POLITICA
Ingrid Betancourt dice que reza por Piedad Córdoba “para que encuentre la vida eterna y la plenitud”. Como teóloga, habla del infierno y confiesa que aún trabaja en perdonarla
En entrevista con SEMANA, la colombo-francesa confesó que ha ido a misa a orar por Piedad Córdoba. Tras su doctorado en teología, habló de cuál suerte podría estar teniendo la senadora del Pacto Histórico luego de su muerte.
SEMANA: ¿Se mantiene en sus afirmaciones sobre Piedad Córdoba? Le ha caído mucha gente encima y otros la han apoyado.
INGRID BETANCOURT (I. B.): No he visto comentarios fuera de lo que cada cual piensa de Piedad, cada cual tiene derecho a expresar su opinión, no juzgo a los que tienen una imagen buena o mala de ella. Es un momento para reflexionar en el legado de Piedad, en lo que ella deja, y hacer un balance objetivo. Es verdad que ella, así como tuvo muchos apoyos de personas muy allegadas a la izquierda, de las Farc, también es muy cuestionada con procesos ante la justicia. Y en el caso de los secuestrados, con unas revelaciones que para todos nosotros son muy dolorosas.
SEMANA: ¿Por qué terminó distanciada de Piedad Córdoba?
I. B.: Porque, obviamente, cuando a uno le comprueban que ella estuvo utilizando el secuestro nuestro para apalancar intereses políticos, y no solamente eso, sino que dilató la liberación de muchos de nosotros porque ella quería que esas liberaciones se dieran cuando estuviera aspirando a la Presidencia y fueran su trofeo máximo, eso genera consecuencias. Y pues si en algún momento hubo una amistad con Piedad, hasta ahí fue.
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SEMANA: Eso lo dijo Andrés Vásquez, el asesor de ella, ¿usted confirmó en la selva esa versión de las demoras en los secuestros por sugerencia de Piedad Córdoba?
I. B.: Yo en la selva no pude reafirmar nada, pero sí me llamaba la atención que Piedad no hubiera actuado por nosotros más rápidamente. En el caso mío, que nunca me mencionara en sus mensajes cuando ella y yo habíamos estado en el Congreso y, de alguna manera, habíamos sido colegas y compartimos debates. Además, yo defendí a Piedad Córdoba en muchos de los ataques de los que fue víctima, por eso, me sorprendía el silencio de ella.
SEMANA: Ella, ante sus críticas, la llamó “desagradecida”.
I. B.: Mucho más que eso. Ella salió de manera violenta a atacarme porque a mí la Corte Suprema me llamó a preguntarme qué sabía yo sobre Piedad. Yo conté lo que sabía, sobre todo la amistad que ella sostenía con los jefes de la guerrilla. Yo conocí a todo el secretariado de las Farc por ella, yo fui testigo de esa amistad, ella me llevó allá. Ella tenía empatía, simpatía con ellos. Eso no fue secreto para nadie, la justicia tenía mucha información. Es más, ella no se escondió: había fotos con los comandantes, nunca lo negó y los ataques de ella fueron, creo, desproporcionados, injustos.
SEMANA: ¿Piedad cuándo la lleva a usted ante el secretariado de las Farc?
I. B.: Antes del secuestro, un año antes. No era candidata a la Presidencia, yo era senadora y ella me llevó a conocer a los miembros de las Farc. En ese momento, yo promovía un referendo anticorrupción y ella me llevó para que yo le explicara el tema a Manuel Marulanda, en plenos diálogos del Caguán. Ella obtuvo la cita, el contacto.
SEMANA: ¿Qué sintió cuando se enteró de la muerte de Piedad Córdoba?
