Política
Las dos caras de Piedad Córdoba: querida y odiada, SEMANA reconstruye la vida de la controvertida exsenadora y su relación con las Farc, Chávez y Saab
Querida por unos, odiada por otros, Piedad Córdoba nunca pasó desapercibida. Su carrera política estuvo marcada por la liberación de secuestrados, su cercanía con las Farc, Hugo Chávez y Álex Saab.
La sorpresiva muerte de Piedad Córdoba, al parecer por un paro cardiorrespiratorio hace una semana en Medellín, sacudió a la opinión pública. No fue para menos. Se trató de una de las líderes más queridas y criticadas al mismo tiempo en la historia reciente del país. Su controvertida carrera política, llena de luces y sombras, jamás pasó desapercibida. La Negra, como la llamaban sus amigos, o Teodora, como aparecía referenciada en los correos del excomandante de las Farc Raúl Reyes, fue protagonista de polémicos episodios, algunos de los cuales quedaron sin ser resueltos por la justicia.
A la exsenadora del Pacto Histórico, quien falleció el pasado sábado 20 de enero, faltando cinco días para cumplir 69 años, algunas víctimas del secuestro la consideraron como su “salvadora”. Piedad, aprovechando su cercanía con el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, medió ante las Farc para traer a varias víctimas de vuelta a la libertad.
Por ejemplo, Consuelo González de Perdomo, quien fue secuestrada por la columna Teófilo Forero de las Farc el 10 de septiembre de 2001, recobró su libertad siete años después gracias a una propuesta de intercambio humanitario que empujó Piedad durante el Gobierno de Álvaro Uribe. La huilense formó parte del primer grupo de canjeables por guerrilleros presos en cárceles del país. Clara Rojas también fue liberada el 10 de enero de 2008. El escándalo por su hijo Emmanuel, concebido en la selva, aceleró su salida del secuestro. “Siempre le agradecí a Piedad que hubiese ido a la selva a recogerme el día de mi liberación”, dijo la exconcejal de Bogotá.
Piedad, a quien Uribe designó gestora de paz, pero después la despojó de su papel por su cercanía con las Farc, buscó los brazos de la comunidad internacional. Y lo logró. Su cercanía con Chávez, además de la expresidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner y el exmandatario de Bolivia Evo Morales, entre otros, le dieron protagonismo y, de paso, le permitieron amasar su primer trofeo: un primer grupo de liberados.
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“Fui la primera sorprendida de estar ahí junto con Clara Rojas”, narró Consuelo González a SEMANA. “Sí le reconozco a Piedad una muy importante gestión humana para lograr el regreso de quienes enfrentamos algo tan difícil y tan cruel como el secuestro”.
Un mes después, el exsenador Jorge Eduardo Géchem, el exrepresentante Orlando Beltrán, el exgobernador del Meta Alan Jara y la huilense Gloria Polanco volvieron a la libertad. “Esa faceta humanitaria que conocí de ella me permitió volver a la vida, y mientras estuve allá secuestrado fue una importantísima luz de esperanza para el sueño de la libertad”, le dijo Jara a este medio.
Córdoba había conocido el secuestro de cerca al ser víctima de ese cruel delito a manos del entonces comandante paramilitar Carlos Castaño. Piedad fue secuestrada en El Poblado, en Medellín, el 30 de mayo de 1999 y estuvo privada de su libertad en las montañas de Córdoba. “Me conmovió verla derramar una lágrima, en medio de la más terrible adversidad, con la muerte a la vista, en el sitio donde la tenían secuestrada”, admitió el exjefe paramilitar Ernesto Báez, en una audiencia en el Tribunal Superior de Bogotá.
Pero así como algunas víctimas reconocen su papel de mediadora, otras aseguran que usó el secuestro para hacer política, fortalecer su fallida campaña presidencial y tratar de contribuir a la popularidad de Chávez. Andrés Vásquez, su exasesor y uno de los dueños de sus mayores secretos, se convirtió en su principal ‘garganta profunda’. Le reveló a la Corte Suprema, en una investigación por farcpolítica, que Piedad era Teodora Bolívar, la misma que mencionaba a Reyes en los correos y que tenía el poder para definir el orden de liberación de los secuestrados. Dichos correos nunca fueron prueba judicial porque la Corte Suprema de Justicia, en 2011, consideró que no tenían validez al ser recaudados en el extranjero, en Ecuador, sin personal de policía judicial.
