POLÍTICA
Danilo Rueda se fue del cargo con más pena que gloria; estas son las verdaderas razones de su salida del Gobierno Petro
El exalto comisionado de Paz se va con más pena que gloria. El polémico ‘defensor de derechos humanos’ deja un país violento, con más secuestrados, menos desminado y grupos armados fortalecidos.
Con la salida de Danilo Rueda como alto comisionado para la Paz, la política de paz total de la que tanto habla el presidente Gustavo Petro desde que llegó al poder fracasó. Esta semana el mandatario anunció en un escueto mensaje que Rueda será reemplazado en sus funciones por Otty Patiño, quien, por ahora, también seguirá como jefe negociador del Gobierno en los diálogos con el ELN. “Los procesos hacia la paz del país serán dirigidos por Otty Patiño; agradezco a Danilo todo su inmenso esfuerzo”, dijo Petro.
La salida de Rueda estaba cantada aunque Petro no quería entregar su cabeza a la oposición y por eso la decisión final se tomó hasta ahora. La relación del excomisionado con el mandatario se fue enfriando conforme pasaban diferentes hechos que generaron molestia en la Casa de Nariño.
Su experiencia como defensor de derechos humanos fue la carta para que Petro lo nombrara en agosto de 2022 en el cargo. Tenía línea directa con todos los grupos criminales, sabía moverse en remotos parajes del país para reunirse con los bandidos y se pensó que sería el hombre clave para lograr la paz total.
Sin embargo, hizo cometer muchos errores al presidente Petro quien confió totalmente en él. El 31 de diciembre de 2022 se reunió con el mandatario para decirle que tenía listo el cese al fuego bilateral con cinco grupos criminales: la Segunda Marquetalia, las disidencias de las Farc, el ELN, el Clan del Golfo y las Autodefensas de la Sierra Nevada. Petro lo anunció minutos antes de acabar el año porque creyó ciegamente en Rueda. Lo que muchos calificaron como una labor audaz, fue realmente la discusión en la que Petro empezó a perderle confianza. El 3 de enero de 2023, el Comando Central del ELN desmintió al mandatario y lo hizo pasar un oso mundial ya que no hay registro reciente en el que un grupo criminal diga que el presidente de Colombia está diciendo mentiras. Nunca hubo acuerdo con esa guerrilla y los otros delincuentes aprovecharon la medida para fortalecerse.
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Petro entró en ira, quiso sacarlo del cargo de inmediato pero la intermediación de Laura Sarabia, entonces jefa del despacho presidencial, y otros negociadores del Gobierno en los diálogos con el ELN hicieron entender al mandatario que enviaría un mensaje errado si lo sacaba de la oficina de Paz.
Aunque públicamente se mostraba una relación cordial, lo cierto es que desde aquel episodio Rueda andaba como una rueda suelta. Nadie sabía sobre sus movimientos, no hablaba con nadie, no se conocían los avances de los contactos con delincuentes y pocas veces iba a la Casa de Nariño a informar los adelantos sobre la paz.
Según fuentes del Ejecutivo, Petro quiso darle tiempo para que consolidara los diferentes frentes de diálogo que abrió, pero ninguno avanzó. Otra molestia en Palacio fue porque Rueda pidió al Fondo de Programas Especiales para la Paz más de 8.000 millones de pesos para “contratar el servicio de vuelos de apoyo a todo el territorio nacional” para la oficina de Paz. Rueda se movía en avionetas y helicópteros pagados por los colombianos, para visitar delincuentes e intentar impulsar la paz total, pero sin resultado alguno.
Sumado a todo ello, lo que llevó a Petro a sacarlo del cargo fue conocer que Rueda no tenía diálogo con el Ministerio de Defensa, que no quería rendirle cuentas a nadie y que hablaba más con los bandidos que con el propio Gobierno. Un funcionario cercano al mandatario le dijo a SEMANA que Rueda actuaba a título personal y que nunca entendió que él representaba al Estado. “La muestra son las fotos que se conocen en diferentes regiones, parecía amigo personal de los diferentes comandantes y no un comisionado de Paz”, dijo.
