VALLE DEL CAUCA

Las vendettas políticas en El Dovio

En El Dovio, un municipio tristemente recordado por ser cuna de temidos capos del cartel del Norte del Valle, la contienda electoral se mueve en medio de balas y amenazas. Un candidato a la Alcaldía y otro al Concejo fueron asesinados. Señales de una nueva guerra mafiosa en la región.

11 de agosto de 2011
El Dovio, Valle del Cauca

Si no fuera por el narcotráfico, este pequeño municipio donde viven 9.000 personas no estaría en la retina de los colombianos. Pero, lamentablemente, cada referencia pública hacia esa población incrustada en la cima de la cordillera occidental gira alrededor de los capos de la mafia, y más grave aún es que se diga que sus estructuras criminales sirvieron de brazo político a varios de sus dirigentes.
 
Esa tesis hizo carrera desde hace cuatro meses, cuando asesinaron al exalcalde y nuevamente candidato Luis Fernando Morales, quien se inscribiría por el PIN. En julio, otro candidato pero al Concejo y conservador, también fue ajusticiado. En ambos casos extraoficialmente se mantiene la hipótesis de que esas muertes fueron ejecutadas por narcotraficantes y por encargo político. 

Si bien ese móvil parece trillado en varias regiones del país donde los aspirantes a cargos de elección popular están siendo asesinados, en El Dovio el polémico maridaje entre mafia y política tiene alcances hasta de familiaridad. 

Prueba de ello es que el Consejo Extraordinario de Seguridad del sábado 6 de agosto realizado en Roldanillo, Valle, y que contó con la presencia del ministro de la Defensa, Rodrigo Rivera; el director de la Policía, general Óscar Naranjo, y la cúpula militar de la región, se convirtió en un campo de batalla donde los políticos de El Dovio se sacaron los trapitos al sol. 

Se dijo de todo y con nombre propio. Desde alcaldes que fueron impuestos por narcotraficantes, concejales que se escudan en organizaciones criminales y candidatos respaldados por patrones que asesinan e intimidan a sus contradictores. Todo con un ingrediente insólito: la mayoría de los dirigentes locales denunciados tienen o tuvieron algún parentesco con mafiosos.

Llama la atención que este episodio de crispación política no es nuevo y que pese al ruido que hacen en cada elección, al final no pasa nada y la gente siempre resulta eligiendo a un candidato cuestionado, “estamos cansados de que el narcotráfico nos imponga el alcalde”, dijo a SEMANA el concejal de La U José Antonio López. 

Como se recordará, El Dovio fue cuna del temido capo Iván Urdinola Grajales; luego sirvió de refugio de los narcos Diego Montoya Henao alias 'Don Diego', y su hermano Eugenio, ambos capturados y extraditados a Estados Unidos. De allí también son los hermanos extraditables Hilbert Urdinola Perea, alias 'don H' y Jorge Iván, alias 'la Iguana', herederos del clan de Montoya Henao. 

Durante la guerra mafiosa a mediados de la década pasada entre Wílber Varela, alias 'Jabón' y 'Don Diego', nacieron dos organizaciones criminales conocidas como Los Rastrojos y Los Machos, que causaron un millar de muertos.  

La misión de esas agrupaciones era pelear a sangre y fuego el dominio territorial de ocho municipios (Bolívar, El Dovio, Versalles, Roldanillo, La Unión, Toro, Zarzal y La Victoria), ya que su ubicación estratégica servía de corredor natural para evacuar hacia el mar Pacífico la coca que se cultiva y procesa en la zona, en especial en el mítico Cañón de Garrapatas. 

Pero El Dovio era el mayor botín de esa guerra no sólo por ser la cuna natural de varios capos, sino porque en su zona rural estaban las inversiones, los laboratorios y cultivos. La otra estrategia de la guerra era tener de su lado a los mandatarios locales. 

La primera señal de que eso estaba ocurriendo en El Dovio fue cuando llegó a la alcaldía en 1998 Henry Rodríguez Perea, cuñado de Iván Urdinola. Desde entonces ese cargo quedó sumido en un carrusel de gobernantes que se turnaban: Rodríguez, el actual alcalde, José Gustavo Padilla, y Luis Fernando Morales. Rodríguez murió en el 2008 y a Morales lo asesinaron en marzo pasado. 

Por ello el primer salpicado durante el Consejo de Seguridad del sábado fue el propio alcalde, José Gustavo Padilla, quien ya había gobernado ese municipio en 2001-2003. En la reunión lo acusaron de ser una ficha del fallecido capo Iván Urdinola y de hacer acuerdos no sólo con Los Machos, sino también con Los Rastrojos, para llegar al poder. 

Padilla de inmediato se defendió atacando y ratificó a SEMANA que tras los crímenes del candidato a la Alcaldía y el Concejo, está la sombra de un presunto jefe de los Rastrojos y que es hermano del actual aspirante a la alcaldía por La U, Miguel Guzmán.

