POLÍTICA
El cardenal de Colombia habla con SEMANA del Gobierno Petro. Se refiere a la Constituyente y opina sobre los cambios de ministros
El cardenal Luis José Rueda se refirió a la Semana Santa, llamó al presidente Gustavo Petro a persistir en el diálogo y opinó sobre la necesidad de la paz total.
SEMANA: Llegó Semana Santa, ¿qué es lo que más le pedirá a Dios?
Luis José Rueda (L. R.): Que Jesucristo sea el centro de nuestra vida, y que la celebración del misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús, en el triduo pascual sea una oportunidad para que cada colombiano se encuentre personalmente con Cristo vivo, y se deje transformar por su mensaje de amor. Que este proceso de encuentro y conversión se transforme en la vivencia de la cultura de fraternidad, de reconciliación, de perdón y del auténtico amor.
SEMANA: ¿Y por qué pedirá perdón la Iglesia en Colombia?
L. R.: La Iglesia asume la realidad de todos sus miembros y pide al Señor el perdón de todo el mal que marca la existencia de todos nosotros como seres humanos; así mismo, pide perdón a las personas afectadas por las acciones pecaminosas que algunos de sus miembros han cometido, hiriendo incluso la naturaleza y misión de la Iglesia; y al mismo tiempo, pide la gracia y la sabiduría para acompañar a unos y otros en este proceso de sanación y reconciliación.
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SEMANA: ¿Qué espera de los fieles? Muchos prefieren la Semana Santa como ocasión para salir de paseo.
L. R.: Que los fieles, en medio de las realidades actuales, personales y comunitarias, encuentren el espacio propicio para una fructífera vivencia del Misterio Pascual, centro de nuestra fe. Y que quienes en medio de la velocidad del mundo actual aprovechan este tiempo como ocasión para salir de paseo, en medio de esas vivencias familiares, den un espacio a la espiritualidad. Que todos sepamos en este especial tiempo detenernos, reflexionar, orar, encontrarnos y fortalecer nuestras opciones espirituales a nivel personal y comunitario.
SEMANA: En esta oportunidad, ¿cuál es el principal mensaje de la Iglesia a los colombianos?
L. R.: Que el encuentro con Jesucristo en los distintos momentos de nuestra historia haga de nosotros un país donde se respeta la vida de todos, un país unido en medio de las diversidades, que aprendamos de Jesús a perdonar, que aprendamos de Jesús a orar en medio de las duras pruebas de la vida. Como Iglesia vivimos momentos de particular interés, estamos en el año de la oración que prepara el Jubileo de la Esperanza (2025); por tanto, estamos llamados a redescubrir la Esperanza, con los ojos fijos en la persona de Jesús que, con su muerte y resurrección, nos ofrece la salvación y con ella el sentido verdadero de nuestra existencia.
SEMANA: Es momento de reflexionar, ¿cómo está hoy Colombia?
L. R.: Colombia vive momentos de búsquedas y transiciones sociales, políticas, económicas. Las transiciones llevan luces y sombras. Debemos estar dispuestos a aportar al bien de todos, con actitud agradecida por los logros y avances que hemos alcanzado en nuestra historia; y a la vez con la consciencia ciudadana bien despierta y atenta para reconocer y afrontar los nuevos retos que se nos presentan como nación. Constatamos con realismo que tenemos incertidumbres, pero a la vez vemos el compromiso y el anhelo de aportar para construir, fortalecer y hacer crecer nuestro país. No podemos dispersarnos, polarizarnos, ni desanimarnos, es tiempo de inteligencia y compromiso comunitario.
SEMANA: ¿Ha vuelto a hablar con el papa Francisco? ¿Qué ha vuelto a decir de Colombia?
L. R.: El santo padre, no solo en el diálogo personal, sino en diversos momentos, ha manifestado un particular interés y preocupación por la realidad de Colombia, y constantemente ha expresado que nos acompaña con su oración. Al papa Francisco le preocupa que no logremos los caminos de la paz.
SEMANA: Hace un año, cuando habló con SEMANA, se refirió al Gobierno Petro iniciando el mandato. Hoy, ¿cómo ve su avance? Ya casi llega a la mitad del período.
L. R.: El señor presidente Gustavo Petro en su gobierno se ha propuesto una ambiciosa agenda de reformas y cambios que requieren un sosegado análisis y debate en los escenarios propios para ello, con la mayor participación posible, de tal manera que la riqueza de aportes haga crecer las propuestas y cada reforma se oriente al bien social sostenible de Colombia.
SEMANA: ¿Le gusta la propuesta de Gustavo Petro de convocar a una Constituyente?
L. R.: Una propuesta tan crucial como esta exige discernir sin apasionamientos y con responsabilidad. Los expertos y estudiosos de la materia, las academias, las diversas organizaciones deben estar dispuestas a estudiar a fondo esta propuesta, y solo se podrá pasar de la propuesta a la implementación, cuando la mayoría de los ciudadanos tengan claridad sobre los objetivos, la metodología, la manera de participar y siempre preguntándonos si estamos ante una propuesta que favorece un horizonte o proyecto de nación viable para todos.
SEMANA: ¿Qué le aconsejaría a Petro para lo que resta de su mandato?
L. R.: Trabajo articulado y procesual, escucha, diálogo para lograr la integración de las diversidades, esfuerzo de concertación con todos los sectores sociales de la nación.
