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Las 7 demoledoras frases de Alejandro Gaviria en su nuevo libro sobre Gustavo Petro: “Para gobernar, no basta con la voluntad y el teatro”
El exministro de Salud y Educación critica al presidente y su falta de políticas públicas para concretar sus propuestas.
El exministro de Educación y Salud Alejandro Gaviria acaba de publicar su más reciente libro La explosión controlada, la encrucijada del líder que prometió el cambio, de la editorial Debate. Allí, Gaviria hace una descarnada radiografía de lo que vivió como funcionario del Gobierno de Gustavo Petro, a quien en últimas describe como un político soñador, pero al que le faltan método y políticas públicas para sacar adelante sus propuestas.
Estas son las 7 frases más demoledoras del libro de Gaviria:
1. “Para gobernar no basta con la voluntad y el teatro”
“Ya al final de su mandato (como alcalde), Petro anunció la reapertura del hospital San de Juan de Dios, que llevaba varias décadas cerrado, asediado por problemas legales, sindicatos voraces, deudas impagables y la indiferencia de muchos gobiernos. Con tal propósito, con el fin de anunciar la buena noticia, organizó un evento al que asistieron el presidente Juan Manuel Santos y buena parte de la comunidad médica, sobre todo muchos de sus miembros más honorables, que se sentían reivindicados por la reapertura. Había ese día un sentimiento mezclado de justicia y nostalgia, una felicidad por el fin de una historia ignominiosa y una gran expectativa por el nuevo comienzo. Estuve allí y me di cuenta casi de inmediato de que el evento de reapertura era un evento mediático: era más el anuncio de una intención que la constatación de un hecho real o un cambio significativo. Asistimos, podría decirse, a una puesta en escena, a una manipulación de las emociones basada en símbolos. La literatura fantástica está llena de construcciones retóricas que intentan sustituir al mundo real, pero la política pública es otro cuento. Ese día inauguramos una fachada y unos cuantos consultorios que fueron cerrados prontamente. Varios años después, el Hospital San Juan de Dios no ha entrado todavía en funcionamiento. Para gobernar, no basta con la voluntad y el teatro”.
2. “Autoexaltarse moralmente a costa del bienestar de los colombianos”
“A pesar de las críticas, el presidente Petro ha optado por la suspensión de las exploraciones, por llevar a la práctica una medida que implica, querámoslo o no, un riesgo económico y social. Esta decisión le ha permitido presentarse a nivel global como un líder con principios. Pero, en última instancia, la suspensión de las exploraciones equivale a una autoflagelación, a hacernos daño como país de manera inútil, para ratificar nuestro apego a un principio o una idea del mundo. Uno podría incluso decir que el presidente Petro o su gobierno intentan autoexaltarse moralmente a costa del bienestar de los colombianos, al menos de su seguridad económica”.
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3. “Una especie de Che Guevara moderno”
“No cuestiono, entonces, las intenciones de Petro, su preocupación por los excluidos de ahora y siempre, me preocupan sus métodos y la facilidad con la que parece instalarse en un relato autoexculpatorio, en la imagen (su preferida, creo) de un héroe romántico que dio una pelea imposible y fue derrotado por unos poderes reaccionarios dispuestos a todo, con vastos recursos y mínimos escrúpulos. Una especie de Che Guevara moderno, quien solo puede ser acusado, según la visión de sus seguidores, de ingenuidad, de haber confiado en los traidores”.
4. “Un presidente sin Presidencia”
“El presidente había dicho, con razón, que quería gobernar con sus ministros, que no quería un ejército de consejeros y asesores que terminaran duplicando el trabajo de los ministerios y complicándole la vida al presidente con intrigas palaciegas y juegos de rencores y envidias. Pero la coordinación de un Gobierno es difícil, necesita un equipo especializado de funcionarios. Tuve la impresión, incluso así lo expresé públicamente después de mi salida del Gobierno, de que el presidente, además de su conocido ensimismamiento —con el que me identifico a veces, debo confesarlo—, era un presidente sin Presidencia”.
5. “Esa transición ha sido difícil para el presidente Petro”
“Esa transición ha sido difícil para el presidente Petro. Parece dispuesto a hacer todo lo posible para recuperar ese fervor. Algunos de sus seguidores seguirán celebrando los excesos retóricos y la épica personal del héroe que enfrenta un mundo hostil. Pero el otoño del patriarca es inevitable, comienza desde el inicio del gobierno. Ganar las elecciones, para reiterar un punto ya expuesto, siempre trae consigo un castigo inmerecido: gobernar”.
6. “Me había desconectado emocionalmente del Gobierno desde muy temprano”
Tras un viaje a San Andrés, Alejandro Gaviria cuenta que el presidente Petro, ante las cámaras, señaló con dedo acusador a los responsables de la reconstrucción de la isla tras el huracán Iota. Gaviria dice que eso le pareció injusto, pues ambos habían conversado con las personas a cargo de ese trabajo y habían notado un gran esfuerzo por hacer las cosas bien.
“(...) Sentí esa noche que mi temperamento político era distinto al del Gobierno que comenzaba. De regreso a Bogotá, ya en el avión, me puse a leer una novela que hablaba de los límites del amor y los extravíos de la justicia. En algún momento, el canciller Álvaro Leyva me preguntó sobre mis lecturas y mi silencio durante el viaje. Respondí con una cordialidad automática. Estaba preocupado tal vez, hoy lo pienso así, por una intuición reprimida, por la intuición de que me había desconectado emocionalmente del Gobierno desde muy temprano”.
7. ¿Conciliador o autoritario?
Alejandro Gaviria recuerda que escribió dos columnas en El Espectador sobre Petro, en la primera exaltaba su actitud de buscar consensos y en la segunda cuestionaba su falta de resultados como alcalde y su actitud de imponer su parecer e ideología, incluso sin pensar en los límites de la ley.
“¿Qué opino ahora? ¿Cuál de los dos talantes, el conciliador o el autoritario, terminará primando? Entré al Gobierno, ya lo escribí en uno de los capítulos previos, esperanzado en que la búsqueda de consensos era la idea predominante, esto es, que la primera columna era la que describía al presidente. Ahora no lo pienso así. Creo que la segunda columna, la cual describe a un gobernante imbuido en sus ideas fijas, motivado por un sentido propio e incontrovertible de la justicia, tan profundo que lo hace irrespetuoso de los medios, creo —decía— que esa segunda columna está más cerca de la verdad”.