Congreso
“Donde quiera que toquemos el sistema carcelario bota pus, está podrido”, dice presidente de Comisión accidental para tratar el tema en el Congreso
El senador por la Centro Esperanza-Alianza Verde Gustavo Moreno anunció un debate de control político por fiesta denunciada en la cárcel La Picota y revelada por SEMANA hace algunos días.
¿Cómo será la instancia que se creó en el Congreso para el tema penitenciario?
Este lunes estamos instalando la mesa interinstitucional para la crisis penitenciaria y carcelaria del país. La Corte Constitucional, hace 24 años, declaró el estado de cosas inconstitucionales por la crisis penitenciaria y carcelaria. Por eso el pasado 20 de julio conformamos una comisión accidental para este tema y hemos invitado a todas las entidades públicas que tienen que ver con el tema y con la política criminal.
¿Qué acciones se han desarrollado para hacerle frente a esta problemática?
Hemos planteado que necesitamos una reforma estructural y de fondo a la crisis carcelaria que tiene el país y parte de esto es la instalación de esta mesa interinstitucional con el ministro de Justicia, los presidentes de las altas cortes, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación, el Inpec, personas privadas de la libertad, sus familiares y el Congreso para ver cómo adelantamos un debate de control político por este tema y una reforma estructural y de fondo al sistema.
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Usted es presidente de la Comisión accidental que se creó en el Congreso para este tema. ¿Qué opinión le merecen escándalos como los que se conocieron recientemente de fiestas y licor en las cárceles?
Hay una corrupción evidente en las cárceles y lo veníamos anunciado. Hace quince días estuvimos en la cárcel La Picota, precisamente, y evidenciamos el tema de la corrupción. Donde quiera que toquemos el sistema carcelario bota pus. Hoy el carcelario está podrido, es corrupto y necesita ser modificado y estructurado y eso lo seguiremos denunciando. Hace unos días estuve en la estación de Policía en Chambacú, en Cartagena, donde supuestamente fueron violadas el 30 de septiembre 16 personas privadas de la libertad.
Y en la visita a la cárcel La Picota, ¿qué más detectaron?
Allí estuvimos con la senadora Soledad Tamayo y evidenciamos el trato diferencial para las personas privadas de la libertad, en el que hay detenidos estrato 1 y estrato 6. Además, hay poder económico, político y criminal, que es un coctel que permite la corrupción. Hay que revisar la función del Inpec y preguntar cómo llegaron esos poderes. Haremos un debate de fondo en la plenaria del Senado para indagar cómo llegó el alcohol, los cantantes vallenatos y cómo se hizo una fiesta de seis días. sin que nadie la anunciara ni se diera cuenta, en el interior de ese centro penitenciario, básicamente los guardias que estaban de turno esos días. Eso no solamente pasa allí, sino en otros centros penitenciarios del país.
¿Qué se debería hacer para que no se vuelvan a presentar estos problemas en las cárceles?
Le he planteado al Gobierno nacional y al ministro de Justicia que hay que intervenir el Inpec. Hoy este instituto tiene 86 sindicatos. Se comprueba que un guardia ayudó a ingresar un celular, alcohol y no pasa nada porque tienen el fuero sindical. Le he pedido al Gobierno nacional que revisemos el Inpec y sus 86 sindicatos. También le he pedido al ministro de Justicia que revisemos cómo descongestionamos las cárceles, porque no están cumpliendo con su principal rol, que es la resocialización. Hay un hacinamiento del 232 % en los centros carcelarios. Hay que mirar la justicia restaurativa para descongestionar las cárceles.
¿Cómo se podría hacer esto?
La próxima semana, por ejemplo, estaré radicando un proyecto de ley que se llama “cárceles productivas” para que las volvamos autosostenibles, como funciona en otros países, en los cuales hay industrias penitenciarias. Se trata de que las personas privadas de la libertad tengan la oportunidad de trabajar en el interior de los centros penitenciarios. Un ejemplo de esto es la cárcel de Acacías, que es una colonia agrícola, en la que las personas están trabajando, se están resocializando y ocupando su tiempo de ocio. Hoy la mayoría de las cárceles son universidades del delito.