Guzmán, quien lleva seis intentos por llegar a la Alcaldía, confirmó la relación comercial de su hermano con esa agrupación criminal, pero aclaró que “fue por fuerza mayor”, desmintió que su hermano sea un jefe de la misma y recordó que desde hace seis años no vive en El Dovio. 

En el insólito consejo también se supo que el otro candidato a la Alcaldía, el conservador Orlando Muñoz, considerado el sucesor de Padilla, fue suegro de otro supuesto jefe, pero de los Machos. Varios asistentes confirmaron a este medio que el señor Muñoz se anticipó a los hechos y antes de ser señalado dijo que su único pecado es “haber sido el suegro de alias 'Lombriz'”, un reconocido jefe de esa banda criminal. En ese mismo sentido otro concejal en ejercicio que también participó en el Consejo de Seguridad reveló que es cuñado de la 'Iguana'. 

En defensa de esos dirigentes cabe aclarar que El Dovio es un municipio tan pequeño que básicamente es imposible evitar cualquier parentesco con los miembros de los bandos mafiosos en disputa, ya que las tres familias fundadoras del municipio (Urdinola, Quintero y Perea) son los mismos apellidos de los capos. 

Pero lo que no tiene presentación es que amparados en esa realidad los dirigentes se apoyen en el poder y el terror que imparten esas agrupaciones criminales para presionar respaldos políticos o resultados electorales. 

Quizás el caso más insólito de lo que significa hacer política en El Dovio lo encarna la concejala por La U, Blanca Tulia Díaz Quintero, quien desde hace varios años reconoció que tiene familiares en las filas de los Machos y los Rastrojos, “pese a ello no me he torcido para ninguno de los dos lados”, dijo a SEMANA. 

Temen otra guerra en el Norte 

Pero lo que pase en El Dovio en materia de orden público se replica en toda la región. Por ello, lo que era un secreto a voces y que sólo se hablaba en el campo de las especulaciones, hoy se refleja en las estadísticas de homicidios y se hicieron evidentes las secuelas de la nueva batalla a muerte entre reductos de la mafia en los 18 municipios del norte del Valle. 

Para no ir muy lejos, basta mencionar que en el reciente informe de Medicina Legal sobre homicidios en Colombia, El Dovio ocupa el cuarto lugar entre los pueblos con mayor tasa por cada cien mil habitantes, (ver tablas). 

Si bien las autoridades insisten en desconocer la presencia de los Urabeños en esa confrontación (algo que la misma Defensoría del Pueblo del Valle confirmó en un documento confidencial), lo cierto es que la anunciada venganza entre el confeso narcotraficante Víctor Patiño Fómeque y los hermanos Luis Enrique y Javier Antonio Calle Serna, alias los 'Comba', está que arde y hace temer que se reviva la trágica experiencia de 2003-2006 cuando los campos del norte del Valle se bañaron en sangre por cuenta de masacres y hubo desplazamientos masivos de labriegos luego de que las fincas de los patrones se convirtieran en botín de guerra. 

De los 42 municipios del Valle las estadísticas indican que este año los crímenes aumentaron en 23 de ellos, de los cuales la mitad están ubicados en el norte del departamento. Hay incrementos tan exagerados que en La Victoria, por ejemplo, el alza es del 850 por ciento “no tengo duda que la mafia esté detrás de esos hechos y en especial la guerra por el micro tráfico”, dijo a esta revista Gilberto Cataño, alcalde del municipio. 

Esa es la misma tesis que maneja el coronel Alejandro Pinzón, comandante del batallón Vencedores con jurisdicción en el norte del Valle. Para el oficial, lo que está en juego no es la puja por el dominio territorial de la región, sino la atomización de pequeños capos en busca de mercado y dinero e insiste en aclarar que la zona rural está limpia y cuenta con buena presencia militar. 

No obstante, versiones de campesinos recogidas por esta revista confirman la presencia de Rastrojos en algunos corregimientos “donde hay fincas que pertenecen a jefes mafiosos las cuales están cuidando o pretenden quedarse con ellas”, dijo un labriego de El Dovio donde algunas tierras ya fueron declaradas de protección para evitar los despojos.

Ese mismo temor ronda desde hace varias semanas por algunas veredas de Roldanillo (tierra natal del asesinado capo Wílber Varela) donde aseguran que hombres armados intimidan a quienes viven en terrenos que al parecer pertenecen a familiares de los narcos de la región. 

Aunque del reciente Consejo Extraordinario de Seguridad salieron propuestas concretas como la de hacer seguimiento electoral y aplicar en toda la región un plan similar al de otras zonas donde se combaten organizaciones criminales, el reto es grande y pone a prueba la efectividad de los controles que estrena el Gobierno para depurar de las elecciones a candidatos con cuestionamientos.
 
De esos resultados depende que por fin en El Dovio puedan elegir alcalde sin la presión de los narcos y no se hable más del temido cartel del Norte del Valle y su injerencia en la política.
 

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