ENTREVISTA
El alcalde de Cali, Alejandro Eder, hace confesiones personales, habla de la recuperación de la ciudad y entrega cifras atractivas de la COP16
El alcalde Alejandro Éder habló con la directora de SEMANA, Vicky Dávila. Hizo confesiones personales y religiosas, explicó cómo avanza la recuperación de la ciudad y entregó cifras atractivas de la COP16.
VICKY DÁVILA: Usted logró ser alcalde de Cali, ¿cuánto tuvo que trabajar para alcanzar ese sueño?
ALEJANDRO ÉDER: Mi sueño no es ser alcalde de Cali, es servir a Colombia, es un sueño que tengo desde muy pequeñito. Yo crecí en Cali hasta los 6 o 7 años. Cuando era pequeño, como muchas familias colombianas, sufrimos la tragedia de la violencia. Una tía fue secuestrada, intentaron secuestrar a mi madre, no pudieron, lo hicieron con mi tía, y eso causó que nos tuviéramos que ir del país. En la década de los ochenta hubo muchos secuestros. Muchos familiares tuvieron que salir de Colombia porque sufrieron los efectos de la violencia. Siempre recuerdo el punto en que decidí que me iba a dedicar a trabajar por el país.
V.D.: ¿Cuál fue?
A.E.: Una vez, cuando tenía 12 años, vivía en Washington y llegué a mi casa y mi mamá estaba llorando porque le acababan de secuestrar a otro primo. Yo le dije: “Mamita, ¿por qué lloras?”. Y ella levantó la cabeza y, en tono de regaño, me respondió: “Venga para acá y llame a su hermano”. A ambos nos expresó: “Niños, Colombia está como está porque personas como nosotros no hacemos lo suficiente por el país y ustedes tienen que volver al país y trabajar por la paz de Colombia”. Yo le respondí que sí, que tranquila, que cuando fuera grande trabajaría por la paz y, en efecto, es lo que he hecho. Evidentemente, viví muchos años por fuera, me devolví a terminar el colegio, me gradué en el Bolívar en Cali. En 2001 trabajaba en una banca de inversión, al frente de las Torres Gemelas, y fui testigo de los ataques del 11 de septiembre. Ese día llegué cinco minutos tarde al trabajo y, seguro, si hubiera llegado a tiempo, no estaría aquí sentado. En ese momento caí en cuenta cómo es la vida, de repente cambia. Yo pensaba: carajo, 20 años en este país porque Colombia es muy violenta y casi me cae una torre gemela encima. Me devolví a mi país y empecé a trabajar por mi nación y llevo 17 años trabajando en el sector público.
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V.D.: Y llega a la Alcaldía de Cali porque la buscó, o si no, no estaría acá sentado.
A.E.: La busqué, pero el camino comienza en el Gobierno nacional. Yo trabajé en el segundo periodo de la presidencia de Álvaro Uribe en temas de reintegración. Llegué a dirigir la política de reintegración. Trabajé en el segundo periodo de Uribe y en el primero del presidente Juan Manuel Santos. Estando en el Gobierno trabajé en reintegración, pero también en la seguridad y en la paz. Llegó un momento en que entendí: aquí no habrá paz a menos que lo público se administre bien. Ahí tomé la decisión de meterme en la política electoral.
V.D.: Ha tenido enormes retos: enfrentar la pobreza, la delincuencia común, el narcotráfico, los grupos criminales. Yo le diría que Cali es una ciudad resiliente y un poco sobreviviente.
A.E.: Es una ciudad resiliente. El primer reto fue ganar. Lo hicimos caminando la ciudad, saludando a los caleños y entendiendo que yo iba a recibir una ciudad que está profundamente dolida, profundamente dividida después de tantos años de polarización, una ciudad que estaba muy golpeada por los malos manejos. Ese era un gran reto. Pero tengo la convicción de que haciendo las cosas bien vamos a recuperar a Cali.