I. B.: Tristeza. Una tristeza hecha de muchas tristezas, tristeza del ser humano porque uno que se va es todo lo que se lleva de vida, de experiencia, amistades, toda esa red humana que se va con ella. Tristeza porque yo conocí a otra Piedad con la cual tuve cercanía, esa Piedad dejó de existir mucho antes de que ella muriera. Después, cuando vi a una senadora señalada de enriquecimiento ilícito, con negocios con Álex Saab, muy preocupada por la plata, el poder, metida en muchos actos de corrupción, a esa Piedad hubiera preferido no conocerla. Me sorprendió mucho. Eso es fuente de tristeza, es la desilusión de una persona.
SEMANA: ¿Usted la perdonó?
I. B.: Creo que yo perdoné al ser humano porque somos muy complejos y no sé cuáles hayan sido las motivaciones de ella, lo que la llevó a ella a eso, pero no perdono el hecho per se. Me parece que haber utilizado la información que tenía..., era muy allegada a mi mamá (Yolanda Pulecio) y ella le contaba todo a Piedad. Ella utilizó la información de muy adentro y la utilizó en contra de mi familia, traicionó a mi familia. Esos actos perversos están ahí, no se borran, nunca se van a borrar, pero sí quisiera llegar a un punto de poder perdonarla a ella. Todavía me falta un camino para terminar de perdonar a Piedad.
SEMANA: ¿Y cuál es ese camino?
I. B.: El camino de entender que los seres humanos somos muy complejos, tratar de entender qué fue lo que le pasó a ella, cuáles fueron sus motivaciones, su necesidad de traicionarse a sí misma para obtener cosas que para ella se volvieron más importantes que las banderas que defendió inicialmente.
SEMANA: ¿Por qué dice que Piedad Córdoba traicionó a su mamá, doña Yolanda Pulecio?
I. B.: Sí, traicionó a mi mamá, ella se sintió profundamente traicionada porque fue una puñalada en la espalda; pensar que ella estaba junto a mi mamá diciéndole que estaba haciendo todo por liberarme de las Farc y les enviaba mensajes a los comandantes de la guerrilla para que no me liberaran... Es duro.
SEMANA: ¿Y su mamá qué dijo tras la muerte de Piedad Córdoba?
I. B.: ¡Que en paz descanse!
SEMANA: Usted es doctora en teología, experta en Dios, la religión, la vida, la muerte. ¿Qué cree que esté pasando con Piedad Córdoba tras su muerte?
I. B.: Creo que ella tiene que entrar en un espacio de humildad porque está ante Dios y hay personas que se rebelan a Dios aun después de la muerte, como que no lo aceptan. Lo primero es aceptar a Dios. Cuando se acepta a Dios, se recibe la mirada de él sobre uno. Eso lleva a una transformación espiritual que se debe hacer. Pienso también en esa misericordia infinita de Jesús.
Los cristianos estamos convencidos de que nos mira de una manera diferente y tiene una misericordia absoluta, porque lo que él quiere es llevar las almas al cielo, a la gloria, a la luz. Yo creo que él está tratando de salvar a Piedad, imagino que esa es la batalla que se está dando en ese momento. Hay que rezar por ella para que las oraciones de uno le ayuden a Piedad a pasar ese tránsito y encontrar la vida eterna y la plenitud. De lo que sí estoy convencida es que Dios, hasta último momento, nos está tendiendo la mano. Y si hay una voluntad de arrepentimiento, eso es lo que nos salva.
SEMANA: Habla de Dios como si Piedad Córdoba estuviera con él, pero hay opositores que creen que la exsenadora estaría en el infierno. Como teóloga le pregunto si ese lugar existe...
I. B.: Sí, el infierno sí existe, es la ausencia de Dios, de luz, la ausencia de amor.
SEMANA: Pero Piedad no estaría allá.
I. B.: Lo que queremos es que no esté allá, creo que todos podemos contribuir a que no esté allá, los creyentes podemos rezar porque ninguno de nosotros podemos juzgarla a ella desde el punto de vista espiritual. El único es Dios.
SEMANA: ¿Ha orado por ella?
I. B.: Sí, claro, fui a misa por ella.