ENTREVISTA
Jaime Andrés Beltrán, alcalde de Bucaramanga, hace un balance de sus primeros nueve meses de mandato: “Desde las regiones se empieza a jalonar el país”
Jaime Andrés Beltrán, alcalde de Bucaramanga, conversó con Vicky Dávila en el foro SEMANA por Colombia sobre los primeros meses de su administración, los retos de la ciudad y el panorama nacional para los mandatarios locales.
Vicky Dávila: Estamos desde Bucaramanga y muy contentos, por supuesto, de acompañar esta ciudad maravillosa. Alcalde, gracias por recibirnos. Bienvenido.
Jaime Andrés Beltrán: Gracias, Vicky. Qué privilegio. Estar en las cinco ciudades más importantes del país es uno de nuestros principales objetivos. Por eso, que SEMANA ponga los ojos en Bucaramanga es porque algo bueno está pasando en la ciudad. Las puertas de la ciudad se abrieron, y hoy el país mira con deseo la ciudad, como una ciudad atractiva para muchas cosas. Bienvenidos a la ciudad más bonita de Colombia, Bucaramanga.
V.D.: ¿En qué momento empezó a rondarle en la cabeza ser alcalde de Bucaramanga?
J.B.: Como en cuarto de primaria. Yo fui representante del curso desde muy pequeño. Tengo una foto por ahí, en el cuaderno de tercero de primaria. Siempre me decían que qué quería ser cuando grande y dije que alguna vez quería ser alcalde de la ciudad. A la gente le parecía demasiado pretencioso. En ese sueño terminé estudiando Comunicación Social, pero empecé a hacer una labor pastoral sacando jóvenes de la droga. Esto me llevó al Concejo dos veces. Decidimos que teníamos la posibilidad. Es muy difícil llegar sin estructuras políticas a gobernar; un pastor, menos. Hay un estigma muy marcado en el tema religioso. Lo intentamos y quedamos de virreyes. Volvimos al Concejo por tercera vez y lo volvimos a intentar en medio de un escenario totalmente adverso. Siempre he creído que los tiempos de Dios son perfectos. Aquí estamos, en una oportunidad que nos dieron los bumangueses y la vida para dejar una huella en este país.
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V.D.: En un momento histórico en Colombia. Si yo le preguntara, hasta hoy, ¿qué es lo más grande que ha podido hacer hasta ahora? La gente está contenta con usted mayoritariamente.
J.B.: El principal triunfo de este Gobierno ha sido que los bumangueses se vuelvan a sentir orgullosos de su ciudad. Había un descontento y un desarraigo. Tuve la oportunidad de ir a un foro en Madrid, e iba por la Gran Vía y vi a alguien con la camiseta de Bucaramanga. Wow, la cosa está cambiando. Hay un cambio cultural, se lo debemos a dos cosas. Uno, al Atlético Bucaramanga, y se lo debemos a que este Gobierno ha hecho que la gente vuelva a creer en lo que es. Las cifras en mejoría de seguridad y competitividad pasan a un segundo plano cuando logras que la gente vuelva a sentirse orgullosa. Eso empuja cualquier proyecto. Cuando hay un sector privado apersonado, como en Barranquilla, hay un sector público apersonado y unos ciudadanos apersonados, pasa lo que está pasando hoy en Colombia en varias regiones. Desde las regiones se empieza a jalonar el país.
V.D.: ¿Cómo ha hecho para recuperar la confianza y que la gente vuelva a creer?
J.B.: Seguir siendo persona. Creo que seguimos con mi familia visitando los lugares que visitamos y compartiendo con la gente con la que compartíamos antes. Al final, lo que la gente sigue viendo no es un mandatario distante de la realidad, sino un gobernante en la calle, en el barrio, en la academia y con todos los sectores. En medio del sinsabor en lo nacional, la gente se está refugiando en los gobernantes territoriales y siente esperanza desde el territorio. Se cree que desde el territorio podemos cambiar la nación.
V.D.: Pero usted tiene como una ayudita de arriba…
J.B.: Ayudita no, es ayudota. A mí el que me puso fue él y respeto las diferencias de pensamiento religioso. No gobierno desde mi pensamiento religioso, pero vivo desde mis principios de vida. Dios es el norte. Eso es lo que me da confianza. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
V.D.: ¿A quién vive pegado? ¿Reza u ora temprano? ¿A qué horas se para a pedirle a Dios? ¿Es de rodillas?
J.B.: Aquí hay dos grandes fortalezas. Uno, mi familia. Tengo una esposa muy santandereana. Eso en el proyecto de cualquier hombre es poderosísimo.
