columnista
Un año sin baño
El título de esta columna seguramente te inducirá a pensar que soy la perra más afortunada del planeta. E incluso de todo el sistema solar.
¿Es verdad que Linda no se baña? ¿Cómo es posible escapar de esa tortura consistente en remojarte, enjabonarte, remojarte de nuevo para no dejar rastros que te produzcan rasquiña y, en el peor de los casos, atronarte las aterciopeladas orejas con ese arma llamada secador?
Si eres gato y tus papás te ven lamerte de arriba abajo y luego vomitar orgullosamente las bolas de pelo fruto de tu ritual de higiene, quizás no se les ocurra arruinar tu meticuloso trabajo pasándolo por agua. Aunque lo cierto es que algunos humanos son bastante despiadados. Pero si perteneces a la especie canina ¡Estás perdido!
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¿O no?
Como te cuento en mi bestseller La vida es Linda , mi fobia al agua es tan grande que mi mamá fue espaciando los únicos momentos en que me escuchaba llorar. Pasaba un mes, el otro, el siguiente y, sin darnos cuenta, había pasado un año sin baño. En contraprestación abandoné por completo las revolcadas en pescado podrido y popó de mula. Al fin y al cabo, ya no tenía que quitarme de encima la peste a champú elegido por ella o por la veterinaria de turno. Aunque el verano pasado no pude resistirme a una serpiente muerta. Si no, en este momento, llevaría dos.
¿Y si me embarro hasta las orejas? ¿Y si me zambullo en agua apestosa? Yo me caí al río Magdalena, al Amazonas, en varias charcas de los alrededores de Bogotá y en el lago junto a la finca de naranjos de mis abuelitos en Valencia (España) y mi mamá nunca me pasó por la ducha o la manguera. Basta con dejar que te seques y el barro cae solo de tu pelo. O tus papás pueden adelantar el proceso con una peinilla. El olor del agua pantanosa desaparece por completo, para el olfato humano, en menos de 48 horas.
Nosotros lo disfrutamos un poco más. Así que ya sabes, nada de perfumes, pañitos con vinagre, baños secos ni de espuma: cuando menos productos utiliza mi mamá, más espectacular se ve mi pelaje dorado. Más bien convence a tus papás de que mejor inviertan esa plata en comprarte varias libras de sobrebarriga.
¿Y qué pasa con mis uñas y mis glándulas perianales?
Las uñas se te liman solas con el piso si caminas mucho por la calle o escalas por las rocas. Yo llevo más de tres años sin hacerme la paticure. Y si te molestan las perianales (o las uñas), te pueden hacer estos procedimientos en seco en la veterinaria de tu barrio. No es chévere pero al menos no te chuzan. Y quizás hasta sales con una golosina entre las fauces.
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Si tus papás no confían en mis sofisticados tips de belleza y no puedes librarte del baño, mi consejo es que salgas corriendo y te escondas bajo la cama para que ocurra lo más espaciadamente posible… Nunca más de una vez al mes. En caso contrario corres el riesgo de perder la capa de grasa que protege tu piel (me refiero, obviamente, a la externa, la interna la puedes perder a bases de carreras desenfrenadas) y de que te salgan branquias.
¡Me apostaría los bigotes a que nadie quiere eso en tu familia!
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