POLÍTICA
“Al Gobierno de Gustavo Petro le falta más método y disciplina”: Alejandro Gaviria revela detalles desconocidos de su salida del gabinete
En entrevista con SEMANA, el exministro de Educación hizo un balance de su paso por la administración Petro.
SEMANA: El presidente Gustavo Petro le pidió la renuncia. ¿Cree que le cobraron su oposición a la polémica reforma a la salud? ¿Le pasaron una cuenta de cobro?
Alejandro Gaviria (A. G.): Más que una cuenta de cobro, no quisiera que esto se entendiera como una retaliación del otro lado. Siempre hice advertencias sobre la reforma a la salud. Así ocurrió este año, en el primer consejo de ministros, cuando se presentó la agenda legislativa. Yo levanté la mano, primero tímidamente, y les dije: esta reforma a la salud es compleja, a mí me van a preguntar sobre el tema porque he sido el ministro de Salud que más ha durado en la historia de Colombia. Entonces, mucha gente me va a preguntar, incluido el presidente del Congreso, y yo voy a decir lo que pienso.
Desde ahí empezaron las tensiones. Fueron grandes, complejas, hubo siete reuniones, dos consejos de ministros, dos reuniones muy complicadas en la hacienda Hatogrande. Todo eso fue la causa principal de mi salida del Gobierno.
SEMANA: Cuando advierte sobre la inconveniencia de esa reforma a la salud, ¿por qué no renunció?
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A. G.: Porque tenía una convicción sobre los acuerdos parciales entre personas diferentes, que tienen visiones distintas del cambio social, pero no contrapuestas.
También creo que en la política se puede conversar y creo en esta idea que siempre he tratado de practicar del pluralismo. Y más que mi opinión, lo que hice fue advertencias.
Siempre las organicé de la misma manera: miren lo que puede pasar con los pacientes, porque hay preguntas sin responder; lo que puede pasar con el flujo de recursos; esta reforma va a llevar a un aumento de la corrupción; y miren lo que va a pasar en la transición, si no se piensa bien.
Recuerdo que, en una discusión, le dije al presidente, con los ministros presentes: quizá las reformas a la salud no ponen presidentes, pero pueden tumbar presidentes.
Y recuerdo que hice un recuento histórico: la carrera política de Hillary Clinton se destruyó con un intento fallido de reforma a la salud; Barack Obama puso todo su capital político en la reforma a la salud, y algo logró sacar, pero muy poco, según sus aspiraciones iniciales.
Esto lo hice para llamar la atención sobre el tema. Incluso, en la última conversación que tuve con el presidente Petro, ya como exministro de Educación, le dije: presidente, he tenido una duda que me ha asaltado siempre, ¿por qué empezar con la reforma más compleja en la agenda legislativa, y no con la de las pensiones, donde los problemas son mucho más grandes?
Él se quedó pensando, no sé si tiene una respuesta, una cavilación o reflexión distinta hoy en día, cuando las dificultades sobre la reforma a la salud son evidentes.
SEMANA: ¿Usted no renunció entonces porque creyó que, a lo mejor, sus observaciones iban a ser escuchadas?
A. G.: No era el único que estaba señalando estos problemas. El país conoce que el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, la ministra de Agricultura, Cecilia López, el director de Planeación, Jorge Iván González, tenían opiniones parecidas a las mías.
Creo que esas discusiones son interesantes. Hay un evento en la historia de la política moderna que es el gran fracaso en el gabinete del Gobierno Kennedy, en la guerra de Vietnam. Robert McNamara, que era el gran tecnócrata de su tiempo, en un librito, dice: “Nosotros nos equivocamos por el pensamiento de grupo”. Es decir, a pesar de que eran personas que venían de las mejores universidades del mundo, que habían tenido la mejor educación y experiencia, no había diferencia, pluralismo y contradicción. Y cuando eso pasa, se cometen muchos errores.
