POLÍTICA
La coalición de Gustavo Petro se convirtió en una ‘aplanadora’ con combustible renovado
El Gobierno logró sacar esta semana sus dos principales proyectos: la reforma tributaria y la llamada “ley de paz total”.
Cuando está cerca de cumplir sus primeros 100 días de gobierno, el presidente Gustavo Petro puede ‘sacar pecho’ por tener una verdadera ‘aplanadora’ legislativa que le aprueba, prácticamente a ojo cerrado, cualquier iniciativa que viniera desde la Casa de Nariño.
Petro, en medio de las críticas de sus propios seguidores, se la jugó por armar una ‘aplanadora legislativa’ cuyo impulso está más en la burocracia que en la ideología, lo que permitió el aterrizaje de los liberales, los conservadores y La U, y el presidente ha sabido maniobrarla.
Más allá de los conatos de rebeldía, la coalición dio muestras esta semana de que está marchando ‘como un relojito’: le aprobaron al Gobierno, sin mayores contratiempos, los dos proyectos más importantes de su agenda legislativa, la reforma tributaria y la llamada ‘ley de paz total’, que le permite al Ejecutivo negociar con los grupos ilegales.
Hace apenas 15 días los partidos tradicionales ‘le habían mostrado los dientes’ a Petro, no solo le tumbaron el artículo en la ley de paz total –la prórroga a la Ley de Orden Público– que le permitía al presidente indultar a miembros de la primera línea detenidos, sino que amenazaron con no apoyar la reforma tributaria.
Tendencias
La crisis era sobreviviente, pero desde el Gobierno dieron el timonazo en el momento correcto, con una mezcla de capacidad de conciliación, combustible burocrático y reajustes en la estrategia política.
El primer elemento que tenía inconformes a los partidos era que estaban pagando un costo político muy alto al tener que poner más impuestos a los ciudadanos justo cuando la inflación se encuentra por las nubes, el dólar está disparado y el país se alista para una recesión. Y toda la presión de la opinión estaba recayendo sobre los congresistas y no sobre el Gobierno.
Fue entonces cuando el propio Petro aceptó sentarse con los ponentes de la tributaria y cedió en eliminar uno de los puntos más polémicos de la tributaria: el impuesto a las pensiones. Además, su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, aceptó matizar el impuesto a las bebidas azucaradas, que igual fue aprobado, pero su entrada en vigencia será progresiva. O sea, su impacto por ahora será light.
Esta jugada no solamente permitió que el Gobierno recuperara la vocería de la tributaria, lo que ayudó a ‘compartir’ la presión por tener que hablar de impuestos en época de vacas flacas, sino que también les dio a pie a los partidos para que salieran a sacar pecho por haber legislado en favor de los colombianos al no permitir que les pongan impuesto a las pensiones y que el impacto tributario en la comida sea menor, aunque de todos modos se va a sentir.
Fue un gana-gana porque en últimas la reducción del recaudo fue mínima. El tema de las pensiones, por ejemplo, significaba apenas entre 300.000 y 500.000 millones de los cerca de 20 billones de pesos que espera recaudar el Gobierno.
Combustible
Pero detrás de esta preocupación de los congresistas también había una motivación política: los partidos le estaban midiendo el aceite al Gobierno y Petro supo comprender el mensaje.
En el caso de los conservadores, por ejemplo, la fórmula mágica estuvo en la misma reforma tributaria, donde se logró meter un parágrafo que tiene sello conservador.
El artículo incluido, por iniciativa de los conservadores Efraín Cepeda y Wadith Manzur, aumenta de 3 a 5 % la sobretasa al impuesto de renta que pagan los bancos, pero con una destinación específica: vías rurales.
Esta modificación implica un recaudo cercano a los 500.000 millones al año que serán ejecutados por el Ministerio de Hacienda y el Invias, dos entidades que están en poder del Partido Conservador.
Por el lado de los liberales, se reunieron esta semana con el director del Dapre, Mauricio Lizcano, y el ministro del Interior, Alfonso Prada, y acordaron que tendrán línea directa con la Casa de Nariño, pues hasta el momento había un teléfono roto en las comunicaciones. Además, la ministra de Vivienda, Catalina Velasco, que es cuota de ellos, les empezó a responder a sus requerimientos.
Otro elemento que ayudó a alinear a la coalición fue un ajuste que hizo el Gobierno frente a la gestión del ministro Prada, quien a pesar de ser un hombre avezado en asuntos constitucionales, con experiencia política y capacidad de lograr consensos, poco aparecía por el Congreso.
A Prada se le había visto más dedicado a recorrer las regiones, tal como se lo encomendó el presidente Petro, que a estar pendiente de lo que ocurre en el Legislativo.
Sin embargo, esta semana prácticamente se llevó el colchón al Congreso. En jornadas que superaron las 14 horas, el ministro no se despegó del Capitolio Nacional.