Política
“Hay una preocupación de que de ahí no salió un modelo funcional”: Alejandro Gaviria sobre el trámite de la reforma a la salud
En conversación con SEMANA, el exministro de Educación explicó lo que puede ocurrir en las próximas semanas con la polémica iniciativa del Gobierno.
SEMANA: Lo atacan en redes por supuestamente haber propuesto la misma reforma a la salud de la exministra Carolina Corcho en 2013, cuando usted lideraba la cartera. ¿Eso es cierto?
Alejandro Gaviria (A.G.): Tiene elementos similares. Incluso, hay que recordar que, a pesar de que esa reforma no se aprobó, la idea de la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (Adres) salió de ahí y fue incorporada después en el Plan Nacional de Desarrollo del segundo periodo del presidente Santos. La Adres está muy en el centro de lo que quiere hacer el Gobierno. Tenía algunos límites a la integración vertical, o sea, permitía la integración vertical solo en el primer nivel, y tenía una generalización no definitiva del giro directo. Es decir, lo que ahora se llama la Adres iba a hacer giro directo.
Lo más importante es que, en todo caso, esa reforma mantenía a las gestoras o EPS como aseguradoras, como aquellas que gestionaban el riesgo en salud. Ahí es donde está la discusión, en el modelo de aseguramiento. Lo que pasó fue que cogieron esas similitudes, toman de una entrevista dos o tres respuestas, y dicen que es exactamente la misma reforma, cuando el desacuerdo fundamental persiste.
SEMANA: Usted dice, en su momento, la entonces activista Carolina Corcho se opuso.
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A.G.: Es una anécdota en la que yo no quiero insistir, medio la mencioné por Twitter. Carolina Corcho, desde la sociedad civil, se opuso de una manera muy vehemente a esa reforma. Muchos de quienes están hoy en el Pacto Histórico, incluida Piedad Córdoba, se opusieron en su momento. Hubo batas blancas en la calle porque no se estaba acabando con las EPS. Quienes entonces la criticaron dicen que es la misma, es totalmente incoherente.
Carolina Corcho no le ha hecho eco a esos comentarios de Piedad Córdoba, de Clara López y de otros tuiteros del Pacto Histórico porque ella sabe que no es verdad.
SEMANA: En redes lo están atacando como nunca por sus comentarios en contra de la reforma a la salud. ¿Qué opina?
A.G.: Es claro. Esto no fue un tema casual de Piedad Córdoba, de Clara López o de un tuitero. Esto es una campaña concertada de redes sociales y es una campaña dirigida a minar la credibilidad de quienes hemos criticado la reforma a la salud. De eso no me queda ninguna duda. Hay una campaña política centrada en redes sociales, pero no solo ahí, que quiere menoscabar esa credibilidad a los críticos de la reforma, entre ellos varios académicos. Andrés Vecino y Julián Fernández son algunos. A mí no me gusta quejarme mucho de eso. Cuando uno está en el debate, está en el debate, pero sí creo que hay un intento deliberado por atacar y caricaturizar las opiniones de quienes se oponen a la reforma.
SEMANA: Algo similar ha ocurrido con figuras como Katherine Miranda y Jota Pe Hernández. ¿Existe una persecución a quienes hacen críticas y se oponen a las propuestas del Gobierno?
A.G.: No sé si llamarlo persecución, pero existe una campaña concertada de desprestigiar y anularlos como críticos o personas con capacidad de habitar ese debate, a quien asome la cabeza y reitere alguna crítica. No me queda ninguna duda. Esa es la forma en la que operan las redes sociales. Del lado del Pacto Histórico y los defensores del Gobierno hay un ecosistema muy grande de redes sociales. Algunas son críticas genuinas, algunas son bodegas.
No me queda ninguna duda. Es una respuesta casi industrializada, desprestigiar y minar la credibilidad. En muchos casos con mentiras. Practicar lo que los gringos llaman un asesinato del carácter.
SEMANA: ¿Este ambiente lo siente desde que salió del Gobierno? ¿Desde antes?