A mí me gustaba ser una voz disidente. Sobre todo en los últimos meses en el Gobierno creía que podía jugar un papel en ese sentido, llamando la atención sobre algunos aspectos que, creo yo, no estaban siendo tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones.
SEMANA: Y eso terminó costándole el cargo.
A. G.: Sí, eso pasó.
SEMANA: ¿En el Gobierno Petro no se permite el pluralismo de opiniones?
A. G.: Hay otros ministros que han tenido posiciones contrapuestas y siguen ahí. No sería tan rotundo y definitivo en mi opinión. Mi pregunta es: ¿qué pasó entonces? ¿Por qué se toleró la diferencia durante un tiempo?
Creo que hubo un conjunto de circunstancias. Cuando me dicen que voy a salir, lo que me señalan es que se había perdido la confianza. En ese momento pedí hablar con el presidente, explicar y ser claro en que yo no filtré ese documento (con reparos a la reforma a la salud).
Siempre he tratado de opinar con un ánimo constructivo. Y he tenido preocupaciones y las sigo teniendo sobre lo que está pasando con la reforma a la salud. Siempre dije: va a ser mala para el país, para el Gobierno, va a ser una catástrofe.
SEMANA: ¿Quién filtró el documento?
A. G.: No tengo ni idea. No me dedico a la detectivesca periodística. No sé. El periodista que conoció ese documento, y que no va a revelar su fuente, ya dijo que yo no había sido.
SEMANA: Pero fue valioso que se haya conocido ese documento. ¿No cree?
A. G.: Esa es una pregunta interesante. No hubiera tomado la decisión de filtrarlo, a pesar de que era bueno que la sociedad lo conociera.
Es bueno que se den esos debates, para eso están los medios de comunicación. Pero mi mente no hubiera sido capaz de decir: lo filtro porque sé que le conviene a la sociedad. Ahí estaría cometiendo un acto de deslealtad en una instancia compleja del Gobierno. No lo hubiera hecho.
SEMANA: Cuando se empieza a oponer a la reforma a la salud, ¿hay un cambio hacia usted por parte del presidente?
A. G.: Solamente al final, en mi penúltimo consejo de ministros, un lunes por la noche, noté algo, eso que se siente. Como cierta desconexión.
Durante toda esta discusión, que fue muy grande, no lo noté tanto, y tengo que decirlo: notaba al presidente con ganas de encontrar un consenso.
Pero solamente ese último día noté que había algo. También cuando hice mi intervencion en el consejo de ministros en Villa de Leyva.
Se conoció un documento mío, de cuatro páginas, y ahí sí cometí una imprudencia. En eso soy transparente y claro. No se las filtré a ningún periodista, pero se compartieron en una cadena de WhatsApp. En ese momento, me dicen que quizá debo dar un paso al costado. Pero eso pasó rápidamente y todo se subsanó después de que expliqué lo que había ocurrido.
SEMANA: Tras su sorpresiva salida del Gobierno Petro, ¿qué le dijeron José Antonio Ocampo, Cecilia López y Jorge Iván González?
A. G.: Tuvimos una conversación muy breve, siempre en el ámbito personal. Me expresaron gratitud, afecto, un abrazo, y quise dejarla ahí.
No quise que por la conversación, que era compleja, fueran a intuir que yo estaba demandando una lealtad por parte de ellos. O que ellos pensaran que yo creía que me estaban dejando solo. Nunca quise que eso surgiera de la conversación. Les dije: tranquilos, entiendo, hay que seguir aportando, siento el afecto, seguimos adelante.
SEMANA: ¿Ellos están con usted?
A. G.: No sé eso qué significa. En el ámbito personal y afectivo, sí. Incluso he hablado dos veces con la ministra Cecilia López; Jorge Iván me escribió, Ocampo también. Ellos son mis amigos. Y no vamos a dejar de serlo por eso, son mis amigos, los quiero, los aprecio y los admiro.
