ENTREVISTA
“Los combustibles fósiles van a seguir siendo necesarios mucho tiempo, pero tenemos que reducir su consumo”: parlamentario de la Unión Europea
En entrevista con SEMANA, el político español Nicolás González reconoció que en medio de un modelo de transición energética es importante evaluar cuando es necesario “retroceder o soltar el pie del acelerador”.
Nicolás González Casares, europarlamentario experto en energías renovables, estuvo en Bogotá durante dos días conversando con representantes de la industria gracias a una invitación de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas).
SEMANA conversó con el miembro del Parlamento Europeo sobre el contexto de esa región por la crisis energética y algunos aprendizajes que ha dejado la guerra de Rusia y Ucrania. Afirmó que es importante tener un modelo de transición energética que se esté implementando, pero reconoció que durante décadas seguirán siendo importantes los combustibles fósiles.
SEMANA: ¿Qué experiencia ha quedado en Europa por la crisis energética por la guerra entre Rusia y Ucrania?
NICOLÁS GONZÁLEZ (N.G.): Es cierto que en Europa estamos en una crisis energética derivada de la guerra. Desde el primer momento, Putin venía recortando los suministros de gas, eso aumentó el precio y él recibía más divisas con las que financiar la guerra. Él pensaba que iba a desunir a los europeos al reducir los envíos de combustible de cara al invierno pasado, sabía que iba a aumentar los precios. Su sorpresa fue que Europa reaccionó unida.
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Él utiliza la energía como un arma y ese coste lo pagan los ciudadanos en base a precios e inseguridades en el suministro. Esto genera inflación y sobre todo incertidumbre y esa la hemos tratado de aliviar con diferentes medidas. Esto ha generado que haya que hacer reformas muy rápido, mientras tanto las facturas que llegan a la gente son muy elevadas. Se temió porque países muy dependientes del gas ruso tuvieran inseguridades de suministro para pasar el invierno.
Se estableció una norma europea que antes del 31 de octubre tenían que tener un 90 por ciento de llenados depósitos de gas, eso se ha conseguido. Ha sido una buena medida, porque ahora los precios están cayendo de una manera muy brusca pero todo ha tenido un gran coste, ahora la situación es un poco más relajada. La gente está ahorrando mucha energía y algunas industrias que consumían energía también han parado.
SEMANA: ¿Qué podríamos aprender en Colombia de esa experiencia?
N.G.: No tener a Putin de vecino, es broma (risas). Creo que las situaciones son completamente diferentes, lo que sí debe estar en mente es que por ejemplo nuestra autonomía estratégica es avanzar en renovables. Si hubiéramos avanzado antes en renovables, hubiéramos necesitado menos gas o menos combustibles fósiles. Eso es una lección que todos debemos entender: las renovables siempre se producen en tu propio territorio y además de energía limpias, las más baratas.
Avanzando en renovables mejoras la competencia de tu economía, produces tu propia energía y dependemos menos del exterior y eso es una lección que debe tomar Colombia o cualquier país del mundo, no es solo para Europa. El problema es a la velocidad que produce cada país, eso es lo complejo de la transición energética.
SEMANA: ¿En ese modelo de transición energética, qué ha visto del caso colombiano y los anuncios del Gobierno?
N.G.: No vengo aquí a hacer una crítica del Gobierno que acabó de entrar hace menos de 100 días y que está tomando unas decisiones en el parlamento. De hecho, creo que si prometieron muchas cosas en campaña, es normal que cumpla lo prometido. Sé que Colombia tiene un alto potencial renovable, pero también produce combustibles fósiles que le ayudan a su economía. Supongo que se estará buscando el equilibrio entre cómo avanzar en esa transición energética, al mismo tiempo que se descarboniza la economía.
La transición energética y ecológica hay que hacerla, avanzar en ello es bueno para el planeta, pero también para las economías que avanzan en esa transición, pero al mismo tiempo genera problemas en diferentes sectores. El gas fósil no va a durar eternamente y probablemente no va a vender gas fósil en el año 2050, porque en el camino hay otras fuentes como los biogases descarbonizados, renovables o el hidrógeno. Por lo tanto, esos sectores van a buscar cómo acomodarse a los ritmos de la transición y a veces habrá que ir un poco más rápido, otras veces no lo iremos tanto. Vamos a retroceder o a soltar el pie del acelerador, en algunas ocasiones tendremos que pararnos y pensar si estamos haciendo bien o mal, estas discusiones las tenemos continuamente.
SEMANA: En ese equilibrio del que habla, ¿estaría de acuerdo con acabar los nuevos contratos de petróleo y gas como anunció el Gobierno colombiano?
N.G.: No quiero entrar a evaluar algo que no conozco en detalle, sería imprudente. Y segundo, todos los países tienen que hacer su transición, creo que hay que respetar la decisión. Es cierto que llegará un momento en que ningún gobierno y ningún país comprometido con el cambio climático explorará más yacimientos. En Europa podemos estar explotando fracking, luego hemos decidido que no, hay que comprender las decisiones en el contexto de cada población. Hay que ver cada cuestión en su contexto.
SEMANA: ¿Le recomendaría a un gobierno que está tomando decisiones equivocadas hacer un cambio en su modelo de transición energética?
