ESPECIAL: CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA

Evgueni Zamiatin: el hereje

'Nosotros', la novela de 1924 que inspiró a Orwell y a Huxley, fue uno de los primeros libros censurados por el régimen soviético. Escrita por Evgueni Zamiatin, da cuenta de un futuro distópico en el que la literatura es valorada por lo útil que le es a un Estado que vigila y castiga cualquier manifestación que revele emociones humanas.

Gloria Susana Esquivel* Bogotá
24 de febrero de 2017
El escritor ruso Evgueni Zamiatin (1884-1937).

Hemos visto circular el meme por las redes sociales. Sobre la portada de un libro del sello Penguin Classics aparece el nombre de George Orwell. Pero en este caso, el emblemático título 1984 ha sido reemplazado por 2017; un guiño a la novela que escribió el británico y que recrea un futuro hipervigilado en donde la información es manipulada para mantener al Gran Hermano en el poder. Los primeros días de la era Trump han generado desconcierto. Pareciera que las políticas internacionales y ambientales de los Estados Unidos están a merced de los caprichos de un billonario que ganó fama apareciendo en un reality, y cada nueva orden ejecutiva que firma nos acerca a una distopía neoliberal mucho más aterradora que la pesadilla orwelliana. Como si cada día del gobierno de Trump la realidad superara esa ficción que el británico escribió en 1949, y que se ha convertido en referencia obligada a la hora de hablar de tiempos sombríos en la política.

La historia que Orwell plantea es sencilla. El protagonista trabaja para el gobierno, conoce a una mujer y se enamora. Ese amor se convierte en escape y resistencia frente al régimen totalitario y, spoiler alert, justo cuando está a punto de dar el golpe final de rebelión contra el gobierno, es atrapado y reprogramado para que vuelva a ser una ficha obediente y útil. No es descabellado pensar que Orwell encontró inspiración para diseñar esta trama después de leer Nosotros, la novela del ruso Evgueni Zamiatin (1884-1937) publicada en 1924. El esquema es el mismo: D-503 es un ingeniero que trabaja para el Estado Unido, un régimen totalitario gobernado por el Benefactor y que promulga la falta de libertad como antídoto de la irracionalidad humana. Conoce a I-330, una rebelde que fuma y bebe, y junto a ella descubre la marejada de emociones que componen el romance. Este amor lo lleva a rebelarse pero, spoiler alert, justo antes de dar el golpe es atrapado por los guardianes y lo obligan a hacerse una operación, similar a una lobotomía, que busca remover la fantasía del cerebro.

Orwell no solo leyó a Zamiatin sino que también reseñó su novela en el diario londinense Tribune en 1946. En el texto, el autor inglés compara las similitudes entre el argumento de Nosotros y Un mundo feliz de Aldous Huxley (publicada en 1932, ocho años después de la distopía soviética). Orwell analiza la manera en la que ambas obras muestran el antagonismo entre lo primitivo y lo racional, y la manera en que las dos plantean las consecuencias de un mundo industrial, mecánico y sin dolor. Pero, sobre todo, el autor inglés elogia la forma en la que la novela de Zamiatin logra complejizar los peligros del totalitarismo, al exponer las ejecuciones a las que son sometidos los rebeldes: “Es esta intuición sobre el lado irracional del totalitarismo –sacrificios humanos, crueldad como fin en sí misma, la adoración de un líder al que se le conceden atributos divinos– que hace que el libro de Zamiatin sea superior al de Huxley”.

Es probable que Huxley también haya leído Nosotros y que en su lectura haya encontrado inspiración para ciertos pasajes de Un mundo feliz. De manera paradójica, la novela de Zamiatin llegó primero a lectores ingleses, franceses y checos, que a sus compatriotas rusos –quienes solo pudieron leer su obra en 1988, tres años antes de la caída de la URSS–, pues Nosotros fue uno de los primeros libros censurados por el Glavlit, el órgano principal de censura soviética. Pero para entender el periplo que significó la publicación de esta obra, que fue terminada en 1921 y que solo vio la luz en 1924 después de ser traducida y contrabandeada a Estados Unidos, es preciso abordar la vida de Zamiatin y los acercamientos y distanciamientos que tuvo con el régimen soviético.