SEMANA: ¿Y ellos se siguen oponiendo a la reforma de Carolina Corcho?
A. G.: Ellos siguen dando los debates y los van a seguir dando. De eso tengo plena certeza.
SEMANA: ¿Quién va a ganar esta pelea?
A. G.: Va a ganar el país. Creo que el Congreso va a hacer algunos cambios, la reforma a la salud, que hoy considero que es una mala reforma, va a ser mejorada en la discusión parlamentaria. Eso le va a evitar problemas graves a muchos colombianos con su sistema de salud.
Soy optimista de que la democracia va a funcionar y va a haber una discusión como tiene que darse en el ámbito parlamentario. De esa discusión saldrá una mejor reforma a la salud y el país va a ganar.
SEMANA: Es decir, ¿esa reforma en la que estaba pensando la ministra Carolina Corcho, que muchos califican de radical e inconveniente, no va a pasar en el Congreso?
A. G.: Ya el Congreso tomó la decisión de acumular varios proyectos, y de esa discusión va a salir algo que siempre planteé: cualquier reforma tiene que entender dónde están las capacidades instaladas en la sociedad y cómo construir sobre esas capacidades.
Nunca quise que la discusión sobre la reforma a la salud se planteara en términos meramente ideológicos. Esta no es una discusión sobre el papel del Estado o del mercado. No. Es, por ejemplo, sobre quién hace la gestión farmacéutica, financiera, del riesgo de los pacientes, las auditorías... y cómo se van a utilizar esas capacidades.
Cuando planteé algunas preguntas, nunca hubo respuestas. Por ejemplo, ¿quién va a coordinar las actividades de transporte de los pacientes, cuando la Nueva EPS hace más de 500.000 cada año? ¿Quién va a coordinar los sistemas de información? La afiliación y la depuración de las bases de datos ha tomado 20 años.
SEMANA. Usted ha dicho que Carolina Corcho es una “mala ministra”. ¿Por qué?
A. G.: No quise emitir ese juicio de valor de esa manera, no me gusta, yo vengo de la academia. Creo que la ética que tengo es la de no criticar a las personas, y no voy a criticar a Carolina Corcho. No quiero a hacer juicios de valor. No me parece buena la reforma, me parecen graves algunas cosas que están pasando con la salud de Colombia. Es eso. No me ha gustado que algunas capacidades técnicas del Ministerio de Salud se estén perdiendo.
SEMANA: ¿Cree que le van a pasar cuenta de cobro en el gabinete a todo aquel que se oponga a las reformas del presidente Petro?
A. G.: Creo que esta es una lección y una enseñanza aprendida para todos. No creo que el Gobierno vaya a tener una actitud de retaliación contra el que opine en contra de alguna reforma. No creo que eso vaya a pasar. No soy tan catastrofista.
SEMANA: ¿Usted sabe si el ministro Ocampo va a renunciar?
A. G.: Es una especulación que se ha hecho una y otra vez. Él tiene un permiso de la Universidad de Columbia por dos años, ese es el límite que tiene en su mente. Creo que Ocampo seguirá trabajando.
Tiene la tarea de aprobar la asignación presupuestal que es fundamental para los planes del Gobierno y también liderar la discusion del Plan Nacional de Desarrollo. Ocampo, al menos, va a terminar esas tareas y las va a hacer de la mejor manera. También tiene la responsabilidad de la reforma pensional. Él la va a liderar. No creo que vaya a renunciar en el corto plazo.
SEMANA: A su juicio, ¿por qué no deben desaparecer las EPS?
A. G.: Las EPS hacen una serie de labores que, si uno quiere desaparecerlas, hay que encontrar quién las haga.
Si uno desaparece las EPS, y pasa a un sistema de un pagador único, esa alternativa no ha funcionado en Colombia. Hay ejemplos. Uno de ellos es el Seguro Social. En 1996, el entonces director dijo: “Vamos a funcionar como una red libre, usted va a cualquier clínica y hospital, me manda la factura y yo se la pago”. Eso quebró al Seguro Social y generó un problema de corrupción grandísimo.
