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La Zeta en LGBTTTI
La vida de Zemmoa dio un giro cuando, de adolescente, salió a un escenario enfundado en la ropa de su madre y cantó 'I Will Survive'. Así nació un personaje que hoy, una década después, es una de las propuestas musicales más interesantes de México y un ícono de la comunidad 'queer'. Concierto este 17 de noviembre en la semana de la diversidad.
Dime, mujer, dónde
escondes tu misterio.
- Tomás Segovia.
Ella es indefinible y le gusta alimentar esa cualidad. Se hace llamar Zemmoa (así, a secas) y aunque tiene una carrera musical de diez años, se le conoce por muchas otras cosas también: desde diseñadora de joyería, pintora y cineasta, hasta party girl y, aunque ella no lo admita, un ícono de la comunidad LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual).
Después de unos días de mucho trabajo, Zemmoa accedió a reunirse conmigo una noche fresca de otoño, en el barrio Coyoacán de la Ciudad de México. Llegó con una melena platinada y desordenada, sin maquillaje, con evidentes rasgos de cansancio, pero imponente con sus más de 1,85 metros de estatura. Era la primera vez que la veía en persona, pero a pesar de eso, comenzamos a conversar como si nos conociéramos de mucho tiempo atrás.
Es una mezcla de Batman y Celia Cruz
Lo primero que le pregunté, sin preámbulo alguno, fue su nombre de pila y ella rió un poco. “Si lo buscas, lo encuentras, pero a mí no me gusta decirlo”, me advirtió con una voz suave, quizá rayando en la introversión porque eso es lo que proyecta: algo de timidez, de suavidad, a pesar de que su imagen sobre un escenario o en sus discos es transgresora e imponente. “Es como si estuvieras entrevistando a Batman y le preguntas por Bruno Díaz”.
Era cierto, si uno busca bien en internet puede encontrar su nombre de pila, pero respeto el gusto que tiene Zemmoa por mantener el misterio que la cubre. Lo mismo sucede con su identidad sexual, con la que le gusta jugar y hacer dudar a todos. “Me gusta decir que soy la zeta, de Zemmoa, en [la sigla] LGBTTTI”.
Para saciar, al menos un poco, mi curiosidad, me dice que su nombre artístico —el cual usa prácticamente en todo momento— nació de la mezcla de un par de apodos que le habían puesto sus amigos. La combinación no solo le gustó, sino que tenía que ver fonéticamente con la frase en francés C’est moi, lo cual le cayó como anillo al dedo. “En esa época aún no me definía y esa frase en francés, soy yo, era mi etiqueta”, confesó. La ortografía fue un capricho con significados personales, como la doble eme, en abierta emulación de la doble ene de Madonna, una de las artistas que más la han influido.
El personaje que ahora se sube al escenario y anda por la calle con desparpajo apareció por primera vez en esa misma época, cuando cursaba la preparatoria.
A los 16 o 17 años decidió participar en un festival escolar para saciar una inquietud que tenía desde niño, cuando le gustaba la magia y montaba pequeños espectáculos. No sabía bien qué hacer, solo sabía que quería subirse al escenario. Aún no cantaba profesionalmente y no lo tenía planeado. Simplemente escogió una canción que le gustaba: I will survive (Sobreviviré); aquella canción que cantó por primera vez Gloria Gaynor en 1978 y que se ha convertido en una suerte de himno de la comunidad LGBTTTI. Sin embargo, le dio un giro total a su presentación al escoger la versión de Celia Cruz, a ritmo de salsa: se enfundó en la ropa de su madre y salió al escenario.
“El público se quedó frío”, dijo entre risas y ese momento, de alguna forma, marcó el nacimiento del personaje que hoy tiene diez años de trayectoria con dos discos grabados.
De Fashion Victims a NNVAV
Antes de tomar su carrera musical en serio, Zemmoa empezó a darse a conocer como una distinguida socialité. Era fácil verla en las fiestas más exclusivas de la ciudad; glamurosa y desbordante difícilmente pasaba desapercibida. “A mí me gustaba el simple hecho de salir y de liberarme en la noche; me daba mucha fuerza”, recuerda con una sonrisa. “Nunca me han gustado el alcohol ni las drogas, pero el puro acto de arreglarme como a mí me gusta y salir y ser libre era la adrenalina que me movía”.