Todos esos detalles generaron que Petro se cansara definitivamente diez meses después de que quiso sacarlo por primera vez en enero de este año. Incluso, se confirmó que otros funcionarios del Gobierno aprovechaban cualquier encuentro con el mandatario para recomendarle que diera un giro a su política de paz. Uno de los negociadores del Ejecutivo en los diálogos con el ELN aseguró que hace mes y medio existió el rumor de que Álvaro Leyva asumiría las funciones de Rueda, pero Petro lo descartó, supuestamente, por el desgaste que tiene el canciller ante el Congreso y diferentes sectores políticos.
Para algunos expertos la llegada de Patiño al cargo obliga a que sea nombrado un nuevo jefe negociador del Gobierno con el ELN. Petro no fue claro en su mensaje y dejó la puerta abierta. El lío de fondo es que las nuevas funciones de Patiño podrían generar falta de confianza en el grupo guerrillero porque conversaría al mismo tiempo con otros grupos, sin embargo, el senador Iván Cepeda confirmó que por ahora Patiño seguirá asumiendo ese rol mientras se espera una decisión presidencial.
Según un exalto funcionario que estuvo cerca de esas funciones, pero que pidió reserva de su nombre por sus actividades actuales, Rueda cometió otros errores en su gestión que le costaron el cargo.
La falta de conocimiento institucional del exfuncionario quedó al descubierto. Se trata de un cargo que necesita experiencia en la implementación de políticas públicas y conocer el funcionamiento del Estado de derecho y sus límites. Más allá de su ideología de izquierda, Rueda rompió la institucionalidad.
También le pasó factura el alto número de secuestrados en medio de un mandato que se vanagloria de ser la paz total. Solamente con respecto al ELN, según ha reconocido el mismo grupo guerrillero, habría unas 30 personas privadas de la libertad. Eso en medio de un cese al fuego bilateral.
Un tema que ha pasado de agache pero que es muy preocupante y recuerda las peores épocas de violencia en el país es el del desminado. Según algunas fuentes del gobierno anterior, con Duque se entregaron unos 200 municipios libres de minas antipersonal, mientras que durante la gestión de Rueda eso se dejó de lado. “Hoy Colombia no es un país que esté cerca de ser libre de minas”, aseguró el exfuncionario. Solo entre el 7 de agosto de 2022, día de la posesión de Petro, hasta el 28 de febrero de 2023 se registraron en el país 289 casos de víctimas por minas antipersonal.
La implementación de los acuerdos de La Habana con las Farc fue otra de las grandes falencias de Rueda. Desde la oficina del alto comisionado se dejó relegado ese tratado, tanto así que algunos excombatientes le reclamaron en varias ocasiones, a pesar de la cercanía ideológica con Petro.
La representante Carolina Arbeláez, de Cambio Radical, denunció que desde la Presidencia se ejecutó el 0 por ciento de los recursos para la implementación durante 2023. A eso se le suma la renuncia de Gloria Cuartas, en septiembre, quien dirigía la unidad de implementación del acuerdo con las Farc.
En materia de relaciones internacionales el papel de Rueda en temas de paz fue nulo. El canciller Álvaro Leyva tomó el protagonismo y siempre fue quien habló en escenarios del exterior.
Queda la duda de si fue buena decisión que Rueda asumiera las funciones tanto de la implementación como de las negociaciones, que en gobiernos anteriores estaban distribuidas en dos cargos. Para algunos exfuncionarios es un buen planteamiento, ya que Juan Manuel Santos había decidido tener dos frentes para crear más cargos y dar mayor juego burocrático. “La política de paz tiene que ser una sola”, afirmó uno de ellos.
Uno de los mayores escándalos que habría podido costarle el puesto a Rueda fue decir que Iván Márquez estaba vivo, en Colombia y que se había reunido en varias ocasiones con el líder guerrillero prófugo de la justicia. Más allá de que tendría permiso por su rol para adelantar esas conversaciones, el problema de fondo es que al mismo tiempo hablaba con Iván Mordisco, líder de las disidencias de las Farc (Estado Mayor Central), uno de los grandes enemigos de Márquez. Eso pudo haber generado dudas en las disidencias, que también rompieron conversaciones con Rueda.
En su despedida, el exalto comisionado de Paz recordó a cada uno de los criminales con los que conversó y dijo que “la vida sigue”. Ante las preguntas de la prensa fue evasivo y soberbio, como se caracterizó por ser siempre. Mientras tanto, el país queda con un alto índice de violencia y unos grupos armados fortalecidos, que recuerdan a las peores épocas que tuvo que vivir Colombia en materia de conflicto armado.