ENTREVISTA
Atentos: se acaban los exorcismos en la policía: el general William Salamanca, nuevo director, dijo que no los necesitan y explicó por qué
El saliente general Henry Sanabria había dicho que todas las grandes operaciones contra el crimen se habían logrado usando esa práctica. Esto piensa el nuevo director de la Policía.
“Nosotros no requerimos del exorcismo, Vicky. Tenemos una Policía muy capacitada y entrenada. La inteligencia policial colombiana es de las más reconocidas del mundo”. Así de contundente fue el general William Salamanca en su entrevista para la última portada de SEMANA.
El tema es de toda actualidad. El anterior director, el general Henry Sanabria, había dicho que un sinnúmero de operaciones de ese organismo se habían hecho recurriendo a esa ayuda divina para combatir a lo que él llamó “el maligno”.
“Es un tema bien complejo. Con el solo hecho de mencionarlo ya el maligno se pone bravo. La existencia del diablo es cierta. Lo he visto, lo he percibido, para muchos es una fábula y otros no creen. Y eso está bien porque, digamos, el diablo lo dice, él se niega a sí mismo”.
En esa oportunidad, Sanabria fue más allá. “He estado en los exorcismos desde 2007. ¿Qué es el exorcismo? Es un ministerio de la Iglesia que significa básicamente el actuar contra la acción del diablo en su poder extraordinario”.
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Y relató uno a uno los casos en que había visto cómo este había actuado para producir grandes batacazos contra el crimen. “En todos los casos contra el estado mayor de las Farc. Todo fue con exorcismo”, dijo. Y narró como fueron los del Mono Jojoy, Raúl Reyes, y muchos otros. Incluso dijo que la policía había actúado así para dar de baja a Pablo Escobar.
El general William Salamanca marcó distancia pero no quiso profundizar en el asunto. “No. Nunca en 38 años de mi primer ciclo como policía participé ni fui testigo de un exorcismo. Pero siguiente pregunta…”.
Agregó que desconocía ese relato. “Me enteré por la entrevista que dio el general Sanabria a SEMANA. Por él, mi gratitud por su servicio prestado a la patria. Somos una familia, él ingresó a la escuela unos años después de mí. Como director hizo su mayor esfuerzo”.
Lea la entrevista completa con Vicky Dávila para la última portada de SEMANA
VICKY DÁVILA: ¿Cómo se siente vistiendo de nuevo el uniforme?
WILLIAM SALAMANCA: Me siento emocionado, agradecido con la confianza que han depositado en mí el señor presidente y la sociedad. Es un reto enorme, una gran responsabilidad con mi país, la institución y mi familia. También estoy feliz al reencontrarme con muchos amigos y compañeros de la Policía. Tengo sentimientos encontrados después de haber sido cónsul general en Miami y haber ayudado a los connacionales en el sur de la Florida.
V.D.: No sé si soy imprudente, pero me contaron que el uniforme que tiene hoy era el mismo que tenía guardado hace dos años. Se lo puso y le quedó perfecto.
W.S.: Sí, Vicky. Es este uniforme (risas). Cuando acepto el ofrecimiento del presidente para dirigir esta bella institución, la Policía me envía los sastres para confeccionar los uniformes. Y un día antes de la ceremonia mi señora me dijo: “Mídete los uniformes”. Yo le respondí: “Están perfectos”. Pero, como todas las señoras, me insistió: “Por favor, mídetelos”. ¡Qué sorpresa, Vicky, me quedaban grandes! ¿Y ahora qué hacemos? Entonces, ella me dijo: “Creo que dejaste un uniforme igualito de tu última ceremonia, será la salvación”. Ahí estaba este uniforme intacto y fue la salvación para el día siguiente. Estábamos en la misma talla, afortunadamente.
V.D.: Qué bien. ¿Usted soñaba con regresar a la Policía o había pasado la página?
W.S.: Ya había pasado la página, había cerrado ese ciclo con absoluta felicidad. La institución me lo dio todo, una carrera exitosa, una familia, tantos amigos, tantas oportunidades de crecer y darle a mi país lo que le pude dar.
V.D.: ¿Qué piensa sobre las declaraciones del coronel (r) John Marulanda, que dejó en el aire la idea de un posible golpe de Estado contra el presidente Gustavo Petro?
W.S.: Fueron declaraciones desafortunadas. Aquí hay que apoyar y rodear la institucionalidad.
V.D.: ¿Unas declaraciones peligrosas?
W.S.: Sí. Somos un país que goza de una gran democracia, fortalecida día a día y símbolo a nivel mundial. Absurdo pretender fracturar la institucionalidad. Por el contrario, mi llamado desde ya es a promover la unidad. Y la mejor forma de defender la institucionalidad es siendo veedores de las instituciones, pero no de esa manera.
V.D.: ¿Es posible un golpe de Estado en Colombia?
W.S.: No es posible un golpe de Estado en Colombia. Para nada. Y lo digo como general en servicio activo. Aquí hay una nueva fuerza pública que, en el caso de la Policía, acata lo más sagrado, que es la Constitución nacional.
V.D.: General, ¿cómo encontró la Policía?