Evgueni Zamiatin tuvo su primer contacto con los bolcheviques mientras estudiaba para convertirse en ingeniero naval. En 1905 fue arrestado por participar en la Revolución rusa y fue enviado a Siberia. Regresó a San Petersburgo y fue arrestado nuevamente, por poco tiempo, en 1911. Sus experiencias en el exilio lo llevaron a escribir De provincias, su primer relato, publicado en 1913. En 1914 el gobierno zarista censuró su novela En el fin del mundo, una sátira que recreaba sus tiempos como ingeniero del ejército, y no pudo publicar nada más hasta la llegada de las revoluciones de 1917, cuando se volvió una figura prominente dentro de los círculos culturales. Trabajó como editor en revistas literarias, fue miembro de juntas artísticas y tradujo al escritor de ciencia ficción H.G. Wells. Sin embargo, una de sus asociaciones más notables fue hacer parte del grupo literario “Hermanos de Serapión”, que buscaba que la creación literaria y la fantasía primaran por encima de los preceptos políticos del realismo socialista.

Fue precisamente esta idea de literatura independiente, desvinculada de la revolución, la que defendió en su ensayo Temo, publicado en 1920: “La verdadera literatura solo puede existir cuando no es creada por oficiales diligentes y confiables, sino por locos, ermitaños, herejes, soñadores, rebeldes y escépticos”. Zamiatin intuía los peligros de la ideología totalitaria que predicaba el comunismo y se manifestó desde el primer momento en contra del arte al servicio del gobierno. Cuando el manuscrito de Nosotros circuló entre sus lectores más confiables, estos le aconsejaron no publicar la novela pues podrían ejecutarlo. En el texto, el escritor no escatimó en satirizar el arte comprometido, resultado del totalitarismo y de la falta de libertad: “Del enamorado murmullo de las olas –nosotros extraemos electricidad, de la espuma furiosa y palpitante de la bestia– hacemos un animal doméstico, y de igual modo hemos domado y amansado en su día el salvaje elemento de la poesía. Ahora la poesía ya no es el canto imperdonable del ruiseñor: la poesía es un servicio al Estado, la poesía es útil”. Una metáfora punzante que iba de la mano con uno de sus pronunciamientos más citados: “La literatura nociva es más útil que la literatura útil. Hay que escribir literatura nociva, literatura que le haga daño al tiempo en el que está siendo publicada”.

Nosotros es una novela fragmentaria, escrita a modo de diario, en donde se evidencia la escritura llena de sinestesia de Zamiatin, pues las imágenes futuristas se recubren de inmensa poesía sensorial. En uno de los pasajes más llamativos los protagonistas discuten sobre el régimen del Estado Unitario. I-330, la rebelde, intenta explicarle a D-503 por qué es necesario derrocar al gobierno. El ingeniero rebate sus argumentos diciéndole que la revolución que instauró al Benefactor en el poder es la única y última revuelta posible. Frente a esto, la mujer responde: “¿Y tú qué última revolución quieres? No hay una última, las revoluciones son infinitas. Eso de la última es para los niños: a los niños la infinitud los asusta, y es necesario que duerman tranquilos de noche”. Una herejía en tiempos de Stalin, que hizo que los censores impidieran la publicación y circulación de la obra de Zamiatin en territorio soviético.

Zamiatin era un escritor incómodo que se burlaba tanto de los zares como del Partido Comunista, y su ingenio y atrevimiento fue vigilado y denunciado por sus colegas. Renunció públicamente a ser miembro del gremio de escritores y, al verse alejado de los lectores que quería interpelar y conmover, dejó de escribir. En 1931 le escribió una carta a Stalin en la que le pedía permiso para poder salir del país y retomar su carrera literaria en el extranjero. “Ninguna actividad creativa es posible en una atmósfera de persecución sistemática que se intensifica cada año”, denunció, y gracias a la mediación del poeta Máximo Gorki pudo salir de la URSS.

En uno de los ensayos de Temo, Zamiatin escribió: “El mundo se mantiene vivo gracias a los herejes: Cristo el hereje, Copérnico el hereje, Tolstói el hereje”. Una cita que encapsula los tres ejes que atraviesan su literatura y su distopía. La religión, vista a través de esa idea que llamó tanto la atención de Orwell en la cual el líder único del Estado totalitario está revestido con rasgos similares a los de un dios; la ciencia, entendida en su ficción como un ideal macabro en donde la razón se antepone al instinto humano; y la tradición literaria rusa, que encierra las vicisitudes humanas y que es grandiosa al estar desprovista de cualquier ideología.

Hasta su muerte en París, en 1937, Zamiatin se mantuvo fiel a sus convicciones estéticas. Creó una literatura libre, que fue censurada por ser incómoda. Una literatura que también puede ser explicada a partir del amor, como dice I-330 después de que D-503 le manifiesta que siente odio y temor por la niebla: “Eso quiere decir que la amas. Le temes porque es más fuerte que tú, la odias porque le temes, la amas porque no puedes someterla. Solo se puede amar lo que no se somete”.

Lea aquí todo el especial del centenario de la revolución rusa.

*Periodista.

Noticias Destacadas