Pódcast Mejor Colombia
Flor de Inírida: símbolo de desarrollo económico sostenible en Guainía
La protagonista de este nuevo episodio de Mejor Colombia es una flor que solo crece en algunas zonas del Guainía. Debido a la explotación indiscriminada, a finales del siglo pasado estuvo a punto de desaparecer. Hoy, luego de un gran esfuerzo para protegerla y cultivarla, es un símbolo de que el desarrollo sostenible sí es posible.
Parece mentira que Rubén Darío Carianil muestre con orgullo un cultivo de 10 hectáreas de la flor de Inírida, con ejemplares que llegarán a floristerías y ferias en Bogotá o el extranjero, pues a finales de los noventa las autoridades ambientales prohibieron su comercialización porque estaba a punto de desaparecer.
Esta particular flor crece únicamente en los suelos arenosos y ácidos del Guainía y es la protagonista de una nueva entrega del podcast Mejor Colombia, un programa que recoge historias de resiliencia contadas desde el corazón de las regiones del país.
A finales del siglo pasado su extracción indiscriminada la tenía al borde de desaparecer. Pero gracias a Ruben Darío, un maestro guainiano del pueblo Curripaco, y Martha Toledo, una filósofa y ecologista bogotana, lograron lo que hace 15 años se creía imposible: cultivar la flor de Inírida. Descubrieron que una de las razones que dificultaba su cultivo era la ausencia del colibrí, su polinizador. “El colibrí vive en el bosque primario. Y como lo habían tumbado ya no había. Entonces como organización nos obsesionamos para mantener este ecosistema porque es único en el mundo”, explica Toledo.
Y lo lograron, gracias a la perseverancia de Martha, la experiencia de Rubén en la selva y el apoyo de expertos como Mateo Fernández, un biólogo que les ayudó a investigar todo sobre la flor y sus ecosistemas. “Somos los pioneros. Ninguno tenía idea de cómo sembrarla. Yo estoy feliz porque lo bonito es que usted sembró, y ya queda toda la vida, para mis hijos y nietos”, agrega Carianil.
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Sin embargo, hay algo más profundo en el proyecto que lograron Toledo y Carianil: no solo recuperaron a la flor sino que la han convertido en un negocio, pero no cualquier negocio. Es un desarrollo productivo que genera empleo para indígenas en la región, protege y recupera ecosistemas y exporta el símbolo de la región. “Ahora, nuestra tarea es producir sostenible y ecológicamente. Estamos demostrando que la región es productiva. Es que en estos territorios estamos condenados a que si no es el extractivismo es el no tocar. ¿Entonces se trata de no pisar el pasto? Al contrario, se trata de pisarlo, de saborearlo, pero de saber cómo se mantiene”, explica Toledo.
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