Entrevista
El alcalde de Tuluá, el más amenazado del país, no tiene protección de la UNP y se transporta en la camioneta de un amigo
Gustavo Vélez, alcalde de Tuluá, es el mandatario local más amenazado del país. No pudo hacer campaña, ganó por la promesa de luchar contra las bandas criminales y debe desplazarse en carros prestados.
SEMANA: ¿Cómo han sido estos primeros días de enero en medio de las amenazas de muerte?
GUSTAVO VÉLEZ: Han sido días muy intensos. Hemos tenido mucho trabajo desde el 1 de enero y ese día tuvimos consejo de gobierno para poner la casa en orden. Ese día fue muy complicado, porque la noche anterior atentaron contra un concejal electo, que murió el 2 de enero. Hemos tratado de poner orden en lo administrativo. Realmente, Tuluá está como encontraron los nuevos alcaldes de ciudades como Cali, Medellín y Bogotá. A nosotros nos está pasando algo igual. Acá no nos dejaron la olla raspada, sino que se llevaron la olla y dejaron una deuda de más de 44.000 millones de pesos. Además, hay un déficit de 17.000 millones de pesos por cuentas que quedaron pendientes de pago y que no tienen ni soportes ni nada.
SEMANA: Su casa prácticamente es un búnker porque quieren matarlo.
G.V.: Sí, es verdad. Mi casa es un búnker ahora. Yo solo me muevo de mi casa a la Alcaldía. Prácticamente, mi vida social es nula. Algunas reuniones las hago en el despacho y otras, en mi casa, pero la verdad es que a la gente le da miedo venir a mi hogar porque me encuentro con mucha gente protegiéndome las 24 horas del día. Debo decirlo: le estoy costando mucho al Estado porque estoy con más de 22 personas que nos cuidan a mi esposa y a mí. También vive un amigo nuestro que es funcionario de la administración municipal y lo nombré como secretario de Desarrollo Institucional, pero vivimos con mucha zozobra.
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SEMANA: ¿Cómo son sus desplazamientos?
G.V.: Son muy complicados, la UNP no ha podido solucionar lo del carro blindado para nosotros. Nos entregaron un carro blindado y a los tres o cuatro días hubo que llevarlo a mantenimiento; después de que salió se lo tuvieron que llevar en una cama baja porque estaba en muy mal estado. Nosotros nos desplazamos diariamente entre nuestra casa y la Alcaldía en un trayecto no mayor a los 15 minutos y con esquema entre 10 y 12 personas. Es una labor de mucha precaución cuando entramos a la Alcaldía, pues ya se ha hecho un barrido en el interior y se han hecho verificaciones. Es una situación muy complicada y que genera un estrés muy grande, pero eso es lo que nos tocó porque tenemos una responsabilidad muy grande con la gente que nos eligió.
SEMANA: ¿Por qué lo quieren matar?
G.V.: Acá hay un problema de violencia muy grande, no solamente contra nosotros, sino contra todos los tulueños. Dejaron enquistar la violencia y por eso me eligieron, para recuperar la ciudad. Pero para mejorar todo esto necesitamos el apoyo del Gobierno nacional, por ejemplo, bloqueando la salida de las llamadas de los criminales que hoy se encuentran presos y que son, en su mayoría, los jefes de esa estructura criminal la Inmaculada, que se hace llamar la Oficina de Tuluá. Hay que combatir a la delincuencia y por eso quieren hacerme daño, ya que prometí recuperar la seguridad de la ciudad.
SEMANA: Aunque cuenta con un robusto esquema de seguridad, ¿la UNP no le ha dado carros blindados?
G.V.: No lo tengo aún. Desde la campaña hasta hoy, la UNP no me ha dado carro blindado.
SEMANA: Entonces, ¿se transporta en un carro convencional?
G.V.: No, yo tengo la fortuna de que me prestaron un carro blindado y tenemos otro carro, que estamos pagando por nuestra cuenta, con nuestra plata.
SEMANA: Pero eso es absurdo, porque usted no pudo hacer campaña por las amenazas, asesinaron personas cercanas a su campaña y ganó la alcaldía, y sigue el problema de seguridad. Sin embargo, hay congresistas con dos o tres camionetas blindadas en Bogotá…
G.V.: Incluso, sabemos de personas que se hacen evidenciar de alguna manera para que les den esquema de seguridad, y eso es contradictorio, sobre todo, porque estoy asumiendo una responsabilidad que me dio el pueblo tulueño. Esto es grave, y la banda delincuencial que opera en Tuluá hace mucho daño y yo no tengo un carro blindado.
SEMANA: Pero utilizar un carro prestado también es peligroso para usted. ¿No le da temor sufrir un atentado durante los desplazamientos?
