POLÍTICA
“No creo que Daniel Ortega tenga ninguna intención de hacer una negociación razonable con Colombia”, dice líder feminista nicaragüense
María Teresa Blandón, vocera de la Articulación Feminista de Nicaragua, habló con SEMANA. Narró cómo se vive en el régimen de Daniel Ortega y se refirió al litigio que enfrenta Colombia con ese país por su mar territorial en San Andrés.
SEMANA: ¿Cuál es la situación en Nicaragua hoy?
María Teresa Blandón (M. B.): Desde abril de 2018, en Nicaragua estamos viviendo un cierre total del espacio cívico y hay una crisis profunda de los derechos humanos. La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo está gobernando gracias a dos fraudes electorales cometidos en noviembre de 2021 y otro en noviembre de 2022. Por un lado terminaron de concentrar todo el poder, encarcelar a los opositores, a quienes aspiraban a la Presidencia, y ahora tienen el control de la totalidad de los gobiernos municipales. Gobiernan porque tienen el apoyo del Ejército y la Policía, esta última que instaló un estado policial de facto. Nicaragua se ha cerrado, hay un estado de censura total. El único periódico independiente que todavía existía fue cerrado, su director encarcelado y sus bienes confiscados por el régimen. Tenemos miles de nicaragüenses en el exilio huyendo de la represión. A eso se suma que tenemos más de 230 presos políticos que están siendo sometidos a tratos crueles e inhumanos como ya lo ha documentado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
SEMANA: ¿El mundo está poniendo sus ojos sobre Nicaragua o siente que los están dejando solos?
M. B.: Creo que la respuesta ha sido desigual. Algunos países han estado muy preocupados por la situación de Nicaragua. Ahora, en el Marco de la 15 Conferencia de la Mujeres, ministras de Chile y Argentina se sumaron al reclamo de los presos y presas políticas. Hay otros gobiernos que desde la OEA han firmado sucesivas declaraciones exigiendo a Ortega que se convoque a elecciones libres y transparentes y se restablezcan los derechos ciudadanos de los nicaragüenses. Hay otros gobiernos, muy pocos en la región, Cuba y Venezuela, que son los únicos que han mantenido un apoyo activo a la dictadura Ortega-Murillo. Hay un desprecio total por los organismos de derechos humanos, por los organismos de integración, de tal manera que los esfuerzos que pueda hacer la comunidad internacional han chocado con esta pareja de dictadores que buscan sostenerse en el poder por la vía de la fuerza.
SEMANA: ¿Gustavo Petro ha acompañado a esta dictadura de Nicaragua? ¿Cómo lo ven allí?
M. B.: Gustavo Petro, antes de ser candidato a la Presidencia, mostró su preocupación por la violación de derechos humanos en Nicaragua. Ya una vez en el gobierno, su canciller fue absolutamente contundente en la condena al régimen Ortega-Murillo. Entendemos que hubo, porque lo dijo el canciller Álvaro Leyva, un intento para lograr una negociación con la dictadura, pero fue fallida.
SEMANA: ¿Les gustó que Petro retomara relaciones con el gobierno de Daniel Ortega después del alejamiento con Iván Duque?
M. B.: Mi apreciación personal es que en algún momento Gustavo Petro creyó en la posibilidad de llamar a la reflexión a la dictadura Ortega-Murillo. De hecho, el propio canciller dijo en un primer momento que estaban haciendo negociaciones y que eso se tenía que hacer con discreción. Como ese esfuerzo no contó con la mayor receptividad del régimen, el gobierno de Petro, a estas alturas, tiene claro que no hay posibilidades que el dictador cambie de rumbo.
SEMANA: Es decir, ¿Daniel Ortega no le copió al presidente Gustavo Petro?
M. B.: La dictadura Ortega no está dispuesta a ceder ni aún con los que se suponen son sus aliados más cercanos, porque su apuesta es perpetuarse en el poder a través de la violencia. El régimen, violador de derechos humanos, tiene miedo que lo lleven a los tribunales internacionales como, efectivamente, tiene que ocurrir porque en Nicaragua no puede haber un cambio si no hay justicia. Tenemos que romper con esos ciclos históricos de impunidad que es lo que permitió que se volviera a instalar una nueva dictadura. Daniel Ortega está atornillado en el poder, quiere permanecer en el poder a toda cosa y no está dispuesto a ningún tipo de negociación. Esa realidad la tiene que tener clara la comunidad internacional. Ya han pasado casi cinco años y lejos de superarse la crisis en Nicaragua, cada día se va profundizando más.
SEMANA: Colombia tiene un litigio con Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. ¿Qué nos puede esperar?
M. B.: Es una vieja disputa. Ya hay un fallo que favoreció a Nicaragua. Yo no creo que el régimen de Daniel Ortega tenga ninguna intención de hacer una negociación razonable con el gobierno de Colombia. No creo que esto suceda porque no solo su política interior es muy agresiva, muy violenta, sino que también su política exterior ha sido de golpear la mesa, de intolerancia total y de cero capacidades de negociación. En este tipo de controversias deberían de tomarse en cuenta el interés de las comunidades, pero Ortega sistemáticamente ha utilizado este tipo de controversias internacionales para hacer proselitismo y parecer, supuestamente, comprometido con la integridad nacional.
SEMANA: Pero el gobierno Petro espera, en un futuro no muy lejano, poder llegar a un acuerdo con el gobierno de Daniel Ortega…
M. B.: Las feministas y el Movimiento Ciudadano de Oposición a la dictadura Ortega-Murillo le dice a Petro y a todos los presidentes de América Latina que tienen que tomar como ejemplo al presidente Gabriel Boric, de Chile, quien ha tenido una postura íntegra y coherente. Que piense Petro que en su discurso sobre Nicaragua tiene que primar una apuesta por los valores democráticos, por los valores de la justicia y por una apuesta por los derechos humanos. Necesitamos fortalecer una democracia en cuyo centro estén los derechos humanos.
SEMANA: Usted está exiliada de Nicaragua. ¿Cuál es su situación hoy?
M. B.: Hace cuatro meses salí a una reunión de la Cepal en Chile y el régimen Ortega-Murillo prohibió mi entrada al país, de tal manera que hoy, en pleno siglo XXI, soy una ciudadana nicaragüense desterrada de mi país. Por ahora, soy una ciudadana itinerante, necesito solicitar refugio y estoy evaluando cuáles serían las condiciones más favorables.