Salud
Guillermo Alfonso Jaramillo, el ministro de Salud de Petro que pasó de la fama al desprestigio: disparates, gritos, ofensas y hasta crítico de las vacunas contra el covid
Puso en duda la necesidad de comprar medicamentos costosos para alargar la vida de los enfermos. Atacó a partidos que cuestionan la reforma y hasta dejó en entredicho las vacunas contra la covid-19.
A Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez se le crisparon los ánimos en medio de los debates de la reforma a la salud y terminó sacando una faceta que no se le había conocido hasta antes de su aterrizaje en el Gobierno de Gustavo Petro: la de un funcionario con comentarios antivacunas que hasta puso en duda la necesidad de comprar medicamentos para alargarle la vida a las personas.
Jaramillo Martínez, un reputado médico cirujano cardiovascular pediátrico que se especializó tanto en su profesión hasta convertirse en uno de los más experimentados doctores habilitados para hacer cirugías a corazón abierto a niñas y niños, pasó de la fama al desprestigio en los siete meses que lleva ocupando la cartera de salud.
Cuando fue elegido por el presidente Petro, los políticos opositores e independientes y la comunidad médica celebraron que un funcionario técnico y con trayectoria en el servicio público llegara a ocupar uno de los ministerios centrales de la agenda de reformas “del cambio”. Pero nada cambió y fue cuestión de tiempo para que terminara rasgándose las vestiduras tal y como lo hizo su antecesora, la también médica Carolina Corcho, quien salió por la puerta de atrás de la Casa de Nariño.
El pragmatismo tuvo fecha de caducidad el primero de mayo, cuando fue nombrado, y desde entonces se forjó una gestión que pasó de la expectativa por el anhelo de conciliar la reforma, al asombro por las intervenciones del ministro Jaramillo ante el Congreso: entre gritos, mostrando documentos ensangrentados porque le dio una hemorragia en la nariz mientras alistaba su comparecencia y asegurando que los debates de control sobre el sector salud tienen argumentos políticos, mas no técnicos.
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Las salidas en falso son varias. Esta semana defendió postulados antivacunas pese a que en 2021 había aplaudido a las farmacéuticas estadounidenses por haber liberado las patentes de las vacunas contra la covid-19, hasta asegurar que la única que no había resultado en un experimento internacional había sido la de la empresa china Sinovac.
“No podemos ser factor de experimentación. Todos los que estamos vacunados hoy, con excepción de los que cogimos Sinovac, yo tengo Sinovac, toda la nueva tecnología y todas las vacunas entraron aquí sin permiso. Fuimos y nos convertimos en un experimento, todos los colombianos que están vacunados sirvieron para el más grande experimento que se haya hecho en la historia de la humanidad”, aseveró el ministro Jaramillo. Su despacho terminó publicando un comunicado en el que aclaró que sus apreciaciones no van en contra de la vacunación y que “siempre ha estado a favor de la vacunación”. Pero el mal ya estaba hecho.
Esas declaraciones las dio ante la Comisión Primera del Senado y fue tal la subida de tono en esa comparecencia que hasta puso en duda la necesidad de comprar medicamentos costosos para preservar la vida de los más enfermos, como una crítica al sistema de salud actual. “Y queremos que cuando nos estemos muriendo, traer todas las drogas más costosas del mundo para tratar de salvar a las gentes. Darles 2, 3, 4 o 6 meses más de vida. No, tampoco así, tampoco así”, aseveró Jaramillo.
Él mismo atacó a los partidos que son de Gobierno, pero que se dedican a criticarlo, enviando un mensaje directo a los congresistas de la Alianza Verde que han cuestionado la reforma a la salud y hasta aseguró que va a intervenir el mercado de los medicamentos porque son “mercados deformes, oligopólicos”.
Es más, siendo él el funcionario que tiene que acercarse a las EPS para detallar cómo quedarán esas entidades con la reforma a la salud, terminó criminalizándolas, como sucedió con sus críticas a la EPS Sanitas que calificó como de “mezquina” y a la que le preguntó en qué se había gastado la plata después de su fallido intento de que la Contraloría la interviniera.
En ese Guillermo Alfonso Jaramillo, la esperanza de la oposición para llegar a un punto medio, recae ahora la preocupación sobre el futuro del sistema de salud que volvió a quedar en manos de un ministro que decidió rasgarse las vestiduras por el proyecto político de Gustavo Petro.