POLÍTICA
“El infierno se abrió y el diablo salió a cometer la tragedia”: el escalofriante relato de un médico forense que identificó cadáveres en el atentado terrorista de Hamás
En un escalofriante relato, el argentino Ricardo Nachman, coordinador nacional de Medicina Clínico Forense de Israel, recordó en SEMANA cómo fue la tarea de identificar las víctimas del atentado terrorista de Hamás, hace un año. También entrevistó a exsecuestrados, a quienes torturaron con choques eléctricos.
“Es como si las puertas del infierno se hubieran abierto y el propio diablo saliera a cometer la tragedia”, dice Ricardo Nachman, el coordinador nacional de Medicina Clínica Forense de Israel y quien ayudó a identificar la mayoría de las 1.200 personas que murieron en el atentado terrorista de Hamás en una violenta incursión en territorio israelí. En entrevista con SEMANA, Nachman, argentino, recuerda que, ese día, dormía con su hija de seis años en el patio de su apartamento, a 40 kilómetros de la Franja de Gaza, en una especie de carpa abierta, porque la niña quería experimentar cómo se vivía la fiesta religiosa y judía de Sucot. Las personas descansan en tiendas sin techo, cubiertas con escasas hojas de palmera.
Pero las alarmas empezaron a sonar. Las sirenas no se detuvieron. Era el preludio de una tragedia.
El médico se dirigió hacia el refugio ubicado en la parte baja de su casa, donde coincidió con su esposa y su hijo más pequeño que descansaban en uno de los pisos de la casa. La televisión informó lo que estaba ocurriendo.
Afuera, hombres armados hasta los dientes disparaban contra todo aquel que se atravesara en su mirada. Camionetas blancas con terroristas ingresaban, entre otros, al festival de Nova o por la paz, un encuentro de música electrónica a 5 kilómetros de la Franja de Gaza.
Las balas silenciaron los instrumentos musicales. De paso, 364 vidas, de las 1.889 víctimas mortales en todo Israel. Las escenas parecían de película de terror, pero no lo eran. Por tierra, mar y aire, 1.400 terroristas protagonizaron seis horas de horror a lo largo de los 41 kilómetros de frontera.
El número de muertos subía como espuma y la tragedia parecía crecer de lejos, a lo que registraban los noticieros israelíes.
Ivonne Rubio y Antonio Montaño, una pareja de jóvenes colombianos, engrosaron la estadística de los muertos. El cuerpo de ella apareció en el desierto de Néguev, muy cerca de la Franja de Gaza. El de él se ubicó días después en un sitio de refugio. Ambas historias son dramáticas.
El forense Nachman corrió a ayudar. Igual lo hizo su esposa, especialista en ADN de huesos y vicedirectora del laboratorio de ADN del Instituto Forense de Israel, en Tel Aviv, donde él labora.
Los cadáveres, muchos irreconocibles y en estado descomposición, llegaban hasta una base del ejército antimisiles y, posteriormente, pasaban a manos del equipo forense coordinado por Nachman.
“A medida que pasaban los días era más complejo el reconocimiento. Los cuerpos adoptaban un estado de putrefacción y se deterioraban”, asegura. El trabajo se dificultaba más cuando escasamente recibían bolsas con solo brazos, cabezas o manos de las víctimas mortales.
Los días para el reconocido médico se hicieron eternos. Sus dos hijos mayores del primer matrimonio cuidaron a los menores porque a él y a su esposa los consumió el trabajo. No frecuentaron la casa durante varias semanas porque la identificación de cadáveres tardó tiempo.
“Esto no fue una tragedia. Fue una masacre perpetrada por un grupo de monstruos. Se abrieron las puertas del infierno”, narra.
En cada una de las víctimas mortales –o lo que quedaba– él podía ver, según relata, “lo satánico de los ataques”.
Lo dice con tristeza, porque sus ojos y su mente conservan el recuerdo intacto de cada uno de los muertos que, aún en descomposición, parecía que hablaran. O, al menos, reflejaban lo que enfrentaron durante el fallecimiento: ataques a quemarropa, heridas profundas con machetes y cuchillos, cuerpos decapitados, mutilados, incinerados, irreconocibles.
“Recibí a una pareja. Era irreconocible, pero en los restos que me entregaron en una bolsa determinamos que eran un adulto y una criatura (un niño). Hamás los quemó, quedaron amarrados, atados con un alambre metálico que quedó en la escena. Establecimos que se trataba de dos personas porque usamos la tomografía computarizada de todas las partes de cuerpos que recibimos y pudimos establecer que había dos restos de cráneos y dos columnas vertebrales juntos”, detalla. “Estaban como una masa de carbón, amorfo”, explica.
