Política
Catherine Juvinao se despacha contra la reforma a la salud, que pasa a tercer debate: “Genera incentivos perversos para más corrupción”
En conversación con SEMANA, la representante de la Alianza Verde habla sobre los artículos más problemáticos del polémico proyecto.
SEMANA: ¿Por qué ganó el Gobierno nacional en la Cámara de Representantes?
Catherine Juvinao (C. J).: Esto da para muchos análisis. Algunos dirán que votaron a conciencia, que apoyaron la reforma por convicción. Otros claramente estaban definiendo su voto en las últimas semanas, dependiendo de otros factores. Asimismo, los que hicimos críticas también tenemos distintas motivaciones. Algunos lo hacemos por la convicción de que nuestro trabajo es mejorar la reforma, otros lo harán porque simplemente hacen oposición y ya. Esto es variopinto y da para todos los análisis. Lo cierto es que la plenaria de la Cámara de Representantes, en su autonomía y por mayoría, ha aprobado esta reforma que apenas hasta hace dos semanas estaba bien enredada. Ya veremos qué pasa en el Senado de la República, donde la composición de fuerzas políticas es un poco distinta a la de la Cámara.
SEMANA: De los 133 artículos aprobados, ¿cuáles son los que más le preocupan?
C. J.: Casi todos. Nosotros creemos que la reforma tiene muchos problemas. Por eso yo la cuestioné tanto. Es porque la mayoría de la reforma es problemática. Parte de un diagnóstico equivocado, para empezar. El Gobierno justifica la reforma en una crisis financiera que es real, pero cuando uno va a revisar la reforma ve que está muy lejos de resolver la crisis financiera del sistema. Lo que probablemente va a hacer esta reforma es crear un hueco muchísimo más grave y estructural que el que ya tiene el sistema. Elimina controles, se inventa un pago anticipado del 85 % en la mediana y alta complejidad y va a financiar la oferta de los Caps, inclusive a los privados, que eso no tiene ningún sentido. Segundo, la reforma no está centrada en el paciente ni en la calidad del servicio. La reforma simplemente está centrada en quién maneja la chequera. Al punto que hoy ni siquiera logró ver la luz uno de los poquitos artículos que yo estaba convencida que eran buenos, que era el de la meritocracia en hospitales públicos.
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SEMANA: ¿Cómo cree que la reforma impactaría el servicio que reciben los colombianos?
C. J.: La reforma fragmenta muy peligrosamente los servicios de salud, porque el riesgo ya no lo maneja la EPS, sino que ahora todos lo gestionan de alguna manera. Los Caps, las entidades de mediana y alta complejidad, las gestoras, que son una figura que aparece en la mitad, que se traslapan las funciones con todo lo demás. También las redes integrales e integradas, y la burocracia nueva que crea la reforma, que son las coordinaciones regionales. Entonces el riesgo en salud queda totalmente difuso y los grandes perjudicados pueden ser los pacientes en una ruta de atención mucho más compleja, en donde no hay responsables claros. La reforma también acaba con un derecho fundamental, que es el de la libre elección. Este es uno de los vicios que hemos reclamado.
SEMANA: ¿Qué cree que puede ocurrir con los recursos con tantas instancias nuevas creadas por la reforma?
C. J.: La reforma no fortalece los controles a la corrupción. Más bien los debilita. La reforma crea unas nuevas burocracias, a las que además les asignan hasta el 1 % del total del presupuesto en salud. Eso para el otro año es más o menos entre 900.000 millones y un billón de pesos a una nueva burocracia que ellos le llaman Unidades Zonales de Planeación.
SEMANA: ¿Y los colombianos en zonas rurales, que son los que el Gobierno dice defender con la reforma, se verán beneficiados si se aprueba en el Congreso?
