POLÍTICA
“La personalidad de Petro se ha vuelto muy mesiánica. No parece tener control y está nervioso; hace cosas que no corresponden”
La Deutsche Welle, de Alemania, analiza la propuesta de asamblea nacional constituyente propuesta por el presidente Gustavo Petro. Para ello, consultó a varios analistas políticos colombianos.
El 15 de marzo, el presidente Gustavo Petro lanzó en la ciudad de Cali la idea de una asamblea constituyente. Una propuesta cuya mera expresión ha generado rechazo y temor, pero también alguna aprobación entre la polarizada opinión pública colombiana.
¿Rompe Petro la promesa de no convocar una Constituyente? ¿Busca una Constitución a su medida para eternizarse en el poder? ¿Sigue Petro siendo un demócrata? ¿O está lanzando el presidente colombiano otro globo de distracción ante los problemas no resueltos por su gobierno? En todo caso, su propuesta ha generado una gran ola expansiva de escepticismo, a nivel nacional e internacional.
Ya el 18 de marzo, el mismo Petro buscaba aplacar los ánimos: “El proceso constituyente convocado no es ni para cambiar la Constitución del 91 ni para perpetuarme en el poder”, advirtió el mandatario en la red social X.
El proceso constituyente convocado no es ni para cambiar la constitución del 91 , ni para perpetuarme en el poder.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 18, 2024
En las más de tres décadas que han oasado desde 1991, los poderes constituidos por el constituyente del 91, no han podido resolver varios problemas fundamentales… https://t.co/BRxPF3qrYZ
¿Para qué entonces? Según Petro, los poderes designados por la Constitución de 1991 no han podido resolver en 30 años los problemas que frenan a Colombia, así que el pueblo estaría llamado a “entrar a resolverlos”.
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La misma Constitución Política de 1991 contempla en el artículo 374 la posibilidad de una asamblea nacional constituyente. Sin embargo, “este es un poder constituyente de carácter originario sobre el que sabe cómo se entra, pero no cómo se sale”, advierte en DW la constitucionalista Liliana Estupiñán Achury, quien cree que Petro estaría desesperado porque importantes reformas de su programa, como las del sistema de salud, la pensional y laboral, no han logrado pasar en el Congreso.
“Está invocando a la movilización popular porque siente que en la plaza pública recibe el respaldo, sobre todo de la otra geografía: no la de Bogotá ni la de las élites ni la tradicional, sino en la que yo llamo ‘la geografía del abandono’”, explica Estupiñán, también doctora en sociología jurídica e instituciones políticas de la Universidad Externado de Colombia. En las regiones “olvidadas” de Colombia, la palabra “asamblea constituyente” no haría saltar las alarmas como en las ciudades.
La Constitución de 1991, una ley fundamental modelo
Con todo, “algo de razón tiene Petro cuando dice que hay temas que no se tocaron en el 91. Por ejemplo, él menciona el cambio climático, aunque hay algo de ficción en eso. La Constitución actual es suficientemente amplia para lograr los cometidos reformistas que Petro propuso en su elección”, acota en DW Humberto de la Calle, exmagistrado de la Corte Suprema y miembro de la Asamblea Constituyente de 1991.
Las críticas llueven. Mientras sectores de derecha hablan de “salto autoritario”, sectores de izquierda han advertido que “una Constituyente pondría en riesgo los enormes avances de la Constitución del 91, una Constitución progresista en la que los colombianos nos reconocemos”, reconoce en entrevista con DW Rodrigo Uprimny, jurista y catedrático emérito de la Universidad Nacional de Colombia.
Según Uprimny, “una constituyente en Colombia no tiene posibilidades jurídicas ni políticas claras y solo desvía la atención del Gobierno, que debería estar concentrado en materializar sus reformas por la vía gubernativa en los aspectos que no requieran leyes y buscando acuerdos políticos en aquellos que sí las requieran”.