El trabajo forense no fue fácil. Empeoró cuando Nachman recibía escasas partes de un cuerpo empacadas en bolsas y tenía que establecer características. Y más cuando lo que quedaba del cadáver estaba calcinado.
“Una persona se achica ante la temperatura generada por las llamas, pierde la estatura humana. Quien no sabe de esto puede observar un tronco”, cuenta.
Denuncia que Hamás no tuvo compasión con los israelíes el 7 de octubre de 2023. Los terroristas utilizaron en algunos casos sustancias acelerantes como bencina o nafta que apuraron el proceso de incineración de los cuerpos. De paso, complicó la identificación.
Este médico argentino, de 59 años, que llegó a Israel hace 32 buscando nuevos horizontes académicos en la medicina, tiene razones de peso para hablar de las barbaridades de Hamás.
Además de la muerte, contempló el drama de los secuestrados que este grupo terrorista arrebató de Israel, pero que recobraron la libertad y viven para contar su historia desgarradora que refleja la barbarie de esta organización rebelde.
Los recibe como médico forense, los escucha y ya tiene un diagnóstico claro del tipo de torturas al que han sido sometidos durante el secuestro.
Unos han retornado con pérdidas drásticas de peso, problemas de piel por la falta de exposición a la luz, enfermedades gastrointestinales e infecciones generales.
Algunas de las víctimas no hablan y optan por el silencio prolongado para tratar de olvidar los días de tortura por parte del grupo rebelde palestino. Y quienes acuden a la palabra para desahogarse, en algunos casos hablan de violaciones sexuales.
Otros relatan con detalles estremecedores las torturas por parte del grupo terrrorista. Al menos, dan cuenta de las amenazas que recibían, donde les decían que los matarían mostrándoles las armas de fuego a escasos metros de sus rostros. A unos, por ejemplo, les insistían en que el pueblo de Israel no los quería de vuelta y, por eso, debían morir en cautiverio.
Las historias son escalofriantes. Con voz entrecortada, las víctimas le han narrado al forense que los terroristas de Hamás les pidieron dormir bien en la noche porque al día siguiente los asesinarían. Para ellos las horas se hicieron eternas.
Algunos creyeron la advertencia y querían frenar la noche para evitar que el sol apareciera entre las rendijas del lugar de su secuestro. “Algunas de las víctimas han contado que les daban de comer una vez al día o cada dos o tres días y les suministraban poca agua”, revela el médico.
Unos más permanecieron atados de manos y pies durante semanas, en ocasiones juntos, en posición fetal. Hay relatos de tailandeses, por ejemplo, que apuntan a que les torturaban los dedos con electricidad. Las víctimas pasaron hasta 50 días en cautiverio. Lo lamentable, es que aún hay más de un centenar de personas en manos de Hamás.
“No hubo un día que no se me salieran las lágrimas en algún momento de mi jornada laboral. Me atragantaba, se me cerraba la garganta y pensaba en la criatura que, tras la guerra, ya no tiene a su padre o al revés, familias que desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos porque unos monstruos entraron a Israel e hicieron lo que quisieron”, confiesa.
Por eso, insiste en que los integrantes de Hamás “son monstruos”. Para él, ni siquiera son animales “porque estos matan para defenderse y comer”.
Nachman –quien no le tiene miedo a la muerte, pero sí se pregunta constantemente qué habrá después de ella– podría vivir en Argentina, su país, pero ama a Israel y se siente seguro, pese a la guerra que enfrenta Oriente Medio.
“Quién mejor que yo para saber que la muerte no viene solamente a las personas por un atentado. Llega por muchas cosas, por sus formas de comer, por un accidente casero, en la calle o por enfermedades. Por eso hay que vivir la vida”, dice a SEMANA.
Él, cada vez que viaja a Buenos Aires, pregunta cómo están las cosas. Le asusta que en su tierra maten a personas por robarles un par de zapatillas.
Nachman tiene referencias de Colombia. Y al responder sobre las posturas de Gustavo Petro en favor de Palestina y en contra de Israel, el médico, sin mencionar al presidente, dice que tiene claro que en el país “hay ciertos sectores que son antiisraelíes y pro-Hamás, pero cada quien, de forma responsable, tiene que decidir dónde quiere estar: si en el lado de la paz, el respeto por la vida, o del otro, donde se aniquila al que piense de otra manera, o no se vista como uno”.