Se acumularon pagos de la época de más de un billón de pesos. Cuando la Corte Constitucional, hacia 2001, dijo que el Fosyga debería funciona como un pagador único para atender a los desplazados, otra vez hubo problemas de fraude por todo lado.
Cuando las entidades territoriales para el no POS del régimen subsidiado funcionaron como pagador único, eso fue un fracaso.
Usted no puede prescindir de las capacidades de las EPS. La reforma sobresimplifica los problemas y tiene una visión demasiada ideológica sobre cómo debe funcionar todo.
SEMANA: Entonces, ¿confía en el Congreso?
A. G.: Siempre he confiado.
SEMANA: ¿Cree que de allí va a salir una mejor reforma a la salud?
A. G.: Sí, una mejor reforma frente a la que se tiene.
SEMANA: ¿Va a primar la sensatez?
A. G.: Sí, siento que Colombia, en las discusiones difíciles, fue por muchos años un paradigma de estabilidad, porque en el Congreso primó la sensatez.
El Congreso es un mecanismo de defensa en contra de los errores más grandes que se pueden cometer en una sociedad. Puede que no se logren cosas perfectas, pero sí evitar cosas que puedan hacer daño.
SEMANA: Tras su salida del Ministerio de Educación, ¿siente que se quitó un peso de encima? ¿Se siente más contento consigo mismo?
A. G.: Uno puede opinar más tranquilo cuando no es funcionario, pero tengo que ser sincero: me da tristeza tener que haber dejado el Ministerio de Educación.
Teníamos planes, estábamos construyendo, me había dedicado a armar un equipo muy bueno. Quería ser protagonista en el aumento de las coberturas en educación. Estábamos en la reforma del aseguramiento de la calidad, queríamos trabajar en el voluntariado y la reforma curricular del sistema de salud. Quería ser protagonista de la universalización del PAE.
Siempre he creído que la educación es la base de la transformación de la sociedad. Me da tristeza no haber podido ser protagonista de esta historia. Eso genera una frustración. Esa ha sido mi vida, salir de la academia, llevar las ideas, ser protagonista. Confío en la nueva ministra y la seguiré apoyando. No lo he contado, pero tuve una despedida bonita en el Ministerio. Llegaron unas 300 o 400 personas. Les dije al final: nos va a ir bien, y me cuento como parte de esta historia por lo que hemos construido.
SEMANA: Usted pasó de ser el ministro que más duró en Salud, en el gobierno de Juan Manuel Santos, a tener un paso muy efímero en el Ministerio de Educación en el Gobierno Petro.
A. G.: No creí que iba a ser tan efímero. Siempre sabía que había piedras en el camino, que esta idea de un gobierno de coalición era compleja, pero nunca me imaginé que fuera a ser de menos de un año.
SEMANA: Mucha gente que lo valora lamenta que haya dejado la Universidad de los Andes para incursionar en política y ser luego ministro en el Gobierno Petro.
A. G.: Lo dice gente con cariño. Yo he tomado decisiones, algunas un poco arriesgadas. Estaba tranquilo en los Andes, llevaba poco tiempo, dos años, había pasado la pandemia, y surgió este tema de la política. Pero nunca me arrepiento.
Uno se arrepiente en la vida no de lo que hace, sino de lo que no hace.
Cuando se dio la oportunidad de ser ministro de Petro, sabía que era una decisión problemática. Y hay una parte de la historia que no ha salido a relucir. Le dije a Petro: me meto, este es un gobierno de coalición, pero tengo preocupaciones y salvedades y comienzan por el tema de la salud.