W.S.: La Policía, como todas las instituciones, está integrada por seres humanos. Hay fallas y hay que corregirlas. Pero encuentro una institución haciendo su labor, callada, a veces no reconocida, desagradecida, y he encontrado hombres y mujeres que hacen su tarea con amor y entereza. Lo que necesitan es que todos los generales y comandantes nos preocupemos por mejorar sus condiciones de vida digna y bienestar. Es un reto del Gobierno y la Policía encontrar dónde se estaba fallando e invertir en ese bienestar.
Casualmente, hablaba con un comandante de la Colombia profunda y le pedí que me dijera con franqueza cómo estaban sus hombres. Y me dijo: “No le puedo mentir, allá estamos en difíciles condiciones de habitabilidad, y las condiciones dignas poco se dan”. Eso no lo podemos permitir. Un policía merece todo el apoyo y la solidaridad para que su labor, que es tan delicada y exigente, sea más llevadera.
V.D.: ¿Hay división en la Policía?
W.S.: No, no hay divisiones. La Policía es una sola institución. Por el contrario, el director general debe promover esa unidad. Seguramente, años atrás, se hablaba de divisiones y de la línea de tal o cual general.
V.D.: O sea, división de generales, no de las bases.
W.S.: Sí. Pero que sepa el pueblo colombiano y nuestros policías que aquí se va a promover la unidad. Hay que fortalecer la imagen de la Policía y cuidarla, porque la institución es patrimonio de los colombianos.
V.D.: ¿Qué viene a hacer a la Policía?
W.S.: Hay falencias y flaquezas en seguridad y hay un clamor por mejorar. Somos conscientes de eso. Partiendo de ese diagnóstico, hemos dividido la estrategia en cuatro escenarios. Uno, fortalecer las debilidades que tenemos en seguridad urbana; dos, seguridad rural; tres, el fortalecimiento de la capacidad de investigación criminal, inteligencia y contrainteligencia; y, cuatro, la cooperación internacional. Todos estos segmentos, alineados con las políticas del Gobierno nacional. Es decir, hay un cordón umbilical.
V.D.: El robo de celulares le importa mucho a la gente. Lo triste es que a una persona le hurtan su teléfono y no pasa nada. Compra otro y, quizá, se lo vuelven a robar…
W.S.: Sí, es un círculo. Entonces, aquí viene la cooperación internacional. La Policía goza de confianza en el mundo, al igual que Europol o Ameripol. Aprovechando esas relaciones a nivel mundial, el equipo estratégico analizó el hurto de celulares en todo el país. Esos teléfonos van a parar a un mercado en América Latina. Definiremos estrategias con otras Policías de América Latina para trabajar juntos y perseguir y capturar estructuras delincuenciales dedicadas al hurto, comercio, venta y tráfico de celulares, pero también de partes y autopartes, que es otro problema en el continente.
V.D.: ¿Los exorcismos van a seguir siendo un arma contra el crimen?
W.S.: Nosotros no requerimos del exorcismo, Vicky. Tenemos una Policía muy capacitada y entrenada. La inteligencia policial colombiana es de las más reconocidas del mundo.
V.D.: ¿O sea que los exorcismos no van más?
W.S.: No. Nunca en 38 años de mi primer ciclo como policía participé ni fui testigo de un exorcismo. Pero siguiente pregunta…
V.D.: Cuando el general Henry Sanabria contó que, gracias a los exorcismos, cayeron criminales como el Mono Jojoy, Alfonso Cano o Raúl Reyes, ¿se sorprendió?
W.S.: Me enteré por la entrevista que dio el general Sanabria a SEMANA. Por él, mi gratitud por su servicio prestado a la patria. Somos una familia, él ingresó a la escuela unos años después de mí. Como director hizo su mayor esfuerzo.
V.D.: ¿Usted es religioso?
W.S.: Sí, soy católico. Toda mi familia es católica. No soy de misa diaria, ni siquiera de ir con frecuencia. Prefiero orar en silencio y la mejor manera de responder a ese sentimiento es hacer el bien, estar en paz consigo mismo, con Dios y tratar de ayudar a aquel que lo requiera.
V.D.: ¿Qué tanto va a pesar su catolicismo como director de la Policía?
W.S.: Soy un convencido de que la Policía tiene que ser garante de la libertad. Sobre eso no tengo nada que decir diferente a que el pueblo colombiano tiene una Policía que respeta la libertad de culto.
V.D.: Cuando estuvimos en la oficina del general Sanabria, había un crucifijo grande y varias vírgenes. ¿Usted heredó todo esto?
W.S.: No, Vicky, no. Él se llevó todo. Encontré solamente el bastón del director de la Policía, el bolígrafo del director general y los símbolos institucionales.
V.D.: ¿Qué va a pasar con tantas imágenes religiosas que había en la Policía bajo la dirección del general Sanabria?
W.S.: No he recorrido el edificio de la Policía porque no he tenido tiempo. Pero insisto en que hay libertad de culto.
V.D.: ¿Pero va a poner a los policías a rezar a diario o no?
W.S.: Cada uno lo hará en su interior.
V.D.: ¿Usted no les va a dar esa orden como director?
W.S.: No. Eso sí, tengo un gran compromiso con los policías de la patria y los quiero notificar de que estaré a su lado, los acompañaré y estaré muy pendiente de sus actuaciones. Si un policía es llamado por la comunidad o debe atender una riña, la mejor manera de lograr reconocimiento, respetabilidad, admiración y confianza es que los procedimientos estén siempre ceñidos a la norma y sean transparentes.
