POLÍTICA
Juan Fernando Petro le pide a su hermano, el presidente Gustavo Petro, que se reelija: “Yo quisiera que se quedara”. Revela que Laura Sarabia se va del Gobierno
Juan Fernando Petro, hermano del presidente, pide la reelección. Revela que Laura Sarabia tiene las horas contadas en el Gobierno, dice que sacaría a la mayoría de ministros, reconoce a Uribe como un “genio político” y afirma que el Pacto Histórico es un rompecabezas pegado con babas.
SEMANA: ¿Cómo ve hoy a su hermano, el presidente?
JUAN FERNANDO PETRO: Lo veo liderando el país, no solo la nación, sino a nivel internacional. Lo observo con unas posiciones claras sobre algo que la gente no se ha concientizado: el cambio climático.
SEMANA: ¿En qué ha fallado el Gobierno?
J.P.: Se han cometido errores. Sé que el presidente ha dictado órdenes para que se ejecuten obras e inversiones en territorios, pero no se ejecutan. Las razones pueden ser muchas, ese ha sido un problema.
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SEMANA: ¿No está bien rodeado?
J.P.: Una de las cosas que le dije antes de ser presidente fue: “Gustavo, usted tiene que ser asesorado por científicos y técnicos más que políticos. No se asocie tanto con políticos porque eso tiene muchos contras”.
SEMANA: ¿El presidente le hizo caso?
J.P.: A veces creo que no, porque se asoció con políticos y, por desgracia, la experiencia mía me ha llevado a concluir que las casas políticas son las que menos conciencia tienen de las transformaciones que hay que hacer.
SEMANA: ¿Le ha reclamado al presidente?
J.P.: Sí, algunas veces se lo he dicho, pero él, tal vez por proteger a su familia, no ha aceptado los consejos que sus parientes le han dado. Además, él es el animal político de la familia, el genio político.
SEMANA: Pero si el presidente no hubiera contado con los políticos, no le hubieran aprobado las reformas en el Congreso.
J.P.: Ese es el problema de las estrategias políticas, el problema de haber caído en esa estructura de poder que necesita la clase política, eso implica favores políticos. Para mí eso no es conciencia social, es aberrante que tengamos que tomar decisiones cediendo posiciones de conciencia.
SEMANA: En el Congreso dicen que el ministro Juan Fernando Cristo ha pactado alianzas con el Partido Liberal, La U, entre otros, para que pasen las reformas.
J.P.: Como estrategia política, es un mundo ideal; como conciencia de transformación de una sociedad y un país, no me parece que deba ser así. ¿Por qué hay que negociar para lograr frutos que lleven a dividendos de vida y de progreso? Porque hay algo malo en la estructura.
SEMANA: ¿Le gusta la permanencia del embajador Armando Benedetti en el Gobierno?
J.P.: La respuesta políticamente correcta podría ser sí, claro. Pero la ética es que mientras los políticos tomen decisiones vamos en contravía de lo que vale la pena para una sociedad.
SEMANA: ¿Roy Barreras?
J.P.: No. Me gustaría que al Gobierno llegara gente limpia, no políticos.
SEMANA: ¿Juan Fernando Cristo?
J.P.: Ha dado resultados como estratega político, ha logrado cosas, pero no creo en personas que han estado en el centro del poder ejecutando medidas que en otros Gobiernos han ido en contravía de lo que defendemos. ¿Por qué ahora lo van a hacer?
SEMANA: Pero la decisión es de su hermano…
J.P.: Sí, claro, porque mi hermano es un animal político, un genio político. En Colombia hay dos genios políticos y nadie lo va a negar; para bien o para mal, uno es Álvaro Uribe y el otro, Gustavo Petro. Han sido los dos grandes líderes con dos versiones diferentes de cómo se debe gobernar.
SEMANA: ¿Cómo ve la permanencia en el cargo de Laura Sarabia?
J.P.: La conocí cuando estábamos en campaña, era secretaria de Armando Benedetti, tuvimos una sinergia de trabajo muy productiva. Nos colaboramos, fue muy interesante, pero una vez subió y se ubicó en el centro del poder ha sido muy diferente. Ella ha generado un montón de bloqueos en la información pertinente que le podría llegar al presidente. Esa es mi perspectiva personal. Sale (del Gobierno), tengo entendido que sale, pero yo creí que ahí iba a estar una persona que abriera puertas para que gente extraordinaria y con buenas ideas hubiera podido llegar hasta el presidente. Y muchas veces se cerraron las puertas para muchas personas, para grandes empresarios con buenas ideas para el desarrollo del país.
