Lista ARCADIA 2018

Los mejores libros de ficción de 2018

Revista Arcadia
27 de noviembre de 2018

Esta novela honesta no tiene grandes pretensiones ni artificios, ni siquiera grandes citas. Cuenta la historia simple de alguien que se enamora y que, en medio de eso –y también gracias a eso–, está tratando de encontrarse y definir quién es. La narradora, Frances, una joven dublinesa de 21 años, bisexual, se enamora de Nick, un hombre casado de 32. Bobbi, la amiga y exnovia de Frances, coquetea además con Melissa, la esposa de Nick. Más allá de ese entramado amoroso no pasa mucho, pero ahí está toda la gracia de Rooney, y están concentrados varios dilemas humanos. Su talento consiste en mantener al lector expectante con una historia que no es una gran historia, y con una prosa plana que de repente conmueve con una sola frase cortante, que define o ironiza todo lo narrado. “Podría largarme sin más, me dije, y solo el hecho de pensarlo me hizo sentir mejor, como si volviera a coger las riendas de mi vida”. Rooney tiene 27 años, esta es su primera novela, y The Guardian y The New Yorker la consideran una de las promesas del momento.

Sara Malagón Llano

Cada día es del ladrón

Teju Cole

Acantilado

Nueva York y Lagos (Nigeria), dos de las ciudades más populosas del mundo y rostros paradójicos de la globalización, son tan protagónicas en esta novela corta como el joven médico que regresa de Estados Unidos a la Nigeria donde transcurrió su infancia. A través de este personaje, Cole se vale de la aguda mirada crítica que ya había desplegado en su libro de ensayos Known and Strange Things (2016) y retrata con crudeza la realidad de las urbes africanas: formas casi folclóricas de la corrupción, drásticas inequidades y el caos de una desigual marea humana. La nostalgia del protagonista no alcanza para idealizar los recuerdos, y la experiencia del retorno confirma ese sinsabor de haber dejado las raíces en una tierra tan fértil como desesperanzada. Contra esa desesperanza aprendida se enciende una pequeña luz de obstinación que está sostenida por el proverbio yoruba que sirve como epígrafe del libro: “Cada día es del ladrón, pero un día es para el dueño”.

Ángel Unfried

Dejarás la tierra

Renato Cisneros

Seix Barral

Esta novela es, por así decirlo, la continuación de La distancia que nos separa (2015). De hecho, en un principio las dos novelas formaron parte del mismo manuscrito. Si en La distancia se propuso indagar la relación que tenía con su padre Luis Cisneros Vizquerra, temido general del ejército peruano, en Dejarás la tierra el ajuste de cuentas es con la historia de su familia paterna. El punto de partida es Nicolasa Cisneros, quien lentamente se va convirtiendo en lo que es: la tatarabuela de ocho hijos, todos del cura Gregorio Cartagena. De nuevo Cisneros logra escribir, en la estela de “las novelas sin ficción”, con un estilo y prosa que desde el principio captura por su agilidad y sinceridad. Cisneros perdió muchas amistades familiares, pero les da la razón a aquellos que lo señalan como uno de los escritores más interesantes en la actualidad.

Camilo Hoyos

Trucha panza arriba

Rodrigo Fuentes

Laguna libros

Quizá el elemento más intrigante de este libro es que, aunque cada relato está narrado con una voz diferente (en su vocabulario, en sus formas de expresión), esto termine por construir un único universo en que parece que todos hablaran de lo mismo, en un mismo paisaje y envueltos por una misma atmósfera. Ambientados en los campos guatemaltecos, estos siete cuentos retratan a personajes perdidos y nostálgicos, algo torpes incluso, que luchan contra ellos mismos, bajan al abismo profundo y suben a la cima de las tormentas, acompañados casi siempre por animales que oscilan entre ser símbolos y personajes igual de complejos, como Perla, la vaca sindicalista, o Güisqui, el perro perdido. Rodrigo Fuentes logra mantener cada relato al borde de la tensión, yendo y viniendo entre un pasado acechante y un presente que se desbarata poco a poco. El futuro (un negocio millonario, una rehabilitación exitosa, un terreno propio) es para estos personajes anhelantes un fantasma que se desvanece.

