferencias de opinión y aproximación a los problemas, al tiempo que siempre estaba dispuesto a reflexionar, recibir consejo y, si era el caso, corregir el rumbo.

En este tiempo que vive Colombia, cuando más que nunca necesitamos colocar a nuestra Patria por encima de todo, Juan Mario le hace mucha falta al país. A sus amigos nos hace mucha falta. 

Por: Juan Carlos Pinzón Bueno