Política
La paz total está en crisis. Grupos criminales están envalentonados con el Gobierno Petro, sacan ventaja de los ceses al fuego y no está claro cómo salvar los procesos
El presidente Gustavo Petro se equivocó en la implementación de la paz para dialogar con los grupos criminales, que se han burlado del Gobierno y de los colombianos. ¿Hay margen para recuperar el rumbo?
A los tres meses de ser presidente se acaba el ELN en Colombia porque hace la paz”, fue la respuesta de Gustavo Petro a SEMANA el 15 de marzo de 2021, cuando apenas se hablaba de la campaña presidencial de 2022. Prometió que si llegaba a la Casa de Nariño, en poco tiempo los elenos pasarían a la historia.
Como las palabras se las lleva el viento, esa respuesta que dio, con un poco de soberbia, quedó en el aire y el ELN se ha venido fortaleciendo con el paso de los meses gracias a una negociación de paz que el 21 de noviembre cumplirá su primer año.
Para nadie es un secreto que una de las prioridades del mandatario colombiano es la de implementar la denominada ‘paz total’ con todos los grupos criminales que tienen en jaque la seguridad en el país. Esa misión quedó en manos de Danilo Rueda, el comisionado de Paz que tantos errores le ha hecho cometer al Gobierno Petro como, por ejemplo, los ceses al fuego bilaterales que se anunciaron el 31 de diciembre de 2022. Algo insólito ocurrió: un grupo criminal como el ELN desmintió públicamente al Gobierno e indicó que no se pactó tal mecanismo.
En todo caso, los esfuerzos para silenciar los fusiles en Colombia, contradictoriamente, están generando una ola de violencia que recuerda lo que pasaba hace tres décadas, cuando las guerrillas y bandas criminales mandaban en las regiones, los habitantes sentían temor y recorrer el país por carretera era imposible. Los retenes regresaron, el control del territorio otra vez lo tienen los delincuentes y el secuestro aumentó 70 por ciento en 2023.
El más reciente fue el de Luis Manuel Díaz, padre de Luis Díaz, quien ya está en libertad, pero aún quedan unos 30 en cautiverio y el ELN sigue justificando su actividad delincuencial. Según Juan Camilo Restrepo, quien fue jefe negociador del Gobierno para los diálogos con el ELN en el Gobierno de Juan Manuel Santos, la postura del Ejecutivo tras la liberación de Mane Díaz fue bastante débil y se trató sencillamente de una súplica a los guerrilleros para que dejaran de secuestrar. “Se imponía otra cosa: decirle al ELN con todas las letras que mientras no hagan una declaración pública, solemne ante los garantes e inequívoca, las conversaciones quedaban suspendidas”, dijo.
Antonio García, en su acostumbrado lenguaje beligerante, ya respondió y le dijo al Gobierno Petro que “no se hagan ilusiones” porque no se dejarán chantajear y seguirán secuestrando, pues no existe acuerdo alguno en esa materia. Entre tanto, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, está preocupado por el ELN y nuevamente puso sobre la mesa el tema de una financiación para este grupo criminal con recursos internacionales.
“Si le vamos a pedir a una organización ilegal, que vive de acciones ilegales, que deje de hacer esas acciones ilegales, hay que buscar la solución de qué van a vivir” y puso como ejemplo lo que ocurrió con las extintas Farc, aunque olvida que esto sucedió solamente cuando se llegó al punto de la reincorporación y tras un proceso de dejación de armas, algo que está todavía muy lejos con el ELN.
Informes de inteligencia muestran que del 3 de agosto al 3 de noviembre el ELN ha violado el cese al fuego en 119 ocasiones y ha cometido 422 actos criminales en lo corrido de 2023, lo que muestra que el mecanismo pactado solo lo está cumpliendo el Estado, mientras que ellos siguen delinquiendo.
Pero todo tiene una explicación porque Danilo Rueda, desde octubre de 2022, dijo que el proceso con los elenos no tendría líneas rojas. Mientras estrechaba la mano de Antonio García, anunció la apertura de una mesa de diálogo. Ese hecho está demostrando que los diálogos no han tenido unas reglas claras y los guerrilleros saben que al no existir unos condicionamientos pueden hacer, prácticamente, lo que les venga en gana, y así lo están haciendo.