A.G.: Las primeras semanas no. Cuando di las primeras entrevistas no lo sentí tanto así o por lo menos mucho menor. Yo veo que esto empezó, sobre todo, desde hace aproximadamente diez días, cuando estaban dándose los últimos debates en la Comisión Séptima de Cámara de Representantes de la reforma a la salud. Fue donde noté que estaba en el centro de esos ataques, es más reciente.
SEMANA: ¿Cómo vio la aprobación de la reforma a la salud en primer debate? ¿Sigue creyendo que es un Frankenstein?
A.G.: No se ha publicado el texto, me preocupa. Se ha demorado mucho la publicación del texto. Todavía no se sabe muy bien, como se aprobaron unas proposiciones que cambiaron al final, unos artículos que se excluyeron. Creo que hay una preocupación de que de ahí no salió un modelo funcional, pero estamos esperando quienes estamos interesados en este debate que se publique el texto finalmente aprobado por la Comisión Séptima. No lo conocemos y se ha demorado más de la cuenta.
SEMANA: Después de que todo el mundo calificaba a la reforma a la salud como un proyecto muerto, ¿usted por qué cree que se logró revivir, destrabar y aprobar en primer debate?
A.G.: Creo que han pasado tres cosas. La primera es que la reforma a la salud no es solo eso. En este momento es una especie de cuadrilátero político donde se está definiendo una buena parte de la gobernabilidad del Gobierno. Hay una preeminencia política que no tenía cuando empezó el debate, que fue meramente técnico. El Gobierno no quiere perder esa pelea política y está dispuesto a todo, a casi todo, para no perderla.
El segundo punto, hay que decirlo, es que el ministro actual se ha mostrado un poco más flexible. Creo que hay puntos de la reforma a la salud donde el Gobierno ha cedido. Probablemente, la reforma que se termine aprobando sí va a ser muy parecida a aquella reforma de 2013. Eso no les va a gustar a algunos que la criticaron en su momento. Ha existido algo de flexibilidad, lo que pasa es que esa flexibilidad no creo que haya llevado todavía a un sistema de salud funcional y que de alguna manera ponga a un lado los temores y la incertidumbre en el sector.
Creo que la plenaria de Cámara probablemente será favorable para el Gobierno también. Creo que los debates en Senado no se van a terminar en esta legislatura. Serán en la próxima. Esa legislatura y un debate en el Senado, que es más complejo, coincidiendo con las elecciones territoriales, va a ser difícil. Esto todavía no se ha ganado para el Gobierno.
SEMANA: Lo escucho optimista, si cree que será una reforma similar a la que usted propuso en 2013.
A.G.: Creo que el giro directo y en los límites a la integración vertical hay un consenso. Todo el mundo estaría de acuerdo, hay algunas preocupaciones puntuales de algunas EPS, pero son mucho menores. La clave sigue siendo lo de la ordenación de gasto y el modelo de aseguramiento. Aún no se sabe cómo terminará esto, pero seguramente será un sistema de salud en el que la Adres no va a concentrar todas las funciones de ordenación de gasto. O sea, se va a parecer mucho más a la reforma de 2013.
Lo que surgirá es una competencia de narrativas, de relatos. Donde el Gobierno dirá que es la reforma que quería desde el comienzo, las personas más a la izquierda dirán que el Gobierno cedió más de la cuenta. Otros dirán que es una reforma inconveniente. Hay que distinguir entre esos relatos cuál es el veraz. La verdad, la reforma original de Carolina Corcho era una reforma que no tenía ninguna posibilidad de pasar. Está cambiando, la única posibilidad de que pase es que cambie.
SEMANA: Por fuera del tema de la salud, ¿a qué se ha dedicado desde su salida del Gobierno?
A.G.: Seguiré con mis actividades privadas de consultoría, estoy escribiendo otro libro que ya tiene título. Se llama La explosión controlada. Llevo cinco capítulos. Estoy también dedicado a actividades académicas de distintas naturalezas, no solo en Colombia sino por fuera.
SEMANA: ¿Candidaturas a futuro?
A.G.: Estoy inhabilitado para las regionales y no me voy a meter en este momento en una aventura electoral. La elección de 2026 todavía es ciencia ficción. Muchas cosas van a pasar de aquí allá, que no vale la pena adelantarse.