Política
“El Acuerdo Nacional de Petro es un ‘síganme los buenos y hagan lo que yo digo’”: Rudolf Hommes
Diferentes sectores políticos todavía no entienden en qué consiste concretamente esa idea que lanzó el mandatario de los colombianos.
Para el trámite de las reformas que se radicaron en el Congreso y para el estudio de las próximas que se presentarán, el presidente Gustavo Petro ha hablado en varios escenarios sobre un ‘acuerdo nacional’, pero nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste ni cómo se logrará.
Diferentes sectores políticos le han preguntado al Gobierno cómo se logrará dicho acuerdo, pero todo está quedando en reuniones del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, con algunas bancadas que son declaradas de gobierno.
Como por ahora ese diálogo no se ha extendido a la oposición, no hay certeza de qué va a pasar ni de cómo se lograrán los consensos de los que hablan para el trámite de las reformas del presidente Petro.
Por esa razón, el exministro de Hacienda, Rudolf Hommes, indicó que no es optimista ante esa propuesta porque el presidente tiene un carácter fuerte que le impide sentarse a dialogar con diferentes sectores.
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“Cuando el presidente habla de eso es como un ‘síganme los buenos y hagan lo que yo digo’. Un acuerdo nacional se trata de sentarse a negociar con el presidente para hacer algo que no va a hacerle daño a la economía y al país a largo plazo. Tienen ideas diferentes. Todos queremos un acuerdo y ojalá lo lográramos, pero no me parece que el Gobierno quiera eso y, la verdad, algunas de las reformas no son buenas”, dijo Hommes.
En ese sentido, no teme en afirmar que, probablemente, el ‘acuerdo nacional’ no existirá, pero que el tiempo dirá si se consolida ese diálogo con sectores políticos, sociales y económicos del país.
“Cuando hay una desaceleración como la que estamos viviendo, que significa que la economía está prácticamente parada, aunque todavía no estamos decreciendo, pues hay que hacer algo. El Gobierno podría acelerar el gasto, sobre todo en inversión. Pero esa prudencia es perjudicial en estos momentos y debería ser más propenso a gastar en infraestructura y en cosas que necesita el país”, agregó.
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SEMANA: En redes sociales ha estado muy activo y preocupado por el Gobierno Petro. ¿Por qué?
Rudolf Hommes: Lo primero que debo aclarar es que no estoy haciendo oposición, pero sí estoy bastante preocupado por la posibilidad de que fracasen las cosas que ellos (el Gobierno) quieren hacer. Ahora, es una opinión mía y también puedo estar equivocado. Lo que estoy haciendo es advertir los peligros porque hay temas que me tienen aterrado.
SEMANA: ¿Cuáles?
R.H.: Me tiene aterrado la reforma a la salud porque estoy convencido de que hay una improvisación absoluta. Imagínese usted que pasara la ley y de inmediato no se sabría qué pasará con 50 millones de personas con problemas de salud, ni cómo las van a manejar. No van a poder prescindir de las EPS, eso no podrán hacerlo, entonces deberían reconocerlo y principiar un modelo de transición para llegar a donde quieren al cabo de cinco años, por ejemplo, con ayuda de las mismas EPS, pero no hacerlo abruptamente porque que creo que nos va a costar muchísimo.
SEMANA: Antes de entrar en materia sobre sus preocupaciones, ¿por qué aclara que no está haciendo oposición?
R.H.: Porque por una crítica no lo pueden matricular a uno con la oposición. Yo estuve a favor del cambio de gobierno y a favor de que Petro ganara, pero francamente pensé que él iba a hacer algo un poco más concordado, más democrático. En realidad lo que tengo es mucha angustia porque estamos perdiendo el tiempo en unas discusiones estériles, son personas tratando de imponer su punto de vista y, si no cambian de posición, es muy probable que no logren aprobar esas reformas.
SEMANA: El presidente Petro lleva un año en la Casa de Nariño y algunos dicen que ha perdido el tiempo. ¿Había visto algo así en gobiernos anteriores?
R.H.: Sí, en el de Iván Duque que perdió un año por caprichoso. ¿Es igual, no? Es decir, Duque se empeñó en acabar con el proceso de paz, pero afortunadamente no pasó. Pero él perdió el primer año y en el segundo ya le tocó la pandemia, así que realmente solo pudo gobernar un año. Es que cuatro años es un periodo corto, si uno quiere sacar unas reformas tiene que hacerlo en los primeros 24 meses, después no se hará.