V.D.: ¿Qué encuentra usted cuando llega a la Alcaldía de Cali?
A.E.: Encuentro una alcaldía institucionalmente con cero fortaleza, una alcaldía en la que no había claridad de dónde estaban las cosas, pero con las herramientas para trabajar. Por eso, pudimos conformar el equipo necesario para estabilizar a Cali. El primer gran reto que tuvimos fue parar la caída libre administrativa, financiera y una caída libre frente a la esperanza que teníamos los caleños en la ciudad. Evidentemente, el problema más grueso es la seguridad. Y desde el primer día, mi primer acto como alcalde fue presidir un consejo de seguridad con el área metropolitana para comenzar a implementar el programa Cali Segura, del que tanto hablé durante la campaña.
V.D.: Si hay algo que quedó como una herida en Cali fue el paro de 2021. Eso forma parte de la historia, pero ¿puede volver a pasar?
A.E.: Cali es muy distinta hoy. Evidentemente, cualquier cosa es posible, pero la Cali de hoy, comparada con la de 2021, es diferente porque no estamos en una pandemia, la gente no está encerrada hace un año, políticamente a nivel nacional ha habido un cambio porque gran parte del argumento de un sector político es que sentían que no podían llegar al poder. Lo que queremos los caleños es recuperar la ciudad, eso se hace con la reconciliación y trabajando unidos. También se hace recuperando el orden y la autoridad. Por eso, desde el primer día saqué a toda la policía a la calle, a los guardas de tránsito. Le pedí al general William René Salamanca más policías, me llegaron 300 en enero, otros 100 hace dos meses y por la COP16 arribarán otros 3.400 en los próximos días. También aumentamos el pie de fuerza en los guardas de tránsito, pasamos de 600 a 722. Y la orden es: todos en las calles para recuperar la autoridad y el cumplimiento de las normas. De esa manera hemos ido organizando a Cali. Eso quiere la mayoría de los caleños. Que haya personas bravas porque les estamos inmovilizando los vehículos, pero, ¿por qué? Porque no tenían licencia de conducción y Soat. Les estamos pidiendo que cumplan la norma. Hemos incautado más de 20.000 motos y más de 5.000 carros desde que empezó mi administración.
V.D.: Hay que cumplir la ley, cuando hablamos de 20.000 motos es un problema.
A.E.: Es un problema porque el 60 por ciento no tiene los papeles en orden. Lo que me genera curiosidad es que haya 5.000 carros con infracciones por toda la ciudad. Estamos hoy en el sector más pudiente de Cali, de esta comuna, la 22, también hemos inmovilizado vehículos.
V.D.: ¿Pueden recuperarlos?
A.E.: Claro, pueden pagar las multas y recuperan sus vehículos, la mayoría lo hace. ¿Quiénes no lo hacen? Por ejemplo, las motos que tienen, en algunos casos, las placas que se esconden o las gemeleadas. De las motos que hemos inmovilizado, el 5 por ciento tiene las placas gemeleadas.
V.D.: ¿Eso tiene que ver con algo diferente a saltarse un trámite?
A.E.: Seguramente algunas de esas estaban relacionadas con delitos, con robos. Hemos visto en videos robos o en hechos de sicariato cómo tapan las placas. Si uno no es sicario ni atracador no tiene ninguna razón para tapar las placas. El punto aquí es que estamos recuperando el orden y si eso ocurre, la ciudad empieza a fluir mejor. Waze, por ejemplo, dice que hoy el tráfico en Cali está fluyendo 20 por ciento más rápido comparado con enero de 2024. Además, tenemos la tasa de homicidios más baja en este momento en los últimos 30 años. Y tiene que ver porque estamos recuperando el orden. Los hurtos están bajando 20 por ciento. ¿Quiere decir que Cali ya está segura? No, quiere decir que vamos en la dirección correcta y que vamos a seguir apretando y recuperando el orden.
V.D.: ¿Cuál es el logro más importante?
