Política
Juan Diego Alvira recorrió Medellín con el alcalde Daniel Quintero, quien lanzó varios “derechazos” a quienes lo quieren “noquear”
Es un político disruptivo que para muchos acabó con una tradición en Medellín. Sin embargo, el alcalde Daniel Quintero dice que está acabando con una tradición corrupta. En esta crónica, Juan Diego Alvira describe a una Medellín que en realidad parece dos mundos distintos.
Los contradictores del alcalde Daniel Quintero no lo bajan de corrupto. En las calles hay una notoria diferencia entre quienes lo adoran y quienes lo odian. En las zonas más populares lo abrazan, lo buscan para una foto: parece una celebridad. Sin embargo, en El Poblado y otros barrios pudientes a “pinturita” (como le dicen) no lo pueden ver ni en pintura.
“Por ahora estoy concentrado en sobrevivir a 2023″ es lo que dice el alcalde Quintero, que dice estar siendo víctima de un complot de sus contradictores para sacarlo del poder. No obstante, reconoce que los seguidores de Gustavo Petro a él lo quieren mucho y no descarta su candidatura para sucederlo.
Medellín parece que tuviera dos ciudades en una. Hay muy pocos matices, pocos grises, todo es blanco o negro. Juan Diego Alvira acompañó al alcalde Quintero a las zonas más populares, ubicadas especialmente en el norte de la ciudad. Allí es evidente el agrado de la gente con su gestión y muchos lo buscan para tomarse fotos.
Algunos de los programas más populares de su administració, es la entrega de un computador para cada estudiante, desde el grado octavo hasta el grado 11, en todos los colegios públicos de la ciudad. Aunque el alcalde Quintero dice que ya todos los estudiantes tienen un computador, el concejal del Centro Democrático, Alfredo Ramos, afirma que solo han entregado el 45 % de los 80.000 que se comprometió a entregar, y al final del año los estudiantes los deben devolver.
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Juan Diego se encontró en la calle a un joven del grado octavo y le preguntó si a él le habían dado un computador. Dijo que sí, y lo sacó de su casa para mostrárselo. Es un portátil con buenos programas, buena capacidad. El estudiante dijo que lo utilizaba todos los días y que en su barrio, ubicado en la deprimida zona nororiental de la ciudad, había internet comunitario.
Esa es la gran apuesta del alcalde Quintero. Su teoría es que si a los jóvenes se les da la oportunidad de tener un computador, y hay una oferta pública para que aprendan a utilizarlos, se podría materializar su sueño: que Medellín se convierta en el “gran valle del software”, es decir, que su gran potencial sea la tecnología y la innovación.
En La Alpujarra, que es como popularmente se conoce la Alcaldía de Medellín, hay un pequeño cuarto, justo detrás de su despacho. Ese es el lugar que utiliza el alcalde para desestresarse. Tiene un saco de boxeo, un sofá, un piano, una biblia y un aparato, no muy común, para… ¡Ponerse “patas arriba”! Lo utiliza para que le llegue más sangre a la cabeza.
El alcalde Quintero insiste, en casi todos los escenarios, en que hay un interés del “uribismo” y el “fajardismo” para sacarlo del poder. Su teoría del complot, la utiliza para explicar asuntos como el retraso en las obras de Hidroituango o el rechazo del concejo a sus iniciativas: la última de ellas, la venta de las acciones que tiene la alcaldía en UNE-Tigo.
Este capítulo de UNE es solo un ejemplo de cómo, según Quintero, algunos grupos empresariales están interesados en saquear la ciudad, aprovechándose de las inversiones públicas. Él está convencido que el interés particular fue el que causó la emergencia de Hidroituango en 2018 y que detrás está el uribismo.
“El Centro Democrático vive en una burbuja, ellos nunca han venido por acá”, dijo Quintero mientras almorzaba con Juan Diego Alvira en un barrio popular. Quintero niega que esté promoviendo una lucha de clases, pero considera que el sector público sí debe trabajar para que le vaya bien a todo el mundo y no solo a los ricos.
Juan Diego Alvira le propuso al alcalde Daniel Quintero visitar alguna zona de la ciudad en la que no lo quisieran tanto: el centro comercial El Tesoro, en el corazón del barrio El Poblado.
El mandatario lució tenso, a la espera de cualquier arenga que finalmente llegó: “Posudo, pinturita”, le decían unos, “fuera, fuera”, gritaban otros. Un par de ciudadanos se acercaron a saludarlo y un niño le pidió una foto. Consultados por Juan Diego, algunos ciudadanos decían que es lo peor que le ha pasado a Medellín, pues consideran que le quitó la identidad a la ciudad.
De acuerdo con los índices de Medellín Como Vamos, una iniciativa financiada por el sector privado, el alcalde Quintero ha retrocedido en varios aspectos relacionados con la desnutrición infantil. El director del programa, Luis Fernando Agudelo, dijo que después de muchos años hoy hay un repunte en el porcentaje de personas que creen que Medellín va por mal camino.