Uno de los correos hallados en el computador de Reyes aparece enviado por Iván Márquez a alias Tirofijo, entonces máximo comandante de las Farc, el 12 de noviembre de 2007, y revela la cercanía de las Farc con la exsenadora. “Piedad está que no cabe en sí. Está totalmente de acuerdo con la plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia y con el Manifiesto. Mejor dicho, es la candidata de Chávez, y podría serlo de nosotros, si así lo decidimos. (…) en el despacho del presidente nos reunimos Chávez-Piedad-Iván. Como dije, ella está en los cálculos electorales para 2010″.
Aparte de lo dicho por Vásquez, la propia Ingrid Betancourt, una de las víctimas del secuestro de mayor renombre internacional, arremetió contra Córdoba. Según Vásquez, Ingrid era considerada el pez gordo, el mayor trofeo que tenían las Farc para presionar el canje por Simón Trinidad, preso en una cárcel de Estados Unidos.
Ingrid asegura haberse sentido traicionada por Piedad. “Ella utilizó la información de muy adentro y la utilizó en contra de mi familia, la traicionó. Esos actos perversos están ahí, no se borran, nunca se van a borrar, pero sí quisiera llegar a un punto de poder perdonarla a ella. Todavía me falta un camino para terminar de perdonar a Piedad”, le dijo Ingrid a SEMANA.
Ambas se conocieron desde que compartieron silla en el Congreso. Y Piedad se convirtió en una de las más grandes amigas de Yolanda Pulecio, su madre, durante su secuestro. Pasearon por Europa y América pidiéndole al mundo que ayudaran a liberar a Ingrid. Al tiempo, la senadora le llevaba información confidencial a las Farc. “Que descanse en paz”, dijo Pulecio tan pronto conoció la muerte de Córdoba. “Piedad murió dos veces para mí”, remató Betancourt.
John Frank Pinchao reafirmó en su momento que Córdoba era Teodora y el general (r) Luis Mendieta, quien no la perdonó porque ella jamás contribuyó en la verdad ante la JEP, dice que a ella le agradecen los políticos que fueron liberados por su gestión: Clara Rojas, Consuelo González, Orlando Beltrán, Luis Eladio Pérez, Alan Jara, Jorge Eduardo Géchem, Gloria Polanco, entre otros.
“Los demás no. Ingrid, por ejemplo, se quedó allá por decisión de Córdoba. A todos los de la fuerza pública nos dejó allá en la selva”, enfatizó. Mendieta, secuestrado en la toma guerrillera a Mitú en 1998, cree que Córdoba pagó en parte por lo que hizo los últimos meses de su vida. “Tuvo problemas en la familia, se afectó psicológicamente por lo de su hermano y dicen que por eso, al parecer, falleció. En la parte final de su vida, ella sufrió algo de lo que padecieron nuestras familias porque estuvo lejos de su hermano extraditado. Aquí la diferencia es que mientras los familiares de los secuestrados se empobrecieron, ella se enriqueció”, le dijo Mendieta a SEMANA.
El exdiputado huilense Armando Acuña recordó cuando las Farc lo engordó y lo preparó para salir a la libertad semanas antes de regresar a su finca cafetera en el municipio de Garzón. “Me obligaron a salir de saco y corbata y me recibió Piedad Córdoba”, expresó.
Flores con las Farc
Los nexos entre Córdoba y las Farc se documentaron mediante un rosario de pruebas que jugaron en su contra. Aun así, ella gozó de impunidad judicial. En 2007, cuando facilitaba el acuerdo humanitario de secuestrados, la página oficial de la entonces Farc divulgó una espinosa fotografía en la que aparecía Córdoba, sonriente, con un ramo de rosas rojas en las manos, y al lado de Iván Márquez, Rodrigo Granda y Jesús Santrich, todos jefes de la organización criminal.
La exsenadora respondió que nada fue calculado. Que supuestamente le quitó la gorra a uno de los guerrilleros “mamándoles gallo, charlando y distensionando el ambiente”. Y agregó: “Me pareció raro que después de las discusiones me hubieran dado las flores”. Esa imagen, que se originó en un encuentro casi secreto con Chávez, le dio la vuelta al mundo y marcó un antes y un después en su carrera política.
