Política
Máxima tensión en la Casa de Nariño: presidente Gustavo Petro convocó consejo extraordinario de ministros tras pedir su renuncia
El jefe de Estado alista los anuncios sobre los cambios en su administración.
Fuentes de alto nivel del Gobierno nacional dieron a conocer que el presidente de la República, Gustavo Petro, convocó a un consejo extraordinario de ministros para que se realice este miércoles 26 de abril, luego de que el jefe de Estado les pidiera su renuncia protocolaria.
El mandatario colombiano, en esa reunión de alto nivel, realizará una minuciosa revisión de todas las áreas del Gobierno y las respectivas carteras, con la finalidad de detectar las debilidades que se pueden potenciar.
De la misma manera, el jefe de Estado quiere saber de boca de los ministros los avances que han tenido en las carteras en los nueve meses que lleva su gobierno del Pacto Histórico, el cual está viniendo una prueba de fuego por las cruciales reformas sociales que radicó en el Congreso.
La petición de renuncia cobija a los ministros de Hacienda, José Antonio Ocampo; Salud, Carolina Corcho; Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva; Minas y Energía, Irene Vélez; Interior, Alfonso Prada; Justicia, Néstor Osuna; Defensa, Iván Velásquez; Agricultura, Cecilia López; Trabajo, Gloria Inés Ramírez, y los demás jefes de cartera. Y se espera que en las próximas horas Petro tome decisiones de fondo sobre esas carteras.
Lo más leído
La drástica medida de Petro se dio horas después de que la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes aprobara el martes de esta semana la ponencia de reforma a la salud, liderada por Carolina Corcho, a quien también cobija la solicitud de renuncia. El proyecto amagó con naufragar hasta última hora.
En total, recibió diez respaldos y ocho votos en contra de 21 representantes a la Cámara, que adoptaron una jugada bajo la mesa que consistió en no participar en la votación, desbaratar el quórum a última hora y lograr que el Gobierno garantizara sus mayorías.
La crisis entre la Casa de Nariño y la coalición mayoritaria del Congreso estaba más que cantada. Desde que el gobierno del presidente Gustavo Petro radicó la controvertida reforma a la salud de la ministra Carolina Corcho, las señales de una ruptura empezaron a divisarse.
El Partido Liberal, que formó parte de la coalición de gobierno, fue uno de los primeros en atravesarse a la iniciativa.
El expresidente César Gaviria buscó el consenso con la ministra Carolina Corcho, pero ella radicalizó su postura y evitó, de entrada, que le metieran mano a la propuesta que viene cocinando desde hace varios años con sectores de médicos con ideología de izquierda que apoyaron la campaña presidencial de Gustavo Petro.
Gaviria y el trapo rojo fueron los primeros en distanciarse de la Casa de Nariño y se anticiparon a la catástrofe política que desataría la reforma a la salud.
Aunque el expresidente visitó en la Casa de Nariño al jefe de Estado en varias oportunidades, no salía contento.
Por los lados de La U y el Partido Conservador -entonces aliados del liberalismo-, el ambiente era más conciliador. Dilian Francisca Toro y Efraín Cepeda, los directores de esas colectividades, quisieron agotar todas las instancias, creerle al Gobierno y desde luego a Carolina Corcho.
Avanzaron en intentos de diálogo con el equipo de asesores del Ministerio de Salud en busca de mejorar la propuesta del Gobierno, pero no fue posible.
Aunque pasaron horas, días, semanas, llegando a acuerdos verbales, los técnicos del Ministerio no los plasmaban en el texto y los partidos se sentían burlados. Toro y Cepeda sintieron que perdían el tiempo y se levantaron de la mesa varias veces. César Gaviria ya lo había hecho días atrás.
Aun así, los directores de La U y el Conservador no se dieron por vencidos y, ante los constantes llamados internos del presidente Gustavo Petro, volvían al diálogo. Corcho prometió ceder, pero sobre el terreno, en el proyecto, no se veían cristalizadas sus palabras.
La reforma a la salud se volvió desgastante y pasó de ser un asunto técnico a uno político. Y minó la confianza entre las partes.
La radicación de la ponencia positiva el 31 de marzo pasado en la Comisión Séptima de la Cámara, con las firmas de los congresistas Camilo Ávila, del Partido de la U, y Gerardo Yepes, del Conservador, aumentó la crisis. Las dos colectividades informaron que no tenían el visto bueno de los directivos de los partidos. Ese día quedó clara la jugada bajo la mesa del Gobierno: pasar por encima de los directores de los partidos y buscar voto a voto los respaldos para la reforma a la salud.
Corcho sacó a flote su espíritu político y empezó a reunirse con varios congresistas, entre ellos, Carlos Eduardo Trujillo, el expresidente del Partido Conservador, cercano a Gustavo Petro. También lo hizo con varios congresistas del Partido Liberal y La U.
Esa jugada le salió mal porque así sumará respaldos, en las colectividades aún hay disciplina de partido y las directivas ejercen control sobre sus bancadas.
El desenlace de la ruptura matrimonial entre el Ejecutivo y Legislativo se veía venir, incluso, de forma anticipada. Dos semanas atrás, el presidente les pidió a los viceministros de Transporte, Vivienda y las TIC- las tres carteras con cercanías al Partido Conservador, Liberal y La U-, que presentaran sus cartas de renuncia protocolaria. Su movida fue vista como chantaje o una forma de presión a los partidos políticos si no aprobaban la reforma a la salud.
Nadie sabe qué pasará en adelante, pero Petro está molesto y los partidos políticos de la coalición de gobierno también. De hecho, creen que el presidente quiere que sus reformas se voten a las carreras, sin mayor debate y respetando las líneas exclusivas del Gobierno. Eso -según dicen en voz baja- no pasará.