SEMANA: Muchos sectores políticos ven al presidente como un hombre polémico que no deja de controvertir. ¿Lo llamaría más al diálogo, a la serenidad?
L. R.: La Iglesia cree en lo que el papa ha llamado la cultura del encuentro, en los procesos sinodales marcados por una escucha activa. Cada uno tiene el deseo de ser escuchado para aportar, contribuir al bien del país. El diálogo, la serenidad y una escucha atenta permitirán siempre construir nuevos caminos donde no haya vencidos y vencedores, sino constructores.
SEMANA: Monseñor, no habrá unidad nacional, según lo dijo el propio presidente. ¿Qué opina?
L. R.: La unidad en la diversidad será siempre un propósito social y una necesidad para avanzar como país. Los consensos no son fáciles, pero se ha de invertir energías, ideas, tiempo para madurar estas búsquedas que nos conduzcan a la unidad.
SEMANA: ¿Siente el país polarizado?
L. R.: El país lleva décadas polarizado, y no saldremos fácilmente de este torbellino, se requiere paciencia activa y trabajo continuo. Es conveniente que en una sociedad haya diversas miradas, no una sola, pero en esta rica diversidad se debe evitar la polarización que intoxica las relaciones sociales.
SEMANA: Evaluó en la época a los ministros. ¿Hoy cómo los ve?
L. R.: Se ha dado una alta movilidad en los titulares de los ministerios durante estos dos años, esta falta de continuidad de los ministros lleva a hacer más difícil la implementación de los procesos que cada ministerio lidera y que las regiones necesitan.
SEMANA: ¿Usted ve un avance en la paz total del gobierno del presidente Petro?
L. R.: La paz no es un camino fácil de transitar, es de valorar que ha habido perseverancia en las mesas de diálogo con el ELN. Todo lo que se pueda lograr en las mesas de negociación repercute en la vida y en la esperanza de las regiones más afectadas por el conflicto armado. Abrir y sostener de manera simultánea múltiples escenarios de diálogo, hace más complejo el logro de resultados visibles. Es necesario que configuremos una política de Estado orientada a la consecución de la paz, de tal manera que sea un proceso sostenido, asumido por los distintos gobiernos y con la decisiva participación de todos los ciudadanos.
SEMANA: La Iglesia es optimista, ¿pero hasta cuándo cree que el Gobierno debe ceder frente a los diálogos con los grupos armados?
L. R.: Nos dijo el papa Francisco en su visita a Colombia que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Como Iglesia estamos sirviendo en todas las regiones, orando y trabajando con nuestras comunidades de fieles, con las familias de regiones rurales, en las pequeñas y en las grandes ciudades, nos preocupa que el conflicto nos quite la tranquilidad y la vida, por esa razón optamos por servir a la resolución de los diversos conflictos, a pesar de los obstáculos no podemos decaer, trabajaremos hasta lograr la convivencia pacífica de todos, movidos siempre por el referente de la paz humana que es Jesucristo el Señor.
SEMANA: Con el ELN la negociación avanza, ¿qué hacer con las disidencias de las Farc?
L. R.: Insistir en la salida negociada, valorar las lecciones aprendidas de los procesos vividos para que se parta de unas comprensiones que permitan avanzar. Requiere, como con todos los grupos, manifestaciones claras de parte y parte de todos los involucrados. Se requiere la presencia efectiva del Estado sirviendo con sus organismos y recursos a las comunidades que quedan atrapadas y sometidas por el accionar de este grupo.
Me preocupa que el tiempo pase y no se llegue a un eventual acuerdo de paz con el ELN. Petro ya va a completar el segundo año y la campaña presidencial se anticipó.
La búsqueda de la paz no ha de ser un plan o propuesta del gobierno de turno, se ha de convertir en una política de Estado donde cada uno acompaña unos avances que se han de continuar independientemente de los intereses del mandatario que ocupe este cargo. Los colombianos nos merecemos la paz por encima de intereses particulares.
SEMANA: Monseñor, usted dijo en su momento a SEMANA que se necesitaban algunas reformas. ¿Hoy, después de toda la polémica generada porque el Congreso no las ha votado, qué piensa?
L. R.: Las propuestas se presentan para ser debatidas, analizadas y mejoradas con los aportes de todos los sectores, esto requiere tiempo, de tal manera que lo que se apruebe garantice el bien de todos los colombianos.
SEMANA: Yo sé que hemos hablado varias veces de la pederastia, pero ¿cómo avanzan las investigaciones en Colombia?
L. R.: La Iglesia en Colombia ha avanzado en la formación y prevención, y nos hemos propuesto crear ambientes o entornos protectores para todos. Respecto a la investigación de los casos de abuso, cada jurisdicción eclesial (arquidiócesis, diócesis, vicariatos apostólicos) adelanta una investigación de los mismos, precisando el tipo de proceso y acciones que se tomaron, o que se deban tomar. Es importante indicar que estos casos, cuando ha sido necesario, han sido investigados tanto a nivel de la justicia civil como a nivel canónico; los resultados de la investigación nos permitirán comprender este doloroso fenómeno en su integralidad y acompañar de la mejor manera a las víctimas. En nombre de la Iglesia, los obispos colombianos expresamos la consternación y el dolor que sentimos por los abusos y maltratos cometidos por algunos de sus miembros. Pedimos perdón a las víctimas, a sus familias, sus comunidades y a la sociedad colombiana. Porque estamos comprometidos en la prevención, investigación, judicialización y en la reparación integral, es decir, en la cultura del cuidado.