V.D.: ¿Qué piensa sobre quienes han querido quitar la palabra Dios del eslogan de la Policía, ‘Dios y patria’?
W.S.: Ese es un símbolo que todos debemos cuidar.
V.D.: ¿Por qué es tan importante?
W.S.: Dios es aquel que nosotros tengamos reverenciado, independientemente de la religión que se tenga. Y la patria es a la que nos debemos. Es un lema histórico de la Policía que hay que cuidar. Una institución de 132 años.
V.D.: ¿Es partidario de que la Policía salga del Ministerio de Defensa?
W.S.: En la campaña presidencial, el señor presidente anunció que la Policía podría salir del Ministerio de Defensa. ¿Cuál es el escenario en este momento? El señor presidente y el ministro de Defensa analizan con absoluta responsabilidad el futuro de la Policía. Aquí no queremos dar pasos en falso. Con mi llegada, queremos ampliar la opinión con la academia, los retirados, las reservas, los generales en retiro y la sociedad civil.
V.D.: ¿Pero usted tiene alguna opinión personal sobre eso?
W.S.: Soy un convencido de que, algún día, la Policía tendrá que dar el paso.
V.D.: O sea que a usted no le aterra que saquen a la Policía del Ministerio de Defensa. Para usted lo importante es el momento.
W.S.: Sí, llegará el momento. Por ejemplo, el Cuerpo de Carabineros de Chile. La misma sociedad con la institucionalidad y el Gobierno tomaron la decisión de que saliera del Ministerio de Defensa y pasara al Ministerio del Interior. Pero en Colombia, insisto, no hay afanes, porque a la Policía hay que cuidarla.
V.D.: Gustavo Petro dijo en campaña que acabaría el Esmad, pero sigue ahí. ¿Cuál es su opinión?
W.S.: Se llama Undmo (Unidad de Diálogo y Mantenimiento del Orden). Se mantiene, pero recibe una reingeniería, que la empezó el general Sanabria. Se inició un entrenamiento basado en el derecho internacional humanitario y los derechos humanos. Además, la orden es revisar las lecciones aprendidas, por ejemplo, con respecto a las manifestaciones de los años anteriores que generaron tantos desórdenes en el país. ¿En qué fallamos como Esmad, ahora Undmo? Que cuando este cuerpo actúe sea la última instancia y no haya abusos en sus actuaciones. Que no los haya. Evitar el abuso policial.
V.D.: Entonces, el Esmad, hoy llamado Undmo, no se acaba.
W.S.: No se acaba.
V.D.: ¿Cómo se conoció usted con Gustavo Petro?
W.S.: Conocí al hoy presidente Petro cuando yo era teniente coronel.
V.D.: ¿Ah, sí?
W.S.: Yo era el oficial de enlace de la Policía con el Congreso, él era representante a la Cámara y ahí conocí al presidente Petro. Luego fue elegido senador y yo era director de Protección de la Policía. Conocí al presidente Petro en momentos muy difíciles en torno a su seguridad, por las amenazas y los seguimientos a él y a su familia. Entonces, para mí fue una gran preocupación y un gran reto rodearlo y apoyarlo. A él no le podía pasar nada, menos a su familia. Entonces, ahí iniciamos conversaciones. Todo en el ámbito de las funciones que yo tenía. Luego, como alcalde de Bogotá, lanzamos estrategias junto con Gloria Flórez, la hoy senadora, que era secretaria de Gobierno, en favor de los niños y niñas de la ciudad. Hicimos programas y estrategias con los menores. Él me sorprendió porque me impuso la máxima condecoración de Bogotá. No me lo esperaba. Ahí nació esa interlocución. Pero no soy amigo personal del señor presidente.
V.D.: Usted estuvo en el retiro durante dos años y coincidieron con la campaña presidencial. Estando de civil, ¿votó por el entonces candidato Petro?
W.S.: Yo voté por el presidente Petro.
V.D.: ¿Fue la primera vez en su vida que votó?
W.S.: Sí.
V.D.: ¿Por qué votó por él? La historia es fascinante, porque ahora, de nuevo activo, no podrá votar.
W.S.: Sí, ya no puedo votar. Pero cuando recorrí el suroccidente del país, me di cuenta de que se necesitaba un cambio. Encontré niños que comían una sola vez al día, que había desigualdad e inequidad. Yo, sin ser político, por allá en 2019 dije: esto no puede seguir así. Cuando se inició la campaña política, vi el programa de gobierno del hoy presidente Petro, que podría en parte solucionar esa debilidad del Estado. Con el paso de los días llego a la campaña del presidente.
V.D.: ¿Trabajó con él en la campaña?
W.S.: Él y su equipo me llaman para que los oriente y los asesore. Me sentí complacido de participar, de ayudar en algunos temas que la campaña y él me pidieron para el ciclo presidencial. Así que fue mi primer voto y eso fue histórico para mí. Porque, hablando de ese tema, también la sociedad colombiana reclamará y le llegará el momento a la fuerza pública para que ejerza su derecho al voto.
V.D. ¿Le gusta esa posibilidad?