La radicalización ha suplantado a la deliberación
A la jurista Liliana Estupiñán le preocupa sobremanera “la radicalización, tanto de Petro como de la oposición, que está bloqueando las decisiones en el Congreso, donde no hay ni deliberación ni negociación ni consensos”. Por ello, revive la propuesta de lograr un acuerdo político nacional, pero, “para lograrlo, Petro debe reconocer que necesita mayorías más grandes que las de sus bases políticas, que solo representan un 30 o 35 por ciento de la población y del Congreso”, reitera, por su parte, Uprimny.
Tampoco José Gregorio Hernández, expresidente de la Corte Constitucional de Colombia, comparte la propuesta petrista. El jurista estima en DW que “una asamblea constituyente no sería el camino más adecuado ni el más expedito para alcanzar fines contemplados en la Constitución, como la igualdad, la paz o la justicia social”.
Por otra parte, agrega el exmagistrado, “la iniciativa -hoy- no se ve políticamente viable: recordemos que la convocatoria requiere, ante todo, una ley del Congreso, con mayorías calificadas, y la revisión previa de la Corte Constitucional, antes de que se pronuncie y la apruebe el pueblo, que es quien convoca la Asamblea, al menos con la tercera parte del censo electoral (más de 13 millones y medio de colombianos deberían votar por el sí).
Y, después, viene la elección de los delegatarios. Y si los partidos están bloqueando los proyectos de ley (de Petro) rompiendo el cuórum e impidiendo las sesiones, lo más probable es que el proyecto de convocatoria también sea bloqueado, o que no obtenga las mayorías”, dice el expresidente de la Corte Constitucional. Concluye que “lo que se necesita es volver a la sindéresis; dejar la polarización, dialogar, razonar, llegar a consensos, ejercer sin mezquindad las distintas funciones en las ramas y órganos del poder público y pensar más en el interés general que en el de los partidos”.
El “globo” de la constituyente: ¿una consigna electoral?
Considerando la inviabilidad de una asamblea constituyente en los más de dos años restantes del actual gobierno, según el senador Humberto de la Calle, la idea de la constituyente de Petro “está más pensada para que sirva de bandera en la elección del 2026″, como lo expresó en entrevista con DW.
De la Calle considera que el partido de Petro, el Pacto Histórico, pretende realizar el cambio en un segundo mandato en cabeza de otra figura de su movimiento, por lo que, con la idea de la constituyente, “Petro lo que busca es enviar el siguiente mensaje: ‘Yo propuse el cambio y no pude. No pude porque no me dejaron; ni la oligarquía ni los organismos de control. Por lo tanto, en un segundo mandato del Pacto Histórico, vendrá el verdadero cambio”.
La concepción de democracia de Petro
Algunos prometieron irse del país porque, si Petro llegaba a la presidencia, haría de Colombia otra Venezuela. Eso no ha sucedido. ¿Sigue siendo Petro un demócrata? De la Calle, otrora contendor de Petro en la carrera por la presidencia, responde: “Sí, en la medida en que él siempre refiere sus ideas hacia lo que el pueblo decida. Pero no lo es en el sentido de una democracia formal, representativa, de corte liberal, porque él pregona permanentemente que el pueblo, llamado constituyente primario, es el que da las órdenes y los órganos constituidos obedecen”.
Liliana Estupiñán confiesa que, a lo largo del último año, su escepticismo y preocupación han crecido: “La personalidad de Petro se ha vuelto muy mesiánica. No parece tener control y está nervioso; hace cosas que no corresponden”.
Aparte de las divisiones ahondadas y las incertidumbres que genera Petro con algunas salidas “erráticas”, la reconocida jurista y profesora universitaria reconoce que “hay muchas cosas buenas” que resaltar en el gobierno de Gustavo Petro. Por ejemplo, “se visibilizó la Colombia que siempre estuvo oculta: la Colombia negra, la indígena, la de los pobres, la de los territorios abandonados”. Y concluye diciendo que “hoy vivimos en una Colombia diferente”.