SEMANA: ¿Cree que Laura Sarabia saldrá del Gobierno próximamente?
J.P.: Sí. Yo creo que sí sale.
SEMANA: ¿Es información de buena fuente?
J.P.: Sí, pero no puedo expresar más de lo que es, pero creo que sale.
SEMANA: ¿Por qué dice que Laura Sarabia bloquea información que debería tener el presidente?
J.P.: Es lo que he sentido. Mucha gente se me ha acercado porque soy el hermano del presidente, veo que hay personas que tienen muy buenas ideas que el presidente debería conocer, pero no pueden pasar de su oficina. No sé por qué no se las cuenta. No sé con qué intereses, cuáles son las razones o motivaciones, no conozco su filtro mental para decidir qué pasa y qué no.
SEMANA: ¿Está contento con los ministros de Gustavo Petro?
J.P.: Me gusta el trabajo de la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, es eficiente. También el de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo. Los demás deberían ser más eficientes, más gerenciales, deberían dejar más las oficinas, las corbatas, los zapatos bien embolados y estar metidos en los territorios.
SEMANA: ¿A cuáles ministros cambiaría?
J.P.: Hablaré como colombiano: los cambiaría a todos menos a la ministra de Ambiente, Susana Muhammad, y al de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo. A los que lleguen les daría la orden de cerrar las oficinas e ir a los territorios.
SEMANA: ¿Le ha dicho eso al presidente?
J.P.: Sí, él me responde que primero tiene que armar la macroestructura de las reformas.
SEMANA: ¿Cómo ve el papel de Francia Márquez?
J.P.: Una vez me metí en un problema porque dije que estaba desconectada, invisibilizada, que había perdido su norte. Y, de alguna manera, sigo pensando igual. Le falta más fuerza, protagonismo.
SEMANA: ¿Y Verónica Alcocer?
J.P.: Desdibujada en los últimos meses, muy silenciosa, muy callada. Creo que ella aprendió la lección, como todos la hemos aprendido, de ser más reservados y más prudentes. Está serena, centrada, me gusta la posición en la que está.
SEMANA: ¿Cree que su hermano quiere quedarse en el poder después de 2026?
J.P.: No. Yo quisiera que se quedara. De hecho, yo le voy a decir: “Gustavo, reelíjase, porque si no su proyecto político muere ahí”. Y no es el proyecto político de un individuo, es el proyecto de cambio de una nación. Él no se va a reelegir, lo conozco desde que nací y no veo a nadie que lo reemplace, no hay un gallo o un genio político que lo suceda. Es muy probable que la estrategia política de la oposición vuelva y tome el poder.
SEMANA: ¿Por qué está tan seguro de que no se reelegirá?
J.P.: Porque lo conozco, porque es mi hermano, no es un adicto del poder. Mi hermano está pagando la casa que tiene, es lo único que posee. La vivienda es una deuda que es muy probable que ni siquiera le quede a él, sino a la esposa y los hijos. No tiene ni un Renault 4. ¿Qué le encantaría hacer a Gustavo el 7 de agosto de 2026? Escribir, dictar conferencias, pintar, disfrutar la vida, sanarse de un montón de cosas que ha encontrado en su solitaria carrera política. Es hora de descansar.
SEMANA: ¿Qué pasará con el Pacto Histórico?
J.P.: He sido un crítico del Pacto Histórico, me parece un rompecabezas armado con fichas pegadas con babas. Allí todo el mundo llegó con sus intereses particulares, con sus agendas debajo de la mesa; pero, por encima, sonrientes y diciendo que querían cambiar el país. Entendieron que era el momento de pegarse a ese bus. Pero no he visto al Pacto Histórico funcionar, no he visto a los congresistas del Pacto liderando procesos en los territorios. Quien los puso allí fue el presidente, su imagen. Yo, políticamente, veo que han dejado un hueco muy grande, no hay un liderazgo político en ellos.
SEMANA: ¿Gustavo Bolívar podría reemplazar a Petro en 2026?
