POLITICA
Alejandro Gaviria advierte de radicalización más fuerte del Gobierno Petro: “De aquí para adelante el agitador será predominante”
En entrevista con SEMANA, el exministro de Salud dice que, tal y como están las cosas, él no hubiera aguantado más tiempo en el Gobierno Petro. Pronostica el futuro de las reformas en el Congreso y asegura que si el presidente intentara reelegirse, “tendría poco apoyo popular”.
SEMANA: ¿Qué opinión le merecen los más recientes nombramientos de Gustavo Petro? Me refiero a Gustavo Bolívar en el DPS, Cielo Rusinque en la SIC, Luis Carlos Leal en la Supersalud y Carlos Carrillo en la UNGRD?
Alejandro Gaviria (A. G.): Muestran una tendencia ya clara, evidente, una intención de gobernar con los más leales de los leales, con aquellos que comparten una misma cartilla ideológica, una misma idea política. No me gusta establecer una división absoluta entre políticos y técnicos. Creo que no es válida y es antipática. Pero sí me parece que debe existir un mínimo de conocimiento y experiencia para algunos cargos públicos. El presidente piensa lo contrario. En el caso de las superintendencias, tengo una preocupación adicional. La concentración de poder en las superintendencias es muy grande. La misma Ocde señaló que las superintendencias deberían ser independientes del Ejecutivo, que esa concentración del poder es peligrosa. Ese excesivo poder se puede prestar para todo tipo de abusos y desafueros. Mañana puede haber una multa para una empresa que es considerada opositora. O la liquidación de varias EPS para asegurar el control estatal de los recursos y hacer la reforma por la puerta de atrás. Todo eso sería terrible.
SEMANA: ¿Qué busca Gustavo Petro con estos nombramientos? ¿Qué mensaje le está enviando al país?
A. G.: Petro tuvo una idea inicial, la idea de un acuerdo nacional. Está enviando un mensaje claro en el sentido de que esa idea quedó atrás, que el cambio no se construye con base en la búsqueda de acuerdos o consensos, sino con confrontación. ¿Sabe qué?, el Gobierno va a intentar pasar las reformas de salud y pensiones y hasta ahí. Después no creo que le vaya a interesar mucho mantener una buena relación con el Congreso. Vendrá un período de polarización deliberada. Los nuevos funcionarios anticipan eso, lo que viene, una etapa de radicalización más fuerte.
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SEMANA: Salió lo que había pronosticado en su libro, se radicalizó Gustavo Petro…
A. G.: Yo dije en el libro –La explosión controlada– que había una tensión entre el político pragmático, el negociador que busca consensos y el agitador que confronta y polariza, que tiene como objetivo principal mantener a sus bases alineadas, en pie de lucha. De aquí para adelante el agitador será predominante. Especulando un poco pareciera que el presidente estuviera intentando una extraña división del trabajo, una especie de gobierno con dos caras. El presidente es el agitador, el que confronta, y la directora del Dapre es la negociadora, la que llega a acuerdos, la que tiende puentes. No sé cuánto tiempo aguante esa contradicción. Es un poco extraña. Pero eso parece estar pasando.
SEMANA: ¿A qué llevará esta radicalización del Gobierno Petro?
A. G.: Ya dije algo que va a pasar. Después de salud y pensiones, dudo que vaya a existir una agenda reformista ambiciosa. Tenemos un gobierno que no será un gobierno reformador. Confrontador sí, pero no transformador en un sentido profundo. Me preocupa que la estrategia del presidente parece estar basada en acabar con la confianza en el Estado y las empresas. Esta semana, por ejemplo, puso en cuestión el sistema electoral; esto es, el sistema que le permitió su triunfo. Esa estrategia termina devolviéndose. Uno no puede pretender reformar el Estado acabando con cualquier vestigio de legitimidad y confianza de las instituciones estatales.
SEMANA: ¿Cree que estos movimientos alejen aún más al Congreso de las reformas estructurales del Gobierno?
