ESCÁNDALO
Los secretos del divorcio de 5.000 millones de dólares y 800 cuadros de Warhol
El fin del matrimonio de David Mugrabi y su esposa Libbie fue casi de película. Ella ahora comienza a revelar algunos de los detalles de esa disputa.
La lista de los billonarios colombianos sale todos los años en medios como la revista Forbes y Bloomberg. Siempre aparecen los mismos nombres, aunque a veces cambia el orden: la familia Sarmiento, los Santo Domingo, los Gilinski y los Ardila. Hay, sin embargo, una fortuna que, aunque no pertenece a un ciudadano nacido en Colombia, sí tiene su origen en el país: la de José Mugrabi.
Este empresario, nacido en Israel, vino a vivir a Colombia a los 16 años y se dedicó a la importación de textiles. Tuvo un impacto tan grande en el mercado que llegó a poner contra la pared a gigantes como Coltejer y Fabricato. Pero ese éxito no estuvo exento de controversias. Para sus rivales, buena parte de las telas de Mugrabi llegaban por el correo de las brujas. Nadie pudo comprobar eso, pero por razones de seguridad la familia se trasladó a Estados Unidos, en donde se dedicó a un negocio mucho más glamuroso: el del arte.
Ese mundo pertenece a una categoría superior al de la mayoría de las industrias. Entraña clase, cultura, conexiones, discreción y muchas veces secretos. Quien triunfa en ese campo es un rey, y en la actualidad a nivel internacional hay pocos reyes del nivel de José Mugrabi.
El colombiano por adopción es el mayor coleccionista de Andy Warhol en el mundo. Se calcula que tiene más de 1.000 obras del artista: una sola de ellas, Veinte Marilyns, tiene un valor estimado en más de 200 millones de dólares. El Gobierno de Emiratos Árabes se interesó por una parte de su colección. Llegó a ofrecer 1.000 millones de dólares, pero el negocio no se concretó porque al final Mugrabi no consideró satisfactorias las condiciones. El diario The New York Times calcula su fortuna en 5.000 millones de dólares.
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Además de Warhol, su colección comprende docenas de cuadros de artistas contemporáneos como Basquiat, Damian Hirst, Richard Prince y Jeff Koons, así como de grandes maestros como Picasso y Renoir.
En la colección de José Mugrabi hay obras como Veinte Marilyns, de Andy Warhol (estimada en más de 200 millones de dólares); Una enfermera en Hollywood, de Richard Prince; Ataque al corazón, de Warhol y Basquiat, y Balloon Dog, de Jeff Koons (que compró en 58,4 millones de dólares).
El nombre de Mugrabi ahora está en la prensa mundial no por su arte, sino por el divorcio de David, uno de sus hijos. Este se ha convertido en la comidilla de los medios y de los círculos culturales en ambos lados del Atlántico, y los detalles han aparecido en varios medios.
Todo comenzó el último fin de semana de junio pasado, cuando David pasaba con algunos amigos sus vacaciones de verano en su mansión de los Hamptons. Como es costumbre en ese tipo de reuniones, hubo conversación alegre, buena comida y mucho vino. Hacia las 11:30 de la noche, la esposa, Libbie, se fue a dormir, y por la mañana, al bajar, se encontró a su marido desnudo, dormido encima de una de las invitadas, también dormida y sin ropa.
Para no hacer una escena, Libbie se retiró, pero poco después explotó. En medio de los reclamos previsibles, la mujer acusada dio una explicación desconcertante: ella y su marido habían consumido unos hongos psicodélicos y ketamina, y, en medio de la euforia, decidieron hacer lo que llaman en inglés skinny-dipping, es decir, un piscinazo desnudos. Como era tan tarde, cayeron muertos del sueño, pero según la amiga no hubo encuentro sexual, pues ella no tenía el menor interés en David.
Esta explicación no tranquilizó a la esposa herida. El problema fue escalando y finalmente con el transcurso de los días llegaron a la palabra divorcio. Libbie notificó que con 10 millones de dólares el problema quedaría resuelto. Sin embargo, las circunstancias del encuentro nudista y los detalles del escándalo aparecieron en varios medios y creció la humillación. La esposa de David quería vengarse y le advirtió que la oferta de los 10 millones de dólares tenía una vigencia de una semana y ese plazo ya había expirado. Ahora iba –como dicen los españoles– a por todo.
No existe acuerdo prenupcial, y Libbie, en teoría, tendría derecho a la mitad de los bienes.
Como no existía un acuerdo prematrimonial, Libbie en teoría tendría derecho a la mitad de toda la fortuna de su marido. Y el problema es que la palabra ‘todo’ en el mundo del arte es muy difícil de concretar.
A diferencia de las empresas industriales o de las que están en bolsa, establecer el valor de obras de arte implica entrar en un laberinto. Las sofisticadas estructuras creadas para almacenar y minimizar impuestos han permanecido siempre envueltas en misterio e interés.
Al juez del caso le va a tocar desenredar ese nudo. Eso ha generado gran expectativa en el mundo del arte, en el que el éxito y la admiración van con frecuencia acompañados de la envidia y la mala leche.
Curiosamente, el único coleccionista de arte más rico que Mugrabi, Alec Wildestein, había protagonizado el divorcio más caro de la historia del arte. Este multimillonario de origen francés le tuvo que entregar a su señora, Jocelyn, 3.800 millones de dólares. Ese divorcio tiene, además, la particularidad de que a ella la conocen mundialmente como la Mujer León por la cantidad de cirugías plásticas que se ha hecho. Su cara totalmente deformada ha sido una noticia tan grande como el arreglo financiero.
Jocelyn Wildenstein, la Mujer León. Hasta ahora, la beneficiada por el divorcio más caro de la historia. Su esposo también era coleccionista.
Hasta ahora no se sabe qué proporción de la fortuna estaba en manos de los hijos de José Mugrabi, pues lo que permanece en cabeza del patriarca no entraría en juego. El único dato confirmado hasta el momento es que David y Libbie viven en una casa en la calle 82 de Nueva York, que vale unos 72 millones de dólares. Como era de esperarse, sus paredes estaban tapizadas de obras de arte invaluables y, según la prensa, David ya las descolgó, se las llevó en camiones y las tiene en su control. Según Libbie, sacó varios Basquiats, Warhols y Kaws que podrían valer unos 200 millones de dólares.
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Comparado con el divorcio de Jeff Bezos, el de los Mugrabi involucra cifras marginales. Pero socialmente los casos tienen el mismo calibre y todo indica que a esta telenovela también le faltan muchos capítulos. Seguramente, los círculos de arte y los medios los seguirán asiduamente durante 2019.