José Castellanos

Cuentos completos

Marvel Moreno

Alfaguara

Una de las armas más efectivas del machismo ha sido cohibir a los hombres de expresar ternura. Esos machos son los personajes de los treinta cuentos de la barranquillera, compilados en su totalidad por primera vez en este libro, cuyos temas son el poder, la sexualidad y el patriarcado. En todos los relatos, como la Trinidad, aparecen la madre, la hija y la nieta; todas llenas de dudas, fatigadas por su realidad opulenta. Moreno refleja en su escritura un mundo erótico y místico en que las mujeres van de la opresión del deseo a la liberación sexual. Entre líneas se ve la mofa de la escritora a los hombres de la Barranquilla de los años ochenta, quienes, según ella, iban al Country Club mezquinos e ingenuos frente al amor: incapaces de producir un orgasmo, pero con el ego desorbitado. Este libro fue una isla en la tradición del cuento colombiano, pues fue uno de los primeros que narró a hombres sexualmente torpes y mentalmente incapaces de entender la intimidad femenina. La publicación de esta antología, por lo demás, puede recordarse como el primer paso para saldar la enorme deuda que tiene la literatura nacional con Moreno.

Camila Builes

Ver lo que veo

Roberto Burgos Cantor

Seix Barral

En un barrio de invasión en el Caribe colombiano, varios personajes, unidos por un pasado violento, doloroso e imposible de borrar, se entretejen para contar su universo. Hijos y padres fueron afectados por el desplazamiento forzado y se ven obligados a construir sus viviendas en un lugar cercano a la bahía, donde se hace latente el riesgo permanente de un nuevo desplazamiento por su condición de invasores. Su mundo, narrado por voces como la de la anciana que “ve lo que ve”, está hecho con cientos de elementos propios de la región Caribe: el mar se vive, se respira, se huele, se lleva a cuestas. También están las ropas, la música, la comida, lo que sueñan, la historia que guardan sus murallas. Sobre la visión de mundo de estos personajes cabe destacar las palabras de un maestro de escuela que hace alusión a la muerte del poeta José Asunción Silva: “Es rara la gente del páramo”. Aún no salimos del asombro que nos ha dejado la muerte repentina de Roberto Burgos en su mejor momento literario, lo que convierte a este libro en el último publicado del Premio Nacional de Novela.

María del Rosario Laverde

Lincoln en el Bardo

George Saunders

Seix Barral

¿Cómo contar el duelo? ¿Cómo encontrar las palabras para narrar el dolor que causa la inminente ausencia de un ser querido? En su primera novela, merecedora del Premio Booker 2017, el cuentista estadounidense echa mano de un experimento formal para darle voz a un grupo de personajes que se encuentra en el bardo –que, según la tradición budista tibetana, es el estado de transición luego de la muerte y antes de la próxima encarnación– acompañando al pequeño Willie, hijo de Abraham Lincoln, quien murió a los once años de fiebre tifoidea. Saunders se inspiró en una noticia de la época que cuenta que Lincoln visitaba el cementerio para abrazar el cuerpo de su hijo fallecido. Pero esta no es una novela histórica tradicional, es una meditación sentida sobre la manera en que los vínculos emocionales permean lo privado y lo público. Saunders aprovecha su fértil imaginación para los juegos de palabras –que le han servido para crear desopilantes universos distópicos en sus relatos– e inventa una nueva gramática emocional para hablar de la muerte.

Gloria Susana Esquivel

Vértigo

Joanna Walsh

Periférica

Los cuentos de la ilustradora y escritora inglesa se parecen a un gato. Nos miran desde la distancia y para poder acariciarlos, quererlos y entenderlos, debemos primero tener su permiso. En este libro, elogiado por The New York Times y The Guardian, nunca es claro si el narrador es un gato o un hombre, o incluso una lámpara. Son un misterio, también, los lugares donde transcurren las historias y si estas terminan donde Walsh dice que terminan. Por eso no vale la pena preguntarse de qué tratan. Lo que sí es posible reconocer en las 128 páginas del libro es una mirada sobre las cosas. En estos cuentos, que parecen poesía escrita en prosa y monólogos mentales de un esquizofrénico, la autora construye experiencias sensoriales a partir de detalles tan prosaicos como el lunar de una joven, las uñas de un perro, la luz que entra por la ventana. Walsh no pudo elegir un mejor título para este libro: en cada punto final, la única sensación que prevalece es el vértigo, el descenso sin escalas.

