LIBRO AL VIENTO
El amor, el amor...
Antonio García Ángel seleccionó 50 poemas de amor de escritores colombianos para la iniciativa 'Libro al viento'. La antología gratis es un paseo transversal por la historia de la literatura colombiana.
Las antologías, como los listados y los cánones, son un ejercicio de enumeración subjetiva en el cual la perfección está descartada de plano. Más aún cuando estas se circunscriben a una cifra redonda y categórica que, por naturaleza, conlleva una idea implícita de comparación. Pero, lejos de ser un problema, el acto de reunir unos versos es, ante todo, una virtud. Porque seleccionar, como lo hizo Antonio García Ángel, 50 poemas de amor de escritores colombianos, supone darse un paseo transversal por la historia de la literatura colombiana. Si hay algo incontrovertible, es que en todos los tiempos se ha escrito sobre el amor. Reunir 50 poesías alrededor de un concepto cuya significación definitiva nadie ha sido capaz de avanzar implica, igualmente, reconocer la esencia misma de la poesía, que nombra las cosas sin nombrarlas, apegada a la imagen y al poder de las palabras.
Como afirma Antonio García en la nota preliminar, “…la verdadera poesía esclarece al amor, lo indaga, lo hace brillar y nos muestra los matices, los inesperados cauces por los que fluye ese sentimiento. Todo está dicho sobre el amor, claro, pero la poesía aún busca, sin embargo, una nueva forma de decirlo, una más, aunque el resultado casi siempre sea un pequeño ajuste de foco sobre una variante ya tratada por otros”. Siguiendo al pie de la letra la súplica del prologuista, más que apuntar hacia lo que quedó por fuera, mencionaré apenas algunas coordenadas de mi panteón íntimo de este ‘libro al viento’. Tras una fulgurante abertura con un poema de la tradición indígena catía, la Madre Josefa del Castillo, monja mística de la neogranadina Tunja, declara su amor incondicional a su todopoderoso creador. Están también, entre otros, los amantes de José Asunción Silva unidos en una sola sombra larga; la voz de Guillermo Valencia que le dice a su amada “Tus manecitas estrangularon mi esperanza”; el descorazonado “Soneto Sediento”, de Eduardo Carranza que comienza con “Mi tú. Mi sed. Mi víspera. Mi te-amo.”; el sincero “Ofertorio”, de Piedad Bonnett, sobre el amor en silencio. Son, pues, 50 poemas de amor, algunos de ellos también de desamor, que al final es lo mismo pero no es igual.