C. J.: La reforma no resuelve el tema de la oportunidad en citas con los especialistas ni la escasez de especialistas. La reforma no tiene cómo resolver ese problema. Es un problema de política educativa y de inversión. La reforma no contiene ninguna disposición concreta para la salud rural. Cuando nosotros inicialmente creímos que la reforma que se iba a presentar iba a estar concentrada en la salud rural, aquí solamente había un artículo, que era el 131, y no decía nada. Ni siquiera apropia los recursos para la formalización del talento humano en salud. Finalmente propone una transición que a nuestro juicio es imposible de materializar. Y si lo hacen a las patadas van a provocar el colapso del sistema.
SEMANA: ¿La reforma a la salud sobrevive una revisión de la Corte Constitucional?
C. J.: Es probablemente una de las reformas más viciadas del Congreso en los últimos años. No creemos que va a resistir el examen de civilidad en la Corte Constitucional. Por todos estos problemas, que si te das cuenta es casi toda la reforma, fue que nos opusimos de forma vehemente, pensando en el interés y en la salud de 50 millones de colombianos.
SEMANA: La reforma mantuvo los recursos para las EPS y eliminó el concurso de méritos para los gerentes de hospitales. ¿Ahí se acolita la corrupción?
C. J.: Una reforma a la salud, que supuestamente combate la corrupción, y no tocó la corrupción en un ápice en el articulado. Antes genera incentivos perversos para más corrupción. ¿Qué explica esto? Pues, la verdad, yo no sé. Yo tengo la misma pregunta. ¿Cómo es posible que el Gobierno no se la haya jugado a fondo por incluir en la reforma unas medidas verdaderamente anticorrupción? Que deberían empezar por sanear los hospitales del clientelismo y de la politiquería de los gobiernos locales. Digamos la verdad. Esta reforma, como lo hemos dicho durante meses, solamente se trataba de quién maneja la chequera. La chequera la tienen las EPS, ahora la va a tener ‘papá gobierno’ a cabalidad. ¿Va a resolver eso los problemas del sistema? No lo creo. De hecho creo que los puede agravar.
SEMANA: ¿Cómo valora el debate que se dio en la Cámara de Representantes?
C. J.: Efectivamente, el Senado tiene que ofrecerle al país un debate mucho más técnico, mucho más profundo, mucho más estructurado. El país se dio cuenta. En la Cámara de Representantes no hubo debate. Hubo peleas, eso sí. De todos los partidos contra todos los partidos. Quienes estábamos elevando nuestra voz crítica, al ver que no nos querían dar garantías, no pudimos hacer más que pelear también para hacernos escuchar. Pero realmente, en la Cámara de Representantes, y lo digo con vergüenza ante el país, no hubo un debate profundo, ni técnico, ni riguroso, ni transparente, ni garante, ni comprometido. El debate en la Cámara de Representantes fue mediocre. Los artículos se votaron en bloque a trancazos. Al Partido Verde se le expulsó con jugaditas de dos plenarias, que fueron en las que se aprobaron la mayoría de artículos problemáticos de la reforma.
SEMANA: ¿Pasa en el Senado de la República?
C. J.: Lo primero es que yo sí les solicito comedidamente a los senadores que por favor den un debate técnico, que hagan el esfuerzo. No es un tema fácil. Quienes intentamos hacer la tarea en la Cámara empezamos a estudiar la reforma hace más o menos diez meses, con los expertos, con los académicos. Ojalá que sea mayoría en el Senado los integrantes que hagan la tarea así. Por supuesto, tengo que decir que yo estoy convencida de que el presidente Name, que además es de nuestro Partido Verde, seguramente se la jugará por ofrecer un debate muchísimo más grande para todos los partidos, para todas las fuerzas políticas. Muy distinto a lo que vimos en la Cámara de Representantes. En el Senado tienen que dar un debate muchísimo más riguroso, técnico y profundo. Ya veremos qué sucede en el Senado, pero lo único que quizá me aventuro a decir es que allá la composición de las fuerzas políticas es diferente. Quizás el Gobierno no vaya a tener el sartén tan apretado, como efectivamente lo tenía en la Cámara.