Camila Builes

Cuentos

John Cheever

Literatura Random House

Los personajes de Cheever están descritos con una minuciosidad incansable. Podemos imaginarlos de los pies a la cabeza, así como conocer sus convicciones, sus costumbres, sus más profundos miedos. Son personajes complejos, adjetivados profusamente; que no dejan de sorprendernos en su manera de actuar, impredecible e incluso violenta, a pesar de que sintamos que los conocemos hace mucho tiempo. Con descripciones dosificadas pero siempre significativas del paisaje semiurbano y observaciones desgarradoras y precisas sobre las acciones de los protagonistas, esta colección de cuentos reeditada este año ofrece una interpretación matizada sobre la clase media estadounidense de mediados del siglo pasado, una clase social inestable y aferrada nerviosamente a un pasado glorioso. Historias de gente que se niega a verse a sí misma sin la máscara de las convenciones de las que es presa fácil. Gente que ve con ilusión la puerta que la conduciría a un futuro tranquilo, y con desesperación el momento en que esa misma puerta se cierra cuando intenta pasar por ella.

José Castellanos

Donde nadie me espere

Piedad Bonnett

Alfaguara

Para Gabriel, el protagonista de Donde nadie me espere, la soledad es dolor. Al intentar entender las causas de su desarraigo rastrea en los genes paternos. Busca el abismo y cada caída lleva a otra peor: la herida se profundiza al cruzarse en su camino la indigencia o la cotidianidad de la violencia nacional, ese hondo dolor que padece Colombia pero que no percibimos de tanto repetirse. Al dolor se suma el miedo que queda en él luego de la muerte de la madre y la hermana. Algo en la muerte de esa hermana le causa aún más terror. El suicidio para él no es opción: no hay una “tormenta perfecta” que lo potencie. Es más el deseo de autodestrucción, la necesidad de hacerse año, de sufrir. El odio a sí mismo conduce a ello. Pero ese abismo también es construcción, porque entre más cae, más razones encuentra Gabriel para levantarse. La novela está cargada de poesía; está habitada por la poesía. Es ella la que permite al lector adentrarse en esta historia tan dura como actual.

Alonso Sánchez Baute

La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad

Andrea Mejía

Tusquets

Andrea Mejía se ha hecho conocer como escritora con la columna que publica mes a mes en esta revista. Allí ha consolidado un estilo único, lejano del formato tradicional de una columna de opinión porque, entre otras cosas, no se ciñe a la coyuntura. Mejía la asumió desde el principio como un espacio para la reflexión. Se permite hacer preguntas filosóficas, hablar de la vida misma y de lo que pueden revelar una obra literaria, un paisaje, una vivencia, la observación detenida de la naturaleza. Su columna juega con el enigma y la sutileza. Y a pesar de que es ficción, este, su primer libro de relatos, es una continuidad de esa escritura, una reafirmación de los elementos que Mejía usa para escribir y para pensar. La naturaleza está presente en todos; el amor también. Y la incomprensión entre seres humanos, lo difíciles que son las relaciones, el abismo. En estos cuentos misteriosos y bellos, casi todos tristes, se asoma tácitamente una feminidad que es poco evidente, poco obvia o preocupada por reflexionar sobre sí misma. Y en cada final, una conciencia profunda de que en el silencio, en la apertura de toda interpretación, hay una pequeña revelación.