W.S.: Sí, pero tiene que ser bien, muy bien pensada. Históricamente, hemos tenido antecedentes, hablo por lo que sufrió la Policía en la década de los años cuarenta. Entonces, se contamina de la política, claro, y viene esa fractura institucional.
V.D.: Puede pasar lo de Venezuela, que se politicen las Fuerzas Armadas.
W.S.: Hay que sopesarlo muy bien para evitar esa fractura institucional y que la política permee la fuerza pública.
V.D.: ¿Usted es petrista?
W.S.: No. Soy leal a la Constitución. Cuando asumí el mando, les dije a mis policías que iba a darle cumplimiento al artículo 218 de la Constitución.
V.D.: ¿El presidente le ha encomendado algo especial sobre los ‘petrovideos’?
W.S.: No, para nada.
V.D.: Hay personas que piensan que están acabando con la Policía. ¿Qué les dice?
W.S.: No tengo la sensación de que quieran acabar con la Policía. Por el contrario, no he encontrado la primera persona que me diga: “No quiero a la Policía”. Encuentro una institución fortalecida. Necesita más solidaridad de los colombianos, apoyo, entendimiento y comprensión. El mensaje que me dio el señor presidente fue el fortalecimiento de la Policía en todos los ámbitos, en intelectualidad, invertir más en la academia de nuestros hombres, fortalecer su crecimiento personal, su bienestar y las capacidades de la Policía. Nunca hemos hablado de debilitamiento.
V.D.: La inteligencia de la Policía colombiana ha sido reconocida en el mundo, especialmente, por sus operaciones contra objetivos de alto valor. ¿Usted va a continuar por ese sendero?
W.S.: Sí, hay grandes retos en materia de inteligencia, la cual es fundamental para enfrentar el multicrimen. Me reuní con el embajador Francisco Palmieri, de Estados Unidos, y uno de los temas fue, precisamente, cómo seguir fortaleciendo las capacidades de la Policía con la inteligencia. También tengo pendientes reuniones con diplomáticos de otros países en ese mismo propósito de fortalecer no solamente la inteligencia, sino, por ejemplo, las capacidades en materia de infancia y adolescencia. En lo preventivo, en lo reactivo y en policía judicial.
V.D.: Hablemos de lucha contra el narcotráfico. En enero no hubo erradicación. ¿Usted qué piensa hacer?
W.S.: La instrucción del señor presidente es clara en que hay que fortalecer la interdicción para que los cabecillas del narcotráfico sean golpeados en sus finanzas. Esa es una tarea que estamos evaluando y revisando para ser mucho más contundentes. Aquí también hay estrategias que no puedo comentar en público, porque estaríamos anunciándoles a los narcotraficantes qué va a hacer la Policía, pero se van a dar cuenta.
V.D.: Pero la erradicación ya no va a ser una prioridad, por lo que veo.
W.S.: La erradicación está en nuestra agenda, pero para grandes cultivos.
V.D.: No para los pequeños…
W.S.: No para campesinos. Conocí la zona del Pacífico y hay algunos que son víctimas de los narcotraficantes. Aquí el objetivo son los grandes cultivadores, los grandes narcotraficantes, que le están haciendo un enorme daño al país.
V.D.: El presidente ha dicho que la lucha antidrogas fracasó como se ha conocido hasta ahora. ¿Está de acuerdo?
W.S.: Sí. Cuando uno hace un balance de los avances en materia de lucha contra el narcotráfico, por ejemplo, hemos perdido cientos de policías en esta guerra. Han quedado muchos huérfanos. Entonces, hay que revisar y corregir. Llegará el momento en que las comunidades y los gobernantes fijarán estrategias. Pero, por ahora, el gran reto es enfrentar los fenómenos del narcotráfico, sus cabecillas, sus estructuras, insisto, con cooperación internacional y con nuestras capacidades.
V.D.: ¿Cree que Colombia o el mundo deberían caminar hacia la legalización de las drogas?
W.S.: Esa es una pregunta que la academia también la ha hecho y lo estuvimos analizando en Miami con académicos en la Florida. Se llegó el momento de legalizar la droga y, entonces, vienen posiciones de aquellos que la defienden, otros que no la defienden. Sobre el tema, por mi cargo, prefiero seguir evaluando y analizando.
V.D.: Pero lo considera, no le asusta.
W.S.: Llegará el momento. Lo que me preocupa es que fenómenos como el fentanilo están arrinconando a las sociedades.
V.D.: ¿Y en Colombia ya hay?
W.S.: No hay una trazabilidad como tal. Aquí hay una iniciativa de la Policía de anticiparnos al fenómeno para trazar estrategias de cooperación, de intercambio de información con la Policía mexicana, sus cuerpos federales, con los clubes de Policía estatales de Estados Unidos, la DEA y el FBI. Estuve como cónsul general en la Florida, en Miami, durante seis meses y me di cuenta de que allá podría considerarse un problema de salud pública.
V.D.: O sea, no hay que permitir que en Colombia se expanda el consumo de fentanilo.
W.S.: No nos puede coger con los pantalones abajo y estamos ya trabajando en eso.
V.D.: General, ¿cómo negoció con su hijo de 10 años su regreso a Colombia? Su familia se queda en el exterior.