N.G.: Yo creo que la transición energética lo primero que tiene claro es el objetivo, qué queremos conseguir. Con ese objetivo podemos ir con diferentes modelos y ritmos. Lo que no creo que es que deba decir “no cumplo” o “no avanzo en la transición energética”, lo que puede hacerse en un momento dado es cómo voy haciendo esos ritmos de una transición y lo estamos viendo. En Europa también, a veces vemos cómo en estos momentos hay que quemar un poquito más de carbón que en otros países para tener seguridad de suministros, eso es bajar el pie del acelerador y decir, ahora vamos a ir un poquito más despacio, pero eso cada situación y contexto tiene que aprender a modularlo.
A veces hay que parar y detenerse y pensar si lo estamos haciendo bien, si es justa o no esta transición, eso es lo que tenemos que evaluar. Pero no creo que ningún gobierno deba parar una transición energética en marcha, porque no es bueno ni para los ciudadanos ni para su sector productivo. Los combustibles fósiles los vamos a seguir usando mucho tiempo, van a seguir siendo necesarios mucho tiempo, pero lo que está claro es que tenemos que reducir su consumo, eso sí que está claro.
SEMANA: ¿Qué tanto podría impactar al mundo un modelo de transición energética como el de Colombia para combatir el cambio climático?
N.G.: Creo que hay mucha voluntad en la lucha del cambio climático. Una gran aportación que puede hacer Colombia es preservar muchos de sus ecosistemas, esto es la Amazonía o elementos que absorben mucho CO2. También hablaría del papel del gas en la transición. Estoy seguro que el Gobierno colombiano va a apostar por quemar menos carbón o quitar todo el carbón posible, aunque sea a costa de introducir más el gas. Estoy seguro, porque va a reducir sus emisiones y también va a mejorar la calidad del aire de los ciudadanos. Reducir el carbón que se quema es lo primordial y el primer paso en cualquier transición energética. Parte de conservar ecosistemas es fundamental para los compromisos del Acuerdo de París.
SEMANA: ¿Cuál es la importancia del gas en la transición energética y qué recomendaría para las políticas del país?
N.G.: Vuelvo a decir que no soy nadie para recomendar nada a Colombia. Lo que sí veo es que es una fuente de energía que genera menos CO2 que el carbón o que otros fósiles derivados del petróleo y al mismo tiempo que en su combustión, el aire sale más limpio que en otras energías, por lo tanto en una ciudad por ejemplo como esta (Bogotá) que tiene millones de personas viviendo y millones de vehículos, el gas tiene un recorrido porque la electrificación no la van a poder hacer del día para la noche. El transporte público es importante y aquí no tienen redes de transporte eléctrico como el metro o el ferrocarril, por tanto el gas ahí tiene un papel importante.
Creo que en Colombia seguro hay muchos planes para que el transporte público pueda ser impulsado con gas natural o para llevar a gas naturales a comunidades donde otras fuentes de energía tienen difícil transporte o penetración.
SEMANA: ¿Estaría de acuerdo con seguir produciendo gas internamente o importarlo?
N.G.: El Gobierno tiene que ver. Si usted me preguntara, todo ese consumo tiene que ser a expensas de algo que no se consuma. Si usted me dice, ¿usted estaría de acuerdo con que Colombia quitara el carbón y consumiera más gas? Pues sí estaría de acuerdo, porque es más limpio, pero al final los combustibles fósiles tienen que partir del nivel en el que estamos e irse reduciendo a su consumo total a lo largo de los años, hablo de décadas. El horizonte de los fósiles es decrecer su consumo.
Ahora, quien primero se tiene que ir es el carbón y después en la medida de lo posible los derivados del petróleo, que no los vamos a eliminar por completo nunca y después el gas fósil, al cual tampoco lo vamos a eliminar por completo.
En un país como Colombia, que si busca ser climáticamente neutro, tampoco tiene que reducir hasta cero sus emisiones, porque tiene una capacidad de absorción natural muy grande, entonces va a poder seguir usando sus combustibles fósiles, aunque siempre en una tendencia decreciente para cumplir sus compromisos climáticos; le hablo de 2050.
SEMANA: El presidente Gustavo Petro se reunió con Nicolás Maduro y anunció que hará una declaración conjunta en la COP27 para la defensa de la Amazonía, ¿los acuerdo con ese país en materia medioambiental cómo son vistos por la comunidad europea?
N.G.: Desde el punto de vista europeo estaríamos encantados no solo de ver ese anuncio y que incluyera al Brasil de Lula, que creo que es muy importante, es un elemento geopolítico de primer nivel porque es un compromiso claro con los Acuerdos de París. Además, estoy seguro que Europa estaría dispuesta a ayudar a financiar ese compromiso.
Al día de hoy la diplomacia juega un papel fundamental en la geopolítica mundial. No solo es la paz, la energía, los derechos humanos. Yo creo que ese tipo de anuncios también daría una visión al mundo de que hay un compromiso más allá de avanzar en la transición energética y ecológica, de que hay una voluntad y compromiso de estar, de volver en el caso de Venezuela, al panorama internacional.
SEMANA: ¿Qué podría esperar Colombia de la Unión Europea para trabajar en conjunto para esa transición energética?
N.G.: Podemos colaborar más allá de las relaciones comerciales, de la compra y venta de cualquier elemento que tenga que ver con la transición o de los procesos, no solo extractivos sino de tecnologías renovables, donde pueda haber relaciones entre ambos bloques.
Creo que es un momento para que Europa, de verdad, mire claramente hacia América Latina porque ha dejado de mirar en estos últimos años. En el segundo semestre del año que viene la presidencia en la Unión Europea será española y lo primero que ha propuesto España como actividad excepcional es una cumbre Europa - Latinoamérica, donde creo que Colombia va a tener una voz importante en la transición energética.