EDUCACIÓN
El reto de formar buenos alumnos y buenos ciudadanos
Desde 1945 el Colegio Bilingüe Divino Niño ha impartido una educación enfocada en la lectura crítica y la participación creativa.
En una modesta casona del barrio Antonia Santos, en pleno centro de Bucaramanga, comenzó en febrero de 1945 la historia del colegio Bilingüe Divino Niño. Comenzó sus labores pedagógicas con 40 alumnos; dos maestras y su rectora y fundadora, Herminia Serrano, quien luego de trabajar en colegios públicos por 20 años, decidió abrir su colegio.
Este año, a pocos meses de cumplir 75 años, el colegio se convirtió en uno con los de mejores resultados académicos del país en las pruebas Saber 11.
Alba Villamizar, actual rectora del Bilingüe Divino Niño, explica que, aunque el tema académico es primordial, el propósito es formar alumnos integrales, que no solo se destaquen por sus conocimientos sino que también sobresalgan por ser buenos ciudadanos.
Cuatro razones explican los resultados sobresalientes, dice la rectora. La primera es que conciben la educación como un proceso permanente e integral y, por eso, han logrado que 98% de los estudiantes de grado 11 ingresen al colegio desde los primeros cursos de formación y así cautivarlos para que desde pequeños adquieran el gusto y la motivación por el aprendizaje.
El segundo eje es el entrenamiento en lectura crítica, que fomenta la participación creativa, reflexiva y crítica. En esta se involucra la familia, que participa en foros virtuales con lecturas que previamente han analizado y discutido.
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El tercero es el ambiente de aprendizaje apoyado en una infraestructura física y tecnológica para fomentar en niños y jóvenes áreas que promueven estilos de vida saludable, cultura y disciplina deportiva.
Finalmente, está el equipo de trabajo integrado por docentes y cuerpo administrativo, que reconoce el liderazgo grupal e individual y hace seguimiento frente a los objetivos propuestos.
Para la rectora, la formación es integral y por ello la preocupación va desde alcanzar objetivos académicos hasta verificar la educación de las emociones, de manera que los egresados sean “constructores de una sociedad más culta y más justa”.