SEMANA: Pero el expresidente Duque pasó por el Senado un periodo y llegó a la Casa de Nariño. Gustavo Petro ha estado toda su vida metido en la política y prometió muchas cosas…
R.H.: Pues Duque tenía menos experiencia, sí. Pero también perdió un año y lo perdió por obstinado.
SEMANA: ¿Entonces a Gustavo Petro le está pasando lo mismo?
R.H.: Cuando inició el gobierno de Petro escribí que se cuidara de no hacer lo que hizo Duque, que fue perder el primer año por obstinado.
SEMANA: ¿Entonces Petro es obstinado?
R.H.: Pues sí, pero ya el primer año pasó y ya está en el segundo.
SEMANA: Volvamos a las reformas. Carolina Corcho era el coco de la reforma a la salud, pero la incertidumbre y zozobra continúan…
R.H.: Yo pensaba que Guillermo Alfonso Jaramillo, a quien conozco y aprecio, sería mucho más flexible y abierto al diálogo, pero no. Es Carolina Corcho, pero hombre. Y todo esto es porque el jefe no lo deja.
SEMANA: ¿Petro?
R.H.: Sí
SEMANA: ¿Qué más le preocupa de esta reforma?
R.H.: Que no es posible hacer un cambio abrupto como lo quieren hacer. No tienen las herramientas, manejar la salud de 50 millones de personas no es fácil. A las EPS les ha tomado 30 años aprender eso y, aunque no lo están haciendo del todo bien, pues ahí van. Pensar que unos funcionarios, la mayoría de ellos sin experiencia, van a cambiar la salud es poco creíble. Es una irresponsabilidad, francamente.
SEMANA: ¿Aciertan quienes dicen que la salud volvería a ser como el modelo del Seguro Social?
R.H.: Sería mucho peor porque no tienen las herramientas para un buen manejo. Fíjese cuando fueron a repartir unos subsidios en el enredo en el que se metieron. Entonces darle la salud a 50 millones de personas de Colombia va a ser mucho más difícil que dar unos subsidios y no lo podrán hacer.
SEMANA: Todos los sectores reconocen que el sistema tiene problemas, pero todos están de acuerdo en que las EPS no se deben acabar. ¿Cuál es la solución?
R.H.: Hacer una gran reforma en el sector rural y zonas marginadas para que llegue la salud allí. Las EPS podrían ser contratadas para eso y hacerlo bien. Hay que crear los centros de atención primaria, crear los sistemas para que eso funcione. Me parece que se podría usar la experiencia de las EPS para sacar eso adelante. Lo otro es entender que, como está el sistema, siempre va a tener un lío financiero y siempre va a tener un lío grande por la cantidad de gente sin atender, la demanda va creciendo sin límite. Entonces, si la salud pasa a manos del Estado, fuera de la inexperiencia, van a encontrar muchos problemas que no sabrán resolver. Sí se necesita una reforma, es urgente hacerlo, pero tendría que ser consensuada con las instituciones que están dando el servicio; y segundo, dar un periodo de transición de por lo menos cinco a diez años para que se llegue a una cosa completamente estatizada y ojalá muy eficiente, si se quiere. Personalmente no recomendaría eso, pero si eso es lo que quieren, bueno, hagámoslo, pero démonos un tiempo para que eso funcione.
SEMANA: Varias EPS han alertado sobre los problemas financieros, pero la respuesta del ministro de Salud es que todo está muy bien. ¿Está equivocado Guillermo Alfonso Jaramillo?
R.H.: No hay peor ciego que el que no quiere ver o al que no lo dejan ver. En este caso, si no se resuelve el problema financiero, nunca vamos a tener problemas de salud resueltos. Ahora, yo creo que al Gobierno le da una pereza terrible tener que financiar a las EPS, pero las EPS son las que tienen todas las herramientas para que ellos no fracasen.
SEMANA: ¿El Gobierno quiere asfixiar a las EPS?
R.H.: Pues esa fue una amenaza de la exministra Corcho. A mí me pareció algo irresponsable y siempre queda la sospecha porque, como ella lo anunció, eso no es legítimo, pero queda la duda.