A. G.: El Gobierno parece más interesado en la confrontación que en las reformas. Eso sí, seguirá insistiendo en salud y pensiones. Estas dos reformas son fundamentales para darle algún sustento a la idea de un Gobierno de cambio. Sin ellas, el gobierno del cambio tendrá muy poco que mostrar.
SEMANA: Después de ver lo que está ocurriendo, ¿usted salió del Gobierno a buena hora?
A. G: Mi salida fue un anticipo de lo que vino después. Por coincidencia, esta semana se cumplió un año de mi salida. Yo dije en uno de esos consejos de ministros que un gobierno plural necesita flexibilidad, necesita escuchar otros puntos de vista. Cuando manifesté mi desacuerdo, me dijeron: “se perdió la confianza”. Cualquier opinión distinta pasó a ser considerada como deslealtad. Por eso van a gobernar de aquí para adelante solo con los más leales de los leales.
SEMANA: Si no hubiera salido, ¿cree que hubiera aguantado hasta este momento?
A. G.: Claro que no. Yo entré con la promesa de un acuerdo nacional que fue solo eso, una promesa. Creí que podían existir puntos de encuentro, pero ya vimos que no. No es coincidencia que las personas con experiencia sean las que hayan salido. El presidente dice que su mayor error fue habernos invitado al Gobierno. Grave que nadie con experiencia tenga cabida. Yo creo que el presidente tiende a sobrestimar su conocimiento sobre muchos temas. Un presidente no puede saber de todo. Ni debe concentrar todas las decisiones sobre todos los temas.
SEMANA: Como están las cosas, ¿qué legado le dejará Petro al país?
A. G.: Quisiera rescatar dos temas positivos, un sentido de urgencia sobre dos asuntos muy importantes: la transición energética y las desigualdades territoriales. Sus discursos son elocuentes al respecto. Sus realizaciones son mucho menores. El presidente enfatiza mucho en lo colectivo, la importancia de lo colectivo y demás. Echa mucha carreta al respecto, pero su gobierno es bastante individualista. Consiste sobre todo en sus discursos; él habla, los demás escuchan.
SEMANA: Usted analizó en su libro a Gustavo Petro, ¿le ve intenciones de perpetuarse en el poder?
A. G.: Ha dicho que el cambio requiere mucho más tiempo. Lo seguirá diciendo con más fuerza. Esta idea será parte de su discurso primordial: “empezamos el cambio, ahora el pueblo debe garantizar la continuidad”. Pero no creo que pueda hacerlo de manera personal. Sea lo que sea ya está pensando en las próximas elecciones.
SEMANA: Petro solo tendría alternativa vía Congreso o referendo y es muy complejo para él, ¿lo ve posible por otros medios?
A. G.: No, lo veo muy difícil. Colombia tiene una fortaleza institucional que no lo permitiría. Tampoco la gente lo quiere. Si lo intentara, tendría muy poco apoyo popular. El petrismo en todo caso llegó para quedarse. Será una fuerza política no determinante, pero sí influyente en los años y décadas por venir.
SEMANA: Por último, ¿cómo está viendo el ambiente en el Congreso para las reformas, especialmente la de salud?
A. G.: La cosa está muy cerrada. El Gobierno tiene el poder del presupuesto. Ha optado por la estrategia de infiltrar los partidos y negociar uno a uno con los congresistas. Ha tenido un éxito relativo. Sin embargo, tiene el tiempo en contra. En salud, probablemente la Comisión le tire la pelota a la plenaria. Para aprobarla allí el Gobierno tendrá que hacer cambios sustanciales. Como está, no creo que la plenaria la apruebe. La reforma que aprobó la Cámara no es implementable, es confusa y disfuncional. En pensiones, podría haber un acuerdo más rápido. El sistema tiene una baja cobertura y la necesidad de reforma es mucho más evidente que en salud. El Congreso podría optar por pasar pensiones y negar salud.