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Un animal de compañía es un compromiso de por vida
Adoptar a un perro o a un gato es algo que muchas personas toman a la ligera. Para hacerlo, es necesario que tengan en cuenta infinidad de factores porque se está adquiriendo un compromiso de por vida con un ser que sólo sabe dar amor y que nunca entenderá el porqué ha sido abandonado.
Hay una gran cantidad de animalitos en condición de abandono que buscan un hogar para entregar todo su amor. Hay muchos otros que viven en condiciones lamentables en manos de tenedores irresponsables que piensan que son objetos carentes de sensaciones y necesidades, que tras un proceso serán aprehendidos para que tengan un hogar en donde se les brinde el amor y los cuidados que estos inocentes seres merecen.
La adopción de un animal de compañía es un acto de amor y compromiso que será recompensado con creces por el animal adoptado. Muchas personas se molestan al ver que un proceso responsable de adopción es muy exigente, pero es que se está recibiendo a un ser vivo que necesita tener la garantía de que sus necesidades serán cubiertas y que serán amados y respetados por toda su vida.
Cuando adoptamos a un animal de compañía debemos tener en cuenta que nos estamos comprometiendo a protegerlo, cuidarlo y amarlo por siempre, y que por ser un ser vivo tendrá comportamientos que debemos estar preparados para resolver.
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En el caso específico de los perros, son seres que necesitan compañía, así que si no se cuenta con el tiempo suficiente para estar con ellos, es mejor pensar en otra alternativa; igualmente, se debe ser consciente de que por ser seres vivos tienen que hacer digestión de los alimentos que se le brindan y que deben poder tener los espacios y los tiempos para hacerla.
Es probable que por su temperamento sean ruidosos y que quieran jugar y correr, de manera que se debe saber que ladran, que se pueden enfermar, que pueden hacer destrozos, que requieren un esquema de vacunas, que deben ir periódicamente al veterinario y que cuando nos vamos de viaje y no los podemos llevar, deben quedar en buenas manos mientras dure nuestra ausencia.
Fotografía: 123 RF
Es común, mas no admisible, oír algunos de los pobres argumentos que tenedores irresponsables utilizan para deshacerse o abandonar a su animal de compañía, entre ellos cito los más mencionados:
“Me toca cambiarme de casa y en la nueva no permiten animales”
“Me trasladaron de ciudad y me es imposible llevarlo”
“Me voy a mis vacaciones soñadas y no tengo donde dejar a mi animal de compañía”
“Remodelamos y cambiamos muebles y piso y no podemos tenerlo más”
“Mi pareja quedó en embarazo y no podemos tenerlo más”
“Tengo problemas con mis vecinos por mi perro”
“En mi conjunto no permiten animales de compañía”
“Me estoy separando de mi pareja y ninguno de los dos quiere hacerse cargo”
“El perro era de mi papá pero él murió y nadie en la familia lo puede tener”
Y así podría seguir con muchas disculpas que un tenedor responsable ni siquiera mencionaría, porque se trata de un ser vivo que confía en nosotros y que nunca entendería el porqué fue abandonado. Nada justifica el abandono de un animal de compañía. Hay casos terribles de desplazamiento forzado a nivel mundial y es común, por ejemplo en el caso de Siria, ver a los desplazados atravesar miles de kilómetros en las condiciones más difíciles pero llevando a su animal de compañía como su tesoro más preciado.
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La compasión, el amor y el respeto por un ser vivo deben ser las primeras condiciones a tener en cuenta a la hora de entregar en adopción. El abandono, además de ser penalizado en la nueva ley 1774 de Protección y Bienestar Animal, es el peor de los maltratos que se le puede hacer a un ser vivo que ha confiado en nosotros, nos ha entregado su amor incondicional y que daría la vida por defender la nuestra.
Por todas éstas razones, es mejor estar muy seguros del compromiso adquirido con un ser vivo antes de adoptar. Sino se está tan seguro es mejor comprar un peluche o una porcelana.