A.E.: Ir recuperando la fe de la ciudadanía en la administración de lo público en cosas sencillas y cosas que la gente no puede ni creer. Al principio recibimos un desorden monumental, pero ya tenemos la alcaldía rodando.
V.D.: ¿Y esas obras cuánto se demoraban normalmente?
A.E.: Muchas las abrían y las dejaban botadas. Nosotros encontramos 43 obras sin terminar. Le doy otro ejemplo: el Puente Club Colombia. En 2018 pasó un camión y se llevó una viga. En diciembre de 2019, el exalcalde Maurice Armitage dejó todo listo para que se contratara el arreglo del puente. En 2020 otro camión dañó otras dos vigas. Empiezan la obra y la dejan tirada más de dos años. Llegamos, estabilizamos, revisamos las obras abandonadas y me dijeron que se podía realizar en 35 días. La obra la terminamos en 40, los otros cinco días fueron porque hubo un paro camionero y no pudimos, en su momento, llevar el cemento. Y el día que íbamos a abrir el puente me llamó la atención porque no solo había medios locales, sino nacionales, y me sacaron en vivo en Caracol Televisión. Se volvió noticia que en Cali inauguramos una obra que estaba abandonada hace años. Muy bien, pero me dio dolor de patria. Si uno administra bien, cuidando la plata, ejecutándola para los ciudadanos, se puede. Ahora necesitamos más plata para sacar más obras adelante.
V.D.: Hablemos de la COP16. Quiero decir que es un orgullo para mí como vallecaucana la COP, no es exageración decir que es el evento más importante que se haya hecho en Colombia. Yo me siento vallecaucana, muy orgullosa de que haya esa posibilidad para Colombia y que sea para el Valle. Trae ingreso de dinero, empleo, llegada de extranjeros, conocimiento, unas discusiones maravillosas de biodiversidad, entre otras. ¿Todo está listo?
A.E.: Todo está listo. Mi primer acto como alcalde electo fue pedir más policías. Y el segundo fue enviar un delegado a Dubái con una carta dirigida a la ministra Susana Muhamad para que en el momento en que le entregaran la COP a Colombia, le pasaran la misiva en la que yo le decía que postulamos a Cali como sede. Le di mucha importancia a que fuera en Cali por una razón muy sencilla: estamos recuperando a la ciudad en todo sentido. Parte de lo que tenemos que recuperar es la dignidad de Cali, esta es de las ciudades más importantes de Colombia y de América Latina. Necesitamos que el mundo tenga otra mirada de la capital del Valle del Cauca. Al traer la COP para la ciudad logramos eso. Segundo, ¿las COP dónde se han realizado? En Dubái, París, Río de Janeiro, ahora en Cali, una de las ciudades más biodiversas del mundo. Esto es importante porque la nuestra es una de las ciudades con más biodiversidad del mundo: hay más 561 especies de aves y se descubrió recientemente una nueva especie. Tenemos un parque nacional, Los Farallones, somos la ciudad de los siete ríos, seis de ellos nacen allí. Cuando llegué, el parque estaba amenazado por la minería ilegal, una de las minas ilegales más grandes del país. Una de las metas que propuse fue que vamos a cerrar esa mina antes de terminar el año. Vamos en camino, ya cerramos la mitad, es la mina ilegal más grande que se cierra acá. ¿Para qué nos sirve la COP? Para generar conciencia. Esta es la COP de biodiversidad más concurrida en la historia: 15.000 delegados oficiales confirmados, ya tenemos una ocupación hotelera del 80 por ciento, de los cuales el 70 por ciento son extranjeros. Nunca antes a la ciudad había venido tanto extranjero al mismo tiempo, las ventas efectuadas de esas reservas son de 10 millones de dólares, esperamos que solo los 15.000 delegados oficiales dejen esas dos semanas 25 millones de dólares o 100.000 millones de pesos en la economía, pero lo más importante es el vitrinazo de Cali. En este momento, según Naciones Unidas, todos los habitantes del planeta que leen un periódico o que ven el noticiero ya han oído hablar de Cali, Colombia. Para la COP vienen 720 periodistas del mundo, es una oportunidad para mostrarle al mundo qué es Cali y Colombia.