J.P.: Puede ser que lo reemplace, pero ¿él tiene la misma capacidad de liderazgo, la misma visión de un país como Gustavo Petro? Habría que verlo, tengo mis dudas.
SEMANA: ¿María José Pizarro?
J.P.: No. Son seres diferentes, tienen historias de vida diferentes, porque sus mecanismos mentales son distintos. Cuando digo que Gustavo Petro es un genio político, es porque lo veía a los 9 años sacando de su cuarto las dos camas, las mesitas de noche, y el piso lo llenaba de papeles. Hacía un tapete y dibujaba todos los mapas del mundo.
SEMANA: ¿Cómo es su relación con el presidente hoy en día?
J.P.: Bien. No tenemos fracturas a nivel de familia, pero cada uno tiene sus puntos de vista, él es el presidente y hay que respetarlo. Yo siempre he sido fan número uno de él, he perdido cosas en mi vida por defenderlo, por protegerlo, por acompañarlo y ayudarlo. Me han cerrado las puertas porque soy su hermano.
SEMANA: ¿Cada cuánto hablan?
J.P.: Nos comunicamos vía directa por celular. Lo difícil es vernos, pero semanalmente estamos en contacto. Yo le digo lo que pienso, aunque yo me cansé de decirle y creo que él se cansó de escucharme. Él me dice que no me meta y tiene toda la razón. Yo por eso hablo a título personal, como ciudadano.
SEMANA: ¿Usted forma parte de los escándalos contra el presidente por el supuesto pacto de La Picota?
J.P.: Sí, claro, los medios de comunicación construyeron el escándalo a través de políticos que veían un interés en coger eso porque podrían acabar con la campaña del presidente. ¡Qué mentira más grande! Si supieron que yo estaba en La Picota, si me tomaron fotos, por qué no me muestran el video en el que estoy en el patio de extraditables. Nunca entré allá, ingresé al patio de los políticos que estaban presos por corrupción en Bogotá.
SEMANA: ¿Qué buscaba?
J.P.: Hablar con ellos. Yo trabajaba para la Comisión Intereclesial de Paz y queríamos hacer un artículo, que nunca se pudo hacer, sobre el escándalo por las características de un ser humano que ha pasado más de diez años detenido por corrupción.
SEMANA: ¿No era para buscar votos para su hermano?
J.P.: Qué votos puede tener Iván Moreno, el Gordo García, que de gordo no tiene nada. Ah, es que fuimos, supuestamente, a negociar el perdón social y a que nos dieran votos y dinero. ¿Qué dinero? ¿Cuáles votos? Han pasado dos años desde que se inventaron el pacto de La Picota. ¿Le han bajado a alguno de ellos al menos un día de sus penas?
SEMANA: ¿Recibió dinero de narcos a cambio de beneficios?
J.P.: Nada. Eso también me lo inventaron.
SEMANA: ¿El presidente le reclamó?
J.P.: Claro, eso fue de grito para arriba: “Cómo se le ocurre hacer esas cosas”, me dijo. Él leyó lo que salía y yo le respondí: “Gustavo, no hice nada de eso”. Me dijo que yo iba a terminar extraditado, que quién sabe qué negociaciones yo había tenido. Mi hermano estaba indignadísimo. Hoy no tengo investigación por eso, nunca se me abrió investigación.
SEMANA: Petro pidió en su momento que la Fiscalía lo investigara a usted y a su hijo Nicolás. ¿Le dolió?
J.P.: En el alma, y se lo dije a Gustavo. Y lo sigo diciendo y me sigue doliendo. Esto no lo sabe nadie, pero el día anterior a su petición estuvimos hablando con mi hermana a través de una llamada. Ella nos servía de puente desde Canadá. Él le hacía preguntas y ella me las formulaba, eran sobre todos estos temas. Adriana le dijo: “Gustavo, Juan Fernando no tiene nada que ver con eso, no vaya a hacer ese pronunciamiento”. El caso de Nicolás fue diferente. Gustavo respondió: “OK, me queda más claro”. No sé qué pasó esa noche, pero al otro día pidió a la Fiscalía que me investigara. Yo se lo dije directamente a él, a la familia, él hizo lo políticamente correcto, pero lo éticamente indebido porque nos dejó, a Nicolás y a mí, solos frente a esa jauría y el escándalo mediático. Yo hubiera esperado un poco más, me hubiera reunido con mi hermano y le hubiera pedido que me mostrara. Yo creo que fue la misma presión la que lo llevó a eso.
