Política

Carlos Holmes Trujillo, una vida entre la diplomacia y las urnas

Luego de dos semanas de luchar contra la covid- 19, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, falleció en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Militar. Una vida dedicada al servicio público.

26 de enero de 2021

Próximo a cumplir 70 años, la mayor parte de ellos dedicados al servicio púbico, y con la firme intención de llegar a la Presidencia de la República, cargo para el que se estaba preparando para presentarse por tercera ocasión consecutiva como precandidato del Centro Democrático, falleció el hospital Militar de Bogotá el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo. La covid-19 “tan implacable” con unos, como señaló el presidente Duque en sus palabras este martes en la mañana, le ganó la batalla.

La política y la vida pública la llevaba en sus venas, era un asunto de familia, de discusión diaria, pues su era hijo y homónimo del senador Carlos Holmes Trujillo, un reconocido senador Liberal quien también murió bregando en la arena política, justo un día elecciones a pocas horas de saber que las urnas lo habían convertido en el principal jefe del partido en el Valle del Cauca.

Ese capital político lo heredaron él y su hermano el exsenador José Renán Trujillo, aunque en los últimos años se ubicaron en orillas distintas, pues José apoyaba el santismo, y Holmes, por su parte, se había convertido en uno de los estandartes del Centro Democrático. Era uno de los funcionarios más visibles del gobierno del presidente Iván Duque, en el que como ministro de Relaciones Exteriores, tuvo una reconocida y crítica gestión contra el vecino gobierno de Venezuela y, luego, tras la salida del ministro de Defensa Guillermo Botero, se puso el camuflado y asumió este cargo.

Trujillo, heredero del liberalismo, en los últimos años (más de 15) había cambiado de bando político y se había vinculado al Centro Democrático, o mejor, al uribismo, pues cuando llegó a estas toldas ese partido aún no existía, pero él estaba enfocado en algún momento reemplazar a Uribe en la Casa de Nariño.

De igual manera, Trujillo destacó el avance que se lleva a cabo de la destrucción de infraestructura usada para la producción de drogas ilícitas, con el desmantelamiento al 15 de octubre de 4.215 laboratorios de drogas en el país. | Foto: Mindefensa

Y lo intentó en varias ocasiones. Primero participó en la consulta que realizaron con el exministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga y con el hoy embajador en Estados Unidos, Francisco Santos. Los tres con la intención de arrebatarle el poder a al entonces presidente Juan Manuel Santos, que era considerado un traidor para el uribismo. Holmes perdió, pero se sumó a la campaña de Zuluaga como fórmula a la vicepresidencia. Perdieron en la segunda vuelta cuando, en 2014, Santos fue reelegido.

Holmes, un tipo amable desde lo personal, pero terco desde lo electoral, siguió con su intención se ser presidente. Cuatro años después se presentó nuevamente como precandidato. En esta ocasión los candidatos eran, el novato senador Iván Duque y la también exministra de Defensa Marta Lucía Ramírez. Nuevamente fue derrotado en las urnas, pero fiel a la construcción del uribismo, aceptó la derrota y se convirtió en uno de los altos funcionarios más importantes del Gobierno Duque, en el que hasta hoy estuvo al frente de uno de los temas más espinosos: la seguridad y la defensa del país.

En el Gobierno Duque empezó como canciller y no faltó quienes dijeran que el hecho de perder las elecciones y formar parte del Centro Democrático, no era un cheque en blanco para asumir ese cargo. Pero se equivocaban, incluso funcionarios de la Cancillería decía que si bien no tenía carrera diplomática desde lo formal; su carrera había estado ligada estrechamente al servicio exterior por cerca de 20 años.

Fue precisamente en esa arena en la que debutó en lo público. En su primer cargo se desempeñó como cónsul y encargado de negocios en la embajada colombiana en Tokio, durante los gobiernos de Alfonso López Michelsen y de Julio César Turbay, donde también estuvo estudiando en la Universidad de Sofía.

Regresó a Cali, la ciudad que lo catapultó en la política, pues, aunque nació en Cartago, sus raíces vallunas lo instalaron en la capital del Valle del Cauca a donde llegó, en 1983, para ser secretario de Hacienda del alcalde Julio Riascos.

Ahí empezó a medirse en las urnas. Su debut lo hizo en 1988, cuando se convirtió en el primer alcalde de Cali elegido popularmente, aún con el apoyo de su papá congresista y tras derrotar al conservador Henry Holguín Cubillos. El entonces liberal Trujillo, se quedó con ese cargo.

Formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente a la cual también llegó en 1991, elegido en las urnas, en ese momento ya no contaba con el respaldo de su papá que había fallecido un año antes, pero Trujillo ya había construido un nombre en lo público. Formo parte de la comisión ordenamiento territorial.

Aun ondeando el trapo rojo del Partido Liberal, fue ministro de Educación en el gobierno de César Gaviria Trujillo. En gobierno de Ernesto Samper, también liberal, fue su alto consejero para temas de paz. Miembro del directorio de este partido y cuando Horacio Serpa dejó de ser ministro de Interior, en medio del convulso proceso 8.000 que atravesó ese Gobierno, tuvo un corto paso de seis meses por esa cartera.

En 1995 regresó al servicio diplomático en el que estuvo por casi dos décadas. Llegó a la embajada ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington. Luego el presiente Andrés Pastrana lo nombró embajador en Austria -concurrente en la ONU en Viena- y luego en Rusia.

Y le llegó el momento a Uribe y al uribismo. El jefe del Centro Democrático lo mantuvo en el servicio exterior, primero como embajador en Suecia y luego en Bélgica, donde también sirvió ante la Unión Europea.

Ya en Colombia, decidió enrutarse por buscar el respaldo en las urnas, Holmes trató de recuperar su caudal político en el Valle del Cauca, pero su tiempo en el exterior le había pasado factura. Se presentó como candidato a la Gobernación en 1993 y derrotado por Angelino Garzón con una holgada diferencia. Garzón llegó a los 700.000 votos y él apenas a los 160.000.

“Esta triste partida nos invita a reflexionar sobre el momento en que vivimos, esta pandemia ha cobrado la vida de más de dos millones de personas en todo el mundo y de más de 50.000 compatriotas. Sus estragos no se han ido y su amenaza está viva en todo el orbe”, aseguró el presidente en la madrugada de este martes al comunicarle a todos los colombianos.

Aunque desde 2013 tenía la mirada puesta en la Presidencia de la República, su último cargo fue como ministro de Defensa, donde no la tuvo fácil. El asesinato de líderes sociales; el aumento de las masacres a niveles que no se veía desde hace más de una década, producto de la lucha entre bandas disidentes y criminales que se formaron luego de la firma del acuerdo de paz con las Farc y su obsesión por reducir las hectáreas cultivadas con mata de coca fueron parte del su día a día.

Al igual que Botero, su antecesor en la cartera de Defensa, enfrentó un debate de moción de censura por no pedir perdón por los excesos de la policía en los disturbios del 21 de noviembre de año pasado, pero salió victorioso. Nuevamente fue citado por la presencia de tropas extranjeras en Colombia, y el debate nunca se dio.

Con las charreteras puestas desde el Ministerio de Defensa, no era un secreto que estaba a punto de dejar este cargo para patrullar de nuevo por la Presidencia, pero la covid lo sorprendió hace dos semanas cuando, el martes 14 de enero, se dio a conocer su dictamen. La situación era crítica y tuvo que ser desplazado de urgencia al Hospital Militar donde se mantenía bajo diagnóstico reservado. Hoy el país se despertó con la noticia de su fallecimiento.