V.D.: Y es una forma de mover la economía de Cali…
A.E.: Dentro de la COP hay una cumbre de alcaldes, es un evento oficial, invitamos a 300 mandatarios de todo el mundo, a todos les pedimos que trajeran delegaciones y empresarios. Cali es una ciudad que, a pesar de los mitos que se han sembrado, sigue siendo muy importante en la economía. Tiene el 18 por ciento del aparato industrial de Colombia, tenemos 200 multinacionales instaladas aquí, pero necesitamos más inversión.
V.D.: ¿Qué tanto influye en Cali lo que pasa en Jamundí?
A.E.: Influye completamente. Cali no es una isla, es una ciudad violenta, con una tasa de homicidios alta, rodeada por municipios como Jamundí, Palmira, Candelaria, entre otros, estamos muy cerca del norte del Cauca. El hecho de que acá haya tanta violencia tiene todo que ver con esa inestabilidad. Por eso, desde nuestra alcaldía hemos insistido desde el primer momento en estabilizar el perímetro de Cali, en volver a traer soldados profesionales a nuestra región, ya reactivamos el batallón de alta montaña de Jamundí, ya llevamos el 90 por ciento del batallón de alta montaña de Felidia, llevamos otra vez la policía militar al Hormiguero, la frontera sur de Cali hacia Puerto Tejada y Jamundí. Hemos ido cerrando el perímetro de la ciudad. Es más, haremos algo que nunca antes se había realizado: esta semana, por primera vez, tendremos lanchas de la policía patrullando el río Cauca, un afluente que de noche es uno de los canales por donde entran y salen armas y drogas a nuestra ciudad. Ahí terminamos de cerrar el perímetro. El caso de Jamundí es muy complejo. En su parte alta, que también es el parque Los Farallones, en el lado de Cali, hay minería ilegal y en el lado de Jamundí, coca. Hay 3.000 hectáreas de coca que producen 10 kilos de cocaína por hectárea. Lo que importa no es la coca sembrada, es la cocaína por hectárea, eso equivale más o menos en ventas potenciales a 300 millones de dólares al año, solo en Jamundí. Y ahí están las llamadas disidencias de las Farc, este grupo Jaime Martínez. Cuando nosotros llegamos, francamente, no los estaban apretando. Empezamos a trabajar con la alcaldesa de Jamundí, Paola Castillo, una mujer muy valiente; con la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro; con el Ministerio de Defensa, debo reconocer que atendieron nuestro llamado, quizás se demoraron un poco en enviarnos lo que estábamos pidiendo, pero entró la tropa, nos mandaron más policías y durante varias semanas pedimos que se reactivaran los bombardeos, que se apoyara la Fuerza Aérea y se reactivaron. Y eso fue hace mes y medio, y no volvieron a estallar bombas en Jamundí. La presión funcionó.
V.D.: ¿Cómo le va con el Gobierno nacional?
A.E.: Soy un hombre de diálogo, yo tengo un objetivo casi con obsesión, que es recuperar a Cali. Estoy enfocado en lo mejor para los caleños. Nuestra filosofía es trabajar de manera constructiva con todo aquel que quiera sacar esta ciudad adelante. Con el Gobierno he tenido una relación constructiva; con varios de los ministros; con la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, evidentemente, organizando la COP16. Ella y yo podemos tener diferencias ideológicas, pero hemos logrado desarrollar una relación constructiva para sacar adelante este proyecto. Con el ministro de Defensa, Iván Velásquez, reconozco que todo lo que le hemos pedido ha llegado. Con el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, también tenemos muy buena relación. Igualmente, con los ministros de Cultura y Educación. Siendo justo, hemos podido trabajar de manera constructiva. En algunos casos hemos soñado proyectos juntos y no han llegado los recursos, pero en otros sí.