SEMANA: Hablemos de la gasolina, porque es otro tema que tiene en jaque a los colombianos y hay una idea de implementar una tarifa diferencial. ¿Es viable?
R.H.: La política más acertada era la de subir el precio como lo hicieron para resolver el tema fiscal, había un hueco fiscal grandísimo fiscal que en buena parte se está solucionando. Pero dar tarifas diferenciales es una locura. Primero será para los taxis, después buses, camioneros, después para ancianos y estudiantes. Entonces van a terminar como Argentina donde hay 10 o 15 tasas de cambio, cada una con nombre especial, y hay una cantidad de trampas e impostores para poder llegar al subsidio. Eso no funciona.
SEMANA: ¿Entonces el Gobierno ha sido flexible, le han faltado pantalones en este tema?
R.H. Pues sí, los tuvieron al principio, pero como hubo protestas, entonces echaron para atrás y francamente acabaron con una buena política.
SEMANA: ¿Hay solución al incremento mensual o es algo inevitable por el fondo de estabilización?
R.H.: Hay que hacer algunos ajustes, probablemente no mensualmente, pero sí hay que hacerlos. Ya los pasos que se han dado, no hay que echarlos para atrás.
SEMANA: Lo cierto es que el precio del combustible está afectando a la clase media y baja…
R.H.: A todos se nos ha duplicado porque la inflación nos tiene locos. Y esa política, curiosamente, ayuda a que la inflación se vaya más rápido.
SEMANA: Hablemos de la reforma laboral porque está claro que no generará empleo. ¿Qué opina?
R.H.: Nosotros tenemos el temor de que es para reducir el empleo, porque se están dando demasiados beneficios a la gente que ya está empleada y sobre todo si ya tienen protección sindical. Hay una mayoría de gente que está en la calle y está en el rebusque que, con alguna de las políticas que están tratando de aprobar en esa reforma, van a quedar más debilitados para conseguir empleo. Creo que la reforma, no he leído la última versión, dicen que es peor que la anterior, lo que va a crear es más desempleo. Esa reforma debería ser concertada, porque podría haber efectos muy graves sobre la sobre la producción, la insatisfacción, la inseguridad y no se pueden hacer imposiciones.
SEMANA: ¿Pero cómo lograr acuerdos cuando nadie en el país le ha entendido al presidente Petro en qué consiste el ‘acuerdo nacional’?
R.H.: Cuando el presidente habla de eso es como un ‘síganme los buenos y hagan lo que yo digo’. Un acuerdo nacional se trata de sentarse a negociar con el presidente para hacer algo que no va a hacerle daño a la economía y al país a largo plazo. Tienen ideas diferentes. Todos queremos un acuerdo y ojalá lo lográramos, pero no me parece que el Gobierno quiera eso y, la verdad, algunas de las reformas no son buenas.
SEMANA: Entonces el tal ‘acuerdo nacional’ no existe…
R.H.: Pues probablemente no.
SEMANA: Otra de las críticas al Ejecutivo es por la baja ejecución. Usted fue ministro de Hacienda, por lo que conoce el tema perfectamente. ¿Qué está pasando?
R.H.: Cuando hay una desaceleración como la que estamos viviendo, que significa que la economía está prácticamente parada, aunque todavía no estamos decreciendo, pues hay que hacer algo. El Gobierno podría acelerar el gasto, sobre todo en inversión. Pero esa prudencia es perjudicial en estos momentos y debería ser más propenso a gastar en infraestructura y en cosas que necesita el país.
SEMANA: ¿Está preocupado por el futuro económico del país?
R.H.: El Gobierno ha tomado unos caminos que me parecen contrarios al crecimiento. Si se quiere mejorar la situación de la gente más pobre, tenemos que crecer y crecer mucho más de lo que crecíamos en el pasado, que era más o menos el 3%.
SEMANA: ¿Qué opina del escándalo de Nicolás Petro, afecta la gobernabilidad del presidente Petro?
R.H.: Pues yo creo que, si somos prácticos, no debería afectar. Lo que pasa es que es una tragedia familiar que afecta al presidente. Si yo tuviera esa situación con un hijo, estaría muy limitado y preocupado. Incluso, algunas de las decisiones podrían ser equivocadas. Es difícil hacer caso omiso de eso, pero ojalá se resuelva y la verdad no quisiera estar en los zapatos del presidente Petro.
