MIL PALABRAS POR UNA IMAGEN
Revoluciones traicionadas: una columna de Antonio Caballero
"Es curioso ver cómo las revoluciones de izquierda se vuelven de derecha en cuanto alcanzan el poder".
Foto: César Pérez/Presidencia de Nicaragua/AFP.
El de la mitad es Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, de chompa de cuero, que desparrama la vista en un vago horizonte. A lado y lado su mujer, Rosario Murillo, y el presidente ruso, Vladimir Putin, intercambian miradas que me atrevo a calificar de salaces. De ella se sabe que ha tenido diez hijos con tres maridos distintos, siete de ellos con Ortega, y ha defendido a este como de una tontería sin consecuencias de la acusación de su hija, hijastra del presidente, de haberla violado desde los doce años. De la vida privada de Putin poco se conoce, aunque es notoria su coquetería de macho-macho ante las cámaras: se hace fotografiar semidesnudo pescando cachalotes o montando en pelo en un caballo al galope, o en uniforme de piloto de cazabombardero o de luchador de karate. En esta foto va muy atildado en su terno gris oscuro ceñido y abotonado y su corbata púrpura en el concreto caliente del aeropuerto de Managua. Ella va como suele: forrada en trapos de colores vivos, cargada de collares y pendientes, colgantes, pulseras, un coqueto abanico. Ambos se sonríen con una chispa de malicia, en la cara o por encima de la cara del marido: con sobradez Vladimir, con picardía Rosario.
¿Hay algo entre ellos dos? No lo sé.
Lo que sí sé es que hay algo, y algo profundamente inmoral, entre Rusia y Nicaragua, sus países respectivos. Lo que esta foto de coqueteo dibuja es una alianza obscena entre dos revoluciones traicionadas: la bolchevique de Rusia, que lo fue desde los tiempos de sus fundadores, Stalin, y aún el propio Lenin, raíz de todo mal; y la sandinista de Nicaragua, en cabeza de este mismo Daniel Ortega y de su mujer y vicepresidenta y canciller Rosario Murillo, maga, bruja y talismánica. Es curioso ver cómo las revoluciones de izquierda se vuelven de derecha en cuanto alcanzan el poder. Y por eso está bien que esta foto haya sido publicada en una revista cultural, El Malpensante (octubre de 2018); y no, como cabría pensar, en Jet-set o en la española Hola. Porque lo que retrata no es un episodio del corazón, sino un acontencimiento de la cultura: cómo las revoluciones se corrompen, y cómo lo que empieza en epopeya termina en sainete.
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