Su agitada vida social acabó por marcarla como una party girl indispensable en la escena nocturna mexicana, y en 2006 debutó con el pie derecho en el mundo de la música. Su canción Fashion Victims, una oda al destrampe en la que habla de Kate Moss y de Carmen Campuzano (actriz y modelo mexicana con una historia trágica que incluye un accidente, problemas médicos y una adicción a los analgésicos), fue utilizada en el soundtrack de la película Así del precipicio (Teresa Suárez, 2006), protagonizada por Ana de la Reguera. A partir de entonces, la canción se ha convertido en un himno de la vida nocturna para mucha gente que se siente identificada.
En esta etapa, aunque Zemmoa sabía que quería dedicarse a la música, aún lo tomaba como un juego porque seguía siendo la reina de la noche. No fue sino hasta 2013 y después de muchos esfuerzos que pudo editar su primer disco: Puro desamor.
Aunque después de Fashion Victims había seguido cantando, las disqueras no querían arriesgarse con una artista que podría ser catalogada como el Boy George mexicano. A pesar de eso, logró montar un show y salió en una gira chica llamada Born to Tour, que la llevó hasta Nueva York. Sin embargo, al no conseguir un contrato, decidió emprender el proyecto ella misma y fundó el sello discográfico Zemmporio Records.
Al mismo tiempo y como consecuencia de su activa vida nocturna, entró a trabajar a un exclusivo club nocturno en la Ciudad de México llamado Roy, donde hacía relaciones públicas y estaba encargada de asegurarse de que quienes entraban al lugar fueran los escogidos por los mismos dueños de este afterparty. Para ella, esta fue una época desgastante, de mucho estrés, que duró año y medio. “Fue una etapa difícil en mi vida —recuerda—. Por eso salgo flagelándome en la portada del primer disco; pero me sirvió para entender que solo uno es el culpable de su dolor y solo uno tiene la solución”.
Esa mala época sirvió para ahorrar el dinero suficiente y poder producir Puro desamor; al mismo tiempo, dirigió el documental Los inicios de la era de Acuario, precisamente sobre el proceso de grabación del disco y parte que empezó de inmediato, en el mismo 2013. A mediados de ese año, el documental fue estrenado en Distrital, un festival de cine independiente en la Ciudad de México, y Zemmoa se embarcó en una gira muy importante para ella. “Resultó una gira internacional en la que canté en Madrid, Bruselas, París, Barcelona, Viena, Nueva York, Los Ángeles, Tijuana y otras ciudades de México”.
Después comenzó a trabajar en su siguiente proyecto. Uno más personal que nació de un cambio en su discurso para alejarse de Fashion Victims y dar un mensaje más alentador. Ese, su segundo disco, se llamaría NNVAV, siglas que significan “Nada nos va a vencer”, una especie de lema y mantra en la vida de Zemmoa.
El proceso para producir este álbum fue complicado y empezó desde conseguir fondos para hacerlo. Zemmoa logró, sin embargo, la campaña de recaudación más exitosa para un proyecto apoyado por la firma Fondeadora, plataforma digital de fondeo colectivo, junto con Arca, una fundación de impulso y promoción cultural. Con el dinero recaudado se produjo y se grabó el disco que salió a la venta en diciembre de 2015. Como con la primera producción, Zemmoa editó 300 discos de lujo en vinil.
Durante todo este año, la cantante ha dado presentaciones por la república mexicana, así como en Europa y Estados Unidos. Ahora, en noviembre, se presentará en Bogotá, el primer concierto que ofrece en una ciudad latinoamericana fuera de México. “Por primera vez en la vida voy a Bogotá y a cantar”, —dice emocionada—. Me intriga Colombia porque sé que los chicos son hermosos y me gustaría vivir la experiencia del amor allá; estoy muy emocionada con este viaje y deseo que me vaya bien”.