G.V.: Dentro de las amenazas que me han hecho, hubo una relacionada con disparos de rocket. Incluso, grabaron un video mostrando que tenían esas armas y, como yo me tengo que desplazar por una vía nacional, me genera preocupación. En la ciudad también sigue siendo muy riesgoso porque hay que hacer los pares y los semáforos, pero es lo que toca hacer. Quienes protegen hacen un trabajo muy profesional para cambiar la rutina diaria.
SEMANA: ¿Cuál es la amenaza más reciente que ha recibido?
G.V.: Esta organización hizo varios comunicados a principios de enero en los que se atribuían la muerte del concejal Ávila diciendo que yo no me había comunicado con ellos, por lo que me daban un mes para hacerlo con la finalidad de hacer, según ellos, una negociación. Si no se negocia con ellos, pues seguirán con sus acciones delincuenciales, como ya lo han hecho con fusiles, pistolas y granadas. Incluso, a la casa de mis padres lanzaron granadas.
SEMANA: Pero eso es un ultimátum de esos criminales en su contra.
G.V.: Este es un tema preocupante y no solamente en contra mía, sino en contra de personas que trabajan en el Gobierno municipal. El secretario de Gobierno está muy amenazado, también el exconcejal Cristian Hernández y un periodista que ahora está en la administración.
SEMANA: ¿Ellos tienen esquema de seguridad?
SEMANA: Está claro que la UNP no lo está protegiendo. ¿Quién lo hace?
G.V.: La Policía Nacional, el Ejército, el Batallón de Alta Montaña y la misma Fiscalía. Gracias a ellos sentimos el apoyo para seguir trabajando y luchando contra los delitos que cometen los integrantes de la Oficina de Tuluá.
SEMANA: ¿Alguien del Gobierno Petro ha hablado con usted sobre su seguridad?
G.V.: He tenido la oportunidad de hablar con el ministro de Justicia, el ministro del Interior y varias personas del Gobierno, por lo que vemos, por lo menos, una buena disposición, pero de ahí no ha pasado. Ahora estamos trabajando en un proyecto para instalar cámaras en el municipio, porque no existe una sola. Lo importante es luchar contra el delito, porque ya en este año van 200 denuncias por extorsión.
SEMANA: ¿Quiénes integran esa Oficina de Tuluá?
G.V.: Es una organización delincuencial local y sus líderes están todos en la cárcel. Desde allí todos siguen delinquiendo. Son personas que vienen de reductos de esas organizaciones de narcotráfico que quedaron sin patrones y comenzaron a desarrollar sus propias actividades. Aunque estén en la cárcel, en los últimos cuatro años, con una complicidad del Gobierno local anterior, volvieron a retomar la fuerza y participar en todo tipo de negocios en Tuluá, no solamente del microtráfico. Se metieron en víveres, bares, discotecas, ambulancias, empresas de transporte y penetraron el municipio a través de funcionarios que han muerto o están presos. También son una oficina de sicarios y se fortalecieron económicamente en los últimos cuatro años.
SEMANA: Usted en campaña prometió acabar con todos esos problemas.
G.V.: Y ellos hicieron lo imposible para que no hiciera la campaña. Fue muy violenta, mataron gente y nos amedrentaron. Pero vamos a trabajar duro y necesitamos la ayuda del Gobierno Petro.
SEMANA: ¿No le da miedo que lo maten?
G.V.: Yo soy una persona que cree en Dios. Toda mi familia cree en él y somos devotos. Sabemos que todo lo que sucede en la vida es porque Dios quiere que sea así. Nuestra fe y nuestra esperanza puesta en Dios nos generan una tranquilidad inmensa, pero no dejamos de pensar en todas estas situaciones que son muy complicadas. Después de que mataron al concejal el 31 de diciembre, pasaron por mi casa a disparar varias ráfagas y fue muy tensionante.
SEMANA: ¿Cómo está su familia?
G.V.: Toda nuestra familia está por fuera de Tuluá, los únicos que no se quisieron ir fueron mis padres. Somos una familia muy unida y eso duele, porque hoy estamos sin nuestros hijos y nietos, aunque debemos protegerlos. Pero queremos recuperar a Tuluá, sanearla económicamente y vivir tranquilos.
SEMANA: ¿Qué le dice al presidente Gustavo Petro?
G.V.: Con la ayuda de Dios y ojalá del Gobierno Petro, podemos salir adelante. Esto no lo vamos a solucionar solos y necesitamos que el Gobierno nos ayude para luchar contra los criminales. Si no tenemos el apoyo del Gobierno nacional, esto no lo vamos a solucionar. Tenemos el apoyo del Gobierno departamental, pero es necesario el apoyo del presidente Petro.