Una marcha el 24 de mayo de 1068. Todas las fotos: vía Getty Images.

HISTORIA

Mujeres al margen: una lectura feminista de Mayo de 68

Algunos insisten en recordar Mayo del 68 como un movimiento de liberación sexual, cuando en realidad los derechos de las mujeres no estuvieron explícitamente en la agenda. Sin embargo, en los años que siguieron, las protagonistas anónimas de los disturbios dieron forma al feminismo moderno. Hablamos con algunas de ellas.

Ricardo Abdahllah* París
21 de mayo de 2018

La primera reivindicación la hicieron las mujeres en las residencias universitarias de Nanterre. Aunque los hombres podían recibir a sus novias en las habitaciones, las estudiantes tenían prohibidas las visitas masculinas. “Empezamos a hablar del tema desde principios de 1967, pero el decano, Pierre Grappin, ni siquiera quiso recibirnos”, dice Florence Prudhomme, que en ese entonces cursaba estudios de Filosofía en la recién inaugurada universidad de los suburbios parisinos.

De ese reclamo por una discriminación flagrante nació la famosa interpelación lanzada al ministro de la juventud, François Missoffe, cuando, en enero de 1968, visitó Nanterre para inaugurar la piscina del campus. “Me he leído las 300 páginas de su libro de recomendaciones sobre la juventud y no aparece ni una sola vez la palabra ‘sexo’”, dijo un estudiante pelirrojo. La historia recuerda más su nombre, Daniel Cohn-Bendit, que el de las mujeres que iniciaron el movimiento. Esa fue la primera confiscación de la palabra. Los hombres no volvieron, no volvimos, a soltarla durante los varios meses que duró Mayo del 68.

Mujeres al margen: las luchas feministas en Mayo de 68

las ausentes

En esa época, Christine Delphy acababa de llegar de Estados Unidos y trabajaba como socióloga en el Centro Nacional de la Investigación Científica. Hoy tiene 77 años y un afiche de Simone de Beauvoir aún reina en el salón de su apartamento. Como muchos miembros de la academia, fue apática a las primeras revueltas de mayo, pero se unió al movimiento como reacción a la brutalidad de la represión policial. Dice que, a pesar de que El segundo sexo de De Beauvoir había sido publicado 20 años antes de los sucesos de 1968, los postulados de la filósofa francesa no calaron entre los estudiantes que levantaban barricadas en las calles del Barrio Latino. “En un momento en que creíamos reinventar el mundo, a la mujer se le asignaba los mismos roles que en cualquier combate: la que cuida, la que cocina y la que cura. La ‘libertad sexual’ para las mujeres se limitaba a elegir entre ser una mujer ‘disponible’ o ‘reaccionaria’, y a pesar de que en las manifestaciones y en las ocupaciones de fábricas éramos tan numerosas como los hombres, la igualdad política llegaba hasta dejarnos repartir panfletos firmados exclusivamente por ellos”, dice Delphy.

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Para Bibia Pavard, autora de Mai 68, el más reciente libro publicado sobre el tema, el feminismo no estaba en la agenda de las protestas: “Tanto así –dice Pavard– que a pesar de que las mujeres participaron y lideraron asambleas en todas las instancias obreras y estudiantiles, ni una sola de ellas hizo parte del grupo de negociadores que participó en los acuerdos de Grenelle, que le permitieron a De Gaulle darle vuelta a la huelga más importante en la historia de Francia”.

el verdadero 68 fueron los setenta

“A corto plazo, el 68 no significó mucho para la liberación de la mujer, pero sentó las bases de los movimientos que se conformarían en la década siguiente –dice Delphy–. Varios grupos feministas de inspiración marxista basarían sus reclamos en que la mujer es una clase aún más oprimida que el proletariado porque no recibe ninguna contrapartida por su papel en la sociedad”.

Entre esos movimientos están el MLF, Movimiento de Liberación de las Mujeres, y el FHAR, Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. Ambos comenzaron a trabajar para abrirse los espacios que el movimiento de contestación de mayo no había sido capaz de otorgarles. Delphy, activa en los dos, fue una de las nueve mujeres que el 26 de agosto de 1970 intentaron llevar una corona de flores a la tumba del soldado desconocido bajo el Arco del Triunfo. La policía las detuvo cuando leyó en sus pancartas “Hay alguien más desconocido que el soldado. Su esposa”, y “Uno de cada dos hombres es mujer”. También formó parte de las 343 mujeres que, en un manifiesto publicado en la revista Le Nouvel Observateur en 1971, reconocían haber abortado. Otra de las firmantes, la abogada Gisèle Halimi, al año siguiente obtendría por primera vez la absolución de una mujer acusada de haber interrumpido voluntariamente su embarazo.

