Política
Jorge Tovar, el congresista hijo de Jorge 40, cuenta cómo fue el reencuentro con su papá: “Mi corazón añoraba verlo, tocarlo, abrazarlo”
En entrevista con SEMANA, el congresista narró detalles desconocidos del reencuentro con su padre, el excomandante de las AUC conocido con el alias de Jorge 40. Habló de la paz total y del Gobierno Petro.
SEMANA: ¿Cómo se ha sentido en el Congreso?
JORGE TOVAR: Ha sido un año de aprendizaje. Hemos logrado sacar adelante varias iniciativas, quiero destacar mi primera ley, que pretende ampliar los términos para que las víctimas del conflicto armado puedan hacer sus declaraciones. Esa es la mayor victoria.
SEMANA: ¿Por qué está molesto con la llegada de alias Satanás a la cárcel La Tramacúa?
J.T.: Más que con la llegada de Satanás, estoy muy molesto porque en el 2000 el expresidente Andrés Pastrana hizo el peor daño en la historia de Valledupar. Ayudó a financiar el parque de la Leyenda Vallenata, lo aplaudimos, pero lo que hizo con la derecha lo borró con la izquierda llevando la cárcel La Tramacúa a una ciudad de paz. Allí se albergan los más temidos delincuentes del país.
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SEMANA: ¿Y eso qué implicaciones tiene para la ciudad?
J.T.: Todas son negativas. No hablemos solo de alias Satanás. En La Tramacúa han estado delincuentes de la talla de Popeye, Fritanga, Miguel Rodríguez Orejuela, Víctor Patiño, entre otros. El índice de extorsión desde la cárcel ha aumentado exponencialmente. Si bien es cierto que muchos operan fuera del Cesar, algunos vienen acompañados de sus segundos o secuaces, que se albergan en la ciudad y con ellos llega el crimen. En 2023, por ejemplo, se registraron más de 120 homicidios.
En lo que va de 2024, van más de siete. Si hubiera sido alcalde de Valledupar, me hubiera amarrado en el lote, encadenado y no hubiera dejado poner un ladrillo. La cárcel lleva 24 años, no la van a mover, pero le he hecho un llamado al Gobierno: si ese daño ya lo hicieron, debe ir acompañado de mayor pie de fuerza, inteligencia, cámaras de seguridad. Imagínese que Valledupar tiene 400 policías, incluyendo los que están en el área administrativa.
SEMANA: ¿La Tramacúa es tan cruel como la pintan?
J.T.: No conocía la cárcel. Fui hace un año invitado a la mesa de paz del centro penitenciario. Me sorprendí cuando entré. Por supuesto, es impactante desde el primer momento en que uno cruza la primera puerta, el calor inhumano que hace, el sol del mediodía. Allí me encontré a exmiembros de las AUC, Farc, gaitanistas y hasta a David Murcia. Vi a muchas personas que fueron enemigas y ahora intentan construir paz. En ese momento habían hecho un ejercicio y se había reducido casi en un 60 por ciento la extorsión desde la cárcel.
SEMANA: ¿Cómo vio a David Murcia?
J.T.: Físicamente, muy bien, crucé palabras con él, muy formal, muy conversador. No sé si todavía sigue en La Tramacúa.
SEMANA: Usted es un hombre de paz, hijo de la guerra. ¿Se molesta que le preguntemos desde su nacimiento? Usted es el hijo de alias Jorge 40, el temido excomandante paramilitar.
J.T.: No tengo problema. Soy hijo de Jorge Tovar Pupo, conocido en la guerra como Jorge 40. Era una persona del común en Valledupar cuando nací, fue funcionario público, era ganadero, bien reconocido. Su padre, militar retirado; su madre, una vallenata muy carnavalera. Las circunstancias de la guerra en el momento, especialmente en el Cesar, lo llevaron a tomar una decisión que no justifico en ningún momento. Para mí, la vida armada no es el camino. Las circunstancias lo llevaron a tomar una decisión: “Me defiendo o me matan”. Nací en 1989 en un hogar de padres trabajadores y a mis 7 años mi padre tomó la decisión de irse a la guerra. No la compartí, pero tampoco soy el encargado de juzgar. Él es mi papá, está respondiendo ante la justicia, no soy el encargado de señalar. Desde ese momento la vida me cambió.
SEMANA: ¿Por qué?
J.T.: Pasé de ser un niño común a ser el hijo de. ¿Eso qué me trajo? Mis dos hermanos llevan más de diez años de exilio del país; yo, igualmente. Pero en contra de las mismas autoridades tomé la decisión de regresar. Un tío asesinado, varios secuestrados. Mi niñez fue diferente a la de mis amigos. Me movía de mi casa al colegio. Las familias somos quienes sufrimos las consecuencias de esas decisiones. Empezaron las amenazas, algunas se hicieron realidad; otras no. Regresé en plenas conversaciones de paz con las Farc, a mí la paz me mueve, es mi ilusión, me pone a soñar. Me devolví a acompañar el proceso con las Farc, un grupo armado que fue acérrimo enemigo de mi padre.
SEMANA: ¿Su madre cómo está? ¿Rompió relación con Jorge 40?
J.T.: Claro, completamente. La guerra rompe las familias. Mis padres se separaron, mi madre no tiene absolutamente nada que ver con mi padre.
SEMANA: ¿Usted tiene contacto con su padre?
SEMANA: ¿Cada cuánto hablan?