Creo, le dije en su momento a Petro, y hay un video grabado, que usted está cometiendo un error: esta confundiendo una estrategia de atención primaria con una reforma al sistema de salud. Y esas son cosas distintas.
También almorcé con él en campaña y me hizo una pregunta: ¿y si ganamos, qué? Le volví a manifestar explícitamente mis preocupaciones sobre el tema de la salud. Siempre fui sincero, no me arrepiento. Había que intentarlo.
Hoy, porque pensamos distinto, ¿entonces debo coger mi espada y escudo e irme a la vanguardia de la oposición? ¿Esa es la única actitud posible? No. Yo quiero que al Gobierno le vaya bien, no mal para que mi actitud política sea más fuerte. Siempre me ha parecido destructiva esa actitud. Incluso se lo critiqué a algunos miembros del Gobierno Petro. Querían básicamente que al Gobierno Duque le fuera mal. Di una enrevista en 2021 en la que dije que eso no me parecía bien porque eso se devuelve. No todo el mundo quiere que al Gobierno le vaya bien.
SEMANA: ¿Y siente que le va a ir bien?
A. G.: No voy a hacer predicciones porque son difíciles Quiero que en la reforma agraria, la transición energética, la educación y la lucha contra la crisis climática, el Gobierno tenga éxito. Quiero que le vaya bien. Eso es importante. Reconozco que hay muchas dificultades. Mi idea del cambio social siempre ha sido más incremental. Esto pasa mucho más lento de lo que siempre se dice. Las grandes rupturas, las revoluciones, terminan fracasando. Creo que el Gobierno necesita más método para que le vaya bien. El presidente Petro tiene voluntad, pero falta método y disciplina para la ejecución y pensar mucho más en el ámbito de las políticas públicas. Quiero seguir pensando que al Gobierno le va a ir bien.
SEMANA: ¿Hay caos?
A. G.: No diría eso. Falta más disciplina en algunas de las discusiones. Por ejemplo, decir cuáles son los objetivos, cómo focalizar, dónde está el presupuesto, las vigencias, etc. Todo ese tema que no es para nada romántico, que es difícil, aburrido, que a la gente no le interesa, pero que en el fondo hace la diferencia en el cambio.
La gran paradoja de la política es que vender el cambio, entusiasmar a la gente, es distinto a hacerlo en la práctica, a implementarlo. Se necesitan las dos cosas: visión de largo plazo, legitimidad, apoyo, pero disciplina a la hora de ejecutar.
SEMANA. Un video suyo haciendo predicciones muy complejas sobre el Gobierno Petro, en la época de la campaña, ha llamado mucho la atención. ¿Se cumplió todo lo que usted pronosticaba?
A. G.: Ese video me lo mandan 25 veces al día. Esa reflexión la había compartido en campaña. Era una reflexión sobre lo que había ocurrido con la Alcaldía de Petro en Bogotá.
Es también esa visión que tengo de que, tal vez, en la figura de Petro hay una contradicción: una es esa persona del balcón, la que tiene una conexión con las masas, una conexión muy difícil de tener para otros políticos, y ahí me incluyo, pero él la tiene. Pero esa conexión que es fundamental a la hora de ganar elecciones probablemente no es la conexión que se necesita para que el cambio pase.
Por eso siempre hablaba de la inacción, no tanto de la acción. Ese es el riesgo más grande del Gobierno Petro. Esa preocupación la manifesté en algunos consejos de ministros.
En conclusión, no es que ese riesgo de lo que hablaba en ese video se haya materializado plenamente, pero hay elementos de lo que se dijo ahí que uno podría decir que se están cumpliendo.
SEMANA. ¿Hay inacción en el Gobierno Petro?
A. G.: En algunas áreas falta más acción.
SEMANA: ¿Le ve rumbo al Gobierno Petro?
A. G.: Yo diría que sí. El presidente tiene unas ideas claras sobre la transformación de la sociedad, no es un gobierno a la deriva, tampoco lo diría así, es un juicio que sería injusto.
