política
Claudia López termina una de las peores y más incoherentes alcaldías en la historia de Bogotá
La gestión de la alcaldesa de Bogotá está marcada por sus constantes cambios de parecer frente a Petro, Duque, la Policía, el metro y otros temas cruciales para la ciudad. Siempre actuó como una candidata presidencial para 2026.
Si hay una característica que define a Claudia López, la saliente alcaldesa de Bogotá, es la incoherencia política. La mandataria siempre estuvo navegando al vaivén de su conveniencia, y no propiamente al de los intereses de la ciudad. Un día pensaba una cosa y, días después, todo lo opuesto.
Para empezar, su relación con el presidente Gustavo Petro es una prueba de ello. Aunque López fue fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en 2018, se distanció de él para irse a respaldar la campaña de Petro en la segunda vuelta de ese año. Un año después, cuando ganó la Alcaldía, en 2019, su relación con Petro, supuestamente, estaba rota. El metro elevado, que ella misma demandó colectivamente ante el Consejo de Estado, terminó siendo la manzana de la discordia con el hoy presidente. Para apoyarla, si ganaba las elecciones, Petro le exigió dar un giro hacia el metro subterráneo. Pero Claudia, curiosamente, se montó en el elevado que dejó contratado Enrique Peñalosa, a quien también había apoyado y luego criticó ferozmente.
Ya como alcaldesa, su relación con Petro fue de toma y dame. Él llegó a calificar sus decisiones como “fascistas”, habló de “un monstruo antidemocrático”, la acusó de “engañar al elector” y la cuestionó duramente por el manejo que le dio a la Policía en medio de las protestas. Por su parte, Claudia habló de “machismo, politiquería y egolatría” en referencia a Petro. Dijo que era “difícil” cogerlo en una verdad y lo catalogó como un “oportunista irresponsable”.
Durante el paro, en abril de 2021, Claudia se volvió a enfrentar con Petro y, en medio de las violentas protestas, le pidió: “No incendie más a Colombia y no genere más caos”.
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A Gustavo Bolívar, uno de los principales alfiles del petrismo, lo acusó de financiar la primera línea. Sin embargo, a esos jóvenes que decidieron actuar violentamente en las calles los defendía y los llamaba “mis muchachos”.
Pero, de manera incoherente, un año después, en 2022, en la segunda vuelta presidencial, la esposa de la alcaldesa, la senadora Angélica Lozano, fue a parar a la campaña de Petro, al igual que su entonces secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez. La pareja Claudia-Angélica había apostado por Rodolfo Hernández y Alejandro Gaviria. Al final, Claudia terminó apropiándose del triunfo de Petro y, el día de la victoria, escribió: “Al fin ganamos (...). Empezamos a escribir con toda ilusión una nueva página en la historia de Colombia. El cambio es imparable”.
Claudia siempre se ha dejado arrastrar por sus aspiraciones antes que por sus obligaciones como funcionaria, y, obviamente, volvió a cambiar. Ahora, de nuevo, es crítica de Petro, justo cuando el presidente se volvió impopular y tiene apenas un 26 % de aprobación, según Invamer, y los escándalos de su hijo Nicolás y Laura Sarabia, entre otros, han sacudido al Gobierno. ¿La explicación? Es que 2026 está cada vez más cerca. Quizá por ello ahora Claudia dice: “Petro es un caudillo populista de izquierda”.
Hace pocos días, después de un atentado contra un peaje en la vía al Llano, habló de una “Colombia potencia mundial del crimen, no de la vida”. Y lavándose las manos, como siempre, señaló a Petro: “Colombia retrocede al abismo del terrorismo, el descontrol del territorio y la inseguridad y la violencia contra la población ante la conducción errática del presidente como único comandante en jefe de las Fuerzas Militares y de Policía”.
Eso sí, la alcaldesa, fiel a su estilo, no asume ninguna responsabilidad por haberlo ayudado a elegir en la segunda vuelta de las elecciones de 2022. Pero, con toda seguridad, si le tocara reconciliarse con él por intereses electorales para aspirar a la Presidencia, el país sabe que lo haría sin sonrojarse. En el fondo de su alma no le costaría nada ser la candidata de Petro.
