Política
El doble rasero de los simpatizantes del Gobierno: lo que criticaron como oposición y ahora pasan por alto
Muchos fieles al presidente Gustavo Petro le restan importancia a errores que, de venir de otro mandatario, ameritarían una reacción hostil.
El Pacto Histórico, a pesar de contar con pesos pesados de la política dentro de sus filas, apenas aprende a ser Gobierno. Muchos parlamentarios aún actúan como si pertenecieran a la oposición y otros hacen uso permanente del espejo retrovisor hacia otras administraciones.
Sin embargo, la característica más marcada del simpatizante del Gobierno es su doble rasero en situaciones en las que, en la misma circunstancia, adoptarían una posición crítica si se tratara de figuras de lugares ideológicos distintos.
En la marcha del 26 de septiembre, organizada por la oposición, una mujer llamada Luz Fabiola Rubiano fue grabada diciendo insultos racistas contra la vicepresidenta Francia Márquez. La indignación fue inmensa, pidiéndole a las autoridades competentes la judicialización de la manifestante.
Fue ahí cuando los petristas le pidieron al representante Miguel Polo Polo, un afro de derecha, que rechazara lo dicho contra la vicepresidenta. En entrevista con SEMANA, el congresista dijo que no le debía disculpas a quienes no se molestaron por presentárselas al ser víctima de un racismo similar.
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“Aquí estamos viendo un doble racero por parte de la izquierda. Cuando se discrimina a la vicepresidenta, ahí sí sacan una circular de la Policía. Cuando tú vez que hay un acto de racismo contra un hermano tuyo negro y no lo defiendes, estás siendo cómplice. ¿Qué comunicado sacó Francia cuando Riaño me llamó ‘negro, pobre y gay’? Ninguno”, dijo Polo Polo.
Además, mujeres que vienen del activismo y abogan por la pluralidad en el Congreso, como María Fernanda Carrascal, califican al representante afro como “negro vergonzante”. Según él, también tiene una carga fuerte de racismo.
La izquierda también ha sido la gran abanderada de las manifestaciones sociales, simpatía que no se pudo ver de la misma manera con la movilización opositora del lunes pasado. Luego de pedir respeto al legítimo ejercicio del derecho a la protesta, figuras como el senador Gustavo Bolívar no dejaron de desprestigiar la convocatoria.
Bolívar calificó de “pagos”, “ignorantes” y “estrato 6″ a quienes confirmaron su asistencia. Luego, acusó a la derecha de orquestar una campaña sucia.
El senador dista mucho de lo que fue en la oposición, alguien que pedía que no se estigmatizara a la Primera Línea, a quienes terminó surtiendo con indumentaria para poder seguir defendiéndose y atacando a otros.
También se ve el doble rasero de los alternativos cuando Alirio Barrera, senador del Centro Democrático, ingresó al Congreso de la República con ‘Pasaporte’, su caballo favorito. A pesar de que el equino haya llamado la atención de más de uno y su presencia pretendía dejar un mensaje en pro de las cabalgatas y demás espectáculos animales, la bancada de Gobierno no lo bajó de “payaso”.
Sin embargo, cuando el senador Roy Barreras declaró al Congreso como zona pet friendly, los animalistas tardaron poco en llevar a sus mascotas al Capitolio. Incluso, antes de que fuera habilitado, la senadora Esmeralda Hernández, del Pacto Histórico, llevó a su perro ‘Cometa’ a su posesión.
Finalmente, el más reciente doble rasero gira en torno a Verónica Alcocer, primera dama de Colombia. La esposa del presidente Gustavo Petro fue designada embajadora en misión especial para asistir a tres eventos únicos: los funerales de Isabel II y de Shinzo Abe, asesinado exprimer ministro japonés, y la Asamblea General de Naciones Unidas.
Los viáticos, en total, fueron de aproximadamente 63 millones de pesos. La bancada de Gobierno guarda silencio, mientras que, durante cuatro años, no dejaron de criticar los viajes del expresidente Iván Duque y sus acompañantes.
Además, Alcocer allanó el camino para que su más grande amiga, Eva Ferrer, se convirtiera en alta consejera para la Niñez. En las críticas a la primera dama, que a cualquier otra le cobrarían caro, prevalece el silencio.
La bancada de Gobierno apenas aprende a serlo, pero las contradicciones pueden ser costosas para un colectivo que busca ganarse la confianza de la ciudadanía. La autocrítica, que muchos calificaron como un pilar dentro del oficialismo, está lejos de ser aplicada.