J.T.: Muy poco. Está en una cárcel de máxima seguridad, hablamos una, dos, tres veces al mes. Intento visitarlo por lo menos una vez al mes. Él está en una cárcel de máxima seguridad en Ibagué. Físicamente, lo veo muy bien; espiritualmente, también. Mis conversaciones con él son entre hijo y padre, nunca hablamos de política. Ni siquiera sobre cómo ejerzo mi papel en el Congreso.
SEMANA: ¿Cómo fue ese encuentro con su padre después de más de una década de ausencia?
J.T.: Fue en plena pandemia. Le respondo esa pregunta con mi corazón de hijo: llevaba más de 15 años sin ver a mi padre, sin abrazarlo; por supuesto que mi corazón de hijo añoraba verlo, tocarlo, abrazarlo. Ese reencuentro fue muy emotivo, lleno de mucho amor de padre e hijo.
SEMANA: ¿Él le ofreció perdón por lo que hizo?
J.T.: No solamente a mí, sino al país. En un par de ocasiones, le he escuchado pedir perdón por los daños causados. No justifico lo que hizo, pero soy su hijo, no el responsable de señalarlo o ajusticiarlo. No tengo por qué perdonarlo. Solo le pido a Dios que me dé algún día la oportunidad de ir con él, agarrado de la mano, por los territorios donde se generaron tantas víctimas por parte del bloque Norte. Me gustaría construir procesos de reconciliación y paz territorial. Es mi deseo.
SEMANA: A su padre lo acaban de condenar a 40 años de cárcel y él tiene más de 60 años.
J.T.: Por eso digo, si Dios y la vida algún día me dan la oportunidad. Él está respondiendo por su accionar.
SEMANA: ¿Lo siguen estigmatizando por ser el hijo de Jorge 40?
J.T.: Por supuesto, soy el segundo congresista más demandado. ¿Sabe cuál es la razón de las demandas? Que soy el hijo de Jorge 40, esa es la principal. Me han estigmatizado y revictimizado, pero aun así mi interés por construir paz en este país es mucho mayor.
SEMANA: Trabajó en el Ministerio del Interior de Alicia Arango, cercana a Uribe, y el expresidente fue quien extraditó a su padre. ¿Cómo aceptar el tema?
J.T.: Yo quiero, adoro a mi papá, pero yo soy yo y él es él. Él tomó una decisión autónoma. Si en su momento me la hubiera consultado, tenía 6 años, le hubiera dicho que no. He aprendido a separar completamente mi vida profesional y laboral de las cosas de mi padre.
SEMANA: ¿No le ofrecieron un aval del Centro Democrático?
J.T.: No, nunca. Con el expresidente Uribe no tenemos relación. No he sido militante del Centro Democrático, no creo en los partidos políticos, no les tengo confianza.
SEMANA: ¿Cómo ve la paz total de Petro?
J.T.: Es una apuesta que me gusta y creo en ella. Soy un convencido de que si en Colombia no nos sentamos con todo aquel que tengamos diferencias, llámese como se llame, nunca vamos a dejar de vivir en violencia. Eso nos ha pasado en los últimos años. En el 2000 se desmovilizaron más de 30.000 combatientes de las AUC y no nos trajo la paz. Se hizo lo mismo con las Farc, y hay disidencias y también sigue el ELN.
Lo que tenemos que hacer es sentarnos todos, hacer una propuesta atractiva para que dejen las armas y que este país pueda tener paz. La violencia ha crecido, hoy vemos a unas Autodefensas Gaitanistas muy poderosas, a un ELN fortalecido, a unas disidencias de las Farc en las mismas condiciones. Hay que buscarle una solución al narcotráfico, porque ese ha sido el combustible de la violencia.
SEMANA: La intención de la paz total es buena, pero ¿ha dado resultados?
J.T.: No. El Gobierno no la ha sabido manejar, hay desorden en las conversaciones con los diferentes grupos al margen de la ley. Desde la Comisión de Paz del Congreso preguntamos y no sabemos hoy con quién se está conversando. Por ejemplo, las Autodefensas de la Sierra Nevada han solicitado una mesa con el Gobierno y están ignoradas. Parece que al Gobierno solo le interesa el proceso con el ELN. Lo que creo es que ha sido muy mal manejado. Esperamos que mejoren en los dos años largos que quedan.
SEMANA: ¿A quién le ha informado sobre la intención de las Autodefensas de la Sierra Nevada?
J.T.: Hablé en su momento, y en varias ocasiones, con Danilo Rueda, pero siento que no avanzan las cosas. Lo mismo pasa con las Autodefensas Gaitanistas. Igualmente con el ELN. No entendemos cómo esa guerrilla sigue secuestrando y el Gobierno no envía unos mensajes claros: o se acaban los secuestros, o se levantan de la mesa. Pararse de la negociación es lo último que se debería hacer, pero hay unas líneas rojas. Si los grupos armados las siguen pasando, ahí tendríamos que solicitarle a la fuerza pública toda la contundencia contra los ilegales.
SEMANA: El Gobierno tiene intenciones de paz, pero ¿el ELN?
J.T.: Dudamos de las reales intenciones. Si su pregunta es si el ELN ha demostrado intenciones de paz este año y medio, mi respuesta es tajante: no. Ante eso, el Gobierno tiene que empezar a trazar esas líneas rojas o nos vamos a pasar el resto de los tres años que le quedan a Petro en negociaciones, mientras el ELN seguirá secuestrando a sus anchas, como dice que lo seguirá haciendo.