W.S.: Sí, Vicky, tomé la decisión de sacar a mi familia del país hace unos dos años por unas complejidades que se me presentaron y duré distanciado de ellos durante año y medio. Mi familia estaba fuera del país y yo necesitaba trabajar para poder sostenerlos. Vivo de mi salario. Entonces, al hacer la conversión del peso al dólar, pues la diferencia es muy grande y estuve distanciado de ellos. Cuando me reencuentro con ellos, mi niño me preguntó: “Papá, ¿nunca más te vas de mi lado?”. Y yo le dije: “Nunca me voy a ir de tu lado”. Y ahora, cuando se dio cuenta de que volví a Colombia a asumir esta responsabilidad, me reclamó.
V.D.: ¿Qué le dijo?
W.S.: Me reclamó con llanto. Me dijo: “Papá, me mentiste, dijiste que nunca más te ibas de mi lado, que nunca más me abandonarías. Ahora te vas. ¿Por qué me mentiste?”.
V.D.: ¿Y usted qué hizo, general?
W.S.: Me conmoví (sus ojos se llenan de lágrimas y se le entrecorta la voz).
V.D.: ¿Se sintió triste?
W.S.: Sí, pero puse los intereses de mi país y de mi institución por encima de los intereses de mi familia.
V.D.: Háblele a ese hijo, dígale lo que quiera, aquí en esta entrevista.
W.S.: Bueno, hijo, aquí está tu papá para decirte que te amo, que solamente te pido oraciones para que nos vaya bien. Después entenderás por qué tomé la decisión, por ayudar a niños como tú que necesitan mucho de una institución como la Policía. Eso me conmueve. Tú, afortunadamente, hijo, tienes bienestar, felicidad, amor, cariño, una vida digna, pero hay niños como tú que no la tienen. Y estoy acá también para ayudar a esos niños para que tengan un pedacito de felicidad, y espero que me comprendas. Te amo, hijo, te amo. Gracias, Vicky, discúlpeme que...
V.D.: No, general, tranquilo. Lo veo muy conmovido, claro. Es que no hay nada más importante que los hijos.
W.S.: Y que la niñez.
V.D.: Así es.
W.S.: Por eso, la Policía quiere fortalecer la estrategia de protección de los niños de Colombia. Por ejemplo, en Colombia mueren más de 1.300 niños en accidentes en las vías. ¡Qué tragedia!
V.D.: Increíble esa cifra y dolorosa.
W.S.: A todos nos debe preocupar y mirar en qué estamos fallando. Por otra parte, más de 8.000 adultos también mueren en accidentes de tránsito, pero, igualmente, fallecen niños en las piscinas. Sin embargo, lo más triste es que hay niños que no tienen qué comer, no tienen una vida digna, no tienen ropa, por ejemplo. En el Pacífico vi niños que usaban los zapatos de los hermanitos y se los intercambian. Niños que tenían que caminar a las escuelitas rurales hasta dos horas y no tenían sino agua para beber. La Policía quiere ayudar en eso.
V.D.: ¿Usted está a favor del uso del condón o no?
W.S.: Cada hombre es dueño de sus decisiones.
V.D.: ¿Qué le dice a la comunidad LGBTIQ de la Policía?
W.S.: Eso hace parte de la vida íntima. Lo que sí quiero mencionar es que sé que en la Policía hay integrantes de esas comunidades y gozarán de mi respeto, del acompañamiento en sus situaciones personales, tendrán toda la consideración. Lo único que les pido a estos hombres y mujeres de uniforme es que una cosa es su vida personal y otra cosa, la vida profesional, oficial y de servicio. Somos referentes. Cualquier reacción y comportamiento de un policía tiene repercusiones en la sociedad. Le cuento: yo les decía a los patrulleros que graduamos en la Escuela Gonzalo Jiménez de Quesada: “No puedo tolerar y aceptar que en un hogar, un vecindario, o en cualquier zona del país, que un policía maltrate a su señora, golpee a sus niños o a su pareja”.
V.D.: Eso no lo va a tolerar.
W.S.: No lo voy a tolerar. Porque si eso lo hace un hombre de uniforme, a quien la sociedad le ha depositado su confianza, no solamente afecta la imagen de la Policía, sino que hay una referencia para la comunidad. El vecino diría: “Si lo hace el policía, yo también lo puedo hacer”.
V.D.: ¿Va a andar cazando infieles en la policía?
W.S.: No, Vicky, hay temas mucho más importantes. Pero, insisto, cada uno es dueño de su vida privada. Mientras no se mezcle lo privado con el tema institucional, eso se respeta.
V.D.: Me da pena repetir lo del condón, ¿pero se va a oponer a que los policías lo usen?
W.S.: No. Por favor, cada uno es dueño de sus decisiones. Hay un director general pendiente de una institución que hay que liderar con mucha responsabilidad. Así que ese tema es muy privado.
V.D.: Tampoco va a andar diciéndoles a los policías que se tienen que casar. Es decir, ¿va a ser casamentero?
W.S.: No. En la Policía hay libertad de culto, libertad de expresión. Hay parejas que viven en unión libre. Me interesa mucho promover la unidad de la familia. Me refiero a tener policías viviendo en sus lugares de origen, porque cuando la familia está lejos el uniformado sufre mucho.
V.D.: General, ¿lo sacaron injustamente de la Policía? ¿Le truncaron su carrera?