V.D.: Dicen que bravas, pero no. Es de carácter. Yo podría ser santandereana.
J.B.: Debe tener una raíz. Cada vez que la escucho, digo que es como santandereana. Hay dos polos a tierra. Es mi familia, tener una esposa que comparta contigo una visión política es una gran ayuda en un mundo tan hostil como en el que estamos. Dos, para mí es fundamental la fe que me inculcaron mis padres. Se vuelve un motor para poder equilibrar las cargas. Siento que cuando uno llega a gobernar es como un ratoncito metido en un círculo. Eso no para, es todos los días. Cuando tú te das cuenta, se te va la vida. Mis hijas van creciendo, Alejandro se va para España a jugar fútbol. Pero comprendes que si está la familia, la fe y un buen equipo de trabajo, la cosa se vuelve más agradable. Hoy puedo decir de manera puntual que lo que Bucaramanga requiere, más que un gran líder, es que todos nos creamos el cuento de que somos capaces de llevar esta región hacia adelante. Eso es lo que me ha permitido poder avanzar en medio de tantas dificultades.
V.D.: ¿Hasta dónde el tema Bogotá, Gobierno central, le genera ruido en su labor? ¿Cómo van las cosas con Bogotá? No con Carlos Fernando.
J.B.: Tengo un chiste con Carlos Fernando, antes de responderte. Le digo cada vez que nos vemos: “Cuando estoy estresado, pienso en usted y me relajo”. Es verdad, Bogotá tiene muchas complejidades. Hablando del Gobierno nacional, tengo una teoría que vengo postulando cada vez que tengo la oportunidad. A nosotros nos descentralizaron los problemas, pero no los recursos. Nos entregaron la responsabilidad de resolver temas de seguridad, pero nos ataron las manos.
V.D.: ¿Cómo así?
J.B.: Nos exigen que los gobernantes resolvamos el tema de homicidios, pero no podemos sacar el Ejército a la calle. Ahora, en el último decreto, la Policía no puede usar la fuerza para contener cualquier mitin. La pregunta que yo hago es: ¿con qué herramientas voy a defender al ciudadano? El ciudadano no dice que el Gobierno es responsable de la seguridad. Me dice: “Alcalde, ¿el plan candado para cuándo?”. El alcalde debe responder por los temas del territorio, pero atado de manos. Ahora íbamos a expulsar 150 migrantes con más de 15, 20 y 22 anotaciones, y la decisión de lo nacional es que solo podemos expulsar 8 semanales. Es muy fácil pretender gobernar un territorio desde la idea romántica del deber ser, pero cuando llegas a la ejecución y el Gobierno nacional tiene una visión de gobierno totalmente distinta, es casi que remar contra la corriente. Hoy tengo que agradecerle al alcalde Char, que me dijo en el segundo mes de gobierno: “Concéntrate en trabajar con lo que tienes en el territorio, porque, si vas a esperar que el Gobierno nacional te resuelva los problemas, se van los cuatro años y no va a pasar absolutamente nada”. Desde ahí en adelante empezamos a entender que debemos responderle a la ciudad con lo que tenemos. Hoy, atados de manos y atados de pies, no nos pueden callar. La palabra es el poder que tenemos para transformar.
V.D.: La herramienta del decreto de la Policía es el diálogo, que hay que agotar esa vía para atender una alteración de orden público. ¿Una alteración de orden público como la de 2021 se puede atender solo con el diálogo?
J.B.: Soy promotor de agotar la instancia de la conversación, pero también Bucaramanga fue víctima del estallido social, que nos dejó una primera línea que nos desbarató media ciudad. ¿Cómo les digo al gerente del banco y a quienes trabajaban en Davivienda que no puedo usar la fuerza pública para defenderlos? “Quédense adentro y quémense porque no la puedo usar”. Las mesas y el diálogo ya se agotan. Que a mí no me digan que Jaime Andrés es una persona totalmente bélica con sus políticas, no. Nosotros antes de usar la fuerza hemos agotado el diálogo. He aprendido dentro del proceso de formación que cuando la persona no entiende con consejos, dentro de la conciliación, se debe usar la fuerza. Al final prima más el bien general que el bien individual. Entonces, a veces sentimos que en el país tienen más derechos los vándalos que los mismos ciudadanos. Sentimos que legislan más a favor del delincuente que del ciudadano que trabaja. Cuando el diálogo se acaba, está el garrote.
V.D.: ¿En dónde tiene usted el garrote?
