Editorial
La traición de las EPS: editorial de SEMANA tras el arreglo entre Petro y las nuevas “gestoras” de salud
La posibilidad de que el mandatario quiera quedarse en el poder, más allá del 7 de agosto de 2026, sigue latente. Viendo el panorama, no solo Petro es el responsable de lo que les pase a los colombianos. También serán culpables algunos ricos, empresarios y políticos que ponen sus negocios y su bienestar por encima del país.
Gran parte de las EPS que negociaron con el Gobierno terminaron defraudando a millones de colombianos que emprendieron una defensa cerrada del sistema de salud ante la amenaza de la reforma de Petro.
A puerta cerrada, y de espaldas a los pacientes y afiliados, hicieron acuerdos a instancias del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, sin importar la vida de la gente ni el trabajo de los médicos y otros profesionales del sector. Una verdadera traición.
Claramente, a las EPS les terminó importando más salvar el negocio y asegurar una tajada del mismo. Después de enfrentarse durante casi dos años al presidente Gustavo Petro, encender las alarmas por la inminente destrucción del sistema y pedirles al personal de la salud, los medios y los políticos que se inmolaran por ellas, casi todas las prestadoras se arrodillaron y, en una actitud de ruego, pidieron que pudieran convertirse en gestoras. De esa manera, se aseguraron una comisión de hasta el 8 por ciento, es decir, 7,2 billones de pesos al año y que crecerá al ritmo del gasto de la salud. Sin tomar ningún riesgo, las EPS se llenarán los bolsillos con utilidades sin precedentes por ser simples gestoras.
Paradójicamente, terminaron reviviendo una reforma que ya se había hundido en la Comisión Séptima del Senado. Estas EPS no escucharon el clamor de decenas de miles de ciudadanos que protagonizaron una histórica marcha el pasado domingo 21 de abril, en la que pidieron a gritos, entre otras cosas, proteger el sistema, el acceso y la calidad del servicio.
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En su mayoría, las EPS pasaron de víctimas a cómplices. Los hechos son tozudos. La realidad es que unos empresarios ricos, que decían ser perseguidos y estar arrinconados por el Gobierno, decidieron ‘arreglar’ con Petro, en un giro de 180 grados que ha llamado la atención. ¿No dizque ser gestoras implicaba borrar los logros alcanzados en los últimos 30 años? ¿No dizque lo que proponía Jaramillo era completamente irracional e inconveniente para garantizar la salud y la vida de los colombianos? ¿Acaso Acemi, el gremio de las EPS, no se indignó con la entonces ministra Carolina Corcho cuando les dijo que no curaban, sino que facturaban? Lastimosamente, le dieron la razón. Prefirieron facturar antes que seguir curando.
Con el acuerdo entre gran parte de las EPS y el Gobierno, ambos sectores ganan. Las nuevas ‘gestoras’ aseguran el dinero y el presidente se fortalece en su plan de quedarse con todo. En la mitad están los ciudadanos desprotegidos, enfrentando la incertidumbre del que sería un nuevo sistema de salud lleno de alertas y advertencias de expertos.
Lo propio parecen estar haciendo los fondos de pensiones. Ante la aprobación de la reforma en el Senado, también aseguraron una parte del negocio, con una jugosa comisión del 0,7 por ciento anual para ser administradores de una parte de los ahorros de los trabajadores. Si el umbral queda en 2,3 salarios mínimos, esta comisión representaría una cifra de 1,5 billones de pesos al año, adicional al 25 por ciento que los fondos de pensiones ya reciben en el momento en que el cotizante traslada sus recursos al portafolio. No hay forma que esta fórmula repleta de peajes sea buena para el ahorro y la vejez de los colombianos que hacen sus aportes a los fondos privados.
Con retornos mediocres, están cobrando comisiones más altas de lo que cobran los mejores fondos de inversión en el mundo, que producen ganancias de hasta el 30 por ciento anual. Hoy, de 18 millones de cotizantes a los fondos privados, solo 200.000 están recibiendo su pensión. Si los demás supieran en cuánto les va a quedar su mesada, habría una revolución. Pero ahí los gremios y los empresarios sí callan, mientras las peligrosas reformas de Petro siguen adelante.
¿Cómo explicarles a millones de colombianos que, luego de defender tanto la labor de las EPS y los fondos, estos hayan decidido entregarse? Pese a que su desaprobación está en el 60 por ciento, Petro lo está logrando todo con la ayuda de algunos ricos. En sus manos ya tiene el sistema de salud y el revolcón a las pensiones; tal como van las cosas, será un hecho.
Aunque falta el trámite en la Cámara, el presidente está tan seguro que incluso les hizo conejo público a los liberales que votaron la pensional a favor tras llegar a un acuerdo con él de reducir el umbral de cotización en Colpensiones a 2,3 salarios mínimos. Pero solo unas horas después, con la reforma aprobada y en una alocución, Petro anunció que va por un aumento en el umbral a cuatro salarios mínimos, lo que implica prácticamente el fin de los fondos privados. Esos liberales quedaron viendo un chispero.
Lo más seguro es que ahora, en el plan de estatización del Gobierno, el reflector esté puesto en los sectores de energía, servicios públicos y educación. Todo esto enmarcado en el llamado a una constituyente que Petro prometió en campaña no hacer, pero que ya hizo. Muchos temen que busque saltarse al Congreso, pues, según el presidente, en este asunto no deben importar “las formas”. Hasta ahora, él no ha aclarado si eso será así y si buscará dicha constituyente por medio de un decreto de emergencia.
La posibilidad de que el mandatario quiera quedarse en el poder, más allá del 7 de agosto de 2026, sigue latente. Viendo el panorama, no solo Petro es el responsable de lo que les pase a los colombianos. También serán culpables algunos ricos, empresarios y políticos que ponen sus negocios y su bienestar por encima del país.