Muchos de los actores que participaron en ‘El señor de los anillos’ volvieron para la filmación de ‘El Hobbit’. Sin embargo, el protagonista, Martin Freeman, es una nueva adición al elenco. | Foto: AFP

PERFIL

Peter Jackson: fantasía sin límites

El éxito sin precedentes de 'El señor de los anillos' tiene nombre y apellido: Peter Jackson. El director, guionista y productor neozelandés espera repetir la fórmula ganadora con su nueva trilogía inspirada en el libro 'El Hobbit'.

8 de diciembre de 2012

Como muchos fanáticos de J.R.R. Tolkien, el inglés creador de las obras de El Señor de los anillos, Peter Jackson, leyó la trilogía cuando era un adolescente e inmediatamente empezó a fantasear con la película. Soñaba con el día en que un director se apropiara de los tomos y los convirtiera en un clásico. Pasaron casi 20 años y ese momento nunca llegó. "Me impacienté", reconoce Jackson, así que se propuso cumplir su sueño. El proyecto enfrentó dificultades y muchos fanáticos de las novelas desconfiaban de que alguien pudiera llevar su esencia al cine. Pero el esfuerzo del director lo superó todo.

La saga compuesta por La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey recaudó cerca de 3.000 millones de dólares en taquilla y obtuvo 17 premios Óscar. Una década después Jackson vuelve con una nueva trilogía basada también en la obra de Tolkien. El 14 de diciembre se estrenará en el mundo la primera parte de El Hobbit y todos se preguntan si el director podrá repetir el éxito alcanzado entre 2001 y 2003. Esta adaptación es mucho más ambiciosa, el presupuesto es casi el triple y, por supuesto, los riesgos son mayores, pero eso no es razón para preocuparse. Quienes examinen la trayectoria del director se darán cuenta de que el sello Jackson garantiza que las tres cintas serán aclamadas por el público y la crítica.

El neozelandés comenzó su camino para llegar a ser una de las figuras más respetadas de Hollywood a los 8 años, cuando le regalaron su primera cámara. Obsesionado con King Kong, hizo un modelo del gorila gigante y un recorte del edificio Empire State con los que pretendía filmar una nueva versión del clásico. Aunque en ese momento no lo hizo, esa fijación le hizo decidir lo que quería hacer con su vida. En la adolescencia empezó a rodar cada vez más cortometrajes; sus amigos servían de actores, hacía los efectos especiales y el maquillaje con artículos que conseguía en el supermercado y para editar simplemente cortaba y pegaba. No importaba que no tuviera los recursos, pues su pasión no conocía límites.

Se retiró del colegio a los 16 años para trabajar en un periódico de su natal Wellington. Ahorró todo lo que pudo para comprar más equipos, hasta que terminó su ópera prima, la cinta de terror Bad Taste. Empezó a abrirse campo con otras películas del mismo género, por lo que pronto lo catalogaron como un director de cine gore. Sin embargo, en 1994 sorprendió a la crítica con el drama Heavenly Creatures, que lanzó a la fama a la actriz Kate Winslet, y la convirtió en candidata a un premio de la Academia.

La nominación le permitió establecerse como un director más serio, pero había una limitante: nunca quiso grabar en Hollywood. Por ello no es de extrañar que cuando anunció que quería comandar el colosal proyecto de El señor de los anillos, los seguidores de Tolkien pusieron el grito en el cielo. No solo se trataba de un director relativamente desconocido, sino que probablemente no tendría el respaldo de un gran estudio estadounidense. "Se conocía solo por sus películas excéntricas y temíamos que hiciera un estrago con la adaptación", dijo a SEMANA Alejandro Rebagliati, representante para Latinoamérica de The Tolkien Society, organización inglesa que promueve la obra del maestro de la literatura fantástica.

Con todo y la oposición de algunos fanáticos e incluso de familiares del escritor inglés, Jackson contó con el apoyo de muchos más. "Él tuvo la mejor escuela que un director puede tener: una pasión arraigada por el cine y los efectos especiales, y un cuidado impresionante por los detalles", dijo a esta revista Brian Sibley, experto en Tolkien y biógrafo oficial del cineasta. Así, la trilogía llegó a los teatros en diciembre de 2001 y disparó la fiebre por todo lo que tuviera que ver con elfos, hobbits, magos, orcos y duendes. Aunque para los más puristas las cintas no pueden considerarse adaptaciones sino productos inspirados en las novelas, muchos agradecen que Jackson les hubiera renovado la fama y el reconocimiento a los libros. "Las películas influyeron en la difusión de la obra del profesor en las nuevas generaciones", asegura John Carrillo, miembro de la Asociación Tolkien Colombia.

Con semejante triunfo en el bolsillo, Jackson estaba listo para emprender cualquier cosa, así que decidió retomar su sueño infantil: King Kong. El director siempre había querido volver a hacer la película, pero no lo había logrado. Esta vez Universal Studios no iba a permitir que se derrumbara el proyecto y le pagó cerca de 20 millones de dólares para que dirigiera la nueva versión de la cinta, que recaudó más de 550 millones en taquilla.

Su fama crecía, pero él no quería limitarse a dirigir. Por eso se embarcó como productor en proyectos con Weta, una compañía dedicada a los efectos especiales que ha trabajado con Jackson en todas las películas desde Bad Taste. También ha producido proyectos de titanes de Hollywood como Las aventuras de Tintín, dirigida por Steven Spielberg, y es gran amigo de James Cameron, con quien suele discutir sobre tecnología cinematográfica.

Luego de diez años de la trilogía que lo volvió una estrella, de hacer de Nueva Zelanda un nuevo Hollywood con un complejo cinematográfico que no tiene nada que envidiarle al de George Lucas, y de convertirse en uno de los hombres más aclamados de la industria, vuelve con la obra que siempre quiso adaptar: El Hobbit. Y si la empresa de El Señor de los Anillos había sido complicada, la nueva proeza traía retos aún mayores.

En principio, Jackson solo iba a producir y la dirección estaría a cargo de Guillermo del Toro, pero los retrasos hicieron que el mexicano renunciara. Siguieron más batallas legales con los familiares de Tolkien, perdió la financiación cuando el estudio Metro-Goldwyn-Mayer quebró y los seguidores de la novela se oponían, preocupados porque no sabían qué iba a hacer Jackson para convertir un libro de menos de 400 páginas en una trilogía de más de nueve horas. Pero aunque todo parecía perdido, el neozelandés no se rindió.

Se hizo cargo de la dirección y la mayoría de los actores de su trilogía anterior volvieron al set, así como su equipo técnico de siempre. El dinero volvió con creces y fueron más los entusiastas de una adaptación de El Hobbit que los opositores. Así, luego de meses de rodaje, su nueva obra por fin llegará a las salas del mundo entero. La premiere en Nueva Zelanda recibió a más de 100.000 fanáticos que no podían contener su alegría con la llegada de la nueva aventura en la Tierra Media. Además, los avances tecnológicos de la última década prometen una calidad impecable.

Peter Jackson se ha referido a sus adaptaciones de Tolkien como la obra de su vida, y tanto Rebagliati como Carrillo auguran mayor éxito para El Hobbit. Sin embargo, eso no significa que Jackson se vaya a dormir sobre los laureles. Seguirá curioso y ojalá algo lo impaciente de nuevo. La última vez que sucedió, el público fue testigo de la trilogía más exitosa de la historia del cine.