Sin embargo, la muerte de Raúl Reyes, en 2008, terminó por confirmar lo que muchos especulaban: los nexos de Piedad con las Farc. El contenido y el tono de confianza de los mensajes por correo electrónico evidenciaron que Piedad era más que una facilitadora entre el Gobierno de Álvaro Uribe y la guerrilla.
SEMANA escudriñó los cientos de correos encontrados en los computadores de Reyes y revisó al detalle los que supuestamente cruzaba Córdoba con los líderes de las Farc. Sin duda, coinciden con la versión de Andrés Vásquez y otros testigos ante la Corte Suprema. No obstante, Piedad Córdoba negó una y otra vez, desde el escándalo en 2008, que fuera Teodora.
Uno de los correos está fechado el 17 de septiembre de 2007. Reyes les escribe a Tania y Catherine: “Buenas tardes, espero que sigan cada vez mejor para que no me ataranten tanto. Incluyan en el listado de quienes reciben todos nuestros documentos la siguiente dirección: piedadcordoba@hotmail.com. A esta dirección mandan mi nota a nombre de Teodora. Conversamos con Piedad Córdoba por más de diez horas, las noticias hablarán de eso hoy en la mañana. Un abrazo”, se lee.
Conscientes de que las comunicaciones podrían ser infiltradas, cambiaron la estrategia y los correos para mantener el anonimato. Según los documentos encontrados en el computador de Reyes, se dejó de usar el correo piedadcordoba@hotmail.com y se utilizó para contacto teodora07@yahoo.com.
El 27 de septiembre de 2007, Reyes escribió un mensaje: “Hola camaradas: buenas tardes. Aquí todos bien. (...) Mandar la correspondencia de Teodora al correos (sic) enviado por ella (teodora07@yahoo.com). Sepan ustedes que todos los correos enviados por Jaime Cienfuegos y Fermín son de camaradas nuestros, se pueden subir a las selecciones vacías por tanto tiempo o si prefieren en Coyuntura (...)”.
El exprocurador Alejandro Ordóñez no lo pensó dos veces y la destituyó e inhabilitó para ejercer cargos públicos durante 18 años por los nexos con las Farc. Córdoba, tras una habilidosa defensa jurídica, reversó la decisión en su contra y el Consejo de Estado consideró que los computadores de Raúl Reyes no podían constituirse como prueba porque no fueron solicitados por una autoridad.
Eso no quiere decir que la exsenadora no tuviera cercanía con las Farc. En la Corte Suprema de Justicia, que la investigaba por farcpolítica, hubo un auténtico desfile de personas cercanas a Córdoba y hasta los mismos exretenidos que, uno a uno, han ratificado que Teodora Bolívar era Piedad.
La dirigente desapareció del panorama político durante un tiempo. Se dedicó a viajar y servir de lobista entre empresarios colombianos y Venezuela. Eso le permitió ganar buen dinero, como le reconoció a SEMANA. Compró una finca agroecológica en Puerto Lleras, Meta, y escapó de la política, de la vida social y se dedicó al turismo. En cambio, su hijo Juan Luis Castro empacó maletas y regresó a Colombia tras vivir de la medicina en Estados Unidos, cogió las banderas de su madre y se convirtió en senador por la Alianza Verde.
Sin embargo, la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2022 la obligó a regresar a la arena política. De su finca se encargó Luis, su pareja, un colombiano que estudió Agroecología en Cuba, mientras ella volvió a sus turbantes, zapatos altos, trajes elegantes de colores y buscó un escaño al Senado por el Pacto Histórico.
Su reaparición generó controversia en un sector del Pacto Histórico. Armando Benedetti, Roy Barreras, Luis Fernando Velasco y Alfonso Prada se opusieron a su regreso, pero Petro, contra todo pronóstico y pese a que se habían mostrado los dientes en el pasado, la ubicó en un lugar estratégico de la lista al Senado. Por eso, Piedad llamó “ratas” a los dos primeros y siempre sostuvo que confabularon en su contra.