El 17 de enero de 1975, Simone Veil, entonces ministra de Salud, lograría la aprobación de la ley que despenalizaba el aborto. Así cerraba un ciclo que había comenzado en 1967 con la aprobación de la anticoncepción femenina.

“Es imposible limitar movimientos tan complejos en un periodo de tiempo tan limitado. Yo prefiero hablar de LOS años 1968, porque para las mujeres el verdadero Mayo del 68 ocurrió a lo largo de la década de los setenta”, opina Bibia Pavard.

todos los feminismos

Vísperas de mayo de 2018. Noche del 19 al 20 de abril, para ser exactos. En la sala de conciertos La Bellevilloise, las Femen celebran los diez años de su primera acción. “Si el destino de al menos una mujer ha cambiado gracias a Femen, y ese es el caso, nuestro combate ha valido la pena y nadie nos lo va a quitar. Queremos cambiar el mundo, quienes crean que no es posible por favor no estorben”, dice con la voz entrecortada Inna Shevchenko, la líder de un movimiento que invita a defender a nivel mundial muchas de las conquistas que las protagonistas de Mayo del 68 lograron durante los setenta.

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“Derechos como la igualdad laboral, el aborto y los anticonceptivos, que parecen obvios al menos en Europa, no están garantizados para muchas mujeres del mundo y están retrocediendo incluso en países europeos como España y Polonia. Seguimos dando la pelea, nos reconocemos herederas de grupos como el MLF y tenemos muy buenas relaciones con varias de sus fundadoras”, dice una de las miembros del colectivo.

Delphy difiere en varios puntos con las Femen: “Algunas de sus reivindicaciones entran en conflicto con las reclamaciones de las feministas poscoloniales –dice–, pero ya en nuestra época los feminismos eran varios, según la inspiración ideológica y los métodos de acción. Es una lucha muy compleja y todas las corrientes se valen”.

En la misma noche en la que las Femen celebran su fiesta, la policía antimotines francesa (CRS por sus siglas en francés) acepta la petición del presidente de la Universidad de la Sorbona, Georges Haddad, y desaloja por la fuerza a los estudiantes que ocupan el campus de Tolbiac para protestar contra la reforma universitaria del presidente Emmanuel Macron.

Un grafiti que traduce “Muerte a los maridos”, en Saint Denis

Como un eco de la respuesta que el ministro Missoffe dio a Cohn-Bendit hace 50 años, cuando le recomendó el agüita fría de la piscina recién inaugurada para que se le pasara la calentura, el argumento de Haddad era que la facultad se había convertido en un lugar donde se dan “la violencia, las drogas, incluso el sexo”.

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En los días anteriores a la intervención policial era difícil imaginar un rincón privado en los anfiteatros que servían como dormitorio, pero si alguien hubiera logrado sobreponerse a las dificultades logísticas, el sexo se habría dado sin presiones. Los y las estudiantes que habían nombrado al campus “Comuna Libre” lo declaraban “espacio libre de acoso” y “territorio seguro para las mujeres y los no-binarios”.

Grafitis como “Bebe mis reglas”, “Fuck la diferencia entre géneros” y “All Clitoris Are Beautiful” –este último como parodia de “All Cops Are Bastards”– parecían un homenaje a los esloganes en clave de humor, pero fuertemente cargados de política, que se hicieron famosos hace 50 años. Varios de los afiches que consagraban las normas de convivencia insistían sobre el hecho de que ningún comportamiento machista o misógino sería tolerado.

La guerra contra el patriarcado y contra la cultura de la violación era un tema tan presente en las cátedras abiertas como el movimiento antiglobalización de Notre-Dame-des-Landes y la cada vez más marcada tendencia autoritaria de Macron: “68 o 2018, no se puede imaginar una lucha contra el sistema que no incluya a las mujeres como parte de ella y a los derechos de las mujeres como parte de los grandes objetivos”, dice Belén, estudiante catalana presente hace tres semanas en el lugar. En sus manos sostiene panfletos que dicen, en castellano “Ni una menos” y “De #MeToo a #TodasJuntas”.

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“#MeToo, esa denuncia de la banalización de las violaciones y los abusos de los hombres que ejercen cualquier tipo de poder, desciende de lo que pedíamos desde la ocupación de Nanterre”, expresa Prudhomme, a quien Mayo del 68 le dejó una vida de militancia que la ha llevado a trabajar con las víctimas de las violaciones de guerra en Serbia y Ruanda y por los derechos de las mujeres migrantes en los campamentos de Calais. Luego, agrega irónica: “Nuestros compañeros ya decían desde entonces que la igualdad había sido conquistada. Desmontar esa igualdad de fachada tras la que se escondían las viejas formas de dominación masculina no nos tomó sino cinco décadas de asambleas sin mujeres”.

* Periodista colombiano radicado en París

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