Con el entonces presidente Iván Duque actuó igual. En plena pandemia lo maltrató, incluso quiso competir con él, y trató de desprestigiarlo todo lo que pudo durante la emergencia sanitaria. “Al presidente no le toca salir a trabajar, salir a la calle”, decía Claudia, airada. También se le enfrentó con amenazas: “Sobre mi cadáver abren el aeropuerto”.
La alcaldesa afirmaba: “¿Dónde está el Gobierno nacional? ¿Contemplando impávido cómo se expande peor que el coronavirus la pandemia de la matanza de jóvenes humildes? ¿Dónde está el presidente más joven que haya tenido Colombia?”. A Duque lo llegó a señalar de “cobardía” y “falta de liderazgo”. Paradójicamente, en pleno encierro, mientras la alcaldesa les exigía a las personas quedarse en casa y que solo un miembro de la familia saliera a proveerse de alimentos, fue captada por las cámaras mercando con su esposa.
Pero con Duque todo cambió y llegó una inesperada luna de miel. Antes de finalizar el Gobierno, hasta lo condecoró y le reconoció que había trabajado para cambiar la vida de millones de personas. E incluso, en medio de sus enfrentamientos de hoy con Petro, aseguró que Duque luchó más contra la pobreza en su mandato que lo que ha hecho Petro en el suyo.
Claudia, quien se mostró empática en la campaña, tampoco cumplió lo que prometió con respecto a la Policía. Aseguró que sería la “jefe” y que haría “temblar a los delincuentes”. La realidad es muy distinta. Los delitos se dispararon y su actitud siempre fue culpar a los uniformados. Así lo hizo durante las protestas, atacando a los integrantes del Esmad, señalándolos de sacarles los ojos a los jóvenes y culpándolos. Nunca los respaldó. Sin embargo, en los momentos más críticos, siempre tuvo que recurrir al Esmad para recuperar el orden público.
Causó hilaridad el día en que se conoció en redes sociales un video en el que ella aparecía disfrazada de militar, hablándole a un contingente. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué Claudia empezó a cambiar su posición frente a la Fuerza Pública? Quizás en este momento siente que le trae más réditos políticos. Pero la gente ya la conoce y sabe que no es confiable y que, más bien, políticamente parece una veleta. Ella se arrima al árbol que más sombra le dé.
La alcaldía de Claudia López fue un fracaso en materia de seguridad. En su administración, según las cifras más recientes del propio Distrito, se dispararon los homicidios, los secuestros, los hurtos a personas, a viviendas y el robo de carros.
En la historia también quedará grabada su xenofobia contra los venezolanos. Contra ellos descargó su incapacidad para gobernar y mantener el control de la capital del país. Es imposible olvidar aquella humilde vendedora ambulante que la abordó mientras hacía un video para sus redes sociales. La mujer le pidió ayuda y la respuesta soberbia y déspota de Claudia: “Trabaje, sumercé, trabaje”. Claudia siempre estuvo envuelta en la polémica. Así ocurrió a raíz del inconformismo de la ciudadanía por las medidas de pico y placa. A los críticos los invitó a vender el carro.
Con Carlos Fernando Galán fue implacable en el pasado. “Carlos Fernando, por favor, no te conviertas en el Neymar de la política”, le dijo en 2019, en plena campaña a la alcaldía. Unos años atrás, en 2014, Claudia había sido ofensiva con él: “Si Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara vieran la calaña de candidatos y prácticas a las que sus hijos le lavan la cara, morirían de tristeza”. También dijo: “Cambio Radical trafica votos por casas, puestos y contratos mientras Galán y Lara sirven de lavaperros”. Recientemente, tras el triunfo de Galán, Claudia volvió a cambiar de opinión y dijo que la ciudad “quedaba en buenas manos”.
Ahora Claudia López, indiscutiblemente, emprende su carrera hacia una candidatura presidencial en 2026. Aunque pondrá en marcha una estrategia para verse como le convenga ante el electorado, la gente ya sabe cómo es ella realmente. Si le toca, es de izquierda y petrista. Y si le toca, también se puede vestir de derecha y ser antipetrista. Una prueba de su incoherencia en la política.