W.S.: Dejé eso atrás y esa página la había cerrado. No me dolió. Sentí nostalgia porque en ese momento pensé: pude haber hecho más y estaba capacitado para dar más aún por mi institución y por mi país. Pero, cuando ascendí a general, fui consciente de que al día siguiente el presidente, que es el comandante en jefe de la fuerza pública, podía retirarme de la Policía. Y eso se respeta, se acata, se cumple.
V.D.: ¿Hubo un complot para sacarlo?
W.S.: No podría decir que un complot.
V.D.: ¿Dieron malas informaciones sobre usted?
W.S.: Seguramente.
V.D.: ¿Hubo intrigas para sacarlo?
W.S.: Me imagino que hubo intrigas, pero me queda la satisfacción de que hice lo que la Constitución y la norma le obligaban a un inspector general de la Policía.
V.D.: General, ¿cómo va a luchar contra la corrupción en la Policía?
W.S.: Lo digo abiertamente. Si me pregunta, ¿hay corrupción en la Policía? Sí, hay corrupción en la Policía. No lo puedo desconocer.
V.D.: Por supuesto, los corruptos son minoría…
W.S.: No son todos, claro. Es una minoría que nos hace mucho daño. Entonces, viene la estrategia de fortalecer la contrainteligencia en aquellas zonas del país y escenarios donde hay corrupción. No puedo hablar más, pero encuentro a mi regreso una Policía que también está dando pasos para alejar a sus integrantes de la corrupción o que ellos, los mismos policías, están denunciando cuando un ciudadano, mafioso o un contrabandista quiere ofrecer dinero. Entonces, eso me alivia mucho, pero sí hay corrupción.
V.D.: No va a admitir corrupción de ningún policía. ¿De generales?
W.S.: No, de nadie. Debemos irradiar con el ejemplo, de arriba hacia abajo. Si un patrullero, que está en Montañita (Caquetá), ve a su comandante, un capitán, recibiendo dinero de un comerciante, ¿cómo va a actuar después? Pido, desde ya, la veeduría más juiciosa de la comunidad. Es la mejor manera de tener instituciones fuertes y confiables. Que haya una sociedad acompañando y siendo vigilante de su policía.
V.D.: ¿Se puede negociar con los narcos?
W.S.: Aquí hay una instrucción del señor presidente. El Clan del Golfo es un grupo de narcotraficantes. Estamos en esa tarea de llevarlos ante la justicia.
V.D.: ¿Pero se puede negociar con ellos?
W.S.: Espero instrucciones del Gobierno con respecto al quehacer de la Policía en cuanto a la política de paz. Por el momento, narcotraficante nato y puro será perseguido por la autoridad.
V.D.: ¿El cese al fuego bilateral ha sido acertado?
W.S.: Esa es una pregunta para el doctor Danilo Rueda, alto comisionado de paz. Yo tengo una reunión con él la próxima semana para hablar del tema.
V.D.: ¿Se le había olvidado marchar?
W.S.: No se olvida.
V.D.: ¿Y cuando le tocó la transmisión de mando?
W.S.: No se olvida marchar, pero sí fui a los ensayos.
V.D.: ¿Sí? ¿Le tocó ir a ensayar?
W.S.: Antes de la ceremonia, me dijeron: “Mi general, usted tiene que venir a los ensayos para que sepa dónde va sentado y el minuto a minuto de la ceremonia, por dónde debe caminar, qué debe decir, cómo”. Me costó un poco. ¿Lo puedo confesar?
V.D.: Sí, claro.
W.S.: Me da pena.
V.D.: No, por favor.
W.S.: Me costó un poco el manejo de la espada.
V.D.: ¿Sí?
W.S.: Sí, porque hacía muchos años que no la manejaba. Entonces, en los honores, en la presentación, con la espada soy consciente de que me faltó.
V.D.: ¿Le faltó habilidad?
W.S.: Me faltó habilidad en el manejo de la espada porque los guantes me quedaban un poco pequeños. Esa fue otra anécdota que tuve. Hasta última hora no tenía guantes negros para la ceremonia. Entonces, alguien me prestó unos guantes y eso tampoco facilitó la habilidad para manejar la espada. Y otro detalle: en la ceremonia cometí la imprudencia de entregarle la medalla del Comando General al señor presidente para que él se la impusiera al general Sanabria. Y no era yo el que lo tenía que hacer. Era el general Helder Giraldo.
V.D.: No puede ser…
W.S.: La directora de la Escuela me dijo que lo hiciera y le creí. Por supuesto, eso no tendrá ninguna repercusión, ella es una gran oficial.
V.D.: No vimos revista aérea ni animales en la ceremonia en la que usted asumió el mando. Fue diferente a la de siempre.
W.S.: Sí, eso tiene un mensaje de austeridad y de optimización de recursos. Son ceremonias que cuestan dinero, porque hay ensayos, ejercicios, desplazamiento de personas, se consume combustible. Por ejemplo, una revista aérea con helicópteros nos cuesta mucho dinero. ¿Para qué hacerla? Por eso, se hizo lo más sencilla posible, lo más sobria, austera.
V.D.: Es mejor guardar la platica de los helicópteros para la vicepresidenta, que tiene que ir a su casa en Dapa…
W.S.: En cuanto a lo de la señora vicepresidenta, soy un convencido de que el país todavía registra expresiones de violencia y de agresividad. Hay que rodearla, protegerla y cuidarla.