SEMANA: El presidente Petro ha tenido 29 ministros en un año. ¿Eso no genera una inestabilidad?
R.H.: Sí, lamentablemente sí. Sobre todo, un mal ambiente de trabajo, si yo fuera ministro y a mí me dijeran como: ‘mire, si no cumple, lárguese’, pues me largo. Yo creo que muchos de los ministros están cansados del maltrato y eso es contraproducente. No va a ayudar a mejorar nada.
SEMANA: ¿El presidente Petro los maltrata?
R.H.: Pues no creo que esté inventándome nada, pero no conozco la primera empresa que funcione donde haya una persona en la cúpula diciendo: ‘si no me cumplen, los echo’. En el siglo XX eso ya había pasado de moda.
SEMANA: De otro lado, se ve un presidente muy tranquilo con los grupos criminales. ¿Le ve futuro a la ‘paz total’?
R.H.: Yo he sido siempre partidario de la paz y uno debe respaldar los esfuerzos por hacer la paz. Pero sí tenemos muchas dudas sobre la viabilidad de lo que están haciendo y no me atrevo, porque no soy experto en el tema, a sacar cálculos. Pero esta negociación con criminales lo deja a uno nervioso. El Gobierno cree que lo puede lograr, pero no sé qué se puede ofrecer a estos señores y que sea distinto a lo que quiere el ELN, que es mantener las armas y el control del territorio. Uno no puede volver esto en una república federal con territorios manejados por distintas personas que están sustituyendo al Estado. Eso sería destruir la unidad de Colombia y el papel del Estado.
SEMANA: 1,2 billones anuales se usarán para pagarles a jóvenes para no matar. El Gobierno dice que no es así, pero el presidente Petro así lo manifestó. ¿Qué opina?
R.H.: Los programas de empleo de emergencia me parecen bien, por ejemplo, para mujeres jóvenes, mayores de 50 años o sectores específicos. El presidente cometió un error al ponerle a eso vínculos de que es para que no maten, yo creo que es para que trabajen.
SEMANA: El 5 de junio de 2022 usted dijo que apoyaba a Petro porque “generaba una política económica razonable y un cambio a largo plazo para el país”. Después de 14 meses, ¿se arrepiente?
R.H.: En ese momento estaba hablando de las similitudes con Alfonso López Pumarejo y yo pensé que Petro iba a tratar de hacer algo parecido. Una de las razones por las cuales yo pensé que era muy buena idea el cambio y apoyar a este señor (Petro), era que haría algo parecido a lo de López Pumarejo, un ambiente de armonía en el país y de progreso, pero está haciendo todo lo contrario. Me parece que muchas de las cosas que están proponiendo son destructivas. Eso en primer lugar es un desperdicio porque hay muchas cosas que todavía funcionan bien y está creando una hostilidad que es absolutamente innecesaria. Este sería un momento para reflexionar y decir: ‘bueno, ¿por qué no paramos y nos sentamos a ver si podemos trabajar juntos?’ ¿No? El presidente no quiere sino tratar con la gente que piensa como él. Pero si no negocia con los demás, pues va a vivir permanentemente en conflicto. Lo segundo es que yo sí quería un cambio y que se abrieran caminos para la gente marginada, pero he tenido una desilusión porque en la práctica no se está haciendo nada de eso. No veo que se esté haciendo nada para mejorar la situación de los pobres. Deseos hay, pero no veo esas acciones y en eso me parece que el Gobierno es desilusionante.
SEMANA: Ya nos dijo que el Gobierno Petro desilusiona, pero no me ha respondido si se arrepiente de apoyarlo…
R.H.: Alguien tomándome del pelo dijo que yo no era petrista sino petriste (risas). Entonces sí, estuve en algún momento mortificado y tal, pero ahora estoy triste porque creo que se perdió una magnífica oportunidad y, si no cambia él (Petro), pues vamos a perder tres años más y eso para un país pobre es una pérdida inmensa.
SEMANA: Dicen que el presidente Petro está enfermo y en el Congreso quieren solicitar un examen médico. ¿Está de acuerdo?
R.H.: En cierta forma, es una falta de respeto esa solicitud. Hemos tenido presidentes con problemas de salud y no ha pasado nada. Si el presidente tuviera algún impedimento, pues uno esperaría que él lo manifestara, pero no creo que sea bueno ponerlo contra la pared.