J.B.: En las acciones que todo el tiempo nosotros podemos legitimar con la Policía, con cada una de las fuerzas que tenemos. Le he dicho al general de la Policía que entiendo los procesos que la Policía quiere hacer con la comunidad, porque soy partidario de ellos. Me voy con el general Yesid Bello, nos metemos a las comunas, hablamos con los parches, hablamos con los jóvenes, pero mientras tanto estamos haciendo operativos. Es un equilibrio. A mí que no me digan que tengo que gobernar simplemente con el abrazo. Pasa con mis hijas, las amo y porque las amo las corrijo. “Alicia, te pido el favor por las buenas. Alicia, ya te lo dije dos veces. Alicia, a la tercera ya no te lo digo”. Hago un correctivo. “Ya no me ves televisión, ya no me vas a jugar”. Si ella no entiende que sus malas decisiones tienen consecuencias, estoy formando a una persona que va a ser un problema para la sociedad. Lamentablemente, hoy nos está tocando criar un montón de vándalos que en la casa no los criaron.
V.D.: Con Alicia, ¿el castigo, pero no el juete?
J.B.: Vengo de la generación de la correa. Mi papá tenía una frase que no olvido. Mi papá nos llamaba a la pieza. Cuando a uno lo llamaban a la pieza… Mi papá decía una frase: “¿Alguna vez me has visto hacer eso?”. Si la respuesta era no, iba a correr. Era una frase poderosísima. Cuando corrijo a mis hijos, les pregunto lo que mi papá decía. Si la respuesta es no, yo no te lo enseñé a ti y te tengo que corregir. Hoy los métodos de corrección son distintos. A Alicia le duele más que no la dejemos ir a jugar, le cuesta más que no la dejemos ir a sus prácticas de atletismo.
V.D.: Si uno le pega a un hijo, uno se muere. Esta generación no es capaz de pegarle al hijo.
J.B.: Yo lloro más que ella. Lo que entendí y trato de generar en el colectivo es que, si alguien quiere vivir sin normas, váyase para el monte y viva solo. Pero quien quiera vivir en comunidad ajústese a las normas. Si no puede acatar las normas, hay unas sanciones naturales. Es convivencia, es lógica.
V.D.: ¿Le sirvió el juete del papá?
J.B.: Creo que aprendí dos cosas…
V.D.: Que no hay que pegarles a los hijos, eso es lo primero que uno aprende cuando le cascan chiquito.
J.B.: Uno, que la disciplina va más allá de la violencia. A veces hay cosas que a un hijo le duelen más que un golpe. A veces los padres creen que corrigen a sus hijos con una correa, pero olvidan dar un abrazo. ¿Qué quiere decir? Cuando el hijo aprende a valorar más el abrazo que el que no le peguen, actúa más desde la conciencia de no perder lo valioso.
V.D.: Usted quería sacar a 150 migrantes. La gente puede entender mal, pensando que están en una situación apremiante. ¿Por qué quería hacerlo?
J.B.: Aprovecho que estamos a nivel nacional para decir que si hay una ciudad que invierta en familias migrantes es Bucaramanga. Somos la ciudad que tiene más de 9.500 niños migrantes estudiando, pagos por el municipio. El sistema de salud atiende a familias migrantes. La mayor cantidad de mujeres que dan a luz en esta ciudad son migrantes y las atiende el municipio. La mayor inversión de un municipio a familias migrantes en el país la está haciendo Bucaramanga. Una cosa es la familia que viene a trabajar, buscando una oportunidad. Bienvenida. Pero es que quien viene a delinquir viene a delinquir. Una persona que tiene 22 anotaciones en menos de un año, ¿a qué viene? Esa persona viene a delinquir.
V.D.: ¿Anotaciones de qué tipo?
J.B.: Pelea con la policía, pelea con los vecinos, tráfico de droga, porte de armas, riñas todo el tiempo. Una persona que ya tiene en su prontuario 22 anotaciones no es una persona que está pensando vivir y salir adelante. Es una persona que viene a delinquir. No me digan que por los derechos humanos tengo que aguantarme a un delincuente. Que se lo aguante su país.
V.D.: Puede haber alguno que diga: “Ay, es xenófobo”.
J.B.: Sí me han dicho muchas veces, pero digo no, porque tengo cómo demostrar con números que no. A mí nadie me puede obligar a tener que recibir personas y tener en mi ciudad personas que están atentando contra la señora del aseo, contra el señor que se sube al bus, contra el que abre su tienda y tiene que darle una extorsión para que él viva.
V.D.: Con esa gente con 22 anotaciones, ¿qué pasa con esas 22 entradas a la estación de Policía?