V.D.: Cueste lo que cueste ...
W.S.: Cueste lo que cueste.
V.D.: A ella y a todos los colombianos.
W.S.: A todos los colombianos, periodistas, empresarios, académicos. Pienso que el país, cuando dé ese paso de convivencia, nos vamos a ahorrar, primero, mucho dinero, y los esfuerzos los vamos a dedicar a lo que algunas personas en este país necesitan para mejorar sus condiciones de equidad. Le reconozco también al señor presidente que, cuando ganó, dijo que había que proteger a los adversarios políticos, a la oposición. Dijo: “Que no les pase lo que me pasó a mí”. Aquella persona que requiera apoyo de la Policía porque se siente amenazada, porque tiene miedo, venga de donde venga, de cualquier lado político, estamos para protegerla y defenderla. Para eso está la Policía.
V.D.: ¿La Policía será de puertas abiertas con la prensa?
W.S.: Sí. Durante mi carrera como policía siempre tuve la claridad de que hay que acompañar, respetar y blindar a la prensa. La libertad de prensa, de expresión, es el mejor ejercicio para fortalecer las instituciones y lo más sagrado: la democracia. Ningún periodista tendrá ninguna restricción en la Policía. Y menos con el director general. Bienvenidos a su casa. La Policía es la casa de todos los colombianos y los periodistas. Le pido a la prensa que, por favor, nos critique, que nos denuncie, esa es su labor, ninguna restricción, Vicky.
V.D.: Gracias, general, se lo agradecemos intensamente. ¿Está de acuerdo con el “viva” de la vicepresidenta a la primera línea?
W.S.: No escuché.
V.D.: Dijo: “Viva la primera línea”.
W.S.: ¿Sí?
V.D.: Sí.
W.S.: Sería importante mirar el contexto. A la señora vicepresidenta le tengo respeto y admiración. Con ella me reuní y hemos trazado una articulación con la Policía para atender reclamos de lugares de Colombia como el Pacífico.
V.D.: Entonces, le cambio la pregunta. Para usted, ¿qué es la primera línea?
W.S.: Tiene varias facetas. Incluso, yo era inspector cuando eso sucedió. Me sorprendí al ver jóvenes queriendo incinerar un CAI en Bogotá.
V.D.: Con los policías adentro…
W.S.: Sí, a sabiendas de que en su interior había seres humanos vestidos de verde. Pero también, en el otro lado, vi policías, en imágenes de los noticieros, disparando armas de fuego frente a las personas. Entonces, me hice una pregunta: ¿en qué momento la sociedad, la institución, generó cambios de comportamiento? Eso hay que revisarlo, porque ni unos ni otros pueden pretender hacer justicia por su propia mano o cegarle la vida a una persona. No podemos caer en la violencia. Y falta algo importante: me voy a reunir con los jóvenes, no los queremos escuchar en plaza pública y manifestaciones y menos con violencia. Escuchémoslos en la academia. ¿Qué hago por ustedes? ¿Qué piensan de la Policía? ¿Cómo construir sociedad, jóvenes y Policía? Ya lo hablé con el ministro Velasco para escuchar a los jóvenes. La idea es sentarnos con ellos en grandes coliseos, en lugares amplios.
V.D.: Usted es partidario de que a los policías los saquen de los estadios y toda clase de eventos privados.
W.S.: Sí.
V.D.: ¿Por qué?
W.S.: Le pongo un ejemplo de fútbol. Los partidos Cali-América, Millonarios-Santa Fe y Nacional-Medellín. Cuando ocurren los hechos en Antioquia, que dejaron dos muertos después del partido, me entero de que la Policía había destinado, en el ejercicio previo, durante y después, cerca de 2.000 policías. ¿Salen de dónde? De los barrios de la periferia y se concentran en torno a un espectáculo deportivo que, en mi opinión, podría tener ese ámbito privado. Por ejemplo, fui a un partido de fútbol en Estados Unidos. Allí la seguridad del primer y segundo anillo es privada, y hay un componente muy pequeño de policías pendiente de atender cualquier requerimiento. Pero no son 2.000, ni 1.000, ni 500 policías. Eso lo estamos analizando. Cuando a Bogotá le quitamos 2.000 policías para un clásico de Millonarios-Santa Fe, la inseguridad y la delincuencia se disparan y también nos cuesta mucho dinero el desplazamiento de hombres y mujeres. Las capacidades cuestan y no podemos permitir que los barrios y las comunidades no tengan a la Policía en los parques, en las rutas de TransMilenio, porque está dedicada a un espectáculo, a conciertos, presentaciones y demás.
V.D.: Entonces, que paguen los privados.
W.S.: Sí, Vicky, que paguen los privados.
V.D.: ¿Lo que pasó en el Caquetá con 78 policías fue un “cerco humanitario” o un secuestro?
W.S.: Lo verá la Fiscalía. Pero eso es una lección aprendida.
V.D.: ¿Usted tiene alguna opinión? ¿Es un secuestro o un “cerco humanitario”?
W.S.: No conocí los hechos en detalle porque estaba afuera.
V.D.: Se llevaron a los policías, no los dejaron movilizar, los subieron a camiones, los humillaron, a algunos les quitaron la ropa. Los testimonios son terribles.
