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Perro que ladra... ¿no muerde?

La agresividad es un problema de comportamiento muy común en los canes, independientemente de la raza, el género o la edad. Esta es una guía para prevenir y manejar estos casos.

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24 de abril de 2015

En el mundo del perro, el comportamiento agresivo hace parte de sus estrategias de supervivencia y está latente para cuando le sea necesario. La agresividad no es deplorable, por el contrario, es fundamental para el entendimiento entre los perros. Sin embargo, el exceso de esta conducta, cualquiera que sea –lamer, ladrar, correr, jugar, besar, parpadear, gruñir, proteger, etc.–, es lo que se convierte en un verdadero problema al tener rasgos patológicos.

Tipos de agresión
Según el médico veterinario de la UDCA, Leonardo Jiménez, para poder abordar el problema de forma adecuada, es necesario aclarar que existen varios tipos de agresión. Asumir que todos los ataques existentes tienen las mismas connotaciones y se corrigen de la misma manera sería un error. Esta se puede dividir en dos grandes grupos:

- Agresión intraespecífica: el perro responde frente a perros y a personas como si ellos fueran de la misma especie.

- Agresión interespecífica: el perro ve a otros perros y a las personas como miembros de una especie ajena.

De acuerdo con los especialistas, las principales causas de irritación están relacionadas con miedos, fobias, dolores y protección del territorio, aunque en otras ocasiones esta puede darse por enfermedades como infecciones, intoxicaciones y traumas cerebrales.

¿Cómo actuar?
Cuando se presentan conductas agresivas en los perros hay tres cosas que se deben hacer:

1. Determinar qué tipo de agresividad posee.
2.
Preguntarse de dónde viene el perro y qué calidad de vida se le está dando.
3. Llevarlo a un veterinario para identificar o descartar algún problema patológico.

Aunque en algunas ocasiones el tipo de agresividad depende de las causas expuestas previamente, hay otras en las que un perro se siente provocado o atacado y reacciona alterado solamente por su instinto de protección hacia sí mismo.

Cuando aparece la conducta agresiva en el perro, su dueño se debe cuestionar acerca de él. ¿Desde cuándo se tiene? ¿por qué se eligió esa raza y no otra?

Si bien, de acuerdo a la ley 746 de julio de 2002, se reglamentó la tenencia de perros potencialmente peligrosos –se han rotulado dentro de esta categoría al rottweiler, american pit bull terrier, dogo argentino y fila brasileño, entre otros–, también es cierto que el hecho de pertenecer a estas razas no los convierte automáticamente en peligrosos ni agresivos.

Por eso, según la criadora Mónica García, es importante tener en cuenta a los criaderos caninos y a las personas especializadas, ya que es muy diferente adquirir un perro del cual tenemos su historial de padres, abuelos y bisabuelos, (genealogía escrita en los pedigríes de los perros registrados), a hacerlo en un lugar en donde poco o nada se conoce de sus antepasados.

El conocer su origen le permitirá al dueño saber si el perro trae consigo una carga genética de agresividad desde tiempo atrás o si las causas de su conducta tienen que ver con otros aspectos médicos o etológicos.

Todas las razas, unas más que otras, pueden volverse agresivas, pero todos los problemas pueden ser corregidos.

Técnicas para corregir y prevenir los problemas de agresividad
•    Enseñarle al perro conductas de obediencia básicas como acudir al llamado, sentarse, echarse al piso y no halar de la correa.
•    Hacer ejercicio e ir a nuevos lugares en los que haya la opción de olfatear y explorar, para sacar de su territorio y de la rutina al perro.
•    Habituarlo al uso de bozal como herramienta de prevención y no de castigo.
•    Si el comportamiento agresivo es dirigido hacia los miembros de la casa, se debe supervisar la interacción con los niños y aplicar programas en los que se incluya el aprendizaje de conductas alternas. No se sugiere la inclusión del castigo directo o la competencia por los recursos que el perro considera de alto valor.
•    Buscar asesoría con un profesional antes de que las conductas se conviertan en un problema y riesgo para la familia y la comunidad.

Tips para mejorar la conducta del perro

Lo que se debe hacer
- Proporcionarle paseos y ejercicio diario.
- Darle la oportunidad de socializar con otros perros y personas.
- Recompensar sus buenas actitudes y comportamientos.
- Cuando el juego termine, somos nosotros quienes debemos quedarnos en posesión del juguete.

Lo que NO se debe hacer
- Quitar su juguete antes de que el juego haya terminado.
- Meter las manos en su comida cuando se está alimentando.
- Premiarlos, aplaudirlos o felicitarlos cuando ataquen o actúen de forma agresiva con otros animales o personas.
- Darle un lugar en la casa, es decir, si estamos sentados en el sofá de la sala y el perro quiere acomodarse allí, no se puede dejar. Si se permite que esté en la sala con personas, deberá tener su propio lugar, sillón o cama.
- Ofrecerle comida cuando las personas comen. Esto, además de estimularlo a que siempre esté pidiendo, puede llevar a que se vuelva agresivo cuando no se accede a sus peticiones.
- Quedar al mismo nivel del perro. Este muy rara vez ataca a quien ve superior o más grande que él. Al agacharse, es probable que vea a los demás como su igual y llegue a agredir.
- Dejar a los niños solos con él. Los pequeños suelen creer que el can es un muñeco y empiezan a jugar con sus orejas, ojos, boca y ano. Aun con un perro muy dócil y manso, estas acciones infantiles pueden ocasionar, y de hecho ha sucedido, que el animal ataque al niño por el simple instinto de defensa.

Asesoría: Conrado Clavijo, asesor comportamental, adiestrador y técnico en terapia asistida con animales.

Por: Andrés Ulloa García