Sin reglas claras
Aunque las comparaciones sean odiosas, en la negociación con las extintas Farc-EP en La Habana (Cuba) existieron desde el principio unas reglas claras de juego y el país conocía todos los movimientos de la mesa de diálogo. Allí hubo secuestros y los negociadores del Gobierno se levantaron de la mesa para hacer respetar las líneas rojas. “No nos dejábamos manosear de la guerrilla porque sabíamos que estábamos conversando con el enemigo”, dijo uno de los negociadores que participó en esa mesa.
Humberto de la Calle, exjefe de esa delegación de paz, ha mostrado sus reparos por lo que está ocurriendo en la denominada ‘paz total’. “Negociamos en La Habana como si no hubiera guerra y la guerra continuaba en Colombia como si no hubiera negociación”, dijo.
Sobre ese punto, el asunto es que es válido que un Gobierno quiera dialogar con grupos criminales, pero en este caso se le está apostando a una paz a cualquier precio, y eso podría generar múltiples daños para Colombia. Nadie, excepto el presidente Petro, sabe los movimientos del comisionado de Paz, ni qué contactos explora para tener frentes de negociación. No hay duda de que es una rueda suelta que no ha tenido la capacidad de liderar un equipo de trabajo para consolidar la política del Gobierno Petro.
Con las disidencias de Farc, cuyos negociadores se pasean ocasionalmente por Bogotá con esquemas de seguridad del Estado, tampoco existen reglas y sin empezar una negociación con una agenda clara, los criminales decidieron parar los contactos. En sus redes sociales le respondieron al senador Ariel Ávila, quien dijo que el ELN y las disidencias estaban abusando de la voluntad del Estado para negociar y dejaron claro que “no hay líneas rojas del Gobierno en la mesa de diálogo”.
Nuevamente, queda claro que son unos acercamientos sin condicionamientos, por lo que las Farc de Mordisco pueden hacer lo que a bien tengan, inaugurando obras y actuando como autoridad en el departamento de Nariño sin problema alguno.
“Hace un año advertimos sobre el riesgo de negociar con desertores del Acuerdo, enviando un mensaje negativo a los colombianos y al ELN. Dejando claro que la cultura del atajo en nuestro país no conlleva consecuencias si se incumplen acuerdos”, reiteró De la Calle.
Nadie sabe a ciencia cierta quiénes integran las disidencias de Mordisco, si hay desertores del Acuerdo de Paz de La Habana y ya cuentan con un estatus político. Danilo Rueda no tiene ni idea de cuántos hombres en armas pertenecen a estas organizaciones y cree que con dialogar con unos delegados podrá desmantelar las organizaciones, y está demostrado que no será así de sencillo.
Además, no existe una articulación entre el comisionado de Paz y el Ministerio de Defensa, por lo que las Fuerzas Militares no saben cómo actuar en las regiones, ya que no pueden preguntar cada que vez que se encuentran con el enemigo si son elenos o de las Farc de Mordisco para evitar confrontaciones por el cese al fuego. Mientras esto ocurre, otras bandas criminales delinquen sin problema alguno.
No cabe duda de que la paz total tiene fallas estructurales desde su concepción y ejecución porque quieren meter a todos los bandidos en un mismo costal. Por ejemplo, Danilo Rueda dijo que Iván Márquez estaba en Colombia y que se ha reunido con él en tres ocasiones, sin tener en cuenta que se trata de un prófugo de la justicia que abandonó el tránsito a la legalidad y conformó la Segunda Marquetalia. El comisionado está empeñado en buscar una fórmula jurídica que permita darle nuevamente un escenario a Márquez, pensando más en los delincuentes que en el bienestar de los colombianos.
Catherine Juvinao pidió la renuncia de Rueda en la Cámara de Representantes, donde demostró “el retroceso total” en la seguridad de Colombia y señaló que “es claro que los grupos armados no se encuentran en una posición de debilidad frente al Estado. Al contrario, están fortalecidos”.
Lo preocupante es que las Farc de Mordisco ya están en 166 municipios del país y su expansión coincidió con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, y el ELN ya hace presencia en 215 poblaciones.
Si el presidente Gustavo Petro no hace ajustes a su política de paz total y no revisa la manera en que se ejecuta, su mayor anhelo por silenciar los fusiles podría convertirse en su peor pesadilla y dejar a Colombia en manos de los criminales.