POLÍTICA
Héctor Abad relató nuevos detalles del atentado en Ucrania: “Sentí que del centro de la tierra brotó algo que me tiró al suelo; cayeron vidrios y sentí estupor”
Veinticuatro horas después de la tragedia, el escritor colombiano entregó nuevos detalles de lo ocurrido. “Yo estoy extrañamente bien, con un raro zumbido en mi cabeza”, dijo. Entre tanto, Sergio Jaramillo cojea. Ambos regresarán a Bogotá en los próximos días.
Héctor Abad Faciolince reconoce que está extrañamente bien después de la explosión de la que fue víctima este martes 27 de junio en Ucrania, cuando departía en una pizzería con el excomisionado de Paz, Sergio Jaramillo, la periodista colombiana Catalina Gómez y otros amigos. El atroz hecho dejó más de 10 muertos y varios heridos. Ellos se salvaron de milagro.
El escritor antioqueño, quien visitaba el país en guerra porque fue invitado a una feria del libro, contó, a través de un ‘en vivo’ realizado por la cuenta de Instagram llamada ‘Aguanta Ucrania’ que dirige Sergio Jaramillo, que un día después de lo ocurrido, lo único que le dejó el estruendo “es un gran zumbido en la cabeza, un fuerte dolor de cabeza, como si lo que más me hubiera afectado fuera el oído. Yo pensé que estaba herido por estas cosas negras que me veía en todo el cuerpo, en la camisa, en la chaqueta, y pensaba: ‘estoy herido, pero no me duele nada. Qué raro’”.
La gente ―según contó― empezó a ayudarle porque pensaban que él estaba herido. “Yo estaba riéndome con Victoria Amelina ―la escritora ucraniana que se debate entre la vida y la muerte tras la explosión―, nos divertíamos porque brindamos con cerveza sin alcohol, ya que en la región hay ley seca y no se puede tomar licor. Habíamos pedido una pizza de cuatro quesos”, detalló.
En un momento, “me levanté a brindar con ella cuando sentí que del centro de la tierra algo brotó, pero en vez de tirarme hacia arriba, ese ruido infernal me tiró al suelo. Yo caí, caían vidrios, no me movía, no sabía lo que pasaba, estaba aturdido, en el estupor. Traté de levantarme, lo hice, todos me preguntaban si estaba herido”, dijo.
La periodista colombiana Catalina Gómez ―según informó― “me pidió perdón por haberme llevado a ese sitio y, de repente, veo a Victoria Melina sentada, muy recta, con la cabeza un poco hacia atrás, limpia, sin sangre, sin nada, impecable. No respondía a los llamados míos ni de Sergio, no abría los ojos. Entendimos que algo grave le estaba pasando”.
Como creían que Abad Faciolince estaba herido, “me sacaron los ucranianos del sitio, a los gritos, pero no entendía, parecían llegar desde muy lejos, eran gritos que no entendíamos por el idioma, eran gritos de miedo, de dolor, de socorro. Me llevaron a inspeccionar y a decirme que me hiciera más lejos porque podía caer otra bomba”.
Y agregó: “Usaron una bomba, un misil de precisión perfectamente geolocalizado que cayó exactamente en la mitad del techo de una pizzería donde de noche hay muchísima gente, cientos de personas, corresponsales extranjeros, militares. Seguramente querían matar militares, pero también corresponsales que dan la noticia, aterrorizar a la población civil, querían decirle a la gente que se vaya, que no salga a la calle, que la fuerza manda, que estamos perdiendo la batalla militar, pero nos quedan bombas y misiles para castigar a Ucrania. Es el horror de una guerra injusta”, dijo.
Según Abad Faciolince, a quien le tradujeron uno de sus libros en ucraniano, su tiempo como periodista en ese país en guerra ha culminado.
“En unas horas vamos a coger un tren nocturno, vamos a una ciudad cerca de Polonia, cruzaremos a pie, como lo hacen millones de ucranianos al otro lado de la frontera. Nuestra misión de solidaridad, de información, tal vez llegó hasta unas profundidades excesivas que no nos esperábamos. Sergio está cojeando mucho, tiene mucho dolor, yo estoy aturdido. Catalina Gómez, corresponsal de guerra, se queda aquí. Nosotros volveremos a Colombia en los próximos días”, concluyó.