Nación
Ernesto Samper cuenta los secretos del peligroso pleito de Colombia con Nicaragua. Habla de Uribe, Pastrana y Noemí Sanín
El expresidente Ernesto Samper compartió en una rueda de prensa algunas declaraciones sobre su libro ‘El calvario de La Haya’, el cual relata el proceso legal entre Nicaragua y Colombia.
El expresidente Ernesto Samper Pizano revela en su nuevo libro ‘El calvario de La Haya’ varios secretos sobre el pleito entre Colombia y Nicaragua por el territorio marítimo cercano a la isla de San Andrés. Allí, Samper relata un antes y un después del famoso fallo de la Corte Internacional de La Haya en 2012. El libro fue publicado por Intermedio Editores desde el 1.° de febrero de este año, se encuentra en todas las librerías del país.
Sin embargo, a pesar de su carácter explicativo, con el cual ilustra las firmas, delimitaciones y demás procesos legales de manera sencilla, El calvario de La Haya está dedicado a los Creole, la población raizal que se convirtió en la víctima del conflicto y de la insensibilidad de ambos gobiernos, y también a la Reserva de Biósfera Seaflower, la cual fue cercenada tras el fallo de 2012.
A continuación, SEMANA hace una compilación de tres de los secretos y revelaciones más impactantes del libro.
La culpa es de la vaca (Juan Manuel Santos)
El fallo, en efecto, ocurrió durante el primer mandato del expresidente Juan Manuel Santos, pero el proceso comenzó mucho antes. Samper explica que cuando ya la decisión de la Corte era inevitable, él intentó reunir a los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana, miembros de la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, para que “refrendáramos el carácter de político de Estado del proceso de defensa de los intereses marítimos de Colombia frente a Nicaragua que habíamos adelantado desde nuestros gobiernos”.
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Sin embargo, según lo que explica Samper, los dos exmandatarios prefirieron seguirle echando la culpa a Santos y cuestionar su manejo de la situación en vez de asumir su responsabilidad en los hechos, en lo que él describe como “una actitud mezquina que les costará en el juicio que deberá hacer la historia sobre las responsabilidades de los distintos gobiernos, durante el presente siglo, en el manejo del litigio”.
Uribe y el meridiano 82
La Corte tomó esto como una aceptación tácita de mover el límite que le permitiría entrar más tarde a delimitar bajo “criterios de equidad” la soberanía colombiana sobre el mar Caribe. Básicamente, en palabras de Samper, “implicó una renuncia a nuestra posición histórica sobre el carácter limítrofe del meridiano 82″.
Las víctimas
Con el fallo de La Haya, Colombia perdió parte de su mar, pero la población raizal perdió su medio de sustento y su calidad de vida. De acuerdo con Samper, si en el momento del litigio se hubieran de verdad tenido en cuenta las condiciones y las afectaciones que iba a tener la población de San Andrés y Providencia, tal vez la historia sería distinta.
“Si hubiese vinculado activamente a los líderes raizales del archipiélago al proceso de defensa, no simplemente como figuras decorativas, sino asumiendo la representación de sus reivindicaciones étnicas, la Corte, por “circunstancias particulares” previstas en su normatividad, habría sido más flexible en la delimitación”, explica Samper en la página 26.
Además, también asevera que había que tener en cuenta la Reserva de Biósfera Seaflower reconocida por la Unesco como patrimonio de la humanidad que tenía parte de su territorio en Colombia, y que este argumento pudo haber tenido peso para la delimitación.
Samper relata que debido a la negligencia de los gobiernos y a las operaciones militares que se priorizaron para defender la frontera, la reserva quedó olvidada y sufrió daños irreparables.
En el libro, Samper habla de cabo a rabo sobre lo que pudo hacerse mejor, sobre su responsabilidad y la de los demás en el proceso. “La triste conclusión del libro es que los expresidentes se han preocupado más por el impacto mediático que por la defensa de la soberanía”, dijo el día de hoy en una rueda de prensa a la que asistió SEMANA. Además, concluyó que “aquí lo que ha habido es improvisación. Esa es la palabra”.