SEMANA: ¿Le dolió el escándalo de Nicolás Petro?
J.P.: Sí, claro. De hecho, yo fui el único que lo defendí, porque es mi sobrino, es mi familia. Nosotros no somos muchos. En Colombia solo está mi papá, ahora cumple 90 años, Gustavo, Nicolás y yo. El resto está por fuera.
SEMANA: Pero Verónica Alcocer va y viene a Colombia.
J.P.: Verónica no es mi familia. Sofía, Antonella, Andrés, Andrea, todos están por fuera, mis tíos ya murieron. Somos los cuatro que quedamos. Y Gustavo termina su presidencia y se va, mi papá tiene 90 años. Quiénes quedamos: Nicolás con una investigación encima y yo.
SEMANA: ¿Vio derrotado emocionalmente al presidente por el escándalo de su hijo?
J.P.: Sí, claro, a él le dolió en el alma. En ese momento todavía pensaba que yo estaba metido quién sabe en qué y me dijo: “Cómo es que yo he estado luchando toda una vida por la corrupción y en un instante todo se me desploma porque mi propia familia está en la corrupción”. Yo le expresé: “Gustavo, no estoy metido en corrupción, estoy metido en un tema álgido de derechos humanos y de paz, y he tocado callos”.
SEMANA: Por otro lado, ¿qué pensó cuando vio las fotos del presidente en Panamá?
J.P.: Me sorprendieron, se armó un mundo especulativo que hace daño. Yo no le pregunté a Gustavo por eso, es su vida personal. Ahora, nadie se pone a pensar cuál es el volcán emocional de un presidente solitario en medio del poder y de tanta porquería que inunda este país. Cómo procesa sus estados mentales y emocionales, porque es un ser humano. Y cuáles son los fogones por donde puede liberar su tensión emocional.
SEMANA: ¿El presidente sigue padeciendo el síndrome de Asperger, como usted dijo?
J.P.: Eso me costó problemas porque dije la verdad, pero políticamente no era el momento para manifestarlo. Él lo tiene, yo lo tengo, nuestra familia lo tiene. A mí me gusta aislarme, no es una enfermedad, es condición psicológica de uno, es como un mecanismo de defensa.
SEMANA: ¿Pero es diagnosticado?
J.P.: No es que un médico se haya sentado con él y conmigo y nos hayan diagnosticado, sino que psicólogos, viendo sus comportamientos, dicen que lo más probable es que tenga eso. Al presidente le llegaron todos los asesores, hablamos, y él me dijo: “Cómo se le ocurrió haber dicho eso”. Pero es verdad, eso no es ninguna enfermedad, hay gente a la que le encanta la vida social, a otros no. Desde pequeño siempre fuimos aislados. Mientras todo el mundo iba a jugar fútbol con los compañeros, Gustavo se iba a leer y a construir su mundo interior.
SEMANA: ¿Qué le pasó en una peluquería, donde usted se molestó porque a su esposa le hicieron mal las cejas?
J.P.: Lo que a mucha gente le pasa. Pero como no son de la familia presidencial, nadie hace un escándalo. Esa mañana dejé a mi esposa en ese sitio, me pareció una vaina tan tonta que ni siquiera salí a los medios a defender esas tonterías, pero sí, le hicieron muy mal el procedimiento, la dejaron muy mal, yo la vi, se puso hasta a llorar, cuestiones de mujeres, pero es mi esposa. Cometí el error de dejarles un audio en el que les dije: “Soy el hermano del presidente, pero no quiero –lo aclaré– que eso se vea como un caso de usted no sabe quién soy yo”. Me parece denigrante que así como le pasó a mi esposa le ocurre a muchas personas. Tiene toda la razón, la dejaron muy mal, ella les advirtió desde un comienzo que estaba quedando mal. Antes del audio no sabían que yo era el hermano del presidente. Después lanzaron el escándalo. Se quisieron aprovechar de la situación. Tenían miedo de que nosotros les fuéramos a cerrar el local. ¿Es que somos monstruos? Ni siquiera volvimos, cuál demanda, ahí quedó la cosa.