Sara Malagón Llano

Cicatrices

Juan José Saer

Laguna Libros

Una historia contada desde cuatro perspectivas, todas atadas por el asesinato de una mujer. Tenemos al juez Ernesto López, malsanamente obsesionado con una traducción inútil de El retrato de Dorian Gray, que divide su tiempo entre la traducción y recorrer la ciudad en su carro observando con desdén a los “gorilas”, es decir, a todos los seres humanos. Está el relato de Ángel Leto, periodista aprendiz que repite sus rutinas: jugar billar, leer hasta la madrugada mientras toma ginebra, pelear con su madre alcohólica y semiprostituta. Quizá la mejor de las historias sea la de Sergio Escalante, ludópata solitario que apuesta todo lo que tiene –incluso el salario de la abnegada empleada del servicio– en el juego de punto y banca. En su caso, la repetición es fundamental en la construcción de su vicio. El último relato, el más breve y perturbador, es el de Luis Fiore, quien describe en un tiempo presente claustrofóbico cómo la borracha de su mujer termina “mereciéndose” un par de tiros en la cara.

Catalina Holguín

En el último trago nos vamos

Edgardo Cozarinsky

Tusquets

“Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores. Otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”, dice la canción interpretada por Andrés Calamaro que le presta el título a esta colección de doce cuentos. La referencia sirve para resumir el tono de este libro, compuesto por relatos muy distintos pero que versan sobre la pérdida, el cansancio y el envejecimiento; sobre aquello que se pierde pero que retorna de manera fantasmal o como simulacro. Un cuento habla de la infancia perdida que se recupera después de la muerte. Otro, de la antigua belleza, ahora monstruosidad, de una actriz de cabaret. En los relatos más conmovedores los temas son la Rusia de los padres que vuelve a través de una quiromántica en Brighton Beach o de una aristócrata senil en un asilo, y la búsqueda de un joven perdido en Camboya años atrás, del cual solo queda una fotografía. En todos es evidente la destreza de un narrador experimentado, que transita con cuidado entre la nostalgia y la ironía.

Maria Mercedes Andrade

Cuentos completos

Rubem Fonseca

Tusquets

Los relatos de Fonseca inauguraron, hacia 1963, una nueva forma de contar historias y 55 años después, con la publicación de este tomo que reúne todos sus relatos breves, releer a Fonseca es revivir el origen de un tono literario único en América Latina, cargado de una ironía magistral (que nada tiene que ver con farsa), y gozar de un universo que sorprende por su extravagancia y su ferocidad. Esta edición incluye sus primeros cinco libros, publicados de 1963 a 1979: Los prisioneros, Lúcia McCartney, El collar de perro, Feliz año nuevo y El cobrador. La precisión con la que narra es de relojero. No se va por las ramas. No deja ver la arquitectura fina de su estricto pensamiento. Como tantas autopsias que habrá leído –y presenciado– en su carrera de abogado penalista, los cuentos de este gran escritor brasileño, quien empezó a escribir a sus 35 años y todavía hoy, a sus 92, sigue produciendo libros, son una disección en carne viva de la oscuridad de la sociedad latinoamericana. Fonseca es el maestro de más de tres generaciones de escritores y de lectores.

Tatiana Andrade 

Zama

Antonio Di Benedetto

Adriana Hidalgo Editora

Zama no solo nos sitúa en el pasado; logra que el tiempo se detenga y el lector viva el letargo de la espera junto con Don Diego de Zama, un funcionario de la corona española que, a finales del siglo XVIII, busca ser trasladado de Asunción del Paraguay a Buenos Aires. Zama es el segundo al mando de un gobernador español, y como criollo no puede aspirar a más. Esta novela también es, entonces, sobre el drama de los nacidos en América que anhelan un ascenso. No es la historia de los conquistadores, ni la de los conquistados, ni la de los criollos y su poder relativo sobre otros; es sobre los que están en la mitad: los sin futuro, los atrapados en la violenta virginidad del Nuevo Mundo. Di Benedetto presenta así un pasado explorado, pero desde una mirada nueva, y encarnado en otra voz, una que es orgullosa, grandilocuente y a la vez ingenua. Entre sus magnas y arcaicas palabras se asoma el patetismo de quien busca una aventura en cada gesto, en medio de la desesperación. Gracias a la película de Lucrecia Martel, esta novela olvidada volvió este año a nosotros.

Sara Malagón Llano

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