W.S.: Sí, la Fiscalía está investigando. Eso no puede volver a ocurrir.
V.D.: Esta semana volvió a ocurrir en el Patía (Cauca) con militares.
W.S.: Ahí hubo unas fallas que estamos evaluando. Dispuse investigar internamente. Pero eso no puede volver a ocurrir. Aquí envío un mensaje a los colombianos: la autoridad, sí o sí, hay que respetarla.
V.D.: ¿Le digo algo? Para mí, lo que pasó en el Caquetá y en el Cauca fueron secuestros.
W.S.: La Fiscalía determinará.
V.D.: General, es que el Código Penal lo dice. Si a usted le impiden la movilidad, si no lo dejan salir, si le restringen sus comunicaciones, eso se llama secuestro. El Código no habla de “cerco humanitario” ni nada de eso.
W.S.: Sí, esperemos que la Fiscalía actúe.
V.D.: Creo que quiere ser prudente con ese tema.
W.S.: Es que no estaba aquí, estaba afuera.
V.D.: Se salvó. General, cuando se inició el cese al fuego en Samaniego (Nariño), las disidencias de las Farc se tomaron un día las calles del pueblo. Los policías lo único que hicieron fue grabar desde sus celulares. ¿Cuál es la instrucción del director de la Policía si eso se repite?
W.S.: Aquí no podemos permitir que la ilegalidad se tome los territorios. La Policía tiene que actuar. Aquí no hay terreno vedado para la fuerza pública. Aquí hay un director que estará apoyando a sus hombres, como lo ha demostrado a lo largo de la historia.
V.D.: ¿Qué le dijo su mamá por regresar a la Policía y ser el director?
W.S.: Estaba feliz. Y un detalle. Yo les rendí un homenaje a las madres, a través de mi mamá, en la ceremonia. Pensé mucho ese momento. ¿Será que lo digo, que no lo hago? ¿Será que las emociones me van a embargar muchísimo y me voy a desdoblar emocionalmente? Al final tomé la decisión de hacerlo. Veo por mi mamá desde que mi papá murió cuando yo era capitán. Me quedaron mi mamá y mis dos hermanitos menores. Entonces, mi mamá estaba a mi lado. Siempre quise rendirle ese homenaje por darme todo su amor, pero también, a través de ella, a todas las madres de Colombia. Feliz Día de la Madre, Vicky, y a todas las otras madres de nuestro país. Lo que no esperaba fue lo que mi mamá hizo.
V.D.: Cuénteme.
W.S.: Cuando le rindo el homenaje, ella se viene hacia mí. Nos damos un abrazo, un beso en la mejilla. De pronto, baja la escalinata y camina, camina, camina y rompe el protocolo y llega a saludar al presidente. Entonces, yo decía por dentro: ¿¡Mamá!, qué estás haciendo? Pero fue algo genuino. Le salió de su corazón. Gracias a las mamás de Colombia y a todas las mamás policías. Mi gratitud, aprecio y admiración.
V.D.: General, unas preguntas rápidas. ¿De dónde es usted?
W.S.: Boyacense.
V.D.: ¿Cuántos años tiene?
W.S.: 58.
V.D.: ¿Es romántico?
W.S.: Sí.
V.D.: ¿Qué música le gusta?
W.S.: Me gusta la música dependiendo del momento, me encanta el merengue.
V.D.: ¿Merenguero y bailador?
W.S.: No soy buen bailador. Me da pena con mi señora porque ella baila muy bien. Me gusta la salsa, la música romántica y la clásica.
V.D.: ¿Está leyendo algún libro?
W.S.: Sí, me leí el último libro del presidente Obama. Me encanta mucho Churchill, Julio César, ahora estoy leyendo un libro sobre liderazgo.
V.D.: Si no fuera policía, ¿qué sería?
W.S.: Habría sido abogado. Pero no pude estudiar Derecho y lo voy a decir aquí de manera abierta. Cuando toqué la puerta de UniBoyacá, el rector era Jorge Londoño, el hoy director del Sena. Estaba como capitán en Boyacá. Cuando el doctor Londoño me ofrece una beca para estudiar, un comandante se enteró de que estaba estudiando y me dijo: “¿O usted es policía o es abogado? Decídase, porque hay mucho trabajo”. Entonces, no pude estudiar. Eso no puede pasar si a mí un policía me dice: “Mi general, solicito permiso para estudiar”.
V.D.: Usted se lo va a dar…
W.S.: Feliz de hacerlo. Nosotros podemos transformar sociedades o instituciones como la Policía. Es invertir en la academia, que visiten universidades, que hablen un segundo o un tercer idioma. Eso transforma. Soy un convencido de que la mejor manera de hacerlo es yendo a las salas de clase, leyendo libros y capacitándose. Vamos a trabajar más por las becas de nuestros policías y de sus hijos.
V.D.: Qué bien.
W.S.: Para que vayan a las universidades. Iniciamos una especialización con 50 policías en derechos humanos, en una universidad privada en Bogotá. Ahí vamos poco a poco.
V.D.: ¿La barrida de generales cuando llegó el presidente Petro le dolió, le importó o era lo que había que hacer?
W.S.: El presidente es el presidente. Toma las decisiones y se respetan.
V.D.: Y ya.
W.S.: Y ya.