J.B.: Ahí entramos en otro tema. Tengo una lucha interna. Este ha sido el Gobierno que más capturas ha hecho junto con la Policía en los últimos diez años. Pero es que más nos demoramos en capturarlos que a las ocho horas estén en la calle. Cuando una persona tiene 22 anotaciones y anda como si nada en la calle, demuestra una debilidad dentro de nuestro sistema judicial. Hemos venido siendo insistentes y reiterativos, no podemos mostrarnos laxos y blandos. Lo digo de manera puntual. Nosotros nos enteramos hace dos semanas de que alias Pichi había salido de la cárcel tres meses atrás. No estamos hablando de cualquier delincuente.
V.D.: ¿Quién es alias Pichi?
J.B.: En breves palabras, lo llaman el Pablo Escobar de Santander. Es la persona que controlaba las rutas del narcotráfico que pasaban por el departamento, controlaba las principales ollas del territorio. Lo capturan. El problema es que lo sueltan en total hermetismo. Hablan que es un juez el que lo suelta. Hoy pidieron investigación sobre ese juez. Hay una duda profunda, que es la que hemos pedido que sea aclarada. ¿Forma parte o está dentro del proyecto de los gestores de paz? ¿Está acogido a esa medida? No puedo premiar a un delincuente bajo la figura de gestor de paz mientras su estructura delincuencial siga operando en el territorio.
V.D.: Preguntas rápidas para respuestas rápidas. El mejor lugar para ir en Bucaramanga que usted recomienda.
J.B.: Para mí, hay un lugar que hoy está de moda y lo disfruto mucho con mi familia. Es el parque de la Flora, porque es un espacio que está dentro de la ciudad, pero usted siente que cambia de ambiente, que cambia de mundo. Es de los lugares que más disfruto.
V.D.: La mejor comida.
J.B.: Sí, tengo mi preferencia por las hamburguesas. Bucaramanga es la capital de las hamburguesas. Déjeme informarle al país que las mejores hamburguesas las tiene Bucaramanga. Estamos volviéndonos la capital de las hamburguesas en el país.
V.D.: ¿Qué les echan o qué? ¿Dónde está el secreto?
J.B.: La tártara, la piña, pero sobre todo en el valor agregado que le han puesto los santandereanos a la comida. Es la calidad de lo que sirven en la mesa.
V.D.: ¿Qué pasó con la comida típica?
J.B.: La típica para mí es el plan del fin de semana. Todos los que estamos aquí en este puente estamos programados para ir a comer a algún lado. Su buen mute, el cabro y qué día me dieron ovejo. Es parecido al cabro, pero como más fino.
V.D.: El sitio cultural.
J.B.: Teatro Santander. Para mí, hoy Bucaramanga tiene uno de los mejores teatros que tiene Colombia. El Teatro Santander se nos ha vuelto el templo de la cultura. Quiero invitar a todos los colombianos para que cuando vengan a Bucaramanga visiten uno de los parques más bonitos, que es el parque Centenario, antes el parque del vicio. Hoy es el parque de la cultura.
V.D.: Alcalde, ¿qué fue lo que pasó cuando usted quiso al principio sacar al ejército, pero después no lo pudo sacar?
J.B.: Hay un debate nacional sobre cuál es la función del ejército y dónde debe estar. Es la batalla de todos los alcaldes en el país. Nosotros necesitamos la fuerza en algunos puntos del territorio. Y nuestra primera propuesta fue tomémonos o controlemos el territorio. Para eso salimos con el ejército los dos primeros meses. El tercer mes ya no fue fácil, ya hubo unas directrices donde el ejército no podía salir. Nos tocó dedicar al ejército simplemente a la periferia. Controles de entrada y salida de la ciudad, pero de manera sistemática han venido debilitando el accionar de la fuerza pública. Para un mandatario es complejo tener un Ejército y una Policía que va siendo desmontada o desestimulada frente a su accionar, porque soy de la teoría de la concertación y también del trabajo social, pero también soy de la teoría de que donde no hay autoridad no hay gobernabilidad.
V.D.: Las elecciones de octubre del año pasado dieron un mandato distinto. Creo que es muy importante visibilizar las regiones, llegar hasta aquí y hablar con los mandatarios. Muchos tienen un pensamiento completamente diferente, están haciendo progresar sus regiones y sacando adelante a las ciudades. Los admiro muchísimo.
J.B.: Hay algo positivo. Independientemente del mandatario, todos queremos que la ciudad salga adelante. A mí me parece absurdo ver a algunos actores de ciudad intentando que a la ciudad le vaya mal para que al alcalde le vaya mal. Al final no son actores de ciudad, son actores de ellos mismos. Trabajan por su ego y crecimiento. Cuando alguien quiere que a la ciudad le vaya bien, sin importar qué mandatario es, todos jalonan hacia el mismo lado.