En medio de la campaña, Piedad enfrentó un escándalo. SEMANA reveló en exclusiva los llamados ‘petrovideos’, en los que quedaron expuestas las jugadas oscuras y bajo la mesa de la campaña de Petro. Allí se puso al descubierto el ingreso de Piedad a la cárcel La Picota, en Bogotá, a hablar con los extraditables. Concretamente, el 23 de marzo de 2022, según los registros conocidos por este medio, visitó a Antonio Gómez López, un empresario venezolano al que le expidieron orden de captura en su país de origen en 2013, señalado de asociación para delinquir, legitimación de capitales, contrabando agravado y obtención de divisas de manera fraudulenta.
Sus controvertidas visitas fueron mal vistas porque se rumoró que, al parecer, estaba negociando el futuro judicial de los narcos a cambio de un respaldo político y hasta económico a Petro. “Ella no puede estar en la campaña”, recalcaba Luis Fernando Velasco en los ‘petrovideos’.
Petro, tratando de apagar el escándalo, le pidió retirarse de la contienda electoral. “Solicito a Piedad Córdoba suspender todas sus actividades dentro de la campaña hasta que pueda resolver, ojalá, favorablemente, las sindicaciones jurídicas que se le hacen”, dijo.
Además de visitar a su hermano Álvaro Córdoba, capturado por nexos con el narcotráfico, también habría visitado a José Leonardo Muñoz Martínez, alias Douglas, exjefe de la Oficina de Envigado; a Francisco Javier Zuluaga, alias Gordolindo; a Juan José Valencia, alias Andrea, a cargo de las finanzas del Clan del Golfo, y a John Freddy Zapata, conocido como alias Messi, integrante del Clan del Golfo. Córdoba siempre negó esa versión.
Durante los últimos años, Córdoba enfrentó una nueva investigación, esta vez por sus supuestos negocios con Álex Saab, señalado testaferro de Nicolás Maduro. Andrés Vásquez, exasesor de Piedad, y quien está colaborando con la Corte Suprema de Justicia, entregó un dosier con 17 compromisos que adquirió con la magistrada Cristina Lombana, los cuales cumplió al pie de la letra con los soportes documentales de cada uno.
El núcleo familiar de la exsenadora antioqueña reportó ingresos superiores a los 6.000 millones de pesos, al parecer, procedentes de Saab. Córdoba negó en su momento a SEMANA su cercanía con el barranquillero.
La vida de Piedad siempre fue como un electrocardiograma, pero con más picos altos y convulsos. Fernando Villavicencio, candidato presidencial asesinado en Ecuador, la acusó de supuestos vínculos con lavado de dinero. La exsenadora respondió con su estilo bélico y la familia lo consideró como una “amenaza”. El político fue asesinado en Quito y la excongresista no tuvo otra alternativa que aclarar que no tenía nada que ver con esa muerte.
Agobiada por varias enfermedades, con 40 kilos menos, Piedad Córdoba se llevó más de un secreto a la tumba. Entre ellos, sus nexos con las Farc y la muerte de Álvaro Gómez Hurtado, capítulos oscuros que ella contempló narrar para una serie de Netflix, pero que al final no lo logró.
En las últimas semanas, la confesión de su hermano Álvaro Córdoba, quien admitió su responsabilidad en el negocio del narcotráfico en Estados Unidos, la había golpeado fuertemente. Piedad siempre había insistido en que él era inocente; pero no fue así. “Mi mamá no volvió a hablar con mi tío después de que se lo llevaron para Estados Unidos. Él prefería llamar a mi abuela. Ella murió sin hablar con él; mi tío no ha llamado después del fallecimiento”, contó Natalia Castro, hija de Piedad, a SEMANA.
En Venezuela, la muerte de Piedad causó un impacto similar al de Colombia. “El día que murió mi mamá, me llamó el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Se solidarizó, me dijo que él la quería mucho, que la recordaba y que no creía su muerte. Le parecía increíble. Ellos en Venezuela le han hecho homenajes. La llamada fue a las nueve de la noche”, sostuvo Natalia.
En la última entrevista con este medio, en febrero del año pasado, Piedad lucía segura, se defendió de todos los señalamientos y le echó pullas a más de uno en el Pacto Histórico. Defendió a Petro y hasta dijo que podría ser candidata presidencial en 2026. Su muerte puso fin a sus planes y a una larga y controversial vida que marcó una época de la política en Colombia.