“Yo soy queer”
Una de las cosas a las que Zemmoa se enfrenta a diario es a los prejuicios por su identidad sexual. Para ella, la gente en general necesita explicarse las cosas de la manera más simple, por lo que han creado las categorías que engloban las siglas LGBTTTI. Sin embargo, las cosas han evolucionado “y actualmente mucha gente no se identifica con ninguna de esas siglas”, explica. Cada vez hay más gente, según la cantante, que no se siente ni lesbiana, ni gay, ni bisexual, ni transexual, ni transgénero, ni travesti, ni intersexual. “Hay quienes nos identificamos como un bicho raro y no queremos ser parte de ninguna de estas categorías”, sentencia para luego de una hora de conversación confesarme: “Yo soy queer”.
Cuando le pregunto qué significa exactamente el término (un adjetivo en inglés que significa raro o extraño, pero que se usa como sinónimo informal de homosexual), ella zanja cualquier tipo de discusión: “En Wikipedia podrás encontrar una mejor explicación que la que yo te pueda dar, pero es una forma de decir que eres gay loca estrafalaria”.
En la canción Zeus, de su álbum Puro desamor, lo explica de manera poética: “Afrodita me dio al nacer en mi cuerpo alma de mujer”. Sin embargo, el camino para aceptarse y definirse de esta manera no ha sido sencillo y lo primero que señala es lo complicada que es la batalla con uno mismo en el proceso de encontrar su identidad. “No creas que estoy muy encontrada a mí misma. Pero uno debe entenderse, amarse y aceptarse”.
Por otra parte, se hace difícil vivir a contracorriente en una sociedad que, en muchos aspectos, sigue siendo muy conservadora. En México hay mucha polarización de ideas y, por un lado, hay grupos conservadores como el Frente Nacional por la Familia, que ha realizado marchas con discursos que rayan en la homofobia y que pugnan por la prohibición de la adopción de niños por parejas homosexuales. “No tienen idea de lo que dicen y esa gente no está en mi círculo”, dice Zemmoa. Pero también, las leyes en la Ciudad de México permiten el matrimonio entre parejas del mismo sexo. “México, a pesar de que hay cosas muy atrasadas, es un lugar maravilloso”, asegura la cantante. “Yo no me siento reprimida ni rechazada”.
Zemmoa busca, además, la inspiración en mujeres fuertes, siendo María Félix uno de esos modelos de fortaleza en los que se apoya, lo mismo que Frida Kahlo. Es, precisamente, ese acopio de fuerza lo que la mantiene a flote, aunque no deja de aceptar que es difícil encontrar el amor con una identidad sexual como la suya. “En el amor, en mi caso siendo una nueva categoría, les causo mucho impacto a las personas y en lo que entienden o no lo que yo soy, pues ya sufrí”.
Lo mejor está por venir
El siguiente paso para esta versátil artista que ha incursionado en el modelaje, el diseño de joyas, el cine, la pintura y, por supuesto, la música, es la presentación en Bogotá, para luego cerrar el ciclo NNVAV con una serie de conciertos en Ciudad de México.
Para 2017, sin embargo, tiene planeado empezar su siguiente proyecto. “Estoy ambiciosa y quiero dirigir una película y que el soundtrack sea, precisamente, mi tercer disco”, dice con la certeza de quien siempre consigue lo que se propone.
Con 30 años de edad y 10 de carrera recién cumplidos, Zemmoa se siente satisfecha con lo logrado, aunque tiene aún muchas metas por cumplir. “Uno de mis mayores logros en la música es haber conseguido que mis productores me apoyen y confíen en mí —dice—. El hecho de que gente reconocida, como Yamil Rezc, que ha trabajado con muchos artistas [Julieta Venegas y Pepe Aguilar, entre otros], me dé su cariño y apoyo es un triunfo”. Sin embargo, uno de sus sueños es poder cantar en el Teatro Metropolitan de Ciudad de México, para lo que aún tiene que trabajar.
Por otro lado, Zemmoa está muy orgullosa de lo que ha conseguido en México con su personaje. “Sé que si muero mañana, ya soy y seré algo clave para México. Ya soy Zemmoa la mexicana, porque no ha habido otras chicas como yo y eso ha significado algo para México”.
*Periodista.