SEMANA: ¿Qué opinión tiene frente al escándalo de Nicolás Petro, hijo del presidente, señalado por su exesposa Day Vásquez de recibir 600 millones de pesos del exnarco conocido con el alias del ‘Hombre Marlboro’ y unos 400 millones de pesos del hijo del polémico ‘Turco’ Hilsaca?
A. G.: Como ciudadano me parece que es complejo porque mina tal vez el activo más importante de cualquier Estado o democracia hoy en día, que es la confianza y la legitimidad. Y genera toda esta suerte de suspicacia.
Los detalles, aquí y allá, no me interesan tanto como las consecuencias, no solamente para el Gobierno, sino para la confianza en las instituciones que, vuelvo y repito, en esta crisis de desconfianza en las democracias es un activo fundamental. Eso me preocupa como ciudadano. Y el comportamiento de Nicolás Petro, que no lo quiero juzgar, porque no conozco los detalles, fue al menos imprudente.
SEMANA: ¿Usted se reunió con él?
A. G.: Me reuní con él antes de ser ministro. Fue una reunión con el congresista Pedro Flórez, de la Comisión VI. Nos tomamos una foto, no la han publicado. La reunión duró 25 minutos, fue a las 10 de la mañana, no fue en la noche, con trago ni nada. Me querían conocer, nos dimos la mano, hablamos de la educación en el Atlántico. Nunca me reuní con Nicolás Petro en mi ejercicio como ministro.
SEMANA: ¿Ellos le sugirieron algo?
A. G.: Para nada. Nunca se habló de nada, ni de cupos ni nada. Fui subdirector de Planeación durante año y medio, ministro de Salud durante seis años y ministro de Educación durante siete meses. En todo ese tiempo nadie me ha hecho una propuesta de corrupción. El diablo sabe a quién le sale. La gente sabe muy bien con quién está hablando y cuál es mi postura y éticamente dónde estoy y me respetan.
SEMANA: ¿Ese escándalo de Nicolás Petro le hace daño al Gobierno?
A. G.: Le está haciendo daño. No me queda ninguna duda. Sería contradictorio decir algo distinto.
SEMANA: ¿Cómo enfrentar la crisis?
A. G.: Con transparencia. Siento que el presidente ha actuado bien en la medida de lo posible.
SEMANA: ¿Y qué opina de Juan Fernando Petro, hermano del presidente, y lo que se ha dicho sobre lo que ha hecho en el marco de la paz total?
A. G.: No quiero opinar, no he leído mucho del tema. Pero sí hablo de la ‘paz total’.
SEMANA: ¿Qué opina?
A. G.: Cuando estaba finalizando el Gobierno Santos, había una oficina que se encargaba de la paz. Ahí estaba Rafael Pardo. Era una oficina robusta.
Hoy, la ‘paz total’ es muy ambiciosa, pero no he visto lo mismo. Siento que le falta una organización mucho más robusta y grande a una empresa tan ambiciosa como la ‘paz total’.
Además, se puede hacer la ‘paz total’ con estas organizaciones, algunas narcotraficantes, eso es complejísimo. ¿Pero no vendrán otras después? ¿Y esos espacios de la economía ilegal? ¿El narcotráfico? ¿La minería ilegal? ¿La trata de personas? ¿No van a ocupar eso otras personas?
¿No habrá que meterle a esta idea de la ‘paz total’ una reflexión más profunda sobre desarrollo con enfoque territorial?
Creo que no dimensionamos correctamente las dificultades que traen los acuerdos de paz y la forma como el control territorial sigue siendo uno de los grandes desafíos del Estado.
Quizá creo que debemos ser conscientes de que en Colombia hay organizaciones criminales que tienen el control territorial en muchos lugares y son una amenaza para el Estado. La ‘paz total’ no ha abordado de nuevo toda la complejidad de lo que estamos enfrentando.