TRANSFORMACIONES
El agro, uno de los posibles ganadores tras la crisis
Esta pandemia desveló la importancia del agro al lograr mantener las cadenas de producción y asegurar el abastecimiento del país. Por ello resurge como uno de los sectores clave para el futuro del país.
Por años, el café fue el dinamizador de la economía en Colombia. Luego otros productos han sido considerados estrellas en el portafolio agrícola del país –como banano o flores-. Y solo hasta los últimos años han aparecido nuevos cultivos que están marcando una nueva tendencia en el desarrollo agrícola nacional, como aguacate, frutas cítricas y hasta cannabis medicinal.
El sector agrícola y la agroindustria –a pesar de su importancia en el PIB y en la seguridad alimentaria- son como el rey sin corona. Sin embargo, esta pandemia desveló su importancia, al lograr mantener las cadenas de producción y asegurar el abastecimiento del país. Hubiera sido catastrófico que, en medio de la cuarentena y el aislamiento, la despensa nacional estuviera vacía.
Por ello, el agro resurge como uno de los sectores clave para el futuro del país. Colombia tiene 40 millones de hectáreas que se pueden utilizar para la agricultura y mercados plenamente identificados para la comercialización de productos (hoy solo usa 6 millones de hectáreas). Las ventajas que tenemos como país nos ubican como un jugador importante en el abastecimiento de alimentos por, entre otras cosas, la ubicación geográfica, la zona intertropical y la disponibilidad de agua (según el Ministerio de Agricultura, el área potencial para riego corresponde a 18,4 millones de hectáreas).
No obstante este potencial, las discusiones se han ideologizado y hay limbos jurídicos en el uso y la propiedad de la tierra que ha dificultado una producción más sistemática, estable y duradera.
Las iniciativas para grandes extensiones, como las de los Llanos Orientales, se están marchitando y se ha vuelto muy compleja la meta de convertir el agro en una gran empresa donde confluyan pequeños, medianos y grandes productores. Por eso, si el agro va a ser una de las apuestas del país, debe garantizarse la seguridad jurídica, en un escenario de rentabilidad y competitividad. Aunque hay iniciativas para que pequeños cultivadores tengan garantizada la compra periódica de sus cosechas y sean proveedores de empresas de alimentos, no son suficientes y el modelo debería replicarse con intensidad.
Además, el Estado debe preservar dos temas fundamentales: los bienes públicos, en especial la infraestructura necesaria para movilizar las cosechas desde los cultivos a los centros de consumo y a los puertos para su exportación, así como políticas laborales transparentes para los trabajadores del campo, con el objetivo de que se formalicen.