V.D.: ¿Y el presidente?
A.E.: Me he visto con él tres veces, en un par de consejos de seguridad y en una reunión con los alcaldes de ciudades capitales en Bogotá, pero mi trabajo ha sido con los ministros y algunos asesores.
V.D.: ¿No es que Alejandro Éder llama y el presidente le pasa al teléfono?
A.E.: No, yo no lo he llamado, ni me ha llamado, pero sí he hablado con algunos asesores muy cercanos a él. Siendo justos con todos, hemos tenido una relación muy respetuosa. También con el director de Planeación, Alexánder López, es caleño y hemos trabajado algunos temas importantes.
V.D.: ¿Le gustaría que hubiera una relación más fluida con el presidente?
A.E.: El presidente tiene su estilo, su gobierno también. Hemos logrado una relación respetuosa y constructiva, y mi expectativa es que se pueda mantener. Aquí lo importante no es el presidente ni Alejandro Éder, los importantes son los caleños.
V.D.: Eso es lo importante, no ha casado una pelea.
A.E.: No he casado una pelea, soy muy respetuoso, yo vivo en una ciudad petrista donde Gustavo Petro tiene un respaldo importante. No soy petrista, no soy del Pacto Histórico.
V.D.: Ese puede ser el titular: ‘Vivo en una ciudad petrista’.
A.E.: O no digamos una ciudad petrista.
V.D.: ¿Cambiamos el titular?
A.E.: Sí, mejor: ‘Invité a Vicky a una ciudad petrista’ (risas).
V.D.: ¿Qué tal la casa? ¿Cómo va todo?
A.E.: Bien, muy bien, todo en orden.
V.D.: Bien casado sí está.
A.E.: (Risas) Que muchos saludos.
V.D.: ¿Buen papá? ¿Cómo hace para ser alcalde de Cali y ser buen papá?
A.E.: Lo primero, tener una gran mujer a mi lado, eso sí lo digo, ella no me deja perder de vista lo verdaderamente importante, que es la familia; mantener los pies en la tierra; me mantiene, además, muy conectado con el corazón y con Dios. Ella es una mujer muy religiosa, yo no lo era y ella me llevó a Dios.
V.D.: Ahí lo casó.
A.E.: Sí, claro, ella trabaja fuertemente para mantener la familia balanceada. Yo hago un esfuerzo todos los días para pasar tiempo con mis hijos, ya sea desayunando y llevándolos al colegio o leyéndoles de noche una historia al menos tres veces a la semana. Son pequeños todavía, tienen 4 y 5 años. Los fines de semana siempre hay, por lo menos, un día que es ciento por ciento para la familia. Lo que hace posible que uno pueda asumir un reto de esta magnitud, sin lugar a dudas, es la familia.
V.D.: ¿Ya llevó a Taliana al Señor de los Milagros de Buga?
A.E.: Sí (risas). No sé si ella me llevó a mí o yo a ella, digamos que yo la llevé. Fuimos en campaña, eso sí, no a pedir ser el alcalde de Cali, sino lo que le conviniera a la ciudad. Y aquí estamos.
V.D.: ¿Y a quién le reza?
A.E.: Toda mi vida a San Antonio. A pesar de que no he sido tan practicante, me considero franciscano desde que tengo 20 años. Mi mentora era una franciscana que se llama Alba Stella Barreto. Los franciscanos están entregados al servicio. Últimamente, también estoy muy devoto a la Virgen de Fátima. Voy a contar una anécdota. Cuando conocí a Tali le pedí a San Antonio, pero no lo puse de cabeza (risas). Hice la petición sencilla, le dije que la había conocido y le hice una promesa: que, si era ella, la llevaba a visitarlo y ya casado le cumplí, fuimos hace algunos años. ¿Y sabe cómo se llama nuestro hijo? Antonio Alejandro.